Muchas veces nos hemos encontrado en la revistas y la televisión descarada y empalagosamente comercial toda una gama de supuestos especialistas en temas de corte fantástico, sobrenatural y paranormal. Los conductores normalmente los presentan como investigadores. ¿Estas personas son realmente científicos y especialistas que informan oportunamente al público y dan información veraz? La respuesta es un rotundo no.
Desde la perspectiva de los científicos y escépticos, no hay pruebas fehacientes que nos lleven a asegurar que existen fenómenos extraños de corte paranormal como vendrían a ser fantasmas, OVNIs, Percepción ExtraSensorial, etc. Sin embargo, mucha gente no sabe nada de esto y se deja llevar por sus creencias y su fe para aceptar de manera irrefutable cada aseveración que este tipo de personas realiza.
Si analizamos con calma, para que algo sea aceptado por la comunidad científica, esto debe ser publicado en las revistas científicas especializadas y pasado a través de una feroz crítica de revisores y otros científicos para verificar que lo que se afirman sucede en realidad. Ahora bien, el asunto con los charlatanes mencionados que aparecen en televisión es que nunca publican sus supuestos resultados en las mencionadas revistas, sino que simplemente las presentan en programas televisivos que tienen como objetivo tener mucho raiting. Peyorativamente, a estos sujetos se les llama magufos.
La palabra magufo hace referencia a toda aquella persona que argumenta realizar investigación alrededor de algún asunto paranormal cuando en realidad no utiliza las metodologías correctas o de plano está mintiendo. La palabra viene a ser una combinación de “mago” y “ufo” (siglas en inglés para OVNI) y fue propuesta originalmente en 1997 en la lista de correo Escépticos por Xoan M. Carreira. Así pues tomando como ejemplo México, podemos mencionar que gente como Jaime Maussán, Carlos Trejo (o lo que queda de él), Walter Mercado, etc., son magufos.
La palabra ha sido objeto de aceptación por gran parte de la comunidad hispana, aunque muchos otros escépticos consideran que si queremos ser objetivos, la palabra puede usarse a modo de broma y nada más. Sin embargo, me parece que la elegancia y la imaginería con la que está hecha debería darle un papel más fuerte al grado de perder ese papel peyorativo con el que los escépticos nos referimos a los magufos. En este sentido la prefiero en lugar de repetir la desmoralizadora palabra de “charlatán”.