QUÉ pensaríamos si nos hablasen de personas que se dedican a robar lluvia, de extrañas y misteriosas avionetas que surcan el aire y provocan que desaparezcan las nubes? ¿Llamaríamos a Scully y a Mulder?

Hay que señalar, de todas formas, que este fenómeno ‘sobrenatural’ tiene lugar muy cerca de aquí y es nuestro particular Expediente Ñ. La historia viene de muy lejos, pero ha explotado en los medios de comunicación hace bien poco. La inefable Esperanza Aguirre ha provocado, indirectamente, que se remueva el asunto al asegurar que la Comunidad de Madrid va a copiar técnicas (usadas en Israel y en otros países) consistentes en bombardear con yoduro de plata las nubes con el fin de provocar lluvias. El Instituto Nacional de Meteorología ha entrado al trapo recordando que esas técnicas no tienen respaldo científico alguno y que el primer experimento que se realizó en el mundo fue precisamente en Valladolid. Al parecer, durante el año 1976 una legión de aviones y helicópteros frieron nuestras nubes pucelanas de yoduro de plata (se desconoce si formaba también parte del proyecto el que Luis Cobos triunfase ese mismo año en las listas de éxitos con sus infames refritos clásicos). El caso es que los expertos llegaron a la conclusión de que no merecía la pena la inversión para los beneficios obtenidos. Y así hasta hoy… Sin embargo, ahora nos enteramos de que los agricultores sorianos llevan la tira de años denunciando que unas avionetas les roban las nubes y la lluvia. Dicen que cuando surgen, se levanta aire, baja la temperatura unos ocho grados, desaparece el nublado y se va a otro sitio. Por lo visto, las avionetas ‘rompenubes’ descargan el yoduro de plata con cañones de fumigación para evitar que caiga el granizo. Lo que ocurre es que, a la vez, provocan que la nube se evapore. «Cuando sus motores rugen, no cae ni una gota en los campos de Soria», denuncian los agricultores, que se han organizado y contraatacan con otras avionetas que surcan los cielos para cazar a los piratas. De una película de ciencia-ficción hemos pasado a una del Barón Rojo. Las teorías que se escuchan al respecto son tremendas. Las más sólidas dicen que las avionetas están contratadas por las aseguradoras para evitar que las nubes descarguen granizo y así no tener que hacer frente a las multimillonarias indemnizaciones. Otras teorías lo relacionan con el afán por desertizar ciertas zonas, secar montes, quemar cosechas y facilitar incendios. Lo que nos conduciría a la mafia de los constructores. En fin, que por lo visto toda esta historia remite, sin nosotros saberlo, a un experimento que se llevó a cabo en Pucela para provocar lluvia… Ahora que lo pienso, tal vez mi inenarrable ‘look’ de 1976, a base de pantalones de pitillo, pelo engominado y cazadora negra de escay, tenga algo que ver con las radiaciones de yoduro que nos soltaron los tipos de las avionetas. Para rematar el esperpento, creo recordar que aquel año me compré una casete de Luis Cobos. Voy a tener que pensar muy seriamente el pedir una indemnización a alguien.

Fuente:

http://www.nortecastilla.es/prensa/20061102/articulos_opinion/ladrones-nubes_20061102.html