NERÓN Y EL GRAN INCENDIO DE ROMA
Publicado: Vie Dic 28, 2007 6:36 am
NERÓN Y EL GRAN INCENDIO DE ROMA
Estamos acostumbrados a tratar con fraudes de poca monta; farsantes que se ganan la vida asegurando tener algún tipo de poder (curación, videncia, telepatía,…) ¿Pero qué hay de los grandes fraudes respaldados por los gobiernos, la Iglesia y la industria cinematográfica?
Ya sabemos que Hollywood nunca a tenido vocación de instruir, sino de entretener o, y en algunos casos, de manipular la opinión del espectador. La frase “Nunca dejes que la verdad estropee una buena historia” ha sido una regla con muy pocas excepciones en la historia del cine. Lo entiendo y lo respeto (todo sea por el entretenimiento), pero considero que, cuando estamos viendo una película catalogada como histórica, tenemos derecho a esperar algo más de rigor. Por ejemplo, la última de este género que fui a ver, los 300, no estaba mal para pasar el rato (demasiada sangre y casquería para mi gusto), pero dejaba mucho que desear como película histórica. Entre otras cosas, me resisto a creer que tanto persas como espartanos tuviesen esas pintas de locas recién salidas de un gimnasio gay.
Pero de lo que quiero hablarles es de Nerón y el incendio de Roma. Hace unos días estuve viendo la película en TV; los actores fantásticos, los decorados inmejorables; pero todas las versiones (hay más de una) aseguran tajantemente que el gran incendio de Roma fue provocado por Nerón, quien tocaba el arpa y cantaba mientras contemplaba la catástrofe. Puede que Nerón no fuese una bellísima persona, pero tampoco fue el más pervertido, corrupto, sanguinario y negligente gobernante que haya tenido Roma. Los hubo mucho peores, pero Nerón acabó teniendo mala prensa; la Iglesia y Hollywood hicieron el resto.
Hay que ser prudente con los testimonios de los historiadores de la época, ya que éstos, lejos de ser objetivos, tenían por costumbre reflejar en sus escritos las filias y fobias propias y colectivas. Con todo, cabe la posibilidad de que el incendio fuese provocado por Nerón para acometer una deseable remodelación urbanística, o por los cristianos a causa de su fe en la inmediata parusía (el regreso de Cristo a la tierra). Pero, analizando los hechos en base a los conocimientos actuales, lo más sensato es concluir que se trató de un incendio accidental. De hecho, Roma se quemó otra vez en el año 69 y el 80. Si Vitellius y Tito (gobernantes en esas fechas) no han pasado a la historia como pirómanos criminales, se debe en mi opinión a que los cristianos no fueron acusados de esos incendios.
Conviene aclarar que la Roma era una ciudad en la que abundaban las edificaciones en madera y las calles estrechas. En esas condiciones, no es de extrañar que el incendio, que se originó en pleno mes de julio del año 64, entre las tiendas que vendían mercancías inflamables junto al Circo Máximo, se propagara tan rápidamente, afectando a 7 de los 14 distritos de la Ciudad y destruyendo completamente 4 de ellos. En los 7 días que permanecieron vivas las llamas, también fueron destruidos el palacio de Nerón, el templo de la estatua de Júpiter y el templo de Vesta.
Parece que las fuentes antiguas concuerdan en que se vieron a personas que avivaban el incendio. Mientras que para unos esa gente actuaba «por orden del emperador», otros testimonios señalan que lo hacían «para poder llevar a cabo con más libertad sus robos».
En cualquier caso, es posible que ante la magnitud del incendio y la imposibilidad de sofocarlo con medios ordinarios (los romanos poseían los primeros equipos de bomberos, y disponían de bombas manuales que podían lanzar agua hasta un cuarto piso) decidieran hacer cortafuegos realizando incendios controlados, lo que explicaría la presencia de “soldados” y otro personal de palacio.
Otro hecho que contribuyó a pensar que el incendio era provocado, fue que las llamas se separaron contra el viento (algo que hasta el siglo pasado era una evidencia). Sin embargo, ahora sabemos que un fuego grande consume tanto oxígeno, que es capaz de separarse, incluso contra el viento, para buscar más.
De lo que sí podemos estar seguros es de la falsedad del mito que nos sitúa a Nerón tocando la lira y cantando mientras ardía Roma. Tácito nos cuenta que Nerón se encontraba descansando en Antium a la hora del incendio.
Nerón regresó a Roma para organizar la reconstrucción, que pagó de sus propios fondos. Abrió sus palacios para proporcionar abrigo para los damnificados, y les suministró alimentos. Las nuevas casas fueron construidas en ladrillo, espaciadas, con pórticos y caminos anchos. También construyó un nuevo complejo de palacios.
Según Tácito, la población, convencida de la intencionalidad del incendio, buscó un chivo expiatorio. Ante los rumores que lo señalaban como responsable, Nerón acusó una secta llamada los cristianos, a quienes hizo arrestar “no tanto por incendiarios, sino por su odio de la raza humana.” Aunque los cristianos confesaron el crimen, es muy probable que fuesen confesiones falsas arrancadas mediante tortura.
Estamos acostumbrados a tratar con fraudes de poca monta; farsantes que se ganan la vida asegurando tener algún tipo de poder (curación, videncia, telepatía,…) ¿Pero qué hay de los grandes fraudes respaldados por los gobiernos, la Iglesia y la industria cinematográfica?
Ya sabemos que Hollywood nunca a tenido vocación de instruir, sino de entretener o, y en algunos casos, de manipular la opinión del espectador. La frase “Nunca dejes que la verdad estropee una buena historia” ha sido una regla con muy pocas excepciones en la historia del cine. Lo entiendo y lo respeto (todo sea por el entretenimiento), pero considero que, cuando estamos viendo una película catalogada como histórica, tenemos derecho a esperar algo más de rigor. Por ejemplo, la última de este género que fui a ver, los 300, no estaba mal para pasar el rato (demasiada sangre y casquería para mi gusto), pero dejaba mucho que desear como película histórica. Entre otras cosas, me resisto a creer que tanto persas como espartanos tuviesen esas pintas de locas recién salidas de un gimnasio gay.
Pero de lo que quiero hablarles es de Nerón y el incendio de Roma. Hace unos días estuve viendo la película en TV; los actores fantásticos, los decorados inmejorables; pero todas las versiones (hay más de una) aseguran tajantemente que el gran incendio de Roma fue provocado por Nerón, quien tocaba el arpa y cantaba mientras contemplaba la catástrofe. Puede que Nerón no fuese una bellísima persona, pero tampoco fue el más pervertido, corrupto, sanguinario y negligente gobernante que haya tenido Roma. Los hubo mucho peores, pero Nerón acabó teniendo mala prensa; la Iglesia y Hollywood hicieron el resto.
Hay que ser prudente con los testimonios de los historiadores de la época, ya que éstos, lejos de ser objetivos, tenían por costumbre reflejar en sus escritos las filias y fobias propias y colectivas. Con todo, cabe la posibilidad de que el incendio fuese provocado por Nerón para acometer una deseable remodelación urbanística, o por los cristianos a causa de su fe en la inmediata parusía (el regreso de Cristo a la tierra). Pero, analizando los hechos en base a los conocimientos actuales, lo más sensato es concluir que se trató de un incendio accidental. De hecho, Roma se quemó otra vez en el año 69 y el 80. Si Vitellius y Tito (gobernantes en esas fechas) no han pasado a la historia como pirómanos criminales, se debe en mi opinión a que los cristianos no fueron acusados de esos incendios.
Conviene aclarar que la Roma era una ciudad en la que abundaban las edificaciones en madera y las calles estrechas. En esas condiciones, no es de extrañar que el incendio, que se originó en pleno mes de julio del año 64, entre las tiendas que vendían mercancías inflamables junto al Circo Máximo, se propagara tan rápidamente, afectando a 7 de los 14 distritos de la Ciudad y destruyendo completamente 4 de ellos. En los 7 días que permanecieron vivas las llamas, también fueron destruidos el palacio de Nerón, el templo de la estatua de Júpiter y el templo de Vesta.
Parece que las fuentes antiguas concuerdan en que se vieron a personas que avivaban el incendio. Mientras que para unos esa gente actuaba «por orden del emperador», otros testimonios señalan que lo hacían «para poder llevar a cabo con más libertad sus robos».
En cualquier caso, es posible que ante la magnitud del incendio y la imposibilidad de sofocarlo con medios ordinarios (los romanos poseían los primeros equipos de bomberos, y disponían de bombas manuales que podían lanzar agua hasta un cuarto piso) decidieran hacer cortafuegos realizando incendios controlados, lo que explicaría la presencia de “soldados” y otro personal de palacio.
Otro hecho que contribuyó a pensar que el incendio era provocado, fue que las llamas se separaron contra el viento (algo que hasta el siglo pasado era una evidencia). Sin embargo, ahora sabemos que un fuego grande consume tanto oxígeno, que es capaz de separarse, incluso contra el viento, para buscar más.
De lo que sí podemos estar seguros es de la falsedad del mito que nos sitúa a Nerón tocando la lira y cantando mientras ardía Roma. Tácito nos cuenta que Nerón se encontraba descansando en Antium a la hora del incendio.
Nerón regresó a Roma para organizar la reconstrucción, que pagó de sus propios fondos. Abrió sus palacios para proporcionar abrigo para los damnificados, y les suministró alimentos. Las nuevas casas fueron construidas en ladrillo, espaciadas, con pórticos y caminos anchos. También construyó un nuevo complejo de palacios.
Según Tácito, la población, convencida de la intencionalidad del incendio, buscó un chivo expiatorio. Ante los rumores que lo señalaban como responsable, Nerón acusó una secta llamada los cristianos, a quienes hizo arrestar “no tanto por incendiarios, sino por su odio de la raza humana.” Aunque los cristianos confesaron el crimen, es muy probable que fuesen confesiones falsas arrancadas mediante tortura.