KINSHASA, Congo – Naomi Ewowo acababa de perder a sus padres cuando su familia la acusó de ser una bruja. Tenía 5 años de edad.

Después que su mamá y su papá murieron inesperadamente con solo un mes de diferencia, el cuidado de Naomi cayó en manos de sus parientes quienes lucharon para sobrellevar la tragedia. Buscaron entonces consejo de un "profeta" del vecindario quien les advirtió que un hechicero estaba escondido entre ellos. Pronto todos los ojos voltearon hacia el miembro más jóven y vulnerable de la familia.

"Me culparon por haber asesinado a mis papás", dijo Naomi, ahora con 10 años de edad, meciendo sus cortas piernitas debajo del asiento de una silla.

La niña fue echada por sus parientes y vivió en las calles hasta que fue admitida en un centro de rescate tres meses atrás.

"Dicen que me comí a mí papá. Pero no lo hice. No soy una bruja".

En un continente donde la creencia en la magia negra y los espíritus malignos son comunes, las cacerías de brujas no son nada nuevo, y usualmente persiguen mujeres mayores solteras.

Pero en la República Democrática del Congo, hay una nueva versión a esta inquisición ancestral. Los niños ahora representan la mayoría de las acusaciones de brujería y hechicería, haciendo la causa número uno de vagabundéz entre jóvenes.

De los estimados 25 mil niños que viven en las calles de la capital, Kinshasa, más del 60 por ciento han sido echados de sus hogares por sus parientes acusándolos de brujería, dicen los legistas de beneficiencia a menores.

La práctica está tan difundida que una nueva constitución en el Congo adoptada en Diciembre, incluye una provisión prohibiendo las acusaciones de hechicería contra niños.

Más de 2,000 iglesias en Kinshasa ofrecen servicios de "liberación" para proteger de los espíritus malignos a los niños, de acuerdo al grupo de Derechos Humanos.

"Algunos profetas que dirigen estas iglesias han ganado estados de celebridad, atrayendo a cientos de fieles a los lucrativos servicios de los Domingos por su afamado ‘éxito’ en las ceremonias de exorcismo de niños", dijo el agente del grupo en un reporte de Abril pasado.

Pero la pobreza crónica es la verdadera culpable, dicen algunos expertos. Décadas de dicatadura, inestabilidad, y guerra han desenmarañado la tela social de la nación, rasgando los sistemas de apoyo tradicionales familiares y tribales. No es una coincidencia que la mayoría de los niños acusados vengan de hogares pobres y desintegrados. La mayoría son huérfanos o han perdido a uno o ambos padres en divorcios o abandonos.

Cuando los familiares no pueden o no quieren llevar la carga de una boca más qué alimentar, quizá puedan buscar formas de deshacerse del niño, dijo Charlotte Wamu, consejero de Solidarity Action for Distressed Children, quien asiste a los niños de la calle.

En África, echar a un miembro de la familia, incluso a un pariente distante, es considerado vergonzoso, pero las acusaciones de brujería proveen una justificación conveniente y difícil de refutar.

"Siempre es la madrastra quien descubre la brujería en la hijastra, no en la suya", dijo Wamu. "La hechicera es la hija de tu hermano muerto, jamás tu hija".

Naomi, la única niña del segundo matrimonio de su padre, dijo que su familia jamás la aceptó a ella ni a su mamá.

Cuando los papás de Naomi murieron en el 2001, sus parientes la llevaron de un profeta a otro buscando la manera de echar fuera sus "espíritus malignos".

Algunas veces el exorcismo consiste en una rápida oración; otras veces, es más complejo. Un predicador encerró a Naomi en un cuarto por tres días sin comida y sin agua.

"Quise tratar de esconder un poco de agua, pero pensé que eso solo haría peores mis problemas", dijo.

Probablemente estaba en lo cierto. Las ceremonias de exorcismos de niños pueden incluir tratamientos brutales, incluyendo golpes, quemaduras, y el uso de agua salada oral y analmente, para "purgar" al niño, dijo el grupo Save the Children.

Un autoproclamado profeta en Kinshasa, Pakoki Keni Emmanuel Suliman, comenzó una entrevista de exorcismo con una robusta oración y terminó con un argumento de venta de diamantes de mercado negro, que llevaba dentro de su cartera. Él dirige la iglesia Promised Temple desde su hogar.

"Pakoki dice que jamás acepta dinero, aunque a los parientes se les es requerido comprar sábanas blancas, a $18 la pieza, las cuales son ondeadas y utilizadas para envolver al niño durante el exorcismo.

"Yo rezo y están curados", dice.

Las confesiones forzadas dejan a muchos niños confusos y llenos de culpas.

"Comienzan a creer que hicieron algo mal o que realmente son brujas", dijo Evariste Kalumuna, dirigente del centro de rescate que recogió a Naomi de las calles.

Kalumuna dijo que cuando disciplina a las niñas, ellas muchas veces la amenazan con sus "poderes".

"Le dicen: ‘Cuidado. Soy una bruja. Te voy a lastimar.’, dijo Kalumna. "Créeme, si realmente fueran brujas, ya estaría yo muerta hace mucho tiempo".

Naomi primero insistió en que no creía en la brujería. Después, ella misma acusó a su abuelo paterno de hechicería, diciendo que la visitaba a ella y a su madre en sus sueños.

"Estamos convencidos que es una bruja", dijo Rachel Nazombo, 25, la hermanastra más grande de Naomi.

Los ocho medios hermanos de Naomi comparten dos apretujados cuartos en un suburvio del este de Kinshasa. Dicen que la muerte de los padres de Naomi es prueba de brujería. Aún en un país donde la expectativa de vida ha bajado a 42 años debido a enfermedades y pobreza, la muerte prematura frecuentemente es difícil de aceptar. Dos muertes que ocurren tan cerca una de la otra solo pueden ser causadas por un hechizo maligno, dijeron los miembros de la familia.

Después que su familia la echó fuera, Naomi sobrevivió en las calles vendiendo lo poco de ropa que le quedaba. Después vendió carbón y recurrió a robar antes de ser llevada al centro por un trabajador que la encontró.

Wamu, su consejera en el centro, comenzó a visitar a la familia para discutir la probabilidad de reunificación. Los parientes se agarrotaron cuando vieron a Naomi y a Wamu. Algunos incluso se rehusaron a ver a la niña.

En una reciente entrevista, Wamu regresó por su quinta entrevista, esta vez sin Naomi.

"La familia debe vivir junta", les dijo Wamu.

"Queremos ayudarla a encontrar una mejor vida, pero primero se le deben echar fuera esos malos espíritus", dijo el medio-hermano mayor de Naomi. "Ella se rehusa a ser ayudada".

Antes de aceptar a Naomi, la familia quiere que varios predicadores verifiquen que no es una bruja.

Wamu disuadió esta idea sabiendo que eventualmente la familia encontraría a un profeta que afirmara ver espíritus malignos. En vez de ello, Wamu enfatizó las obligaciones de la familia para con la niña.

"Sabemos que es nuestra responsabilidad", dijo Flory Nazombo, 23, el hombre mayor de la familia. "Ella es nuestra hermana. No podemos abandonarla".

Prometieron que alguien de la familia visitaría a Naomi para discutir su regreso a casa.

Mientras se alejaba, Wamu iba llena de esperanzas, aunque menos de la mitad de las reunificaciones intentadas tuvieron éxito.

"Creo que hicimos un progrso real esta noche", dijo.

Tres semanas después, nadie de la familia de Naomi la visitó. El hermano no llamó. Y Wamu está haciendo planes para una sexta visita.

Por EDMUND SANDERS, Los Angeles Times, Agosto 30 del 2006.