15 Razones para odiar al gobierno.
Publicado: Mar Abr 22, 2008 8:18 am
La revista Día Siete en su edición número cuatrocientos la celebró con una serie de artículos que hablan de un cierto número cosas sobre 14 temas muy diversos y que sumados dan 400, de estos les reproduzco éste con la intención de postear una serie de artículos propios y leidos que tengan que ver con el mecanismo para entender al mexicano.
No cuesta nada odiar al gobierno, sea federal, estatal, municipal (o delegacional y del DF). Para empezar, vivir en la legalidad es engorroso y caro, y solo 2 de cada 100 delitos son castigados, dice el autor. Texto: Juan Manuel Servín.
Efectivamente, recientemente una sociedad civil demostró que de cada 100 pesos que recibe un mexicano 8 los destina al pago de cohechos, sin embargo la corrupción no es un mal que el gobierno combata, ni siquiera esta en su agenda. La lucha contra el narcotráfico y la reforma energética son las prioridades.
1 Si la democracia es un logro de la madurez política, tendríamos que aceptar que los mexicanos votamos por abrumador mayoría por el desmadre (en este contexto significa anarquía). Del os males, el que sea. En las elecciones presidenciales del 2006 anulé mi voto porque ningún gobierno ha conseguido hacer de este país un lugar menos injusto, violento o inseguro. Si alguien cree que es cuestión de tiempo para que todo cambie, más le vale creer también en la reencarnación.
2 Las violaciones constantes de los derechos humanos dañan seriamente al país. Pero el gobierno federal trata de convencernos de que es un asunto sin importancia. Respaldó a Ulises Ruiz (Gobernador de el sureño estado mexicano de Oaxaca) jamás aceptó ante Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, que durante el conflicto con la APPO (movimiento opositor al gobierno oaxaqueño) en 2006, los derechos de la gente hubieran sido violentados. Lo ocurrido en Oaxaca se repite en todo el país, de un modo u otro, porque la misión de la policía y el ministerio público es defender al poderoso.
3 Vivir dentro de la legalidad es engorroso y caro. El “hágale como quiera”, “el que no tranza no avanza”, “la palanca” (eufemísticamente llamada “trafico de influencias) para obtener un empleo, hacer negocios o evitar el vía crucis burocrático hasta para pagar una multa, son parte de un antiguo evangelio predicado por el gobierno y sus apóstoles. “Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar”, esta frase del Padrino Vito Corleone, queda como anillo al dedo a la doble moral del mexicano que se queja de la corrupción mientras paga mordidas (sobornos) para evitar una multa por estacionarse en doble fila.
4 El gobierno impide nuestro futuro. El salario mínimo es insultante aun para la autoestima más baja, que alimenta un sentido del honor inaplicable en gobernantes y legisladores. Tendría que aparecer una especie de deidad y decirnos claramente a qué se puede aspirar en este país y qué, de plano, es parte de un destino inexorable.
5 El gobierno nunca reacciona a tiempo y evade su responsabilidad ante los siniestros o desastres naturales. Nunca está a la altura de los desafíos. La prevención no es lo suyo. Recordemos el huracán que inundó Tabasco. Poco importa la indignación general, cuando el gobierno toma cartas en el asunto, ya salió a flote la corrupción y discrecionalidad con la que maneja los fondos para ayuda y reconstrucción. ¿Alguien sabe en que se utilizan? Y ¿por qué año tras año se repiten las mismas tragedias? El calentamiento global es la coartada de moda.
6 El gobierno ha degradado el ideal de democracia. La ha transformado a nuestras espaldas, en reducto de privilegiados que sólo se benefician entre ellos ¿Habrá un solo diputado que merezca su sueldo exorbitante? Los gobernantes nos endosan la responsabilidad de las crisis económicas u social, aunque sean ellos los que ejercen el poder, sus lujos, sus privilegios y sus recursos; el presupuesto nacional. Palo dado ni Dios lo quita, dice la sabiduría popular.
7 El gobierno se ha llenado de sujetos con un ego insoportable. Las revistas frívolas llenan sus páginas con presidentes, secretarios de Estado, senadores y diputados que nos abren “la intimidad” de sus mansiones. Ya nadie esconde su opulencia. Ahí está el rancho de Fox. Nuestras legisladoras no se quedan atrás posando semidesnudas en publicaciones de caballeros o actuando en películas que parecen homenajear el cine de ficheras (sexoservidoras). A ver con qué cara apoyan la ley contra “miradas lascivas”.
8 Ningún gobierno reconoce la voluntad de los votantes en este país. La exigencia de orden y regulaciones sensatas para la sana convivencia ciudadana no está en la agenda nacional. Bajo cualquier pretexto, algunos cientos de manifestantes bloquean calles y avenidas y con toda clase de garantías, la policía los ayuda a desquiciar las actividades de miles de personas extendiendo el cerco con vallas, escudos y retenes. El chiste es decir no a todo. Nadie protege al ciudadano pacífico que a diario lucha por conseguir o mantener un trabajo.
9 Nuestro derecho a la civilidad choca con el deterioro selectivo de los espacios públicos. La tarde del pasado 9 de marzo en la plaza de la ciudadela (en el DF), un estudiante de la vocacional 5 recibió un balazo en la pierna al tratar de impedir que otro joven le robara su celular. Esto ocurrió a menos de 100 metros de uno de los retenes instalados por vallas por la Policía Federal Preventiva. A dos calles de ahí, compactas hordas de ingobernables clamaban su existencia a gritos desafiantes o pachangueros a los que seguían bostezos de resignación. Por todas partes asomaban semblantes que amenazan convertirse en mayoría obesa obstinada en desmentir que somos un pueblo hambreado. Mientras tanto, bien pertrechado en su oficina de Bucareli, Mouriño (El encargado de la política interior) se la pasa como chinito, “nomás milando”.
10 Sólo falta que el gobierno reglamente el ruido y las arbitrariedades para incrementar su recaudación de impuestos. Si fuéramos realmente los fieros custodios de nuestro patrimonio entonces no estaría el país absolutamente desvastado. No lo digo solamente por la destrucción del territorio y la privatización de los sitios históricos, sino por el envilecimiento de las relaciones humanas.
11 El gobierno ha hecho de la escandalosa impunidad su mejor aliado político. El pacto social se sostiene de desfachatez y catastrofismo. La administración de justicia es una vacilada (burla). Recordemos que sólo dos de cada 100 delitos denunciados terminan en una consignación. No vayamos más lejos, la Suprema Corte de Justicia le dio a Puebla una nueva denominación de origen al coñac. Ya es inevitable identificar la bebida con marca “Gober precioso”, destilada a Mario Marin y sus exonerados catadores ( se refiere al fallo a favor del Gobernador de Puebla que le fue grabada una conversación con un sospechoso de pederastia al cual le agradecía su intervención por reprimir a una reportera que lo denunciaba. Diciéndole Gober precioso y prometiéndole dos botellas de coñac)
12 El gobierno fomenta la usura. Así es en todo. Pagamos tarifas, impuestos y réditos de primer mundo por servicios de tercera. No conozco a un solo caso de alguien que le haya ganado a Telmex (prácticamente única compañía telefónica de México), a la Compañía de Luz o a alguna de las instituciones bancarias que jinetean (manejan provechosamente) nuestro dinero. Los trámites y “aclaraciones” en las oficinas de cualquiera de estas empresas exaspera e indigna. Como consuelo nos ofrecen televisores encendidos para que la larga e infructuosa espera en la fila sea más entretenida. Televisa y TV Azteca como escarmiento (Se refiere a las dos únicas televisoras de TV abierta de detestable calidad).
13 Un programa de salud de corte policíaco y legisladores que se inspiran en la ley Volstead, la de la Prohibición norteamericana de los años veinte, ejemplifican las incongruencias del gobierno. La guerra santa contra el narcotráfico ha vuelto un simple consumidor de sustancias ilícitas un delincuente casi tan peligroso como un Zeta (un sicario del narcotráfico). La cruzada ya extendida a los fumadores ya amenaza a los bebedores. La obesidad, un problema de salud tan grave o más que los otros, no es medida con la misma vara. Las refresqueras y demás fabricantes de alimentos chatarra son intocables. Imagínense se en los lugares públicos se les prohibiera la entrada a los gordos, se les asignaran zonas restringidas, o se les cobrara tarifa doble en transportes y eventos masivos.
14 Si no es la Secretaria de Educación Pública y el belicoso sindicato de maestros liderado por Elba Esther Gordillo, debe ser el calentamiento global el causante del lamentable nivel educativo general, México quedó en último lugar en una prueba reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que evalúa la capacidad de alumnos de 15 años en 30 países para pensar científicamente e innovar. Y eso que la organización no se ha asomado a cualquier establecimiento comercial del país para ver cómo los dependientes usan calculadoras para sumar o restar diferencias en centavos.
15 Implantar un estado de derecho es básico, pero también lo es no mentir sobre algo tan doloroso como es la incertidumbre en que sobrevive la mayoría de la población. No bastan las pretensiones de legalidad, tampoco las mentiras y parches con que el gobierno tapa sus complicidades. Una cosa es el lastre del sistema priista y otra muy distinta solapar dinastías colgadas de los recursos del Estado y de la inoperancia de la Justicia. Ahí está el ejemplo reciente de la familia Sahagún Bribiesca (Hijastros de pasado Presidente que se hicieron millonarios en su mandato).
El odio contra el gobierno es un hilo de Ariadna que desmadeja intrigas, pifias y escándalos de la clase política. Su parsimonia e ineptitud superan cualquier predicción. El pueblo “bueno” (y el malo, supongo) resiste toda clase de sacrificios, incluido el chambismo (el subempleo) y el delito. Bien dicen que lo vergonzoso no es robar, sino que lo cachen a uno.
No cuesta nada odiar al gobierno, sea federal, estatal, municipal (o delegacional y del DF). Para empezar, vivir en la legalidad es engorroso y caro, y solo 2 de cada 100 delitos son castigados, dice el autor. Texto: Juan Manuel Servín.
Efectivamente, recientemente una sociedad civil demostró que de cada 100 pesos que recibe un mexicano 8 los destina al pago de cohechos, sin embargo la corrupción no es un mal que el gobierno combata, ni siquiera esta en su agenda. La lucha contra el narcotráfico y la reforma energética son las prioridades.
1 Si la democracia es un logro de la madurez política, tendríamos que aceptar que los mexicanos votamos por abrumador mayoría por el desmadre (en este contexto significa anarquía). Del os males, el que sea. En las elecciones presidenciales del 2006 anulé mi voto porque ningún gobierno ha conseguido hacer de este país un lugar menos injusto, violento o inseguro. Si alguien cree que es cuestión de tiempo para que todo cambie, más le vale creer también en la reencarnación.
2 Las violaciones constantes de los derechos humanos dañan seriamente al país. Pero el gobierno federal trata de convencernos de que es un asunto sin importancia. Respaldó a Ulises Ruiz (Gobernador de el sureño estado mexicano de Oaxaca) jamás aceptó ante Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, que durante el conflicto con la APPO (movimiento opositor al gobierno oaxaqueño) en 2006, los derechos de la gente hubieran sido violentados. Lo ocurrido en Oaxaca se repite en todo el país, de un modo u otro, porque la misión de la policía y el ministerio público es defender al poderoso.
3 Vivir dentro de la legalidad es engorroso y caro. El “hágale como quiera”, “el que no tranza no avanza”, “la palanca” (eufemísticamente llamada “trafico de influencias) para obtener un empleo, hacer negocios o evitar el vía crucis burocrático hasta para pagar una multa, son parte de un antiguo evangelio predicado por el gobierno y sus apóstoles. “Voy a hacerle una oferta que no podrá rechazar”, esta frase del Padrino Vito Corleone, queda como anillo al dedo a la doble moral del mexicano que se queja de la corrupción mientras paga mordidas (sobornos) para evitar una multa por estacionarse en doble fila.
4 El gobierno impide nuestro futuro. El salario mínimo es insultante aun para la autoestima más baja, que alimenta un sentido del honor inaplicable en gobernantes y legisladores. Tendría que aparecer una especie de deidad y decirnos claramente a qué se puede aspirar en este país y qué, de plano, es parte de un destino inexorable.
5 El gobierno nunca reacciona a tiempo y evade su responsabilidad ante los siniestros o desastres naturales. Nunca está a la altura de los desafíos. La prevención no es lo suyo. Recordemos el huracán que inundó Tabasco. Poco importa la indignación general, cuando el gobierno toma cartas en el asunto, ya salió a flote la corrupción y discrecionalidad con la que maneja los fondos para ayuda y reconstrucción. ¿Alguien sabe en que se utilizan? Y ¿por qué año tras año se repiten las mismas tragedias? El calentamiento global es la coartada de moda.
6 El gobierno ha degradado el ideal de democracia. La ha transformado a nuestras espaldas, en reducto de privilegiados que sólo se benefician entre ellos ¿Habrá un solo diputado que merezca su sueldo exorbitante? Los gobernantes nos endosan la responsabilidad de las crisis económicas u social, aunque sean ellos los que ejercen el poder, sus lujos, sus privilegios y sus recursos; el presupuesto nacional. Palo dado ni Dios lo quita, dice la sabiduría popular.
7 El gobierno se ha llenado de sujetos con un ego insoportable. Las revistas frívolas llenan sus páginas con presidentes, secretarios de Estado, senadores y diputados que nos abren “la intimidad” de sus mansiones. Ya nadie esconde su opulencia. Ahí está el rancho de Fox. Nuestras legisladoras no se quedan atrás posando semidesnudas en publicaciones de caballeros o actuando en películas que parecen homenajear el cine de ficheras (sexoservidoras). A ver con qué cara apoyan la ley contra “miradas lascivas”.
8 Ningún gobierno reconoce la voluntad de los votantes en este país. La exigencia de orden y regulaciones sensatas para la sana convivencia ciudadana no está en la agenda nacional. Bajo cualquier pretexto, algunos cientos de manifestantes bloquean calles y avenidas y con toda clase de garantías, la policía los ayuda a desquiciar las actividades de miles de personas extendiendo el cerco con vallas, escudos y retenes. El chiste es decir no a todo. Nadie protege al ciudadano pacífico que a diario lucha por conseguir o mantener un trabajo.
9 Nuestro derecho a la civilidad choca con el deterioro selectivo de los espacios públicos. La tarde del pasado 9 de marzo en la plaza de la ciudadela (en el DF), un estudiante de la vocacional 5 recibió un balazo en la pierna al tratar de impedir que otro joven le robara su celular. Esto ocurrió a menos de 100 metros de uno de los retenes instalados por vallas por la Policía Federal Preventiva. A dos calles de ahí, compactas hordas de ingobernables clamaban su existencia a gritos desafiantes o pachangueros a los que seguían bostezos de resignación. Por todas partes asomaban semblantes que amenazan convertirse en mayoría obesa obstinada en desmentir que somos un pueblo hambreado. Mientras tanto, bien pertrechado en su oficina de Bucareli, Mouriño (El encargado de la política interior) se la pasa como chinito, “nomás milando”.
10 Sólo falta que el gobierno reglamente el ruido y las arbitrariedades para incrementar su recaudación de impuestos. Si fuéramos realmente los fieros custodios de nuestro patrimonio entonces no estaría el país absolutamente desvastado. No lo digo solamente por la destrucción del territorio y la privatización de los sitios históricos, sino por el envilecimiento de las relaciones humanas.
11 El gobierno ha hecho de la escandalosa impunidad su mejor aliado político. El pacto social se sostiene de desfachatez y catastrofismo. La administración de justicia es una vacilada (burla). Recordemos que sólo dos de cada 100 delitos denunciados terminan en una consignación. No vayamos más lejos, la Suprema Corte de Justicia le dio a Puebla una nueva denominación de origen al coñac. Ya es inevitable identificar la bebida con marca “Gober precioso”, destilada a Mario Marin y sus exonerados catadores ( se refiere al fallo a favor del Gobernador de Puebla que le fue grabada una conversación con un sospechoso de pederastia al cual le agradecía su intervención por reprimir a una reportera que lo denunciaba. Diciéndole Gober precioso y prometiéndole dos botellas de coñac)
12 El gobierno fomenta la usura. Así es en todo. Pagamos tarifas, impuestos y réditos de primer mundo por servicios de tercera. No conozco a un solo caso de alguien que le haya ganado a Telmex (prácticamente única compañía telefónica de México), a la Compañía de Luz o a alguna de las instituciones bancarias que jinetean (manejan provechosamente) nuestro dinero. Los trámites y “aclaraciones” en las oficinas de cualquiera de estas empresas exaspera e indigna. Como consuelo nos ofrecen televisores encendidos para que la larga e infructuosa espera en la fila sea más entretenida. Televisa y TV Azteca como escarmiento (Se refiere a las dos únicas televisoras de TV abierta de detestable calidad).
13 Un programa de salud de corte policíaco y legisladores que se inspiran en la ley Volstead, la de la Prohibición norteamericana de los años veinte, ejemplifican las incongruencias del gobierno. La guerra santa contra el narcotráfico ha vuelto un simple consumidor de sustancias ilícitas un delincuente casi tan peligroso como un Zeta (un sicario del narcotráfico). La cruzada ya extendida a los fumadores ya amenaza a los bebedores. La obesidad, un problema de salud tan grave o más que los otros, no es medida con la misma vara. Las refresqueras y demás fabricantes de alimentos chatarra son intocables. Imagínense se en los lugares públicos se les prohibiera la entrada a los gordos, se les asignaran zonas restringidas, o se les cobrara tarifa doble en transportes y eventos masivos.
14 Si no es la Secretaria de Educación Pública y el belicoso sindicato de maestros liderado por Elba Esther Gordillo, debe ser el calentamiento global el causante del lamentable nivel educativo general, México quedó en último lugar en una prueba reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que evalúa la capacidad de alumnos de 15 años en 30 países para pensar científicamente e innovar. Y eso que la organización no se ha asomado a cualquier establecimiento comercial del país para ver cómo los dependientes usan calculadoras para sumar o restar diferencias en centavos.
15 Implantar un estado de derecho es básico, pero también lo es no mentir sobre algo tan doloroso como es la incertidumbre en que sobrevive la mayoría de la población. No bastan las pretensiones de legalidad, tampoco las mentiras y parches con que el gobierno tapa sus complicidades. Una cosa es el lastre del sistema priista y otra muy distinta solapar dinastías colgadas de los recursos del Estado y de la inoperancia de la Justicia. Ahí está el ejemplo reciente de la familia Sahagún Bribiesca (Hijastros de pasado Presidente que se hicieron millonarios en su mandato).
El odio contra el gobierno es un hilo de Ariadna que desmadeja intrigas, pifias y escándalos de la clase política. Su parsimonia e ineptitud superan cualquier predicción. El pueblo “bueno” (y el malo, supongo) resiste toda clase de sacrificios, incluido el chambismo (el subempleo) y el delito. Bien dicen que lo vergonzoso no es robar, sino que lo cachen a uno.