El caso de Bridey Murphy se popularizó en la década de 1950 como un supuesto ejemplo de regresión a vidas pasadas. En 1952, Virginia Tighe, una mujer de Pueblo, Colorado, fue hipnotizada por el empresario Morey Bernstein, quien la animó a explorar recuerdos de vidas anteriores. Bajo hipnosis, Tighe afirmó ser Bridey Murphy, una mujer irlandesa del siglo XIX nacida en Cork en 1798, que describió su vida con detalles, incluyendo su matrimonio con Sean Brian Joseph McCarthy y su muerte en 1864 en Belfast. Sin embargo, investigaciones posteriores demostraron que no había registros históricos que corroboraran estas afirmaciones, y el caso se desmoronó como evidencia de la reencarnación.
Origen y desarrollo del caso
Las sesiones de hipnosis conducidas por Bernstein resultaron en relatos detallados de la supuesta vida de Bridey Murphy. Tighe, quien hablaba con un acento irlandés y narraba historias y canciones de Irlanda, describió eventos de su infancia, matrimonio y muerte en términos vívidos. Estas sesiones fueron grabadas y posteriormente publicadas en el libro The Search for Bridey Murphy (1956), que se convirtió en un éxito de ventas y desató un auge de interés por la reencarnación en los Estados Unidos.
La fascinación por el caso llevó a reporteros y críticos a investigar las afirmaciones de Tighe. No se encontraron registros históricos que confirmaran la existencia de una Bridey Murphy en Irlanda durante el período mencionado. Sin embargo, un periódico descubrió que en la infancia de Virginia Tighe, había vivido frente a una mujer llamada Bridie Murphey Corkell en Wisconsin. Esto sugirió que las descripciones de Tighe eran recuerdos confusos y fragmentados de su propia infancia, no evidencias de una vida pasada.
Perspectiva crítica y explicaciones racionales
El caso de Bridey Murphy es un ejemplo clásico de cómo el estado hipnótico puede generar narrativas convincentes basadas en imaginación, confabulación y recuerdos distorsionados. Investigaciones científicas han demostrado que las personas bajo hipnosis son altamente sugestionables y pueden elaborar relatos ficticios en respuesta a las expectativas del hipnotizador. La memoria humana no es una grabadora perfecta; está sujeta a errores, distorsiones y reinterpretaciones.
Además, el caso subraya los problemas inherentes a la idea de la reencarnación como fenómeno real. La neurociencia ha demostrado que los recuerdos residen en conexiones neuronales dentro del cerebro. Traumas cerebrales o enfermedades como el Alzheimer muestran que cuando estas conexiones se dañan, los recuerdos se pierden. No hay evidencia de que los recuerdos puedan existir independientemente de un cerebro físico, lo que contradice la premisa de que una “alma” o entidad espiritual pueda llevar recuerdos de una vida a otra.
El caso también revela una tendencia en la aceptación acrítica de afirmaciones paranormales: hechos fácilmente explicables se toman como “pruebas” de lo extraordinario. Por ejemplo, el conocimiento de Tighe sobre cómo se besa la piedra de Blarney se presentó como evidencia de su vida pasada en Irlanda, ignorando que este detalle es ampliamente conocido y documentado.