by Reficul | Jul 13, 2006 | Opiniones, Sin Categoría
La historia nos muestra diversos ejemplos de cómo la angustia y la desesperación pueden precipitar a pueblos enteros en la histeria de masas, con la consiguiente afloración y contagio del odio racista, la violencia desmedida y alucinaciones religiosas o para-anormales.
Estos episodios de caos e irracionalidad no surgen por generación espontánea; pueden deberse a causas económicas o de otra índole, pero no se puede negar que, tras ellos, está la labor de una serie de personajes oscuros que abonan el terreno y, llegado el momento, protagonizan el delirio. Son como buitres que vuelan en círculo mientras se relamen ante la cercanía de la suculenta carroña.
LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES, y también Confucio, ADVIERTEN QUE APRENDER SIN PENSAR NO SIRVE DE NADA; PENSAR SIN APRENDER ES PELIGROSO.
Hace seis siglos la Humanidad se sintió al borde de la aniquilación. Varios cientos de millones de personas sufrieron la terrible agonía de la peste negra. Sólo en Europa perecieron veinticinco millones, la cuarta parte de la población. Por miedo al contagio, los sacerdotes se negaban a administrar la extremaunción a los moribundos y la gente abandonaba a su suerte a los familiares enfermos. Los supervivientes cayeron en la barbarie y la anarquía se apoderó de las ciudades.
Era una tragedia excepcional que, en el pensamiento de la época, absolutamente dominado por la Iglesia, sólo tenía una explicación: La maldad de los humanos había provocado la ira de Dios; la “muerte negra” era su castigo. Las autoridades, en un absurdo intento de conjurar el infortunio, prohibieron el juego y expulsaron a las prostitutas y a los judíos a las afueras de las ciudades. Se trataba de tomarle la delantera a Dios.
La flagelación fue mantenida como castigo por la Iglesia desde tiempos muy antiguos. Es lógico, por tanto, que se aceptara también como expiación de los pecados, incluso como práctica de virtud.
Aunque, en teoría, el cristianismo parece manifestar amor por la naturaleza y la vida, en tanto que obra divina, en la práctica se considera al sufrimiento como una vía de purificación. El individuo está en este mundo únicamente de paso y no sólo no debe sentir apego por las cosas de la tierra, sino que el verdadero cristiano debe manifestar su desinterés por todo lo material y mortificarse; sufrir para lograr la salvación de su alma.
Dentro de este contexto religioso-cultural no puede extrañar la amplia utilización que se hizo de la flagelación como autodisciplina a partir del siglo X y su prestigio entre ilustres santos y padres de la Iglesia.
Las procesiones de flagelantes se convierten en un espectáculo tan habitual en España que el propio Don Quijote se encuentra con una en la que llevan en andas a una Virgen. El caballero de la Mancha cree que se trata de una doncella raptada y arremete contra los flagelantes, que le apalean. Aun en nuestros días, la mortificación de la carne con diversas técnicas es una realidad muy presente en algunos conventos y en los nuevos movimientos neoconservadores, como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo. En estos últimos, tanto el cilicio (faja de cuerdas o de cadenillas de hierro con puntas que se ciñe al cuerpo para mortificación) como la flagelación eran prácticas obligatorias. Desde hace algún tiempo se trata de prácticas recomendadas. Se azotan todos los viernes porque ésa es «la voluntad de Dios».
Ininterrumpidamente desde 1551 hasta hoy, incluso durante el período republicano y la Guerra Civil, todos los jueves y viernes santos, algunos hombres de San Vicente de la Sonsierra (La Rioja), descalzos y, a menudo, con cadenas en los tobillos, se flagelan públicamente con el rostro cubierto por un capirote. Son los picaos, que se golpean la espalda hasta magullarla con largas correas de lino trenzado. Un anciano pica (de ahí el nombre) por seis veces con una bola de cera provista de dos puntas de vidrio sobre la espalda tumefacta y brota la sangre acumulada en los hematomas.
En España, los hombres llegan a flagelarse elegantemente delante de la mujer cuyo corazón quieren conquistar, dicen que como prueba de virilidad y religiosidad. Y el propio Ignacio de Loyola, en su obra Ejercicios espirituales, invita a sus jesuitas a «castigar la carne» con las disciplinas hechas de «cuerdas delgadas».
Pero el dolor y el placer están muy cerca. De hecho, ya en el siglo XVIII aparecen los primeros libros sobre la flagelación como tratamiento de la impotencia y como expresión sexual. Incluso en los propios conventos la línea divisoria entre el placer y el dolor se torna cada vez más tenue. La escritora Karen Amstrong escribe sobre su estancia en un convento desde 1962 a 1969, que le enseñaron a flagelarse para mantener su «corazón indiviso para Dios». Pero «en lugar de someter mi cuerpo, la flagelación me colmaba de vitalidad. Sentía algo que me daba miedo, que me excitaba y que me causaba desconcierto. La flagelación había reducido el espíritu al silencio, mientras mi cuerpo se estremecía con una intensidad tal que nunca habría imaginado», confiesa la escritora.
Los flagelantes, disciplinantes o hermanos penitentes eran un movimiento apocalíptico que participaba de esta línea filosófica, sólo que la llevaban al extremo. La secta sostenía que El Apocalipsis era inminente. La peste era el principio de una serie de castigos que enviaría Dios para castigar a los hombres.
Así, para recabar el perdón divino, había que imponerse una penitencia extrema. Sólo el sacrificio y la renunciación podían aplacar la cólera divina y salvar al mundo. Debían caminar durante treinta y tres años (la edad de Cristo) y al llegar a pueblos y ciudades solían dirigirse a la plaza principal y ofrecían un espectáculo masoquista; se flagelaban con látigos de cuero con clavos, llegándose a provocar serias lesiones en la espalda. Tan impresionante demostración solía convencer al populacho de la “santidad” de los flagelantes. Las poblaciones desesperadas por la mortandad de la epidemia admiraban a los flagelantes y se sumaban a estas prácticas y filosofías. Pronto empezaron a correr rumores de los milagros obrados por los flagelantes: niños resucitados, animales que hablan, …
Los flagelantes más radicales llegaron incluso a implantar el “bautismo de sangre” (a base de azotes) y proclamaron a la Iglesia como la personificación del Anticristo. Este movimiento no sólo buscaba conmover a Dios, sino también apaciguarlo mediante la persecución de los “malvados”. Pronto este fanatismo degeneró en masacre sistemática de sacerdotes, adinerados y judíos.
Según se decía, los judíos envenenan los pozos y ríos, y que corrompían el aire con la infección. La persecución degeneró en masacre. En la ciudad suiza de Chillon en septiembre de 1348, y tras haber sido sometidos a tortura, los judíos “confesaron” haber recibido una bolsa con veneno de manos de un rabino, lo que desencadenó la furia de las masas. En Basilea todos los judíos de la ciudad fueron encerrados en un edificio de madera y quemados vivos; 2.000 fueron asesinados en Estrasburgo; 12.000 en Maguncia, 600 en Bruselas; en julio de 1349, una multitud dirigida por los Flagelantes, realizó una atroz matanza en la judería de Frankfurt. Así que, a las defunciones propias de la enfermedad hubo que sumar las del baño de sangre que recorrió una Europa supersticiosa, caótica y muy fanática.
El sacerdote Fritsche Closener dejó escrita la siguiente crónica:
<<Corría el año 1.349, catorce noches después de la de San Juan, …, cuando llegaron a Estrasburgo unos doscientos flagelantes por lo menos.
… Llevaban los más ricos estandarte de terciopelo… y de seda de Bagdad, … Cuando entraban en las ciudades y en los pueblos, todas las campanas tocaban por ellos y ellos seguían a los estandartes, … cada dos o cada cuatro cantaban un himno, al que los demás hacían coro.
…cuando querían hacer penitencia –cosa que practicaban dos veces al día por lo menos- … salían al campo a toque de campanas… cantando sus himnos… se desnudaban del todo, … se cubrían de la cintura abajo con una túnica … se echaban al suelo en un gran círculo, y según había pecado cada uno, así se echaba: quien había sido un perjuro impío, se echaba sobre un costado y levantaba sus tres dedos sobre la cabeza en señal de ello; el que había cometido adulterio se echaba sobre el vientre. De esta suerte se tendían de mil maneras, según la variedad de pecados que hubiesen cometido, y no había más que mirarlos para saber las culpas de todos.
Cuando así se habían echado, empezaba su maestro por donde mejor le parecía a pasar sobre uno de ellos, y le daba con el azote en el cuerpo y decía: “Por el martirio te alzarás, pero no peques nunca más”. … hasta que todos se habían alzado formando una gran rueda; y algunos, por ser mejores cantores, empezaban a cantar un himno, en el que los restantes hermanos les seguían, para que entre cantos diese comienzo la danza. Los disciplinantes… daban vueltas en círculos y se azotaban por parejas con unas disciplinas de correas, rematadas por delante en botones, con algunos clavos en ellos hincados, y se azotaban así las espaldas, que sangraban abundantemente mientras cantaban: ”Al Santo Espíritu la fe le pedimos todos que se nos dé, que nos dispense, pecadores, de los postreros”.>>
Los flagelantes fueron condenados por el Papa Clemente VI en 1349 y nuevamente por el Concilio de Constanza (1411-1418). Pero no nos engañemos; la causa principal de su persecución no hay que buscarla en el caos que organizaban, sino en que acusaba a la Iglesia de ser negligente en sus deberes y afirmaban que “Sólo Dios actúa en nosotros por su gracia, sin el ministerio del sacerdote”, lo cual amenazaba con tornar superflua y menoscabar la autoridad de la jerarquía.
Hasta aquí, hemos esbozado al flagelante histórico; los partidarios de una secta que prefería, para el perdón de los pecados, la penitencia de los azotes a la confesión sacramental. Pero, inexplicablemente, en un mundo mucho más instruido que el medieval, con un cada vez más reducido índice de analfabetismo, con la enseñanza básica obligatoria implantada en muchos países, con bibliotecas, medios de comunicación e internet, se ha producido el resurgir esta vocación. Es elevado el número de descerebrados que babean soñando con la inminencia de un Apocalipsis a la carta. Por supuesto, todos ellos están convencidos de que serán uno de esos elegidos que se salvarán, vivirán felices y comerán perdices.
El flagelante moderno no tiene que pertenecer forzosamente a ninguna secta, es más, puede no ser religioso en absoluto. Se trata, más que de una filosofía o una ideología, de una visión de mundo; de una actitud, de una sensibilidad. El nuevo flagelante disfruta su aflicción. No es que sea pesimista, sino que se halla afectado por el espíritu de contrición. Ve ansia y amargura a su alrededor: una sociedad siempre insatisfecha, atribulada, llena de inseguridades e incertidumbres. Tiende a la hipocondría y al abatimiento. Su tono suele ser melancólico. Piensa que el desarrollo de su país y, en general, la civilización no va a ninguna parte, que la modernidad es una enfermedad y que el progreso, a fin de cuentas, es un fastidio.
Disfrutan fiscalizando, juzgando y amonestando a los demás; aunque los que son algo inteligentes disfrazan su ejercicio con una apariencia de “auto-crítica”. Están convencidos que la gente vive engañada por algún tipo de conspiración en la que están involucrados los gobiernos, la comunidad científica, los judíos, los masones, los comunistas y hasta el vendedor de aspiradoras que llama a su puerta. De lo contrario, si no estuviera atrapada en el conocimiento del tiempo-espacio, si no tuvieran bajas vibraciones que lo mantienen encadenados al mundo material, todos sentirían y pensarían lo mismo que él. De ahí, que se crea una especie de elegido, todo un benefactor de la humanidad con una causa o deber sagrado que, en el caso de los creyentes, puede alcanzar dimensiones de santa cruzada.
Los neo-flagelantes pueden llegar a ser muy eficientes predicando sus elucubraciones y captando nuevos adeptos/creyentes, a los que promete alguna forma de salvación a cambio de la mortificación psicológica. Para ello contaminan los sentimientos de todo el que se le pone a tiro y le inoculan grandes dosis de dolor, angustia, pesadumbre, desolación, estrés y ansiedad.
Estos personajes pueden ir por la vida de espirituales, contactados, iluminados, extraterrestres, neo-nazis o de la abeja Maya, pero todos comparten la esencia inconfundible, propia de los movimientos o sectas milenaristas de siempre, y conciben la salvación como un hecho:
COLECTIVO: Debe ser disfrutado por un selecto grupo del cual, por su puesto, él forma parte;
TERRENAL: Debe realizarse en la tierra y no en el cielo. Los malos serán eliminados y los buenos se repartirán la tarta;
INMINENTE: Ha de llegar de un modo repentino y conviene estar preparados. Por ejemplo, es recomendable tener a mano mochilas con provisiones y botiquín;
TOTAL: Transformará completamente la vida en la tierra. No será sólo una mejoría del presente, sino la perfección total y para siempre;
MILAGROSO: Debe realizarse por, o con, la ayuda de las más variadas intervenciones sobrenaturales. Pueden basarse en el clásico y genuino Apocalipsis bíblico o adoptar nuevas versiones influidas por el cine y el mundo de lo para-anormal. Es decir, hombrecillos verdes, razas de demonios y seres de la oscuridad que viven el centro de la Tierra.
En un ambiente saturado de de miedo sólo se impone la irracionalidad colectiva. Lo que ocurrió puede volver a repetirse si se dan las condiciones propicias y, para ello, los neo-flagelantes abonan el terreno y siembran la semilla de su locura.
Cuando reconozca a uno de ellos en alguna parte, póngase a salvo (psicológicamente hablando) y advierta a sus amigos. Bastará con la frase: ALERTA FLAGELANTE.
by Reficul | Jul 13, 2006 | Opiniones, Sin Categoría
Estábamos con las grandes cuestiones de la humanidad, pero la actualidad aconsejaba hacer una pausa para introducir este número en clave de humor (ya era hora).
La intención no es ofender a nadie, aunque reconozco que puede darse esa posibilidad. Por ello, aconsejo a las personas especialmente sensibles que se abstengan de seguir leyendo.
Y es que, bajo la idea de “ofensa a los sentimientos religiosos” se esconde el antiguo delito de “blasfemia”. Esto no es más que un privilegio enmascarado, pues lo razonable es proteger la integridad psicológica o moral de los individuos, no de las ideologías sustentadas por estos.
¿Os imagináis la que se puede montar si distintos colectivos no religiosos reclamasen el mismo derecho y hubiese que tipificar como delito las ofensas a los sentimientos filosóficos, políticos o estéticos? ¿Qué quedaría de la libertad de expresión y de pensamiento?
LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE, SI DIOS EXISTE, Y ES UN SER INTELIGENTE, SEGURO QUE TIENE SENTIDO DEL HUMOR E INTERPRETA ESTE TEXTO COMO UNA DIVERTIDA Y ORIGINAL PETICIÓN DE MÁS SENTIDO COMÚN PARA EL MUNDO.
Hasta ayer yo era un descreído que, como bien saben todos los que han leído mis escritos, llenaba mi cabeza con mentirotas de los científicos aliados de Satán. Cuando, en las típicas charlas trascendentales entre amigos, alguno me saltaba con aquello de “todos los hombres deben creer en algo” yo respondía diciendo: “Creo que me voy a tomar otro güisqui”. Vamos, que era un caso perdido.
Pero todo eso pertenece al pasado, porque al fin HE VISTO LA LUZ. Y no me refiero sólo a que, por haber pagado la factura me hayan devuelto el enganche, no. He decidido creer en algo para tener derecho a cabrearme como un gorila con quien ofenda mis creencias y, en el nombre de mi dios, incendiar la embajada de su país o, si es de mi misma nacionalidad, la Casa Regional correspondiente.
Confieso que me ha costado digerir eso del Diseño Inteligente, porque no hay más que vernos en cuanto cumplimos unos añitos; cuando no es la rodilla, es la vista, la espalda, la próstata, … Vamos que, o no tiene nada de inteligente ese diseñador, o es un sádico de mucho cuidado.
Pero la determinación a creer era firme, y no iba a permitir que esas pequeñeces me apartaran de mi dios. Ahora me queda la parte más difícil; decidirme una religión determinada. No quería que me acusaran de borrego, ni de haberme dejado influir por los que me rodean; así que dispuse a valorar objetivamente todas las ofertas. Porque una cosa es aceptar la existencia de un Diseñador y otra, muy distinta, es dar por hecho que ese Diseñador sólo pueda ser el dios judeo-cristiano.
Y no es que Dios de la Biblia no sea la leche, pero tiene sus cosillas. Por ejemplo, es más bien flojillo, porque teniendo toda la eternidad por delante acabó el trabajo en seis días. “Hágase la luz, y la luz se hizo”, pero Él no puso ni un enchufe. Fíjate si no pegó ni golpe que, pudiendo habernos hecho de acero líquido como Terminador, nos hizo de barro como los botijos. Y hay que ver como se pone por una simple manzana, o como se mosquea ante la perspectiva de tener vecinos. Cierto, que el refrán lo dice bien claro: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos”, pero, por lo visto, los babilonios lo entendieron al revés, y se pusieron a construir una torre para llegar hasta la cocina del Paraíso. Claro, Dios se enfadó: “Por vuestra ambición os condeno a que a partir de ahora, si queréis entenderos, os tendréis que dejar el sueldo en fascículos para aprender idiomas. Eso sí, con el número uno, recibiréis las tapas de regalo”. Y es que hasta enfadado es buena gente. Y sentido del humor no le falta, sino que se lo pregunten a Abraham o a Job. Ya se sabe, … la gracia Dios.
Pero, aunque me había hecho creyente, seguía teniendo espíritu de himbestigador, y decidí continuar buscando incansablemente un poquillo más. Cogí el catálogo de religiones (marca ACME) y me puse manos a la obra. Así fue como encontré la siguiente revelación:
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Piensalo! Caos, asaltos, incendios, genocidios, desconcierto generalizado, sufrimiento, racismo, opresión, muerte, plagas, enfermedades, zombies, discriminación, tsunamis, impuestos ¿ES ESO LO QUE QUIERES PARA TU VIDA?
¡Despierta Ahora! Brahatmanariyu puede enseñarte como pensar por ti mismo. ¡Respuestas inmediatas a todos los problemas! Vive eternamente, crea tu propio paraíso en la tierra, recupera tus mágicos poderes perdidos, descubre la piedra filosofal, conviertete en Jedi hoy!
Ya se lo que estas pensando… que se trata solo de un grupo de zoquetes con mucho tiempo libre que solo quieren tu dinero. Claro! lo hacemos por dinero… y por Brahatmanariyu! Y mucha salvación, vida eterna, felicidad, riquezas y entretenimiento que queremos compartir contigo.
VIDA ETERNA O TE DEVOLVEMOS 10 VECES TU DINERO!!!!
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Ese compromiso (devolverte diez veces el dinero en caso de incumplimiento) dejaba claro que Brahatmanariyu es un dios de fiar. Pero aun había más:
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Según Brahatmanariyu, podemos hallar las respuestas a todas nuestras interrogantes a través de las técnicas cosmogénicas del no-pensamiento, y la superinteligencia radical moderada.
Una vez que el ser humano, se da cuenta de lo inútil de seguir buscando las respuestas al SENTIDO DE LA VIDA a través del racionalismo, puede emplear las técnicas sugeridas por Brahatmanariyu para llegar a un nivel mental hiper-luminoso que le permite hallar la respuesta a todas tus preguntas, pues te abre las puertas a un nuevo espacio sideral de percepción en donde PUEDES CREER LO QUE TU QUIERAS CREER.
De esta manera, tal como ha sido sustentado por prestigiosos psicologos como Freud, Jung y E. Fromm, la plenitud humana puede ser alcanzada con mayor facilidad, expandiendo el nivel de vida del individuo y maximizando sus oportunidades de disfrute, alegría, salud así como su capacidad de amar. (Leyes de Brahatmanariyu 19:20)
Brahatmanariyu nació siendo tan solo un niño y el día de su cumpleaños celebró su primer aniversario de vida. Desde ese día, cada vez que se repetía la fecha de su nacimiento, se le celebraba un año más. Brahatmanariyu profundizó sus himbestigaciones y encontró una gran herramienta en ellas para alcanzar un nuevo estado mental: el Estupidismo.
“El estupidismo no es nacer estúpido ni tampoco serlo. Se trata de alcanzar niveles extremos de sabiduría hasta llegar al nivel de la involución mental en donde todo forma parte de una gran broma cósmica.”
-Brahatmanariyu, Leyes del Estupidismo 14:12-
Ahora, Brahatmanariyú esta muerto. Sucedió hace algunos años cuando se cayó del cometa en su primer advenimiento a la tierra. Si embargo, el regresará cuando el cometa pase nuevamente cerca de la tierra. Esta escrito (en algún lugar).
Si tienes que preguntarte a ti mismo si eres diferente, es porque no lo eres. Lo sabes porque está dentro de ti y lo cargas como una estaca en la cabeza, esa gran duda existencial que te acompaña cada mañana, como una enfermiza voz en tu interior que hace parecer que todo fuera una gran broma de mal gusto. Eso sucede porque ya está depositado en ti el receptor que los alienígenas de la galaxia X introdujeron durante la abducción de la que nunca te diste cuenta. No te preocupes, eso es bueno.
Vamos, no lo piense más. No pierda esta gran oportunidad. Ahora usted puede hacerse acreedor de los privilegios de la Comunidad de Brahatanariyu y estará más cerca de la salvación de lo que nunca imaginó. Existencia vital, conflictos edípicos y eléctricos resueltos, maximización de su potencial humano, pactos con seres de otras galaxias, aventuras amorosas con los ángeles, pactos con demonios, apertura de la tercera fosa. Usted estará asegurado contra castigos de los otros dioses. Vacúnese contra las demás religiones hoy mismo y comparta las riquezas que Brahatmanariyu tiene para usted!!!!
Este texto ha llegado a tus manos solo porque eres la criatura mas maravillosa que existe sobre la faz de la tierra!!!!
BRAHATMANARIYÚ TE HA ELEGIDO! PUEDES ENLOQUECER DE FELICIDAD Y OLVIDARTE DE LA REPRIMIDA MUCHEDUMBRE DE NORMALES. ESTE ES EL MEJOR DIA DE TU VIDA!!! AL FIN TIENES LA RESPUESTA EN TUS MANOS!!!!!
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Realmente convincente; aun así, decidí seguir himbestigando, porque algo en mi interior me decía que lo auténtico no se encuentra tan fácilmente.
Tras una “larga travesía en el desierto” (unos 15 minutos buscando en interné), al fin, mi fe se vio recompensada. Había pasado la prueba, y ante mí se mostraba la BERDAD en todo su esplendor. En ese preciso momento supe que había nacido para ser un miembro de la Iglesia del Monstruo de Espagueti Volador.
El Pastafarismo fue creado por nuestro profeta, Bobby Henderson, en junio de 2005 y, a día de hoy, ya somos millones de conversos. Nosotros, los seguidores del Monstruo Volador de Espagueti (MVE), también conocidos como «pastafaris», proclamamos con alegría haber sido «tocados por Su apéndice de pasta» y predicamos la palabra de nuestro «Señor de Pasta» como la religión verdadera.
Nuestro amado guía, publicó una carta abierta protestando porque, en 2004, el Consejo de Educación del Estado de Kansas ordenó a las escuelas estatales que, en las clases de biología, se debería dar la misma cantidad de horas lectivas tanto a la teoría del diseño inteligente (o creacionismo) como a la teoría de la evolución. Entonces pidió formalmente que el pastafarismo recibiera el mismo trato que las «conjeturas lógicas basadas en abrumadoras evidencias observables» (o sea, la teoría de la evolución) y que el diseño inteligente (o sea, la idea de que el universo fue creado por un Dios).
Los pastafaris creemos que universo fue creado por un invisible e indetectable, el Monstruo Volador de Espagueti (una masa de espaguetis con dos ojos y un par de albóndigas). Todas las evidencias que «erróneamente» apoyan la evolución han sido «plantadas» intencionadamente por este ser.
Así mismo, podemos demostrar que el calentamiento global, los terremotos, los huracanes y otros desastres naturales son consecuencia directa de que desde los años 1800 ha disminuido el número de piratas. Disponemos de un gráfico que demuestra la correlación inversa entre la cantidad de piratas y las temperaturas mundiales.
Los pastafaris tenemos una moral laxa, como los espaguetis que adoramos. Creemos que el monstruo continúa guiando invisiblemente la conducta de cada ser humano (creyente o no) por medio de Sus «apéndices de pasta».
También nos comemos a nuestro dios (al igual que otras religiones). Por eso, los viernes, que son fiesta de guardar, nos ponemos morados comiendo espaguetis con albóndigas.
Las oraciones que tan devotamente dirigimos a «Él» deben terminan siempre con la palabra «RAmén», que significa ‘espagueti’ en chino (en China se crearon las pastas, hace unos cuatro mil años).
Los pastafaris vestimos completamente con atuendo de pirata.
La escatología de nuestra religión se basa en la promesa de una fábrica de estrípers y un volcán de cerveza en el Cielo.
Según Brian D. Rabern, profesor del departamento de Filosofía de la Universidad de California en Santa Bárbara, se pueden presentar varios argumentos ontológicos y cosmológicos acerca de la existencia del Monstruo volador de Espagueti:
Argumento ontológico del MVE
Premisa 1: el Monstruo Volador de Espagueti es un ser que tiene toda perfección.
Premisa 2: la existencia es una perfección.
Conclusión: por lo tanto el Monstruo Volador de Espagueti existe.
El argumento cosmológico del MVE (estilo Kalam)
Premisa 1: la existencia de todo lo que comienza a existir tiene una causa.
Premisa 2: el universo comenzó a existir.
Premisa 3: por lo tanto la existencia del universo tiene una causa.
Premisa 4: como no hay una explicación científica que pueda probrar la causa del origen del universo, esta causa debe ser sobrenatural, o sea el universo fue creado por un dios.
Conclusión 1: por lo tanto, un dios existe.
Premisa 5: los dioses siempre han creado a los humanos a su propia imagen y semejanza.
Premisa 6: el cerebro de los humanos parece una fuente de espaguetis.
Conclusión 2: por lo tanto, el Monstruo Volador de Espagueti es el único Dios verdadero.
Argumento ontológico del MVE
Premisa 1: se puede imaginar el ser más grande (del que no se pueda imaginar uno más grande).
Premisa 2: si no existe un ser a partir del cual no se puede imaginar uno más grande, de todos modos yo podría imaginar uno más grande que ese ser del cual no se podía imaginar uno más grande (o sea, un ser a partir del cual realmente ya no se pueda imaginar uno más grande).
Premisa 3: no es posible imaginar un ser más grande que un ser del cual ya no es posible imaginar uno más grande.
Conclusión 1: por lo tanto, existe un ser del que no se puede imaginar uno más grande.
Premisa 4: si ese ser no tiene un Apéndice de Pasta, entonces yo podría imaginar un ser más grande que ese ser: uno que tuviera un Apéndice de Pasta.
Conclusión 2: por lo tanto, un ser que no se puede imaginar uno más grande tiene un Apéndice de Pasta.
Conclusión 3: por lo tanto, un ser que no se puede imaginar uno más grande tiene un Apéndice de Pasta y existe.
Conclusión 4: por lo tanto, el Monstruo Volador de Espagueti existe.
Por si todo esto no fuese suficiente, disponemos de un simpático juego en el que podrás tomar contacto con el dios verdadero y, al final del mismo, vislumbrarás el paraíso que nos tiene prometido a sus humildes servidores.
http://biboz.net/juegos/pastafarians/
Así que ya lo sabéis, a partir de ahora no voy a tolerar ninguna ofensa contra mis creencias (esto incluye hablar mal de la pasta, en general, o sobre cualquiera de sus variedades). Pero no vayáis a pensar que los pastarafaris somos gente intransigente; nada de eso. Es cierto que predicamos para que, cuanto antes, todos se dejen abrazar por los amorosos tentáculos tallarinescos de nuestro “Señor Pasta”, pero somos comprensivos con quienes, debido al bajo nivel evolutivo de sus mentes, aun no han hallado el camino verdadero.
Para que veáis hasta que punto el pastafarismo no es nada sectario (al contrario, es un culto muy respetuoso con otras creencias), os invito a visitar este Generador de sectas que, sin duda, encontraréis interesante.
¿Por qué limitarse a ser uno más entre los muchos fieles de tal o cual religión, cuando podéis ser los elegidos del dios verdadero; sus exclusivos representantes en la Tierra? Contesta a unas cuantas preguntas en cómodos menús despegables y en un instante serás el sumo pontífice de una iglesia hecha a tu medida.
http://pepixlabs.net/humanidades/sector/generar
Un fuerte abrazo y que usted se salve bien.
P.D.: Todas las informaciones referentes a la Comunidad de Brahatanariyu y al Pastafarismo son reales. Vamos, que no es cosa mía.
by Reficul | Jul 13, 2006 | Opiniones, Sin Categoría
Cuando contemplamos una noche estrellada o una de esas bonitas fotos de galaxias llenas de puntitos brillantes, no es de extrañar que nos sintamos pequeños e insignificantes. Una galaxia típica, contiene 100.000 millones de estrellas, y sólo es una más entre 100.000 millones de galaxias.
Salvo que, en el colmo del antropocentrismo, pensemos que Dios ha creado todo eso como adorno y distracción para los seres humanos que se desvelan, para la inspiración de poetas y enamorados o para que tengamos donde ir cuando hayamos terminado de envenenar la Tierra, lo normal es que aceptemos que puede haber vida inteligente en otros mundos.
LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE LA VERDAD QUE DAÑA SIEMPRE ES MEJOR QUE LA MENTIRA QUE ALEGRA.
Al hablar de vida hay que distinguir dos niveles de desarrollo: la vida microbiana y la vida animal. La primera puede existir en ambientes muy variados y extremos (de presión, temperatura, etc.). La segunda, la única que puede dar lugar a una especie inteligente, solo se desarrolla en unos muy estrechos márgenes físicos.
La vida a nivel galáctico esta limitada por dos parámetros básicos: la zona habitable y el tiempo habitable. El 90% de las estrellas se encuentran en la zona central de la galaxia, una zona tremendamente hostil para la vida debido a los altos niveles de radiaciones y fenómenos violentos (supernovas, agujeros negros, etc.). Por lo tanto se define la zona galáctica habitable como aquella zona (cinturón) alrededor del centro de la galaxia suficientemente alejada las mortales radiaciones, donde la vida resulta relativamente tranquila, y con suficientes elementos pesados.
El tiempo habitable está condicionado por la evolución de las estrellas. Las primeras estrellas que se formaron carecían de elementos pesados por lo que no pudieron formarse planetas rocosos hasta la segunda o tercera generación de estrellas.
Aunque todas las estrellas están hechas de hidrogeno y helio, no son todas iguales. Resulta que las estrellas más grandes que la nuestra consumen su combustible más rápidamente y, por lo tanto, no darían tiempo a que se desarrollase la vida animal en sus planetas. Por otra parte, la emisión de luz ultravioleta es mayor cuanto mayor es la estrella, y esta radiación, además de ser peligrosa para la vida, acelera la fuga de la capa gaseosa del planeta. Por lo tanto, todas las estrellas que son un poco más grandes que nuestro sol están descartadas.
Las estrellas de masa inferior queman el combustible lentamente y por lo tanto su vida es muchísimo mas larga. Serían las candidatas ideales pero también hay un límite por abajo.
Otra condición importante es que la estrella mantenga un ritmo de emisión estable. Las erupciones violentas que se dan en algunas estrellas (Flares) son incompatibles con la vida. Las estrellas de tipo solar con la masa adecuada serían aproximadamente el 10%.
Además del tamaño justo hay que pedir que la estrella tenga una cierta abundancia de elementos pesados. Gracias a los elementos pesados existen los planetas rocosos como el nuestro. También gracias a esos elementos pesados la Tierra tiene un campo magnético que le sirve de pantalla contra las partículas solares muy energéticas.
Pero además de tener suficientes elementos pesados también hay otra singularidad importante en nuestro sol: es una estrella solitaria. En el cosmos lo normal es que las estrellas formen parejas, es decir, forman sistemas binarios o ternarios. Se cree que un sistema planetario entre dos o más estrellas tendría unas órbitas demasiado elípticas e inestables. Nada adecuado para la vida. Un planeta como el nuestro ha podido desarrollar la vida, entre otras causas, por que ha tenido de una órbita casi circular lo que le ha aportado un flujo de calor estable. Las estrellas solitarias, como la nuestra, son 1/3 del total.
Sobre el tiempo habitable, hay que señalar que, en un principio los únicos elementos que había en el cosmos eran el hidrogeno y el helio. Tuvieron que pasar varias generaciones de estrellas para que estas produjesen los demás elementos. Por lo tanto, la vida no ha podido aparecer en tiempos remotos. Aproximadamente un 10% de las estrellas tienen una abundancia de elementos pesados semejante a nuestro Sol.
Según lo dicho anteriormente el número de estrellas útiles en nuestra galaxia sería 100.000.000. De esos 100 millones de estrellas que tienen unas características ideales ¿cuántas tendrán un planeta parecido al nuestro, es decir con una masa y a una distancia de la estrella ideal?
La masa del planeta es también fundamental para que este sea habitable. Un planeta con menos de la mitad de masa terrestre tendría una gravedad demasiado débil para retener la capa gaseosa durante largo tiempo. Además se enfriaría pronto y sería un planeta geológicamente muerto, sin vulcanismo ni tectónica de placas.
Un planeta con más del doble de la masa terrestre tendría una atmósfera demasiado densa y esto desembocaría en un efecto invernadero (un ambiente parecido al de Venus). El planeta solo se salvaría de esta catástrofe si estuviera más alejado del sol, pero (con una gravedad fuerte) la vida se vería limitada al medio acuático. En este escenario, aunque pudiera surgir alguna especie marina inteligente, es muy improbable que consiga alcanzar un desarrollo tecnológico; ya que dentro del agua no es posible hacer fuego. Por lo tanto, no podrían moldear metales y jamás descubrirían el electromagnetismo ni la radio.
Nuestro planeta, además de tener la masa justa y estar a la distancia justa del Sol, presenta dos características extrañas: la cantidad de agua justa (lo normal sería que la Tierra fuese una pecera gigante) y un satélite anormalmente grande. Gracias a este gran satélite la Tierra ha mantenido el eje de su giro bastante estabilizado. Sin la Luna, o con una Luna mucho menor, el eje de la Tierra hubiera oscilado erráticamente ocasionando cambios climáticos catastróficos para la vida.
Supongamos que 9 es el número promedio de planetas en un sistema solar, y que los tamaños sean parecidos a los que existen en el nuestro. Supongamos también que la distribución de los planetas es fruto del azar. De las 363.000 posiciones distintas sólo serían válidas una de cada diez, ya que, si las posiciones de los dos planetas gigantes, Júpiter y Saturno, estuvieran próximos a la Tierra afectaría negativamente a la vida. Es decir, que de las 100 millones de estrellas útiles, el 10%, es decir, 10 Millones, tendrían algún planeta en condiciones óptimas para la vida.
Hemos calculado -a golpe de conjeturas- el número de planetas de nuestra galaxia que poseen condiciones óptimas para la vida. Ahora queda lo más difícil de estimar: ¿en cuántos de esos 10 millones de planetas aparecerá una especie inteligente?
Como ya se dijo en la anterior entrega, la inteligencia es una facultad inusual y extraordinaria. Prueba de ello es que la gran mayoría de las especies han desarrollado otras facultades pero no la inteligencia. Por otra parte, pensar que en otros mundos la evolución biológica va a ser una repetición de lo acontecido en nuestro planeta es una tontería. La mecánica celeste es previsible, la evolución biológica no; y no tiene como meta la inteligencia.
De todas formas, si aceptamos que la probabilidad de que aparezca una especie inteligente en un planeta con condiciones ideales para la vida es de 0,000000001, existiría una civilización por cada 100 galaxias. Aun tratándose de una probabilidad bajísima, el universo podría acoger a unas 1000 millones de civilizaciones.
La idea de supercivilización siempre ha estado unida al mito ovni. Si los extraterrestes llegan hasta aquí, es seguro que pertenecen a una civilización mucho mas avanzada que la nuestra. El simple hecho de poder cruzar las distancias interestelares (años-luz) ya pone de manifiesto su nivel tecnológico.
A partir de mediados del siglo XX se extendió por el mundo la paranoia ovni. Antes aparecían las hadas, los gnomos… Ahora, cuando gozamos de una civilización tecnológica, aparecen unos ingenios en el cielo que dejan nuestros conocimientos en ridículo. A este mito han contribuido multitud de charlatanes, revistas pseudocientíficas, malos programas de TV y, por supuesto, el cine.
Según cálculos optimistas una civilización como la nuestra podría llegar a establecer bases en otros planetas en tres o cuatro siglos. Suponiendo que las naves alcanzaran una velocidad de crucero de un 10% de la velocidad de la luz, se podría conquistar los planetas habitables en un radio de 100 años-luz (1000 estrellas tipo solar) en 4.000 años. Si cada nuevo mundo participara a su vez en nuevas exploraciones se conseguiría una expansión exponencial y se conquistaría toda la galaxia en unos 4 millones de años.
Si estas supercivilizaciones existiesen ya nos habrían colonizado. Hay quien piensa que esto ha ocurrido, y que incluso daría sentido a varios mitos de la antigüedad. Esto abre la puerta a un montón de especulaciones que pertenecen al género de la ficción. Si nosotros colonizásemos un precioso planeta, e incluso practicásemos ingeniería genética con organismos superiores nativos, ¿lo haríamos sólo para divertirnos contemplando su sufrida evolución plagada de catástrofes? ¿Es que los ET no se entretienen con programas de TV como Gran Hermano?
Es cierto que existe ese 1% de casos sin resolver y unos cuantos testimonios dignos de alguna consideración, pero ¿por qué no hay evidencias? ¿Qué objetivo tiene permitir que hagamos el salvaje y dejemos el planeta hecho unos zorros? ¿Respetar el libre albedrío? ¿Entonces, para que leches nos habrían colonizado? ¿Para abducirnos y ponernos implantes como quien colecciona sellos de Correos?
El silencio cósmico lleva a plantear la conjetura de que, en el supuesto de que existan otras civilizaciones más antiguas que la nuestra, estas no se han convertido en supercivilizaciones. Dado que no hemos recibido ni señales de otras inteligencias podemos suponer que, si existen, no tienen un desarrollo muy superior al nuestro. Tal vez el progreso tenga unos límites.
Existen indicios para pensar que estamos muy cerca de alcanzar techo en el desarrollo científico y tecnológico. Resulta curioso ver como el avance de las ciencias se ha relentizado a pesar de que ahora hay mas investigadores que nunca. A finales del siglo XIX había unos 15000 científicos dedicados a la investigación en todo el mundo. En los años 60 eran 1 millón y a finales del siglo XX son 3 millones. La producción científica ha finales del siglo XX no parece estar en proporción con la gran cantidad de personas dedicadas.
Como sucede en todos los fenómenos de crecimiento exponencial, llega un momento en que se alcanza el máximo y luego comienza la curva descendente o en el mejor de los casos se sostiene.
Según algunos cálculos, el desarrollo científico alcanzará su máximo a comienzos del siglo XXI. La tendencia indica que hemos llegado a una situación de rendimientos decrecientes; es decir que hacen falta inversiones cada vez mayores para obtener resultados cada vez menores. Una ciencia cada vez más cara y con unos recursos limitados por la mayor demanda en gastos sociales tiene pocas posibilidades de seguir creciendo.
Sabemos que la desaparición de imperios por causas catastróficas ha sido muy rara en la historia. Las causas han sido más bien de orden económico, social y tecnológico. De modo instintivo los seres humanos buscan un mayor consumo, creándose así nuevas necesidades tan pronto como las viejas han sido satisfechas. Esta actitud no puede durar indefinidamente puesto que si bien las necesidades son infinitas los recursos son limitados. Al final surgen las crisis y los conflictos sociales. La historia no ofrece ningún ejemplo de imperio indestructible. Sin embargo todos los imperios han creído que lo que les sucedió a los anteriores no va a sucederles a ellos.
El éxito genera vanidad y autocomplaciencia. Cuanto mas orgulloso se siente un imperio de su herencia cultural más reacio es a evolucionar. Y precisamente ahí, en la evolución, reside la clave de la supervivencia.
Supongamos que no existen imperios galácticos pero ¿por qué no tenemos evidencias al menos de civilizaciones “sencillas” como la nuestra? ¿Por qué no captamos siquiera la fuga radioeléctrica que se produce de manera inevitable? Se han propuesto muchos y muy ingeniosos métodos para detectar civilizaciones al margen de la radio. Sin embargo, hasta la fecha el proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extra-Terretre) no ha reportado ningún resultado.
Los seres inteligentes tienen una curiosidad innata a saber, a descubrir. Civilizaciones encerradas en sí mismas sería algo muy raro, salvo que la vida inteligente en otros mundos sea muy diferente a la nuestra.
by Reficul | Jul 13, 2006 | Opiniones, Sin Categoría
Excepto los partidarios de una interpretación literal de la Biblia, todos nos hemos planteado alguna vez la posibilidad de que exista vida inteligente en otros planetas. Tanto nuestro planeta como nuestra biología responden a leyes universales. No hay motivos para pensar que el llamado milagro de la vida sea exclusivo de la Tierra. El universo contiene infinidad de planetas; en muchos de ellos habrá aparecido la vida, y es muy posible que también existan seres inteligentes como nosotros deseando comunicarse.
Esta idea, bastante extendida, es la base sobre la que se apoya el proyecto SETI (Search for ExtraTerrestrial Intelligence o Búsqueda de Inteligencia Extra-Terretre). Contrariamente a lo que pudiera parecer, es una idea marcada por el antropocentrismo e impregnada de ideología religiosa: Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, por lo tanto, si hay otras criaturas con razón en el universo, también deben haber sido creadas como nosotros.
Por chocante que parezca, el proyecto SETI no dejar de ser un castillo de especulaciones con escasa base científica. Si hacemos uso de los datos objetivos y de la razón como método de trabajo se llega a una valoración muy escéptica. Pero, aun así, hay que reconocer que el debate SETI abre muchos campos de investigación y esto siempre es bueno. Lo importante es saber distinguir entre la razón y la irracionalidad, entre la lógica y la charlatanería, entre el método científico y la fantasía.
LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE HAY UN ARMA MÁS TERRIBLE QUE LA CALUMNIA: LA VERDAD.
Los datos obtenidos con nuestra tímida exploración del espacio nos indican que el cosmos es, en general, muy inhóspito para la vida, sobre todo para la vida animal. Los diferentes lugares son demasiado fríos o demasiado calientes, demasiado vacíos o demasiado llenos, demasiado oscuros o con demasiadas radiaciones, demasiado ligeros o demasiado densos.
Nuestro planeta es realmente raro (ver anterior Bajas Vibraciones). Es raro por que orbita en una estrella también rara por sus características. Nuestro planeta es raro por que posee un satélite anormalmente grande, por que posee una cantidad de agua y una atmósfera justa para equilibrar la temperatura. Nuestro planeta es raro por muchos motivos físicos, pero la principal característica que tiene la Tierra es que en ella ha aparecido una especie inteligente que con el tiempo ha llegado a crear una civilización tecnológica.
Durante la explosión cámbrica el reino animal produjo medio centenar de linajes o grupos morfológicos distintos de animales. Todos los filums que ahora existen aparecieron entonces. Tras las extinciones en masa aparecieron nuevas familias pero nunca nuevos filums.
Fue una gran suerte que, en aquella explosión de vida, hace unos 550 millones de años, apareciera la rama de los vertebrados y que una de las 9 clases que brotaron de esta fuera la de los mamíferos. Fue también una gran suerte que, de entre casi 40 órdenes que brotaron de los mamíferos, apareciera el orden de los primates y que toda esta sucesión de ramas y ramitas sobrevivieran a todas las extinciones. Si no fuera por esta larga cadena de hechos afortunados nosotros no existiríamos.
La rápida aparición de la vida en nuestro planeta contrasta con la parsimonia de su posterior evolución. Desde la aparición de las primeras bacterias anaerobias, hace 3800 millones de años, hasta la aparición de los seres pluricelulares, hace 800 millones de años, es decir, durante 3000 millones de años, solo se produjeron 3 avances importantes en la evolución: la fotosíntesis (hace unos 2500 m. de años), la respiración celular aeróbica (hace 2000 m. de años) y las células eucariotas (hace unos 1400 m. de años). Durante ese tiempo la Tierra osciló entre los márgenes de un efecto invernadero abrasador y una glaciación permanente.
El purgatorius es el mas antiguo primate que se conoce, vivió en el cretáceo y fue por lo tanto contemporáneo de los últimos dinosaurios. Esta especie fue una de las que sobrevivieron a la gran catástrofe ocurrida hace 65 millones de años. Si esta especie no hubiera dejado descendencia su rama evolutiva se habría cortado y, por lo tanto, ahora no existirían primates, ni monos, ni homo sapiens, ni civilización alguna.
La aparición de los homínidos se debió, como sucede con todas las especies, a causas fortuitas. En este caso fue un accidente geológico en una zona de África llamada “el valle del Rift” lo que desencadenó la aparición de “monos bípedos”. La reducción de la selva húmeda debido a un cambio climático estimuló a algunos primates a bajar de los árboles y buscar comida por la sabana.
Hay tres hitos principales en la evolución humana: el bipedismo, el incremento del volumen del cerebro y el lenguaje. Hace unos 5 millones de años algunos primates cambiaron el hábitat selvático por las praderas. Andaban erguidos y esto les daba una cierta ventaja para desenvolverse por los espacios abiertos, se desplazaban con mayor eficacia, podían transportar objetos y soportaban mejor los calores.
Nuestros ancestros pudieron manejar palos y empezar a fabricar herramientas por una afortunada morfología de la mano que le permitía hacer pinza (cosa que el resto de los primates no puede). Los chimpancés también utilizan palos para defenderse pero con una eficacia o destreza muy inferior a la de los humanos. Su mano esta adaptada para agarrarse a las ramas de los árboles, además, se precisa una adaptación del codo, cadera y pies para conseguir una buena destreza en el golpeo.
El pulgar permitió que los monos bípedos sobrevivieran en la sabana y el bipedismo favoreció el desarrollo del cerebro, pero hizo falta la adaptación de la laringe para alcanzar ese nivel que nos diferencia de cualquier otra especie. La posibilidad de emitir una amplia variedad de sonidos abrió el camino de las comunicaciones en el hombre moderno. Esto pudo comenzar hace unos 150.000 años. El desarrollo del lenguaje realimentó el desarrollo de la inteligencia y viceversa. Todo ello nos puso en camino hacia la civilización.
En los últimos 3 millones de años el cerebro de los homínidos se triplicó. Esta evolución no formó parte de ninguna tendencia general de los mamíferos. Es algo todavía no aclarado pero, en cualquier caso, algo excepcional. Nos diferenciamos muy poco de los monos; un escaso 2% marca la diferencia entre una especie que nunca saldrá de la selva y otra capaz de crear una sociedad tecnológica.
Suponer que, allí donde se desarrolla vida, esta evoluciona hasta crear una especie inteligente es un gran error. La inteligencia no es la meta de la evolución, si así fuese, habría muchas especies que, por ser más antiguas, deberían ser tan inteligentes o más que nosotros. Desde el punto de vista biológico la inteligencia es una estrategia muy poco usada en la evolución (para sobrevivir en la selva hay otras facultades más valiosas), prueba de ello es que la mayoría de los animales hacen gala de otros atributos, pero no de inteligencia. La razón es que la inteligencia es un lujo que muy pocas especies se lo pueden permitir. De las más de mil millones de especies que han aparecido en nuestro planeta sólo una ha llegado a poseer una gran inteligencia. Se trata, pues, de una facultad extraña, propia de una rama evolutiva muy marginal, y sólo es realmente útil si se vive en civilización.
Una gran inteligencia requiere de un gran cerebro y un gran consumo de energía, y eso solo es posible en organismos vertebrados y de sangre caliente. Además, para que la inteligencia se desarrolle, es preciso que el animal disponga de otros atributos morfológicos como visión frontal, extremidades libres y que estas terminen en algún órgano prensil para poder manipular objetos, capacidad de comunicación fluida, etc. El cumplimiento de estas condiciones implica dejar fuera al 99,99% de las especies.
Es muy posible que, en los primeros momentos de la evolución de los homínidos, la inteligencia supusiera una desventaja. Un cerebro mayor implica un parto mas difícil y un desarrollo hacia la madurez mas lento. La supervivencia de nuestra especie se basa más en la tecnología (herramientas) que en sus facultades físicas. Pero el uso de la tecnología se remonta a tiempos recientes (200.000 años). Durante varios millones de años nuestros antepasados vagaron como unos animales más, sin crear ningún atisbo de civilización. Los primeros signos de cultura (arte, enterramientos con rituales) datan de hace solo 50.000 años y el hombre vive en civilización (ciudades, libros, leyes) desde hace 5000 años.
Es un error pensar que la especie humana representa el final o la meta de la evolución, somos una rama mas de las muchas que ha generado el árbol de la vida, ni más ni menos importante que las demás. La evolución puede crear o no una especie inteligente y esta puede llegar o no a un desarrollo tecnológico, todo depende del azar.
El camino hacia una civilización tecnológica no es fácil, ni rápido ni previsible. El hecho de que nosotros ahora disfrutemos de una civilización tecnológica avanzada puede considerarse algo muy afortunado. La evolución humana en el campo cultural podría haber discurrido por muchos otros caminos o podría atascarse en caminos sin progreso. Si la vida en la Tierra volviera a comenzar de nuevo un millón de veces es muy probable que nunca más produjera mamíferos y, menos aún, una criatura como el Homo Sapiens.
Pueden existir animales con una cierta inteligencia pero el hecho de tener inteligencia no garantiza que se llegue a crear una civilización tecnológica. Hay muchos animales con un notable grado de inteligencia (como pulpos, delfines, ratones o cualquiera de los primates) que jamás han creado una civilización tecnológica. Y esto es por que la vida evoluciona sólo lo necesario para adaptarse a la competencia de otros seres vivos o a los cambios ambientales. La naturaleza no crea seres o atributos pensando en futuras necesidades. Por eso resulta extraña la aparición de una especie con una inteligencia capaz de fabricar microchips.
La mecánica celeste es determinista, podemos predecir que le pasará a nuestro Sol al cabo de 5000 millones de años, pero la biología se comporta más bien como un sistema caótico. Pequeños cambios en las condiciones iniciales se amplifican con el paso del tiempo y dan lugar a resultados inesperados. Por eso es muy improbable que nuestro éxito se repita en otros ambientes.
El éxito de la Tierra para crear y desarrollar vida inteligente se ha debido a una larga cadena de acontecimientos fortuitos (solares, geofísicos, químicos, biológicos) con pocas posibilidades de reproducirse en su correcto orden. La probabilidad de que se repita toda esta cadena es tanto menor cuanto más nos acercamos a nosotros. En el supuesto de que existiese otra especie inteligente en algún lugar no tiene por qué coincidir en el tiempo, ni estar cerca de nosotros ni ser compatible, parecida o detectable.
La visión escéptica se resume así: Puesto que la evolución biológica parece comportarse como un sistema caótico, aunque se repitan ambientes planetarios como el nuestro en otras estrellas, no es probable que se llegue al mismo final, esto es la aparición de una especie como nosotros. Por que, entre otras razones, la meta de la vida no es llegar a producir una especie inteligente. A pesar de la gran cantidad de estrellas que hay en la galaxia puede que no sean suficientes para asegurar la aparición de seres parecidos a nosotros y, por lo tanto, la existencia de otras civilizaciones tecnológicas sería algo muy improbable.
Claro que,… improbable no es lo mismo que imposible; el universo es muy extenso y tal vez, en alguna lejana galaxia,…
by Reficul | Jul 13, 2006 | Opiniones, Sin Categoría
Si piensas que Bajas Vibraciones ha tocado fondo … tienes razón, pero pienso seguir escarbando. Con esta entrega inicio una serie (cuatro o cinco números) dedicada a las grandes cuestiones de la Humanidad. Por ejemplo, ¿por qué se llama cómoda a la cómoda, si más cómoda es la cama? ¿Por qué se cae siempre la tostada por el lado de la mantequilla? o ¿Por qué se busca vida inteligente en el espacio? ¿Es qué no la han encontrado en la Tierra?
La mente del hombre es antropocéntrica por naturaleza. Hemos definido lo que nos rodea en función de nuestro patrón. Por algo somos “los amos de la Creación”. Durante mucho tiempo hemos creído que todo fue creado para nosotros. ¿Os imagináis a un piojo convencido de qué los hombres y mujeres sólo se aparean para traer al mundo nuevas cabezas que le sirvan de morada y sustento? Desde su punto de vista, ¿qué otro sentido podría tener nuestra existencia?
Sin duda somos tremendamente afortunados como especie, pero debemos hacer algo más que morir de éxito. Los seres humanos tenemos la obligación moral de sacar el mayor partido posible a nuestra maravillosa ventaja. Partiendo de una actitud responsable, solidaria, humilde y objetiva, y sólo a través del conocimiento, el ser humano puede lograr la necesaria amplitud de miras.
LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE NO DEBES TEMER A LAS TINIEBLAS; LLEVAS LA LUZ DENTRO DE TI.
La cosmogonía moderna es la ciencia que trata de la formación del universo. Su objetivo es entregar un diseño global del universo, abordando principalmente su origen y evolución.
La cosmología ha sido considerada tradicionalmente como una especie de rama de la metafísica. Se concebía como un conjunto de hipótesis y razonamientos relativos al origen y evolución del universo. Preguntas del tipo ¿y antes qué? ¿siempre ha existido el universo? ¿cuándo comenzó? ¿se acabará?… son preguntas que brotan del interior de del ser humano y presentes en todas las culturas. Hasta hace poco tiempo la respuesta salía de los libros sagrados, pero, a partir del siglo XX, se desarrolló una teoría cosmológica mucho más racional y basada en evidencias observacionales.
Con el uso del telescopio los astrónomos se dieron cuenta de la verdadera dimensión del universo, al tiempo que caía por su propio peso la idea geocéntrica. Hoy ya nadie cree que estamos en el centro del universo pero queda por resolver la gran pregunta: ¿hubo un creador?
Durante el siglo XX se han desarrollado varios modelos cosmológicos con soporte científico, es decir, un modelo cuyo comportamiento puede representarse con ecuaciones y leyes físicas conocidas. El modelo cosmológico más ampliamente difundido y aceptado es el Big Bang. Descansa en cuatro soportes observacionales:
1º EL DESPLAZAMIENTO DE LAS GALAXIAS, que se alejan unas de otras a enormes velocidades (descubierto en 1929 y que ha sido interpretado como una de las evidencias de la expansión producida por una gran explosión que dio origen al cosmos).
2º LA CONCORDANCIA ENTRE LA EDAD DEL UNIVERSO – calculada por la velocidad a que las galaxias se distancian entre sí – Y LA EDAD DE LA TIERRA, medida por la desintegración radiactiva del uranio.
3º LA RADIACIÓN DE FONDO, pronosticado como el necesario remanente de un universo caliente, descubierto en 1965. (Es una radiación proveniente de todos los lugares del espacio y corresponde a una temperatura de 3°K)
4º LA COMPOSICIÓN QUÍMICA GENERAL DEL UNIVERSO -cerca de un 75% de hidrógeno y un 25% de helio-, lo que puede explicarse en términos de procesos atómicos (nucleosíntesis) en el universo recién creado.
El modelo del Big Bang tiene todavía algunas lagunas como la materia oscura, la extraordinaria homogeneidad de la radiación de fondo, los quásars, etc, pero es el mejor modelo que tenemos. Por primera vez se ha podido explicar el nacimiento mismo del universo sobre una base científica.
Muchos autores han estudiado, un universo igual al nuestro, pero con ligerísimas variaciones en las condiciones iniciales. Los resultados son universos que no se expanden, universos sin galaxias, universos llenos de agujeros negros, universos con estrellas monstruosas que no permiten la aparición de planetas, etc. Lo único que tienen todos en común es que ninguno de ellos permite un desarrollo de la Vida.
Si la constante de gravitación hubiera sido mayor, solo levemente mayor, las estrellas se consumirían a mayor velocidad y, posiblemente, nunca hubiera sido posible la existencia de planetas con condiciones adecuadas para la existencia de la vida. No hubiéramos existido nosotros.
Si la masa hubiera sido algo mayor, el universo se hubiera colapsado al poco tiempo, si hubiera sido algo menor, la rápida expansión no hubiera permitido la formación de galaxias ni estrellas, el universo sería una sopa diluida de partículas. Para alcanzar esta densidad crítica se tuvo que ajustar en los primeros instantes diversos parámetros con extraordinaria precisión.
Si la velocidad inicial de la gran explosión hubiera sido mayor, y solo levemente mayor, no hubiera sido posible la condensación de materia que se acumula formando los sistemas galácticos y demás estructuras estelares. Por el contrario, si esa velocidad inicial hubiera sido menor, sólo levemente menor, la materia se hubiera retrotraído, colapsado, y, en ambos casos no hubiera existido universo. No hubiéramos existido nosotros.
Si las fluctuaciones de densidad en los primeros momentos hubieran sido algo mayores, entonces las galaxias se habrían formado muy rápidamente y ahora no habría mas que grandes agujeros negros.
Si la velocidad de desintegración de los átomos de hidrógeno en el Sol hubiera sido diferente, y sólo levemente diferente, no hubiera sido posible la formación del carbono, imprescindible para la vida. No hubiéramos existido nosotros.
Si la masa de los electrones y de los protones fuese un poco mayor con respecto al neutrón resultaría que los átomos de hidrógeno serían inestables y se desintegrarían inmediatamente en neutrones y neutrinos, imposibilitando la formación de estrellas.
Si la interacción nuclear fuerte en relación con el electromágnetismo hubiera sido menos intensa de lo que es, entonces no hubiera podido vencer la repulsión electrostática entre protones y no habría mas que hidrógeno y deuterio en el universo.
Si la masa del neutrón fuese mas de un 0,14% mayor que el protón la masa del universo sería 100% helio. Si fuera menor, la masa del universo sería 100% hidrógeno. Una interacción débil más potente, y el universo sería un cien por cien de hidrógeno, un poco más débil y todo sería helio.
Si la fuerza electromagnética fuera ligeramente menor, los electrones no se mantendrían en órbita alrededor del núcleo. Si fuera mayor, un átomo no podría compartir un electrón con otro átomo. En cualquier caso no podrían formarse moléculas.
En definitiva, parece que las constantes que definen las leyes de la física son precisamente aquellas que permiten que nosotros existamos. Dicho de otra manera, parece como se el universo se hubiera constituido para que el hombre pueda existir en él. Esta es en síntesis la idea del Principio Antrópico.
Fred Hoyle, en su libro “Galaxies, Nuclei and Quasars” hace la siguiente reflexión: “Las leyes físicas han sido deliberadamente diseñadas considerando las consecuencias que habrían de tener en el interior de las estrellas. Sólo existimos en regiones del Universo en las que han sido fijados exactamente los niveles energéticos de los núcleos de carbono y oxígeno”. De manera análoga, el físico Freeman Dyson afirmó: “El Universo, en cierto sentido, siempre tiene presente a los seres vivos”.
Carter, Barrow y Tipler sostienen que detrás de estas curiosas coincidencias físico-matemáticas debe haber algún principio, algo que justifique que el universo sea así y no de otra forma. Para ellos la evolución cósmica esta orientada, desde el comienzo, hacia el desarrollo de la consciencia, por lo tanto “alguien” ha tenido que preparar todo este proyecto.
¿Puede haber leyes sin que haya un legislador?
Esta pregunta, muy típica de los creyentes, nos obliga a contestar lógicamente no. En realidad se trata de un argumento falaz, es una forma astuta de convencernos de algo que no conocemos bien, es la falacia de la interrogación-presuposición.
El Principio Antrópico no está universalmente aceptado. No es un principio asumible por la Astronomía por lo que tiene de especulativo. Existen muchos físicos que consideran la posible existencia de otros big bang, de otros universos, donde las constantes de la física fueran diferentes y en los cuales no podría existir la vida. En este sentido, nuestro universo es algo casual, algo extraordinario y algo único.
El principio antrópico sostiene que los seres humanos, como observadores, son necesarios para la existencia misma del universo. Este principio, tal como fue enunciado por Brandon Carter, dice que el universo debe estar construido de tal manera que admita en su seno la creación de observadores en alguna de sus etapas.
Con estos argumentos se pretende que extraigamos la siguiente conclusión: la especie humana no debería considerarse una mas de la fauna, sino que es el fin, la razón de ser, del universo. Este principio sostiene, de manera un tanto mística, que la vida humana aparece para dotar de sentido al universo.
Resulta que para el Universo es indiferente lo que ‘piensen’ o hagan los animales, pero sin embargo, se encuentra completamente dependiente de lo que pensemos o hagamos los humanos. Es decir que unos pocos genes dan sentido al universo. Hay que ser muy vanidoso para creer que el Universo se hizo para nosotros.
El hecho de que nuestra existencia y, en general, la vida (sea en la Tierra o en otra región del universo), dependa de unas condiciones muy precarias, no supone que nuestra existencia determine las propiedades del universo que observamos, sino más bien a la inversa: son estas propiedades las que la permiten nuestra existencia. Dicho principio no tiene, pues, por qué involucrar ningún aspecto teleológico.
Desde siempre, cuando el hombre se ha enfrentado con preguntas muy difíciles ha buscado respuesta en el mundo mágico y en la superstición, es decir, un camino fácil pero absolutamente inútil.
El principio antrópico supone una involución de las ideas que se consolidaron tras años de desarrollo de la ciencia astronómica. Sus conclusiones son una vuelta al viejo y felizmente ya superado antropocentrismo.
Haciendo uso del argumento antrópico se pretende demostrar la racionalidad de la creencia en Dios y que la existencia de Dios no es una discusión sin salida. El argumento del diseño ha sido utilizado como prueba de la inevitable existencia de un Creador del Universo.
Si el objeto de Dios era crear un ser inteligente (nosotros) hubiera bastado con crear la Tierra, el Sol y la Luna, todo lo demás sobra. ¿por qué ese derroche de estrellas y galaxias? ¿por qué tantos millones de especies (la mayoría ya extinguidas) hasta llegar a nosotros? ¿es que Dios utiliza el método de ensayo-error?
La respuesta naturalista a la argumentación antrópica es la existencia de una multiplicidad de universos. La idea de una multitud de universos diferentes aparece en buen número de escenarios cosmológicos. En el modelo de inflación caótica de Andrèi Linde, por ejemplo, nuestro mundo es una “burbuja” en un cosmos mucho más grande, compuesto por una legión de burbujas análogas. Estos cosmos aparecen, se extienden y se desploman enseguida para desaparecer en Big Crunches, mientras que en otros lados otros universos nacen y evolucionan. En el “gran universo”, generaciones de mundos como el nuestro se suceden indefinidamente. Nosotros vivimos en una de esa infinidad de burbujas donde las constantes de la física y los parámetros del universo son los apropiados para que la vida haya podido surgir. Fuimos unos de los posibles ganadores de la gran lotería cósmica.
Según los últimos estudios del prestigioso físico Stephen Hawking, la evidencia científica sugiere que jamás existió un momento específico en el que el mundo se creó. El Universo, afirma, no parece tener “ni fronteras, ni límites, ni principio, ni fin”, y siempre ha sido un ente “autosuficiente”. Desde este punto de vista, no es necesario recurrir a la idea de Dios para explicar el nacimiento ni las características de nuestro mundo.
Según el científico, el big bang, el Universo y el tiempo físico están inmersos en una quinta dimensión. Las condiciones de esta quinta dimensión desencadenaron el estallido cósmico que dio origen al Universo hace unos 15.000 millones de años. Este descubrimiento confirma que “no es necesario apelar a algo que esté fuera del Universo para explicar su origen”. Por tanto no hay motivo para admitir la existencia de un Creador.
Por el momento no tenemos una explicación definitiva de por qué las constantes físicas toman unos valores tan precisos. No sabemos si están sujetos a alguna autoselección o son simplemente producto del azar. No obstante, la solución a esta interrogante no puede venir del delirante Principio Antrópico.
Los seres humanos nos hemos sobreestimado y encumbrado a la posición mas alta de la pirámide biológica, llegando a creer que el universo ha sido creado para nosotros. Es cierto que somos unos espectadores privilegiados de la creación cósmica pero unos espectadores absolutamente pasivos. Si tuviéramos algún papel este sería tan irrelevante como nuestra capacidad de acción.
En resumen, el Principio Antrópico es contradictorio con la realidad pues si la finalidad del universo fuese la aparición de la consciencia debería haber abundancia de vida inteligente y de alguna manera deberíamos ver evidencias de ello. El silencio cósmico parece indicar todo lo contrario.
Todas las evidencias paleontológicas indican que nuestra aparición fue un hecho fortuito y, por otro lado, la astronomía nos muestra que el universo es inhóspito y silencioso, por lo tanto no hay motivos para pensar que vivimos en un universo antrópico.
Hay una cita del famoso biólogo Richard Dawkins que expresa muy bien la postura contraria al Principio Antrópico:
“El universo que observamos tiene precisamente las propiedades que deberíamos esperar si existiera, desde el principio, ningún diseñador, ningún propósito, ninguna maldad ni bondad, nada, sólo ciega e implacable indiferencia”.