LA CIENCIA POR GUSTO: UNA BUENA COLUMNA DE UN AMIGO
LA CIENCIA POR GUSTO: UNA BUENA COLUMNA DE UN AMIGO
Hola amigos:
Les posteo algunas de las columnas semanales de un amigo divulgador de la ciencia que tratan temas de pseodociencia.
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
El principio de autoridad
31-agosto-05
¿Por qué confiar en la ciencia? ¿Será porque la hacen personas muy
inteligentes y con doctorado? Así sería si la ciencia se rigiera por el
principio de autoridad: la idea de que algo vale o no dependiendo de quién
lo diga. Así funcionan la autoridad paternal y la religiosa. La ciencia
moderna, en cambio, opta por sustentar sus afirmaciones en evidencia
comprobable.
Una amable lectora me escribe para inconformarse con algunas de los puntos
de vista vertidos últimamente en esta columna. Me reconviene por no tener
una mente abiertapara aceptar los avances de la ciencia, pues pretendo
limitar la credibilidad científica a lo que, a falta de más espacio, llamé
la ciencia de a de veras. ¿Pues de cuál ciencia cree usted que hablaba yo?,
me dice, y a continuación menciona una exhaustiva lista de disciplinas que
a su parecer constituyen nuevos campos de avance de la ciencia.
Entre ellos se encuentran las prácticas hindúes de alimentarse
exclusivamente de jugos de frutas, por un tiempo o de por vida, y de
subsistir solamente a base de prana, es decir, sólo aire(aunque la
Wikipedia informa que el prana en realidad es la materia infinita de la
cual nace la energía-no me mire usted así, yo sólo transcribo lo que leí- y
previene de no confundirlo, dado que se controla por medio de la
respiración, con el aire mismo. Pero no seamos melindrosos).
Están también las investigaciones del Dr. Masaru Emoto, quien hablándole
con cariño o con sentimientos negativosal agua logra que se cristalice en
formas armoniosas o caóticas (como lo vemos al microscopio, se trata de
ciencia, innegablemente); la astrología, que es una ciencia y fue utilizada
desde las primeras grandes civilizaciones como la egipcia; la medicina
alternativa, basada en el uso de extractos de plantas, infusiones, tónicos,
etcétera, que es uno de los muchos otros métodos que utilizan la llamada
medicina vibracional, en donde se incluyen la homeopatía y las esencias
florales, entre otras.
La lista continúa: la curación cuántica, que nos permite llegar a lo básico
de la función celular, por medio de nuestro pensamiento, pasando por los
decretos arraigados en el inconsciente para eliminar los traumas y enviar
órdenes a nuestro cuerpo para que la regeneración celular ocurra dentro de
un proceso perfecto, normal, sano (esto lo saben los chinos desde hace más
de cinco mil años); los maravillosos niños índigo, de los que ya hemos
hablado en este espacio... en fin, un catálogo bastante completo.
Más allá de la credibilidad de este tipo de ideas (y de la forma en que se
usan conceptos como energíao vibraciónen formas totalmente distintas a como
se definen en Ciencias Naturales), lo que realmente me preocupó fue la
razón por la que mi estimable informadora decía confiar en ellas: ¿No le
bastan profesores eméritos de universidades cuyos trabajos son reconocidos
mundialmente?, me reprendía, y añadía una pregunta jugosa: para usted
¿cuales son los verdaderos científicos?.
Intentemos una respuesta. Mi corresponsal parece confiar en el principio de
autoridad: cree que una disciplina es científica en función de quién la
avale. El malentendido es común; mucha gente cree que la validez de la
Teoría de la Relatividad, por ejemplo, proviene del prestigio o la
inteligencia de Albert Einstein.
Y sin embargo, es un error. En ciencia, como en todas las áreas sustentadas
en el pensamiento racional, algo es válido dependiendo no de quién lo
afirma, sino de cómo lo sabe. En otras palabras, lo que garantiza la
validez del conocimiento científico es el método que se utiliza para
obtenerlo. Método basado en la experimentación y la observación controlada,
la generación y puesta a prueba de hipótesis para explicar lo observado y
(¡ojo!) la discusión entre pares para garantizar que dichas hipótesis sean
convincentes.
¿Cumplen los avances científicosmencionados por mi lectora con estos
requisitos? Hasta el momento no; no han sido aceptados por la comunidad
científica. No se trata de prejuicios, sino de control de calidad.
Los verdaderoscientíficos son los que comparten esta forma de trabajo y
estos estándares de calidad, y por ello forman parte de una comunidad. De
otro modo, no queda más que suponer que se trata de farsantes.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
____________________________________________________
Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
email: mbonfil@servidor.unam.mx
Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
** Consulta El Muégano Divulgador,
** boletín para divulgadores de la ciencia, en:
** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
***La columna "La ciencia por gusto", de Martín Bonfil Olivera, aparece los
miércoles en el periódico Milenio Diario********
_________________________________________________________
La ciencia por gusto
Charlatanes en los medios
Martín Bonfil Olivera
13 de Agosto de 2005
Para Estrella Burgos, confiando en que sí vale la pena.
Últimamente me he topado con el problema de la desilusión profesional: esa horrible sospecha de que todo a lo que uno se ha dedicado durante años es completamente inútil. Y como usted sabe, un servidor se dedica a divulgar la ciencia, es decir, compartirla con el público.
La mala racha comenzó cuando una tarde encendí el radio para toparme con que en un popular noticiero se presentaba como “experto en medicina naturista” y académico de la Universidad de Chapingo a un charlatán llamado Erik Estrada, quien con la mayor tranquilidad del mundo afirmaba que cualquier enfermedad se puede curar con jugos de frutas, que toda sustancia artificial causa cáncer y que hormonas “artificiales”, como las que contienen las pastillas anticonceptivas, “causan cáncer” (así, sin matices), a diferencia de las hormonas naturales, que por supuesto son, según él, totalmente seguras.
El tipo demostraba la más completa ignorancia acerca de la química: las hormonas “artificiales” muchas veces se fabrican a partir de precursores “naturales” (no de la nada); de cualquier modo si ambas moléculas son idénticas no pueden tener efectos distintos sólo debido a una falsa distinción entre natural y artificial. Pero lo que más me perturbó fue saber que el señor Estrada es, al parecer, invitado habitual de Monitor, y desde esa tribuna sus mensajes anticientíficos llegan a decenas de miles de radioescuchas.
Desgraciadamente, el caso no es único: en otra estación de radio también muy popular se presentó recientemente otro charlatán que mezclaba alegremente la física cuántica (que por supuesto nunca definió) con lo que él llamaba “la espiritualidad”. Y lo mismo sucede en todas las estaciones de radio y TV. ¿Qué hace un divulgador científico cuando se topa con esto?
Hasta hace poco yo hubiera dicho que dar la batalla, pero ya no estoy tan seguro. Y es que los medios de comunicación presentan dos graves problemas. Uno es la gran aceptación que tiene todo tipo de temas “esotéricos”, sobre todo los que se hacen pasar por “científicos” (astrología, ovnis, niños índigo, seudoterapias “alternativas”, curaciones cuánticas…) entre un público que simplemente no sabe que existe conocimiento mucho más confiable (y sorprendente), producto del trabajo de científicos y médicos serios. Público que, por tanto, no puede exigir que dejen de ofrecerle basura.
El otro peligro es la falsa idea que tienen muchos periodistas de que deben darle voz tanto a los expertos científicos como a los charlatanes alternativos, en aras de una mal entendida pluralidad. Se le presentan al público las opiniones de los charlatanes como si fueran tan autorizadas y confiables como las de los científicos. ¿Cómo puede un lector lego defenderse de tal abuso?
Mi desaliento llegó al límite cuando fui, con cierta ilusión cándida, a ver una película que se anunciaba a la vez como “científica” y “filosófica”: me refiero a ¿Y tú qué sabes? (What the bleep do we know?), codirigida por Mark Vicente, William Arntz y Betsy Chasse. Esta verdadera superproducción, excelentemente concebida y dirigida, con efectos especiales de primera, se basa en entrevistas con supuestos expertos en la naturaleza de la conciencia y la realidad (una de ellas es una señora que –aunque no lo dice en la película– afirma ser el canal por el que Ramtha, el espíritu de un habitante de Atlantis que vivió hace 35 mil años, se manifiesta para darnos sus enseñanzas).
La tesis de la cinta, que desgraciadamente resulta muy convincente para el incauto, es en realidad un amasijo de concepciones científicas confusas que mezclan mecánica cuántica, biología molecular y neurociencias para defender ideas como que la ciencia y la religión descubren, en el fondo, las mismas “verdades”; que uno puede modificar la realidad con sólo desearlo, o que “todos somos dioses”.
Lo triste es que la película es un éxito y está llegando a millones de personas en todo el mundo. Ante semejante panorama, ¿tendrá algún sentido seguir pretendiendo divulgar la ciencia de a de veras?
Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx
Les posteo algunas de las columnas semanales de un amigo divulgador de la ciencia que tratan temas de pseodociencia.
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
El principio de autoridad
31-agosto-05
¿Por qué confiar en la ciencia? ¿Será porque la hacen personas muy
inteligentes y con doctorado? Así sería si la ciencia se rigiera por el
principio de autoridad: la idea de que algo vale o no dependiendo de quién
lo diga. Así funcionan la autoridad paternal y la religiosa. La ciencia
moderna, en cambio, opta por sustentar sus afirmaciones en evidencia
comprobable.
Una amable lectora me escribe para inconformarse con algunas de los puntos
de vista vertidos últimamente en esta columna. Me reconviene por no tener
una mente abiertapara aceptar los avances de la ciencia, pues pretendo
limitar la credibilidad científica a lo que, a falta de más espacio, llamé
la ciencia de a de veras. ¿Pues de cuál ciencia cree usted que hablaba yo?,
me dice, y a continuación menciona una exhaustiva lista de disciplinas que
a su parecer constituyen nuevos campos de avance de la ciencia.
Entre ellos se encuentran las prácticas hindúes de alimentarse
exclusivamente de jugos de frutas, por un tiempo o de por vida, y de
subsistir solamente a base de prana, es decir, sólo aire(aunque la
Wikipedia informa que el prana en realidad es la materia infinita de la
cual nace la energía-no me mire usted así, yo sólo transcribo lo que leí- y
previene de no confundirlo, dado que se controla por medio de la
respiración, con el aire mismo. Pero no seamos melindrosos).
Están también las investigaciones del Dr. Masaru Emoto, quien hablándole
con cariño o con sentimientos negativosal agua logra que se cristalice en
formas armoniosas o caóticas (como lo vemos al microscopio, se trata de
ciencia, innegablemente); la astrología, que es una ciencia y fue utilizada
desde las primeras grandes civilizaciones como la egipcia; la medicina
alternativa, basada en el uso de extractos de plantas, infusiones, tónicos,
etcétera, que es uno de los muchos otros métodos que utilizan la llamada
medicina vibracional, en donde se incluyen la homeopatía y las esencias
florales, entre otras.
La lista continúa: la curación cuántica, que nos permite llegar a lo básico
de la función celular, por medio de nuestro pensamiento, pasando por los
decretos arraigados en el inconsciente para eliminar los traumas y enviar
órdenes a nuestro cuerpo para que la regeneración celular ocurra dentro de
un proceso perfecto, normal, sano (esto lo saben los chinos desde hace más
de cinco mil años); los maravillosos niños índigo, de los que ya hemos
hablado en este espacio... en fin, un catálogo bastante completo.
Más allá de la credibilidad de este tipo de ideas (y de la forma en que se
usan conceptos como energíao vibraciónen formas totalmente distintas a como
se definen en Ciencias Naturales), lo que realmente me preocupó fue la
razón por la que mi estimable informadora decía confiar en ellas: ¿No le
bastan profesores eméritos de universidades cuyos trabajos son reconocidos
mundialmente?, me reprendía, y añadía una pregunta jugosa: para usted
¿cuales son los verdaderos científicos?.
Intentemos una respuesta. Mi corresponsal parece confiar en el principio de
autoridad: cree que una disciplina es científica en función de quién la
avale. El malentendido es común; mucha gente cree que la validez de la
Teoría de la Relatividad, por ejemplo, proviene del prestigio o la
inteligencia de Albert Einstein.
Y sin embargo, es un error. En ciencia, como en todas las áreas sustentadas
en el pensamiento racional, algo es válido dependiendo no de quién lo
afirma, sino de cómo lo sabe. En otras palabras, lo que garantiza la
validez del conocimiento científico es el método que se utiliza para
obtenerlo. Método basado en la experimentación y la observación controlada,
la generación y puesta a prueba de hipótesis para explicar lo observado y
(¡ojo!) la discusión entre pares para garantizar que dichas hipótesis sean
convincentes.
¿Cumplen los avances científicosmencionados por mi lectora con estos
requisitos? Hasta el momento no; no han sido aceptados por la comunidad
científica. No se trata de prejuicios, sino de control de calidad.
Los verdaderoscientíficos son los que comparten esta forma de trabajo y
estos estándares de calidad, y por ello forman parte de una comunidad. De
otro modo, no queda más que suponer que se trata de farsantes.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
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Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
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Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
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** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
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miércoles en el periódico Milenio Diario********
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La ciencia por gusto
Charlatanes en los medios
Martín Bonfil Olivera
13 de Agosto de 2005
Para Estrella Burgos, confiando en que sí vale la pena.
Últimamente me he topado con el problema de la desilusión profesional: esa horrible sospecha de que todo a lo que uno se ha dedicado durante años es completamente inútil. Y como usted sabe, un servidor se dedica a divulgar la ciencia, es decir, compartirla con el público.
La mala racha comenzó cuando una tarde encendí el radio para toparme con que en un popular noticiero se presentaba como “experto en medicina naturista” y académico de la Universidad de Chapingo a un charlatán llamado Erik Estrada, quien con la mayor tranquilidad del mundo afirmaba que cualquier enfermedad se puede curar con jugos de frutas, que toda sustancia artificial causa cáncer y que hormonas “artificiales”, como las que contienen las pastillas anticonceptivas, “causan cáncer” (así, sin matices), a diferencia de las hormonas naturales, que por supuesto son, según él, totalmente seguras.
El tipo demostraba la más completa ignorancia acerca de la química: las hormonas “artificiales” muchas veces se fabrican a partir de precursores “naturales” (no de la nada); de cualquier modo si ambas moléculas son idénticas no pueden tener efectos distintos sólo debido a una falsa distinción entre natural y artificial. Pero lo que más me perturbó fue saber que el señor Estrada es, al parecer, invitado habitual de Monitor, y desde esa tribuna sus mensajes anticientíficos llegan a decenas de miles de radioescuchas.
Desgraciadamente, el caso no es único: en otra estación de radio también muy popular se presentó recientemente otro charlatán que mezclaba alegremente la física cuántica (que por supuesto nunca definió) con lo que él llamaba “la espiritualidad”. Y lo mismo sucede en todas las estaciones de radio y TV. ¿Qué hace un divulgador científico cuando se topa con esto?
Hasta hace poco yo hubiera dicho que dar la batalla, pero ya no estoy tan seguro. Y es que los medios de comunicación presentan dos graves problemas. Uno es la gran aceptación que tiene todo tipo de temas “esotéricos”, sobre todo los que se hacen pasar por “científicos” (astrología, ovnis, niños índigo, seudoterapias “alternativas”, curaciones cuánticas…) entre un público que simplemente no sabe que existe conocimiento mucho más confiable (y sorprendente), producto del trabajo de científicos y médicos serios. Público que, por tanto, no puede exigir que dejen de ofrecerle basura.
El otro peligro es la falsa idea que tienen muchos periodistas de que deben darle voz tanto a los expertos científicos como a los charlatanes alternativos, en aras de una mal entendida pluralidad. Se le presentan al público las opiniones de los charlatanes como si fueran tan autorizadas y confiables como las de los científicos. ¿Cómo puede un lector lego defenderse de tal abuso?
Mi desaliento llegó al límite cuando fui, con cierta ilusión cándida, a ver una película que se anunciaba a la vez como “científica” y “filosófica”: me refiero a ¿Y tú qué sabes? (What the bleep do we know?), codirigida por Mark Vicente, William Arntz y Betsy Chasse. Esta verdadera superproducción, excelentemente concebida y dirigida, con efectos especiales de primera, se basa en entrevistas con supuestos expertos en la naturaleza de la conciencia y la realidad (una de ellas es una señora que –aunque no lo dice en la película– afirma ser el canal por el que Ramtha, el espíritu de un habitante de Atlantis que vivió hace 35 mil años, se manifiesta para darnos sus enseñanzas).
La tesis de la cinta, que desgraciadamente resulta muy convincente para el incauto, es en realidad un amasijo de concepciones científicas confusas que mezclan mecánica cuántica, biología molecular y neurociencias para defender ideas como que la ciencia y la religión descubren, en el fondo, las mismas “verdades”; que uno puede modificar la realidad con sólo desearlo, o que “todos somos dioses”.
Lo triste es que la película es un éxito y está llegando a millones de personas en todo el mundo. Ante semejante panorama, ¿tendrá algún sentido seguir pretendiendo divulgar la ciencia de a de veras?
Comentarios: mbonfil@servidor.unam.mx
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
De verad que es excelente y de muy facil lectura !!
Y la verdad, comparto su preocupacion !!
El tema de la divulgacion ya se habia tratado aqui, pero en la forma de como hacer accesible el pensamiento esceptico, que permita a la gente tener mas recursos para la evaluacion de situaciones.
Ojala Asimov nos pueda estar posteando la columna semanal, y pueda felicitar a Martin Bofil de nuestra parte y decirle que noesta solo !!
Un abrazo.
Y la verdad, comparto su preocupacion !!
El tema de la divulgacion ya se habia tratado aqui, pero en la forma de como hacer accesible el pensamiento esceptico, que permita a la gente tener mas recursos para la evaluacion de situaciones.
Ojala Asimov nos pueda estar posteando la columna semanal, y pueda felicitar a Martin Bofil de nuestra parte y decirle que noesta solo !!
Un abrazo.
A petición del público, aquí está la columna semanal de mi cuate del día de hoy. SALUDOS.
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Nueva Orleans: una tragedia anunciada
7-septiembre-05
¿Por qué será que los adivinos y profetas nunca predicen catástrofes como
el 11 de septiembre o la inundación que recientemente asoló a la ciudad de
Nueva Orleans? Por desgracia, aunque con frecuencia la ciencia sí logra
prevenir sobre el riesgo de desgracias relacionadas con algunos fenómenos
naturales, a veces parece que esto tampoco sirve de gran cosa. El ejemplo
más reciente (e indignante) es lo que acaba de suceder en la capital del jazz.
En octubre de 2001 (¡hace cuatro años!), la revista Scientific American,
sin duda la publicación de divulgación científica más famosa y leída del
mundo, publicó un artículo titulado "Ahogando a Nueva Orleans", que
comenzaba anunciando que "un huracán importante podría sumergir a Nueva
Orleans bajo 20 pies (seis metros) de agua, matando a miles".
El artículo citaba estudios de investigadores de la Universidad de
Louisiana, quienes por medio de modelos de computadora habían predicho la
magnitud del daño que podría producirse si no prevenían los efectos de la
inevitable inundación.
El problema de Nueva Orleans es consecuencia de su ubicación. Se encuentra
entre el río Mississippi y el lago Pontchartrain, en una región húmeda y
pantanosa. Desde hace más de cuatro mil años, el Misisipi ha arrastrado
limo y sedimentos que fueron formando el delta sobre el que se encuentra
Nueva Orleans. El delta es constantemente erosionado por el mar, pero el
flujo del río solía compensar la erosión. Cuando se comenzaron a construir
diques en los márgenes del río para evitar las frecuentes inundaciones de
la ciudad, el limo dejó de acumularse en el delta, y la trayectoria del
Mississippi se fue alargando, conforme se le confinaba mediante más y más
diques. Hoy desemboca prácticamente en la orilla de la plataforma
continental, por lo que el limo, en vez de formar más suelo, se pierde en
el fondo del mar.
Así, el delta ha ido perdiendo terreno rápidamente ante la erosión marina
(Louisiana pierde 4 mil metros cuadrados cada media hora). El suelo poroso
del delta se ha ido deshidratando y se ha comprimido. Nueva Orleans se ha
ido hundiendo cada vez más y hoy se encuentra por debajo del nivel del mar,
lo cual la pone en riesgo de inundación ante cualquier lluvia fuerte y la
obliga a bombear agua constantemente hacia el lago Pontchartrain.
Se trata de un verdadero círculo vicioso: el bombeo de agua, junto con los
diques, deshidratan cada vez más el suelo, que se sigue hundiendo. El agua
de mar invade los pantanos y mata la vegetación, lo que facilita aún más la
erosión.
Ante esto, los investigadores de la Universidad de Louisiana, junto con
expertos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Estadunidense encargado
desde 1879 de construir y reparar los diques prepararon en 1998 un informe
titulado Coast 2050, en el que advertían del peligro de una inminente
inundación y proponían diversas medidas para comenzar a remediar la
situación. Entre ellas estaban la apertura de compuertas controladas en los
diques para permitir la salida de agua dulce y sedimento y la restauración
de los pantanos; la suspensión del dragado del río, que entonces cambiaría
de rumbo para desembocar cerca del delta, y la construcción de compuertas
para controlar la entrada de agua desde el Golfo de México hacia el lago
Pontchartrain. Se trataba de un plan ambicioso y de alto costo, y fue
básicamente ignorado por el gobierno de los Estados Unidos.
Hoy el presidente Bush está siendo criticado por todos los sectores de la
sociedad. Su gobierno prefirió invertir recursos materiales y humanos en la
guerra de Irak (un tercio de la guardia nacional de Louisiana se encontraba
en Irak durante la inundación), y en vez de aumentar los recursos para
prevención de desastres, los recortó: los fondos del Cuerpo de Ingenieros
para el mantenimiento de los diques, por ejemplo, disminuyeron en los
últimos años.
La historia no ha terminado. Las desoídas predicciones científicas fueron,
desgraciadamente, correctas. Pero Nueva Orleans sigue estando a merced de
futuros huracanes. Louisiana produce la quinta parte del petróleo de los
Estados Unidos, y la cuarta parte de su gas natural. Los huracanes son cada
vez más frecuentes, en parte debido al calentamiento global, constantemente
negado por Bush. Si no se toman medidas, la tragedia podría repetirse. ¿Se
necesitará la advertencia de un astrólogo para que alguien haga caso?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
____________________________________________________
Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
email: mbonfil@servidor.unam.mx
Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
** Consulta El Muégano Divulgador,
** boletín para divulgadores de la ciencia, en:
** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
***La columna "La ciencia por gusto", de Martín Bonfil Olivera, aparece los
miércoles en el periódico Milenio Diario********
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La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Nueva Orleans: una tragedia anunciada
7-septiembre-05
¿Por qué será que los adivinos y profetas nunca predicen catástrofes como
el 11 de septiembre o la inundación que recientemente asoló a la ciudad de
Nueva Orleans? Por desgracia, aunque con frecuencia la ciencia sí logra
prevenir sobre el riesgo de desgracias relacionadas con algunos fenómenos
naturales, a veces parece que esto tampoco sirve de gran cosa. El ejemplo
más reciente (e indignante) es lo que acaba de suceder en la capital del jazz.
En octubre de 2001 (¡hace cuatro años!), la revista Scientific American,
sin duda la publicación de divulgación científica más famosa y leída del
mundo, publicó un artículo titulado "Ahogando a Nueva Orleans", que
comenzaba anunciando que "un huracán importante podría sumergir a Nueva
Orleans bajo 20 pies (seis metros) de agua, matando a miles".
El artículo citaba estudios de investigadores de la Universidad de
Louisiana, quienes por medio de modelos de computadora habían predicho la
magnitud del daño que podría producirse si no prevenían los efectos de la
inevitable inundación.
El problema de Nueva Orleans es consecuencia de su ubicación. Se encuentra
entre el río Mississippi y el lago Pontchartrain, en una región húmeda y
pantanosa. Desde hace más de cuatro mil años, el Misisipi ha arrastrado
limo y sedimentos que fueron formando el delta sobre el que se encuentra
Nueva Orleans. El delta es constantemente erosionado por el mar, pero el
flujo del río solía compensar la erosión. Cuando se comenzaron a construir
diques en los márgenes del río para evitar las frecuentes inundaciones de
la ciudad, el limo dejó de acumularse en el delta, y la trayectoria del
Mississippi se fue alargando, conforme se le confinaba mediante más y más
diques. Hoy desemboca prácticamente en la orilla de la plataforma
continental, por lo que el limo, en vez de formar más suelo, se pierde en
el fondo del mar.
Así, el delta ha ido perdiendo terreno rápidamente ante la erosión marina
(Louisiana pierde 4 mil metros cuadrados cada media hora). El suelo poroso
del delta se ha ido deshidratando y se ha comprimido. Nueva Orleans se ha
ido hundiendo cada vez más y hoy se encuentra por debajo del nivel del mar,
lo cual la pone en riesgo de inundación ante cualquier lluvia fuerte y la
obliga a bombear agua constantemente hacia el lago Pontchartrain.
Se trata de un verdadero círculo vicioso: el bombeo de agua, junto con los
diques, deshidratan cada vez más el suelo, que se sigue hundiendo. El agua
de mar invade los pantanos y mata la vegetación, lo que facilita aún más la
erosión.
Ante esto, los investigadores de la Universidad de Louisiana, junto con
expertos del Cuerpo de Ingenieros del Ejército Estadunidense encargado
desde 1879 de construir y reparar los diques prepararon en 1998 un informe
titulado Coast 2050, en el que advertían del peligro de una inminente
inundación y proponían diversas medidas para comenzar a remediar la
situación. Entre ellas estaban la apertura de compuertas controladas en los
diques para permitir la salida de agua dulce y sedimento y la restauración
de los pantanos; la suspensión del dragado del río, que entonces cambiaría
de rumbo para desembocar cerca del delta, y la construcción de compuertas
para controlar la entrada de agua desde el Golfo de México hacia el lago
Pontchartrain. Se trataba de un plan ambicioso y de alto costo, y fue
básicamente ignorado por el gobierno de los Estados Unidos.
Hoy el presidente Bush está siendo criticado por todos los sectores de la
sociedad. Su gobierno prefirió invertir recursos materiales y humanos en la
guerra de Irak (un tercio de la guardia nacional de Louisiana se encontraba
en Irak durante la inundación), y en vez de aumentar los recursos para
prevención de desastres, los recortó: los fondos del Cuerpo de Ingenieros
para el mantenimiento de los diques, por ejemplo, disminuyeron en los
últimos años.
La historia no ha terminado. Las desoídas predicciones científicas fueron,
desgraciadamente, correctas. Pero Nueva Orleans sigue estando a merced de
futuros huracanes. Louisiana produce la quinta parte del petróleo de los
Estados Unidos, y la cuarta parte de su gas natural. Los huracanes son cada
vez más frecuentes, en parte debido al calentamiento global, constantemente
negado por Bush. Si no se toman medidas, la tragedia podría repetirse. ¿Se
necesitará la advertencia de un astrólogo para que alguien haga caso?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
____________________________________________________
Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
email: mbonfil@servidor.unam.mx
Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
** Consulta El Muégano Divulgador,
** boletín para divulgadores de la ciencia, en:
** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
***La columna "La ciencia por gusto", de Martín Bonfil Olivera, aparece los
miércoles en el periódico Milenio Diario********
_________________________________________________________
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Esta es la respuesta de mi querido Martín Bonfil, a los comentarios expresados por Roberto y DPredator respecto a su columna, así como por la idea de postearla a sobrenatural.net:
"guau, mil gracias asimov22!! Te agradezco muchísimo la difusión que le
puedas dar a mi columneja y por supuesto que me sentí encantado con las
opiniones (se ve que son demasiado amables).
Ya estoy poniendo mis columnas en mi propio blog (), pero me encantaría si
tú las sigues difundiendo cuando quieras.
un abrazo y me gusta mucho tu blog! (ya estuve explorando).
martín ".
"guau, mil gracias asimov22!! Te agradezco muchísimo la difusión que le
puedas dar a mi columneja y por supuesto que me sentí encantado con las
opiniones (se ve que son demasiado amables).
Ya estoy poniendo mis columnas en mi propio blog (), pero me encantaría si
tú las sigues difundiendo cuando quieras.
un abrazo y me gusta mucho tu blog! (ya estuve explorando).
martín ".
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Y aquí les envío algo interesante que escribió mi cuate para otra revista.
REVISTA "¿CÓMO VES?".
OJO DE MOSCA
Tres objeciones a lo sobrenatural
Martín Bonfil Olivera
Una de las características de la ciencia que más frecuentemente se subraya es su carácter naturalista: su rechazo implícito y total de cualquier suposición sobrenatural para explicar la naturaleza.
Podría pensarse que tal rechazo es una simple opinión, una elección caprichosa o bien un prejuicio sin mayor fundamento. En realidad, las razones que lo sustentan son profundas y tienen que ver con la posibilidad misma de hacer ciencia. He aquí algunas de ellas.
Una primera razón para rechazar las suposiciones sobrenaturales es que, dentro del juego de la ciencia, equivalen a hacer trampa. En efecto: si una explicación recurre a la magia, milagros o la intervención de entidades divinas, esto implica que nosotros, como seres sujetos a las leyes de la naturaleza, seremos incapaces de entender tal intervención: el “más allá”, por definición, se halla más allá de nuestra comprensión. Se trata entonces de explicaciones que no explican nada: sólo pueden aceptarse como acto de fe, pero no entenderse. La ciencia, en cambio, busca darnos una visión comprensible de la naturaleza.
Por otro lado, las explicaciones sobrenaturales violan una de las reglas prácticas más útiles en ciencia: la llamada “navaja de Occam” o principio de parsimonia, que exige la mayor simplicidad posible en las suposiciones. Una vez que empezamos a multiplicar las explicaciones (y es indudable que postular la existencia de seres sobrenaturales es más complicado que proponer explicaciones naturales), ¿dónde debemos parar? (¿Quién es el verdadero causante del fenómeno que estamos observando: dios, un fantasma, duendes, los extraterrestres, la CIA, Santa Clos?)
Pero quizá la razón más importante que justifica el rechazo científico a lo sobrenatural se halla en lo que Jaques Monod, uno de los padres de la biología molecular, llamó el “principio de objetividad”: la suposición de que no hay un proyecto detrás de la naturaleza. Monod argumentaba que, si no se adopta este principio indemostrable, la investigación científica resulta inútil y pierde todo sentido. ¿Para qué buscar explicaciones por medio de observaciones, experimentos, planteamiento y discusión de hipótesis y generación de modelos si en realidad todo puede ser simplemente parte del Gran Plan de la Naturaleza (que, desde luego, debe ser producto de algún ser superior)?
Así como no tiene caso que un detective comience a buscar pistas y generar hipótesis para encontrar a un criminal si en realidad cree que el asesinato lo cometieron fantasmas o extraterrestres, el científico no puede hacer su labor a menos que suponga que las explicaciones detrás de los misterios que investiga pertenecen al mundo de lo natural.
Se trata, sobra decirlo, de una suposición que vale la pena: ha dado lugar a todos los grandes logros de la ciencia.
REVISTA "¿CÓMO VES?".
OJO DE MOSCA
Tres objeciones a lo sobrenatural
Martín Bonfil Olivera
Una de las características de la ciencia que más frecuentemente se subraya es su carácter naturalista: su rechazo implícito y total de cualquier suposición sobrenatural para explicar la naturaleza.
Podría pensarse que tal rechazo es una simple opinión, una elección caprichosa o bien un prejuicio sin mayor fundamento. En realidad, las razones que lo sustentan son profundas y tienen que ver con la posibilidad misma de hacer ciencia. He aquí algunas de ellas.
Una primera razón para rechazar las suposiciones sobrenaturales es que, dentro del juego de la ciencia, equivalen a hacer trampa. En efecto: si una explicación recurre a la magia, milagros o la intervención de entidades divinas, esto implica que nosotros, como seres sujetos a las leyes de la naturaleza, seremos incapaces de entender tal intervención: el “más allá”, por definición, se halla más allá de nuestra comprensión. Se trata entonces de explicaciones que no explican nada: sólo pueden aceptarse como acto de fe, pero no entenderse. La ciencia, en cambio, busca darnos una visión comprensible de la naturaleza.
Por otro lado, las explicaciones sobrenaturales violan una de las reglas prácticas más útiles en ciencia: la llamada “navaja de Occam” o principio de parsimonia, que exige la mayor simplicidad posible en las suposiciones. Una vez que empezamos a multiplicar las explicaciones (y es indudable que postular la existencia de seres sobrenaturales es más complicado que proponer explicaciones naturales), ¿dónde debemos parar? (¿Quién es el verdadero causante del fenómeno que estamos observando: dios, un fantasma, duendes, los extraterrestres, la CIA, Santa Clos?)
Pero quizá la razón más importante que justifica el rechazo científico a lo sobrenatural se halla en lo que Jaques Monod, uno de los padres de la biología molecular, llamó el “principio de objetividad”: la suposición de que no hay un proyecto detrás de la naturaleza. Monod argumentaba que, si no se adopta este principio indemostrable, la investigación científica resulta inútil y pierde todo sentido. ¿Para qué buscar explicaciones por medio de observaciones, experimentos, planteamiento y discusión de hipótesis y generación de modelos si en realidad todo puede ser simplemente parte del Gran Plan de la Naturaleza (que, desde luego, debe ser producto de algún ser superior)?
Así como no tiene caso que un detective comience a buscar pistas y generar hipótesis para encontrar a un criminal si en realidad cree que el asesinato lo cometieron fantasmas o extraterrestres, el científico no puede hacer su labor a menos que suponga que las explicaciones detrás de los misterios que investiga pertenecen al mundo de lo natural.
Se trata, sobra decirlo, de una suposición que vale la pena: ha dado lugar a todos los grandes logros de la ciencia.
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Hola amigos: les posteo la columna semanal de Martín Bonfil.
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto-Martín Bonfil Olivera
Burbujas de jabón
14-septiembre-05
Puede parecer exagerado comparar a la vida con una pompa de jabón. Pero más
allá de la metáfora (más allá del estrecho margen de condiciones
-temperatura, acidez, presión, gravedad- que permiten la persistencia del
frágil equilibrio dinámico que llamamos vida), hay un sentido formal en que
la vida existe literalmente dentro de una burbuja jabonosa.
Se trata de las sutiles pero complejas membranas que rodean, recubren y
definen a todas las células, unidades mínimas de la vida. En ellas las
propiedades fisicoquímicas de moléculas jabonosas -los fosfolípidos-, en
interacción con el agua indispensable para la vida, dan pie a una
estructura auto-organizada que regula el tráfico de sustancias hacia y
desde el interior de la célula viva.
El agua es una sustancia singular: su molécula consta de dos pequeños
átomos de hidrógeno unidos a uno de oxígeno, un poco mayor. Su aspecto
recuerda la cabeza de Mickey Mouse, y tiene una propiedad determinante: el
átomo de oxígeno presenta una mayor avidez por los electrones negativos que
giran alrededor de los átomos -y que al compartirse constituyen los enlaces
químicos. Debido a ello, presenta una pequeña carga eléctrica negativa,
mientras que los hidrógenos-orejas tienen carácter positivo.
Este simple hecho es responsable de la mayoría de las propiedades del agua.
En particular, su gran poder como disolvente se debe a que toda sustancia
formada por partículas cargadas podrá formar uniones con las moléculas
cargadas del agua y así disolverse. Gracias a ello los jabones y
detergentes, cuyas moléculas tienen una cabeza cargada, soluble en agua, y
una o varias colas aceitosas, que no atraen ni se ven atraídas por las
cargas acuosas, pueden disolver a las grasas.
Cuando las moléculas de jabón entran en contacto con la grasa, forman
alrededor de ella una capa protectora. Sus cabezas solubles quedan hacia
fuera, en contacto con el agua, mientras que sus colas grasosas se
incrustan naturalmente en el ambiente graso. La esfera así formada se
disuelve en el agua, pues está completamente recubierta de cabezas
cargadas. Los vínculos -o falta de ellos- entre moléculas de jabón y de
agua explican así el poder limpiador.
Jabones y detergentes pueden formar también delgadas capas de agua
emparedada entre dos láminas de moléculas jabonosas. Las cabezas solubles
quedan incrustadas en la película acuosa, y las colas grasosas bailan en el
aire. Surgen así las burbujas, tan delgadas que refractan el agua
produciendo destellos tornasolados.
Las membranas celulares son burbujas inversas: dos capas de fosfolípidos
-detergentes naturales- que separan el agua del interior de la del
exterior. Las colas grasosas quedan, en este caso, en medio de la delgada capa.
Además de ser importantes para la vida, los jabones y detergentes tienen
importantes aplicaciones industriales, como parte de procesos químicos, y
ambientales, en el combate a la cada vez más frecuente contaminación por
desechos petroleros. Por ello, estudiar su comportamiento y estructura
molecular resulta no sólo fascinante, sino altamente revelador.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Oregon publicó en el número
de septiembre de la Revista de la Sociedad Química Estadounidense un
artículo en el que, utilizando un avanzado método de espectroscopía
infrarroja, logran estudiar qué sucede cuando una molécula de detergente
entra en contacto con la superficie del agua.
El evento, revelado al iluminar con luz infrarroja a la molécula y captar
la radiación que emite en respuesta, revela algo parecido a "un renacuajo
hambriento que incrusta su cabeza en el aceite u otro contaminante y deja
su cola agitándose en el agua", según el símil que hace Geraldine Richmond,
química líder del equipo de investigación.
Los investigadores afirman que su estudio permitirá comprender mejor y
modelar el comportamiento de los detergentes. (En particular, han
descubierto que el "cuello" del renacuajo detergente se tuerce primero
paralelamente a la superficie del agua, mientas que su "cola" se endereza
perpendicularmente a ésta...) Más allá de la utilidad que tales detalles
moleculares puedan tener en el diseño de nuevos y mejores detergentes, nos
proporcionan una sugerente imagen. En el fondo, ¿no se trata de eso la
ciencia?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
____________________________________________________
Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
email: mbonfil@servidor.unam.mx
Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
** Consulta El Muégano Divulgador,
** boletín para divulgadores de la ciencia, en:
** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
***La columna "La ciencia por gusto", de Martín Bonfil Olivera, aparece los
miércoles en el periódico Milenio Diario********
_________________________________________________________
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto-Martín Bonfil Olivera
Burbujas de jabón
14-septiembre-05
Puede parecer exagerado comparar a la vida con una pompa de jabón. Pero más
allá de la metáfora (más allá del estrecho margen de condiciones
-temperatura, acidez, presión, gravedad- que permiten la persistencia del
frágil equilibrio dinámico que llamamos vida), hay un sentido formal en que
la vida existe literalmente dentro de una burbuja jabonosa.
Se trata de las sutiles pero complejas membranas que rodean, recubren y
definen a todas las células, unidades mínimas de la vida. En ellas las
propiedades fisicoquímicas de moléculas jabonosas -los fosfolípidos-, en
interacción con el agua indispensable para la vida, dan pie a una
estructura auto-organizada que regula el tráfico de sustancias hacia y
desde el interior de la célula viva.
El agua es una sustancia singular: su molécula consta de dos pequeños
átomos de hidrógeno unidos a uno de oxígeno, un poco mayor. Su aspecto
recuerda la cabeza de Mickey Mouse, y tiene una propiedad determinante: el
átomo de oxígeno presenta una mayor avidez por los electrones negativos que
giran alrededor de los átomos -y que al compartirse constituyen los enlaces
químicos. Debido a ello, presenta una pequeña carga eléctrica negativa,
mientras que los hidrógenos-orejas tienen carácter positivo.
Este simple hecho es responsable de la mayoría de las propiedades del agua.
En particular, su gran poder como disolvente se debe a que toda sustancia
formada por partículas cargadas podrá formar uniones con las moléculas
cargadas del agua y así disolverse. Gracias a ello los jabones y
detergentes, cuyas moléculas tienen una cabeza cargada, soluble en agua, y
una o varias colas aceitosas, que no atraen ni se ven atraídas por las
cargas acuosas, pueden disolver a las grasas.
Cuando las moléculas de jabón entran en contacto con la grasa, forman
alrededor de ella una capa protectora. Sus cabezas solubles quedan hacia
fuera, en contacto con el agua, mientras que sus colas grasosas se
incrustan naturalmente en el ambiente graso. La esfera así formada se
disuelve en el agua, pues está completamente recubierta de cabezas
cargadas. Los vínculos -o falta de ellos- entre moléculas de jabón y de
agua explican así el poder limpiador.
Jabones y detergentes pueden formar también delgadas capas de agua
emparedada entre dos láminas de moléculas jabonosas. Las cabezas solubles
quedan incrustadas en la película acuosa, y las colas grasosas bailan en el
aire. Surgen así las burbujas, tan delgadas que refractan el agua
produciendo destellos tornasolados.
Las membranas celulares son burbujas inversas: dos capas de fosfolípidos
-detergentes naturales- que separan el agua del interior de la del
exterior. Las colas grasosas quedan, en este caso, en medio de la delgada capa.
Además de ser importantes para la vida, los jabones y detergentes tienen
importantes aplicaciones industriales, como parte de procesos químicos, y
ambientales, en el combate a la cada vez más frecuente contaminación por
desechos petroleros. Por ello, estudiar su comportamiento y estructura
molecular resulta no sólo fascinante, sino altamente revelador.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Oregon publicó en el número
de septiembre de la Revista de la Sociedad Química Estadounidense un
artículo en el que, utilizando un avanzado método de espectroscopía
infrarroja, logran estudiar qué sucede cuando una molécula de detergente
entra en contacto con la superficie del agua.
El evento, revelado al iluminar con luz infrarroja a la molécula y captar
la radiación que emite en respuesta, revela algo parecido a "un renacuajo
hambriento que incrusta su cabeza en el aceite u otro contaminante y deja
su cola agitándose en el agua", según el símil que hace Geraldine Richmond,
química líder del equipo de investigación.
Los investigadores afirman que su estudio permitirá comprender mejor y
modelar el comportamiento de los detergentes. (En particular, han
descubierto que el "cuello" del renacuajo detergente se tuerce primero
paralelamente a la superficie del agua, mientas que su "cola" se endereza
perpendicularmente a ésta...) Más allá de la utilidad que tales detalles
moleculares puedan tener en el diseño de nuevos y mejores detergentes, nos
proporcionan una sugerente imagen. En el fondo, ¿no se trata de eso la
ciencia?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
____________________________________________________
Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
email: mbonfil@servidor.unam.mx
Universum, Edificio A, tercer piso,
Circuito Cultural, Ciudad Universitaria, México D. F.
** Consulta El Muégano Divulgador,
** boletín para divulgadores de la ciencia, en:
** http://www.dgdc.unam.mx/muegano_divulgador/
***La columna "La ciencia por gusto", de Martín Bonfil Olivera, aparece los
miércoles en el periódico Milenio Diario********
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[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
- Roberto
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Oportuna y excelente cita DPedrator, ¡Te la sacaste¡
Córtale, mi Chavo, córtale, mejor di: Tuviste la oportunidad de colocarte enfrente de la portería y meter un soberbio gol, para que entiendan nuestros compás sudas.
Córtale, mi Chavo, córtale, mejor di: Tuviste la oportunidad de colocarte enfrente de la portería y meter un soberbio gol, para que entiendan nuestros compás sudas.
"Todo aquel que crea en la telequinesis, que por favor levante mi mano.– James Randi."
COLUMNA SEMANAL DE ESTA SEMANA
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Homeopatía: ¿curar con nada?
21-septiembre-05
Todos tenemos algún pariente o amigo -o nosotros mismos- que jura que
gracias a la homeopatía se curó de tal o cual enfermedad.
Pero también hay quien afirma haberse curado usando cristales de cuarzo,
con el reiki, las oscilaciones de un péndulo, o a la "receta" de un brujo
del mercado de Sonora.
¿Qué tanta credibilidad merecen estas afirmaciones? La cuestión es
complicada porque la medicina, a diferencia de disciplinas como la física,
estudia al cuerpo humano, un sistema tan extremadamente complejo que
resulta muy difícil distinguir los efectos de un tratamiento específico
entre la inmensa cantidad de variables que influyen en él.
Ejemplo: un individuo reporta que padece continuas molestias en la
garganta. Se le proporciona una pastilla (o unos chochitos homeopáticos)
diciéndole que resolverán el problema. A las pocas horas, el paciente
reporta que, efectivamente, las molestias han desparecido. ¿Basta eso para
decidir que el tratamiento, homeopático o convencional, es exitoso?
Difícilmente. Hay que tomar en cuenta que, aparte del tratamiento, el
paciente está sometido a una gran cantidad de estímulos. ¿Se encuentra bajo
estrés? ¿Ha dormido bien? ¿Qué ha comido? ¿Tiene alguna predisposición
genética? ¿Ha estado expuesto a condiciones ambientales adversas, o ha
tenido contacto con personas enfermas? ¿Consume otros medicamentos? ¿Alguna
droga? ¿Cambió recientemente sus hábitos? Cualquiera de estas variables
puede haber influido en la aparición de las molestias, o en su desaparición
(hay además enfermedades que "se curan solas", al cumplir su ciclo natural,
como sucede con cualquier catarro).
Por todo ello, a pesar de lo reportado por el terapeuta y por el propio
paciente, no es tan sencillo determinar que si un tratamiento resulta o no
efectivo clínicamente.
¿De dónde sacan entonces los médicos convencionales la confianza en sus
terapias? De que para evaluarlas realizan estudios clínicos masivos cuyos
resultados luego analizan con ayuda de una poderosa herramienta: la
estadística, que permite distinguir, entre una multitud de datos y
variables, si un efecto aparente puede o no ser atribuido, con cierto
límite de confiabilidad, a un tratamiento, independientemente de las demás
variables que se encuentren presentes.
Estos estudios incluyen además grupos de control a los que se les
proporciona un tratamiento placebo (una sustancia inocua, para compensar
que en muchos casos la convicción del paciente basta para producir una
mejora). Se utiliza también el método de "doble ciego", en que ni los
pacientes ni los médicos saben si están administrando el medicamento o el
placebo, para impedir que haya sutiles diferencias en la manera como el
médico trata al paciente.
Hoy los homeópatas realizan también estudios clínicos serios, usando
placebos y dobles ciegos, además de tratamiento estadístico, para sustentar
la efectividad de sus terapias. Algunos de estos estudios han dado
resultados positivos; otros negativos.
El problema con la homeopatía es que resulta poco creíble a la luz de los
conocimientos químicos y médicos actuales. Se basa en los principios de que
"lo semejante cura lo semejante" (para curar la fiebre habría que usar un
agente que cause fiebre) y de que la "potencia" de un medicamento aumenta
cuanto más se diluya.
Para intentar aclarar las cosas, investigadores de las universidades de
Berna, Bristol y Zurich realizaron un cuidadoso "metaestudio", es decir, un
análisis de 110 estudios clínicos sobre homeopatía publicados
recientemente, y los compararon mediante un análisis estadístico riguroso
con otros 110 estudios de medicina convencional. Sus resultados, publicados
a fines de agosto en la revista médica The Lancet (quizá la más prestigiada
del mundo), indican que los aparentes efectos clínicos de la homeopatía son
en realidad efectos placebo: daría lo mismo darle a los pacientes pastillas
de azúcar.
Pero ¡ojo!: como señalan los autores del estudio, aunque para algunos sea
un fraude, "para algunas personas la homeopatía puede ser una herramienta
que complemente a la medicina convencional". Después de todo, el uso de
placebos ayuda a restaurar la salud de algunos pacientes. Si es así, ¿dónde
está el daño en usarlos?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
SALUDOS
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Homeopatía: ¿curar con nada?
21-septiembre-05
Todos tenemos algún pariente o amigo -o nosotros mismos- que jura que
gracias a la homeopatía se curó de tal o cual enfermedad.
Pero también hay quien afirma haberse curado usando cristales de cuarzo,
con el reiki, las oscilaciones de un péndulo, o a la "receta" de un brujo
del mercado de Sonora.
¿Qué tanta credibilidad merecen estas afirmaciones? La cuestión es
complicada porque la medicina, a diferencia de disciplinas como la física,
estudia al cuerpo humano, un sistema tan extremadamente complejo que
resulta muy difícil distinguir los efectos de un tratamiento específico
entre la inmensa cantidad de variables que influyen en él.
Ejemplo: un individuo reporta que padece continuas molestias en la
garganta. Se le proporciona una pastilla (o unos chochitos homeopáticos)
diciéndole que resolverán el problema. A las pocas horas, el paciente
reporta que, efectivamente, las molestias han desparecido. ¿Basta eso para
decidir que el tratamiento, homeopático o convencional, es exitoso?
Difícilmente. Hay que tomar en cuenta que, aparte del tratamiento, el
paciente está sometido a una gran cantidad de estímulos. ¿Se encuentra bajo
estrés? ¿Ha dormido bien? ¿Qué ha comido? ¿Tiene alguna predisposición
genética? ¿Ha estado expuesto a condiciones ambientales adversas, o ha
tenido contacto con personas enfermas? ¿Consume otros medicamentos? ¿Alguna
droga? ¿Cambió recientemente sus hábitos? Cualquiera de estas variables
puede haber influido en la aparición de las molestias, o en su desaparición
(hay además enfermedades que "se curan solas", al cumplir su ciclo natural,
como sucede con cualquier catarro).
Por todo ello, a pesar de lo reportado por el terapeuta y por el propio
paciente, no es tan sencillo determinar que si un tratamiento resulta o no
efectivo clínicamente.
¿De dónde sacan entonces los médicos convencionales la confianza en sus
terapias? De que para evaluarlas realizan estudios clínicos masivos cuyos
resultados luego analizan con ayuda de una poderosa herramienta: la
estadística, que permite distinguir, entre una multitud de datos y
variables, si un efecto aparente puede o no ser atribuido, con cierto
límite de confiabilidad, a un tratamiento, independientemente de las demás
variables que se encuentren presentes.
Estos estudios incluyen además grupos de control a los que se les
proporciona un tratamiento placebo (una sustancia inocua, para compensar
que en muchos casos la convicción del paciente basta para producir una
mejora). Se utiliza también el método de "doble ciego", en que ni los
pacientes ni los médicos saben si están administrando el medicamento o el
placebo, para impedir que haya sutiles diferencias en la manera como el
médico trata al paciente.
Hoy los homeópatas realizan también estudios clínicos serios, usando
placebos y dobles ciegos, además de tratamiento estadístico, para sustentar
la efectividad de sus terapias. Algunos de estos estudios han dado
resultados positivos; otros negativos.
El problema con la homeopatía es que resulta poco creíble a la luz de los
conocimientos químicos y médicos actuales. Se basa en los principios de que
"lo semejante cura lo semejante" (para curar la fiebre habría que usar un
agente que cause fiebre) y de que la "potencia" de un medicamento aumenta
cuanto más se diluya.
Para intentar aclarar las cosas, investigadores de las universidades de
Berna, Bristol y Zurich realizaron un cuidadoso "metaestudio", es decir, un
análisis de 110 estudios clínicos sobre homeopatía publicados
recientemente, y los compararon mediante un análisis estadístico riguroso
con otros 110 estudios de medicina convencional. Sus resultados, publicados
a fines de agosto en la revista médica The Lancet (quizá la más prestigiada
del mundo), indican que los aparentes efectos clínicos de la homeopatía son
en realidad efectos placebo: daría lo mismo darle a los pacientes pastillas
de azúcar.
Pero ¡ojo!: como señalan los autores del estudio, aunque para algunos sea
un fraude, "para algunas personas la homeopatía puede ser una herramienta
que complemente a la medicina convencional". Después de todo, el uso de
placebos ayuda a restaurar la salud de algunos pacientes. Si es así, ¿dónde
está el daño en usarlos?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
HOLA AQUI ANDO EN FRIEGA LOCA CON TRABAJOS DE MI CARRERA, HE DORMIDO DOS HORAS DIARIOS, PERO YA TENGO BUENOS RESULTADOS EN MI PROMEDIO.
SALUDOS
POR CIERTO AQUI LES POSTEO LA COLUMNA SEMANAL DE UNO DE LOS NUEVOS INTEGRANTES DE KRAFTWERK
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Darwin y el secreto de las proteínas
28-septiembre-05
La semana pasada el premio Nobel de química Harold Kroto, descubridor de la
nueva forma de carbono denominada buckminsterfulereno, dio una charla en la
UNAM. Mostró cómo los nanotubos de carbono, derivados de ella, resultan muy
prometedores para la nanotecnología: la fabricación de máquinas en la
escala de las moléculas (millonésimas de milímetro). Kroto fue realista, y
comentó que la nanotecnología humana dista mucho de llegar a realizaciones
prácticas: se encuentra en una etapa más bien rudimentaria.
La evolución biológica, en cambio, ha producido verdaderas nanomáquinas:
las complejas proteínas que hacen posible el funcionamiento de las células
y con ello el fenómeno asombroso de la vida. Sir Harry mencionó ejemplos
como la hemoglobina de nuestros glóbulos rojos, que recoge oxígeno en los
pulmones y lo libera donde haga falta. Nada de lo que haya podido producir
el ser humano se encuentra siquiera cerca de la precisión de estas máquinas
moleculares.
Las proteínas son largas cadenas de aminoácidos, de los cuales existen 20
variedades. Se fabrican siguiendo las instrucciones directas de los genes,
que determinan qué aminoácidos formarán parte de la cadena proteica y en
qué orden.
Puede imaginarse, en una analogía fantasiosa, a una proteína como una larga
cadena de segmentos (aminoácidos), cada uno equipado con alguna
"herramienta" molecular (soplete, martillo, destornillador, pinzas). Una
vez construida, la cadena de proteína se enrolla naturalmente sobre sí
misma, en forma muy compleja, y en ese momento queda armada una sofisticada
máquina molecular programada para fabricar algo o llevar a cabo alguna
reacción química. Al adquirir la proteína su forma precisa, las
"herramientas" moleculares que la forman quedan en las posiciones correctas
para funcionar.
En los años 60 los biólogos moleculares descifraron el llamado "código
genético": las reglas con las que la célula traduce el lenguaje de los
genes al de las proteínas. Conociendo la información contenida en un gen,
se sabe exactamente a qué proteína dará origen.
Sin embargo, quedaba por resolver la "segunda parte" del código genético:
el problema de la forma precisa que adopta la cadena de aminoácidos una vez
fabricada -y por tanto de qué función tendrá. Luego de años de estudios, el
problema no ha podido ser resuelto, pues las reglas fisicoquímicas que
gobiernan el plegamiento de la cadena de proteína -y que tienen que ver con
la flexibilidad de la cadena y con las interacciones de los aminoácidos
entre ellos y con el agua que los rodea- son tan complejas que ni la
supercomputadora más poderosa puede calcularlas.
Pero la semana pasada la revista científica Nature publicó un artículo del
investigador Rama Ranganathan y su equipo, de la Universidad de Texas,
quienes aplicaron el razonamiento dar-winiano al problema, con resultados
muy prometedores.
Se sabe que al comparar proteínas similares de especies distintas, se
encuentran algunos aminoácidos "conservados" evolutivamente: aparecen
siempre en las mismas posiciones, a pesar de que otros hayan cambiado en el
curso de la evolución. Esto indica que son importantes.
Lo que no se había hecho es tomar en cuenta que algunos de estos
aminoácidos conservados se presentan siempre juntos: han "coevolucionado".
Es como si en la proteína un segmento que tuviera, digamos, una llave de
tuercas, necesitara siempre cerca otro segmento que tuviera unas pinzas; si
una de las dos herramientas no está presente, la otra resulta inútil.
Utilizando este razonamiento, Ranganathan generó reglas "evolutivas" con
las que predijo la estructura de nuevas proteínas que en teoría deberían
plegarse en forma similar a las naturales, y tener funciones similares.
Para comprobar su hipótesis, fabricó las proteínas en el laboratorio y
¡sorpresa!: cumplieron plenamente con sus expectativas.
De modo que, al parecer, el abuelo Darwin sigue teniendo algunos ases bajo
la manga. La lógica evolutiva parece triunfar donde los cálculos
fisicoquímicos fracasaron. Quizá los biólogos moleculares no tarden mucho
en diseñar proteínas artificiales adaptadas a nuestras necesidades. Se
abrirá así una nueva etapa en el desarrollo de la nanotecnología de
proteínas. Seguramente Harry Kroto estará feliz.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
SALUDOS
POR CIERTO AQUI LES POSTEO LA COLUMNA SEMANAL DE UNO DE LOS NUEVOS INTEGRANTES DE KRAFTWERK
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La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Darwin y el secreto de las proteínas
28-septiembre-05
La semana pasada el premio Nobel de química Harold Kroto, descubridor de la
nueva forma de carbono denominada buckminsterfulereno, dio una charla en la
UNAM. Mostró cómo los nanotubos de carbono, derivados de ella, resultan muy
prometedores para la nanotecnología: la fabricación de máquinas en la
escala de las moléculas (millonésimas de milímetro). Kroto fue realista, y
comentó que la nanotecnología humana dista mucho de llegar a realizaciones
prácticas: se encuentra en una etapa más bien rudimentaria.
La evolución biológica, en cambio, ha producido verdaderas nanomáquinas:
las complejas proteínas que hacen posible el funcionamiento de las células
y con ello el fenómeno asombroso de la vida. Sir Harry mencionó ejemplos
como la hemoglobina de nuestros glóbulos rojos, que recoge oxígeno en los
pulmones y lo libera donde haga falta. Nada de lo que haya podido producir
el ser humano se encuentra siquiera cerca de la precisión de estas máquinas
moleculares.
Las proteínas son largas cadenas de aminoácidos, de los cuales existen 20
variedades. Se fabrican siguiendo las instrucciones directas de los genes,
que determinan qué aminoácidos formarán parte de la cadena proteica y en
qué orden.
Puede imaginarse, en una analogía fantasiosa, a una proteína como una larga
cadena de segmentos (aminoácidos), cada uno equipado con alguna
"herramienta" molecular (soplete, martillo, destornillador, pinzas). Una
vez construida, la cadena de proteína se enrolla naturalmente sobre sí
misma, en forma muy compleja, y en ese momento queda armada una sofisticada
máquina molecular programada para fabricar algo o llevar a cabo alguna
reacción química. Al adquirir la proteína su forma precisa, las
"herramientas" moleculares que la forman quedan en las posiciones correctas
para funcionar.
En los años 60 los biólogos moleculares descifraron el llamado "código
genético": las reglas con las que la célula traduce el lenguaje de los
genes al de las proteínas. Conociendo la información contenida en un gen,
se sabe exactamente a qué proteína dará origen.
Sin embargo, quedaba por resolver la "segunda parte" del código genético:
el problema de la forma precisa que adopta la cadena de aminoácidos una vez
fabricada -y por tanto de qué función tendrá. Luego de años de estudios, el
problema no ha podido ser resuelto, pues las reglas fisicoquímicas que
gobiernan el plegamiento de la cadena de proteína -y que tienen que ver con
la flexibilidad de la cadena y con las interacciones de los aminoácidos
entre ellos y con el agua que los rodea- son tan complejas que ni la
supercomputadora más poderosa puede calcularlas.
Pero la semana pasada la revista científica Nature publicó un artículo del
investigador Rama Ranganathan y su equipo, de la Universidad de Texas,
quienes aplicaron el razonamiento dar-winiano al problema, con resultados
muy prometedores.
Se sabe que al comparar proteínas similares de especies distintas, se
encuentran algunos aminoácidos "conservados" evolutivamente: aparecen
siempre en las mismas posiciones, a pesar de que otros hayan cambiado en el
curso de la evolución. Esto indica que son importantes.
Lo que no se había hecho es tomar en cuenta que algunos de estos
aminoácidos conservados se presentan siempre juntos: han "coevolucionado".
Es como si en la proteína un segmento que tuviera, digamos, una llave de
tuercas, necesitara siempre cerca otro segmento que tuviera unas pinzas; si
una de las dos herramientas no está presente, la otra resulta inútil.
Utilizando este razonamiento, Ranganathan generó reglas "evolutivas" con
las que predijo la estructura de nuevas proteínas que en teoría deberían
plegarse en forma similar a las naturales, y tener funciones similares.
Para comprobar su hipótesis, fabricó las proteínas en el laboratorio y
¡sorpresa!: cumplieron plenamente con sus expectativas.
De modo que, al parecer, el abuelo Darwin sigue teniendo algunos ases bajo
la manga. La lógica evolutiva parece triunfar donde los cálculos
fisicoquímicos fracasaron. Quizá los biólogos moleculares no tarden mucho
en diseñar proteínas artificiales adaptadas a nuestras necesidades. Se
abrirá así una nueva etapa en el desarrollo de la nanotecnología de
proteínas. Seguramente Harry Kroto estará feliz.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Comentario semanal de la ciencia por gusto posteado por ASIMOV22
SALUDOS
MILENIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
La biología como evento masivo
La semana pasada ocurrió un hecho inusitado en la UNAM: una multitud de
estudiantes ansiosos de entrar a un evento que se había anunciado en la
Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario estuvo a punto de dar
un portazo -algo que es común en conciertos de rock-, pues el cupo de la
sala fue ampliamente rebasado por los asistentes.
Uno pensaría que no hay nada especialmente raro en esto (más allá del hecho
de que los eventos que se presentan en CU normalmente no convocan
multitudes). Yo, que estuve ahí, puedo atestiguar que noté dos cosas fuera
de lo común: una, que la multitud, a pesar de su ansiedad e inquietud,
mostraba un extraño orden& La segunda, que la gran mayoría eran estudiantes
de la Facultad de Ciencias, y más específicamente de la carrera de Biología
(esto lo supe no porque se les notara en la cara, sino porque suelo dar
clases en dicha facultad, además de que otro detalle extrañomuchos de ellos
llevaban bajo el brazo libros de biología evolutiva).
No: lo verdaderamente extraño es que no se trataba de un concierto de rock,
sino de ¡una conferencia científica! La ofrecía la famosa bióloga
estadunidense Lynn Margulis, quien debido a la multitud tuvo que presentar
su conferencia sobre evolución y simbiosis en las instalaciones, más
amplias, del cercano Museo de las Ciencias Universum.
Y claro, usted se preguntará, antes que nada, ¿quién demonios será esta
señora Margulis que causa tanto alboroto? La primera vez que escuché su
nombre fue en alguna conferencia del biólogo mexicano Antonio Lazcano,
especialista en el origen y la evolución de los seres vivos. Además del
chisme común (entre biólogos) de que Margulis fue la primera esposa del
famoso y desaparecido astrónomo Carl Sagan, Lazcano nos platicó cómo ella
ha sido una de las principales promotoras de la teoría de que la simbiosis
la formación de una asociación obligatoria y mutuamente beneficiosa entre
dos seres vivos distintoses, más que una rareza de la biología, un proceso
importantísimo en la evolución biológica.
En los tiempos en que yo era estudiante de licenciatura (los años ochenta),
la idea de que organelos celulares como las mitocondrias (llamadas las
centrales energéticas de la célula, pues oxidan los alimentos para producir
energía útil) habían sido originalmente bacterias que penetraron en una
célula y se quedaron a vivir en ella era francamente escandalosa. Una
locura. Y sin embargo, había una bióloga apellidada Margulis, se nos decía,
que presentaba amplias pruebas que apoyaban esta hipótesis de la
endosimbiosis (simbiosis interna). Entre otras cosas, la mitocondrias
tienen el mismo tamaño que las bacterias, tienen sus genes propios (que se
parecen a los de las bacterias), se duplican dentro de la célula a su
propio ritmo, independientemente de la división celular, y están rodeadas
no por una, sino por dos membranas (lo cual sería de esperar si hubieran
sido engullidas, pero no digeridas, por la célula mayor).
Con los años, Margulis y otros fueron acumulando evidencia de que no sólo
las mitocondrias, sino también los cloroplastos y otros organelos
celulares, son producto de la simbiosis. La Teoría Endosimbiótica comenzó a
aparecer en algunos libros de texto, y hoy es plenamente parte del canon
aceptado de la Biología Evolutiva.
Como si esto fuera poco, Lynn Margulis ha promovido otras visiones
revolucionarias en biología, como la famosa Teoría de Gaia, postulada por
el químico James Lovelock y que afirma que la influencia de los organismos
vivos la biósferaen el planeta Tierra es tal que determinan en gran parte
fenómenos atmosféricos, climáticos y hasta geológicos. Metafóricamente, la
Tierra es como un gran organismo autorregulado. Margulis también ha sido la
principal difusora de la clasificación de los organismos en cinco reinos
(gruesamente, bacterias, protozoarios, hongos, plantas y animales), que
sustituyó a la ya obsoleta de animales, vegetales y minerales.
En otras palabras, la noticia es que nuestra comunidad estudiantil es capaz
de reconocer a una académica de calidad internacional y acudir masivamente
a su conferencia. No sólo el rock interesa a los jóvenes universitarios.
¿No es esto una buena noticia?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
SALUDOS
MILENIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
La biología como evento masivo
La semana pasada ocurrió un hecho inusitado en la UNAM: una multitud de
estudiantes ansiosos de entrar a un evento que se había anunciado en la
Sala Carlos Chávez del Centro Cultural Universitario estuvo a punto de dar
un portazo -algo que es común en conciertos de rock-, pues el cupo de la
sala fue ampliamente rebasado por los asistentes.
Uno pensaría que no hay nada especialmente raro en esto (más allá del hecho
de que los eventos que se presentan en CU normalmente no convocan
multitudes). Yo, que estuve ahí, puedo atestiguar que noté dos cosas fuera
de lo común: una, que la multitud, a pesar de su ansiedad e inquietud,
mostraba un extraño orden& La segunda, que la gran mayoría eran estudiantes
de la Facultad de Ciencias, y más específicamente de la carrera de Biología
(esto lo supe no porque se les notara en la cara, sino porque suelo dar
clases en dicha facultad, además de que otro detalle extrañomuchos de ellos
llevaban bajo el brazo libros de biología evolutiva).
No: lo verdaderamente extraño es que no se trataba de un concierto de rock,
sino de ¡una conferencia científica! La ofrecía la famosa bióloga
estadunidense Lynn Margulis, quien debido a la multitud tuvo que presentar
su conferencia sobre evolución y simbiosis en las instalaciones, más
amplias, del cercano Museo de las Ciencias Universum.
Y claro, usted se preguntará, antes que nada, ¿quién demonios será esta
señora Margulis que causa tanto alboroto? La primera vez que escuché su
nombre fue en alguna conferencia del biólogo mexicano Antonio Lazcano,
especialista en el origen y la evolución de los seres vivos. Además del
chisme común (entre biólogos) de que Margulis fue la primera esposa del
famoso y desaparecido astrónomo Carl Sagan, Lazcano nos platicó cómo ella
ha sido una de las principales promotoras de la teoría de que la simbiosis
la formación de una asociación obligatoria y mutuamente beneficiosa entre
dos seres vivos distintoses, más que una rareza de la biología, un proceso
importantísimo en la evolución biológica.
En los tiempos en que yo era estudiante de licenciatura (los años ochenta),
la idea de que organelos celulares como las mitocondrias (llamadas las
centrales energéticas de la célula, pues oxidan los alimentos para producir
energía útil) habían sido originalmente bacterias que penetraron en una
célula y se quedaron a vivir en ella era francamente escandalosa. Una
locura. Y sin embargo, había una bióloga apellidada Margulis, se nos decía,
que presentaba amplias pruebas que apoyaban esta hipótesis de la
endosimbiosis (simbiosis interna). Entre otras cosas, la mitocondrias
tienen el mismo tamaño que las bacterias, tienen sus genes propios (que se
parecen a los de las bacterias), se duplican dentro de la célula a su
propio ritmo, independientemente de la división celular, y están rodeadas
no por una, sino por dos membranas (lo cual sería de esperar si hubieran
sido engullidas, pero no digeridas, por la célula mayor).
Con los años, Margulis y otros fueron acumulando evidencia de que no sólo
las mitocondrias, sino también los cloroplastos y otros organelos
celulares, son producto de la simbiosis. La Teoría Endosimbiótica comenzó a
aparecer en algunos libros de texto, y hoy es plenamente parte del canon
aceptado de la Biología Evolutiva.
Como si esto fuera poco, Lynn Margulis ha promovido otras visiones
revolucionarias en biología, como la famosa Teoría de Gaia, postulada por
el químico James Lovelock y que afirma que la influencia de los organismos
vivos la biósferaen el planeta Tierra es tal que determinan en gran parte
fenómenos atmosféricos, climáticos y hasta geológicos. Metafóricamente, la
Tierra es como un gran organismo autorregulado. Margulis también ha sido la
principal difusora de la clasificación de los organismos en cinco reinos
(gruesamente, bacterias, protozoarios, hongos, plantas y animales), que
sustituyó a la ya obsoleta de animales, vegetales y minerales.
En otras palabras, la noticia es que nuestra comunidad estudiantil es capaz
de reconocer a una académica de calidad internacional y acudir masivamente
a su conferencia. No sólo el rock interesa a los jóvenes universitarios.
¿No es esto una buena noticia?
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Por mi parte no pude acudir al evento por exceso de tarea. Tendré que conformarme con ver la grabación que se hizo del evento que pronto nos pasará un maestro.
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna
Hola:
Les posteo la columna de esta semana.
Saludos
ASIMOV22
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Medios, tiburones y Nicole Kidman
Mientras usted lee esto, se lleva a cabo en Morelia, Michoacán el 14º
Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica. En él se
discuten todo tipo de aspectos relacionados con esta labor y se presentan
propuestas y experiencias de lo más diverso, con la esperanza de que la
comunidad de divulgadores nacionales y las actividades que llevan a cabo,
vayan creciendo a un ritmo cada día mayor.
Entre los temas discutidos, destacó el de la relación de científicos y
divulgadores con los medios masivos de comunicación. Y es que, en un país
con más de 100 millones de habitantes, los divulgadores somos cada día más
conscientes de la urgente necesidad de llegar a públicos más amplios.
El problema es que en los medios masivos el espacio está mucho más
competido: los temas que ocupan las primeras planas de los periódicos son
la política, los deportes o el espectáculo. ¿Cómo lograr que la ciencia
salga ocupe un lugar prominente con tales competidores?
Un caso recientemente aparecido en la prensa mundial puede servir de
ejemplo de cómo la creatividad puede ofrecer soluciones al dilema. Se trata
de un excelente estudio (ya comentado en MILENIO Diario el pasado 8 de
octubre) sobre el comportamiento migratorio de los tiburones blancos de
Sudáfrica, llevado a cabo por investigadores de la World Conservation
Society, de Nueva York, y encabezado por un oceanólogo mexicano. El estudio
se publicó el 7 de octubre en Science, una de las dos revistas científicas
más influyentes y prestigiadas del mundo.
Consistió en colocar en las aletas dorsales de los tiburones unos
transmisores especiales que registraban sus movimientos (dirección,
profundidad) y luego enviaban la información a los investigadores. No todo
era sentarse a esperar que llegaran los datos, claro: primero tuvieron que
capturar a los tiburones y colocarles los transmisores, labor francamente
arriesgada.
Así se averiguó que los tiburones migran a distancias y profundidades mucho
mayores de lo que hasta ahora se suponía (hubo una hembra que viajó 20 mil
kilómetros en nueve meses, en viaje redondo de Sudáfrica a Australia), y lo
hacen con velocidades de casi cinco kilómetros por hora. Según explica el
temerario investigador que coordina el proyecto (a quien se ve en fotos
junto a las fauces de un tiburón mientras le coloca un transmisor), esto
cambia por completo la imagen que teníamos de los tiburones como animales
predominantemente costeros.
Cambian también las implicaciones para su conservación, pues debido a su
mala imagen pública y a su pesca excesiva, el tiburón blanco está en
peligro de extinción. Hasta ahora se pensaba que las poblaciones de lugares
distantes entre sí, como Australia y Sudáfrica, estaban aisladas; el
estudio muestra que no necesariamente es así, y que quizá las estimaciones
de población estén erradas.
Pero desde el punto de vista del periodismo científico, el estudio tiene
una característica notable: los investigadores, con excelente visión
noticiosa, y con el interés de atraer la atención pública para obtener
apoyo para sus proyectos, nombraron Nicole a la hembra que viajó a
Australia (en honor de la guapa australiana Nicole Kidman, quien ha
expresado su interés por la conservación de los tiburones).
Esto, junto con la calidad del estudio, logró atraer la atención de los
medios, que tuvieron así un anzuelo para convertir una noticia científica
importante en nota de primera plana, gracias al vínculo con el mundo del
espectáculo. (Habría que ver, claro, qué opina Kidman de ser comparada con
una tiburona).
El caso ejemplifica varias cosas. Que un mexicano producto del sistema
educativo mexicano puede convertirse en investigador internacional de
primer nivel. Que con recursos y creatividad puede no sólo hacerse ciencia
de primera, sino también lograr que esa ciencia ocupe un lugar en los
medios. Y finalmente, que los científicos están ya conscientes de que los
medios pueden ser sus aliados en la labor de procuración de fondos y de
difusión de sus resultados.
Quizá lo único triste es que rara vez esto ocurra en nuestro país, y que
muchos de los mayores logros de científicos mexicanos se den cuando
trabajan en otros países.
Ah, por cierto, un pequeño detalle de orgullo familiar. El investigador que
encabezó este estudio, Ramón Bonfil, es mi hermano.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
Les posteo la columna de esta semana.
Saludos
ASIMOV22
MILENIO DIARIO
La ciencia por gusto - Martín Bonfil Olivera
Medios, tiburones y Nicole Kidman
Mientras usted lee esto, se lleva a cabo en Morelia, Michoacán el 14º
Congreso Nacional de Divulgación de la Ciencia y la Técnica. En él se
discuten todo tipo de aspectos relacionados con esta labor y se presentan
propuestas y experiencias de lo más diverso, con la esperanza de que la
comunidad de divulgadores nacionales y las actividades que llevan a cabo,
vayan creciendo a un ritmo cada día mayor.
Entre los temas discutidos, destacó el de la relación de científicos y
divulgadores con los medios masivos de comunicación. Y es que, en un país
con más de 100 millones de habitantes, los divulgadores somos cada día más
conscientes de la urgente necesidad de llegar a públicos más amplios.
El problema es que en los medios masivos el espacio está mucho más
competido: los temas que ocupan las primeras planas de los periódicos son
la política, los deportes o el espectáculo. ¿Cómo lograr que la ciencia
salga ocupe un lugar prominente con tales competidores?
Un caso recientemente aparecido en la prensa mundial puede servir de
ejemplo de cómo la creatividad puede ofrecer soluciones al dilema. Se trata
de un excelente estudio (ya comentado en MILENIO Diario el pasado 8 de
octubre) sobre el comportamiento migratorio de los tiburones blancos de
Sudáfrica, llevado a cabo por investigadores de la World Conservation
Society, de Nueva York, y encabezado por un oceanólogo mexicano. El estudio
se publicó el 7 de octubre en Science, una de las dos revistas científicas
más influyentes y prestigiadas del mundo.
Consistió en colocar en las aletas dorsales de los tiburones unos
transmisores especiales que registraban sus movimientos (dirección,
profundidad) y luego enviaban la información a los investigadores. No todo
era sentarse a esperar que llegaran los datos, claro: primero tuvieron que
capturar a los tiburones y colocarles los transmisores, labor francamente
arriesgada.
Así se averiguó que los tiburones migran a distancias y profundidades mucho
mayores de lo que hasta ahora se suponía (hubo una hembra que viajó 20 mil
kilómetros en nueve meses, en viaje redondo de Sudáfrica a Australia), y lo
hacen con velocidades de casi cinco kilómetros por hora. Según explica el
temerario investigador que coordina el proyecto (a quien se ve en fotos
junto a las fauces de un tiburón mientras le coloca un transmisor), esto
cambia por completo la imagen que teníamos de los tiburones como animales
predominantemente costeros.
Cambian también las implicaciones para su conservación, pues debido a su
mala imagen pública y a su pesca excesiva, el tiburón blanco está en
peligro de extinción. Hasta ahora se pensaba que las poblaciones de lugares
distantes entre sí, como Australia y Sudáfrica, estaban aisladas; el
estudio muestra que no necesariamente es así, y que quizá las estimaciones
de población estén erradas.
Pero desde el punto de vista del periodismo científico, el estudio tiene
una característica notable: los investigadores, con excelente visión
noticiosa, y con el interés de atraer la atención pública para obtener
apoyo para sus proyectos, nombraron Nicole a la hembra que viajó a
Australia (en honor de la guapa australiana Nicole Kidman, quien ha
expresado su interés por la conservación de los tiburones).
Esto, junto con la calidad del estudio, logró atraer la atención de los
medios, que tuvieron así un anzuelo para convertir una noticia científica
importante en nota de primera plana, gracias al vínculo con el mundo del
espectáculo. (Habría que ver, claro, qué opina Kidman de ser comparada con
una tiburona).
El caso ejemplifica varias cosas. Que un mexicano producto del sistema
educativo mexicano puede convertirse en investigador internacional de
primer nivel. Que con recursos y creatividad puede no sólo hacerse ciencia
de primera, sino también lograr que esa ciencia ocupe un lugar en los
medios. Y finalmente, que los científicos están ya conscientes de que los
medios pueden ser sus aliados en la labor de procuración de fondos y de
difusión de sus resultados.
Quizá lo único triste es que rara vez esto ocurra en nuestro país, y que
muchos de los mayores logros de científicos mexicanos se den cuando
trabajan en otros países.
Ah, por cierto, un pequeño detalle de orgullo familiar. El investigador que
encabezó este estudio, Ramón Bonfil, es mi hermano.
<mailto:mbonfil@servidor.unam.mx>mbonfil@servidor.unam.mx
[El Cristianismo es] la creencia de que un zombie cósmico judío que era su propio padre puede hacerte vivir para siempre si comes simbólicamente su cuerpo y le dices telepáticamente que lo aceptas como tu amo, para que él pueda remover una fuerza maligna