LA VERDAD SOBRE EL DILUVIO - Hebdomario Nº 4
Publicado: Vie Sep 07, 2007 3:55 pm
Os voy a contar la verdadera historia de esa pequeña inundación sobre la que tanto se ha exagerado. ¿Quién, alguna vez, no se dejó un grifo abierto por descuido? Si le hubiera ocurrido a otro vecino, sería una anécdota sin importancia, pero lo hago yo, y lo llaman “diluvio universal”.
Lo primero que hay que dejar bien claro es que no se trató de ningún castigo. Ya sabéis que soy un dios enrollado; yo no castigo a nadie. De eso se encargan las manadas de cabras salvajes violadoras que tengo en mi paraíso.
Ocurrió que hacía un calor infernal. Yo me sentía como en casa, pero veía a los pobres mortales freírse cual chuletones a las brasas, y, en una muestra de mi infinita generosidad, decidí montarles un enorme parque de atracciones acuáticas. Bueno, admito que, entre los puestos de comidas y bebidas, los reportajes fotográficos, gorras, camisetas y demás merchandising, mi infinita generosidad se veía ampliamente compensada.
Noe y su familia bajaban en balsa por la cascada artificial en el preciso instante que reventó el embalse y la corriente los arrastró mucho, mucho, mucho. Si alguien los ve, hagan el favor de decirles que tenemos las fotos que les tomamos mientras hacían rafting (pendientes de pago, por cierto). Y, de paso, a ver si nos aclaran dónde dejaron la embarcación de la empresa.
Por lo visto, llegaron a no sé qué montaña, y como no había nadie por allí, se pensaron que eran los únicos supervivientes, cuando en realidad eran los únicos pendejos que no pudimos rescatar. Claro, de ahí, a creer que eres un elegido de dios y todo ese rollo, sólo hay un paso. Está visto que el que no se consuela es porque no quiere.
La historia del arca hoy sería impensable. Para empezar, necesitas el correspondiente Permiso de Construcción, que no se consigue si la Consejería de Urbanismo y la Dirección de Cultura no dan el visto bueno al proyecto de un ingeniero colegiado. Nada más poner el primer madero, comenzarían las protestas de los vecinos y las inspecciones del Ministerio de Trabajo, con sus correspondientes multas por no dar de alta a los trabajadores, por incumplir las normas de seguridad, etc. Más tarde, cuando empezasen a entrar animales en el arca, a las protestas de los vecinos, habría que añadir las de los ecologistas. Todo esto sólo puede acabar de dos formas: O bien somos linchados por una enfurecida muchedumbre ecológico-vecinal, o nos salva antes la Guardia Civil, deteniéndonos por tráfico de especies protegidas.
En mi versión todo es mucho más razonable. Además de Noe y su familia, el único animal que viajaba a bordo era el perro y, como mucho, las pulgas que éste llevara. Para colmo, el animal cayó al agua dentro de su caseta con los primeros zarandeos de la corriente. Rescaté al perro y me hice cargo de él pensando que sería cuestión de unos días,… y hasta la fecha. Después de tanto tiempo, he empezado a sospechar que no ataron bien la caseta a la balsa a propósito. Lo cierto es que el animalito se gana bien su ración como guarda en la puerta de mi paraíso. No tolera las zapatillas deportivas ni los calcetines blancos. Ahora bien, por cuestiones culturales, no tiene nada que objetar a las sandalias ni a los pies descalzos.
Es increíble que la patraña del Diluvio Universal haya sido creída por tantas personas. ¿Cómo se puede negar la evolución con tanta furia, para a continuación, tragarse que blancos, negros, amarillos y rojos (que es como se ponen los blancos cuando toman mucho el sol) evolucionaron a partir de Noe y su descendencia?
Claro que también está la versión preferida por los grupos racistas, según la cual, las demás razas se salvaron porque Dios no los considera humanos, sino animales; y, en consecuencia, enjaularon a una pareja de cada una de ellas en las bodegas del arca. Puestos a elegir, prefiero la estupidez al racismo, aunque me temo que el racista también es estúpido por definición.
Bueno, como ya me he enrollado demasiado, en otra ocasión os hablaré sobre la destilería clandestina que montó Noe y la cogorza salvaje que se pilló un día.
Lo primero que hay que dejar bien claro es que no se trató de ningún castigo. Ya sabéis que soy un dios enrollado; yo no castigo a nadie. De eso se encargan las manadas de cabras salvajes violadoras que tengo en mi paraíso.
Ocurrió que hacía un calor infernal. Yo me sentía como en casa, pero veía a los pobres mortales freírse cual chuletones a las brasas, y, en una muestra de mi infinita generosidad, decidí montarles un enorme parque de atracciones acuáticas. Bueno, admito que, entre los puestos de comidas y bebidas, los reportajes fotográficos, gorras, camisetas y demás merchandising, mi infinita generosidad se veía ampliamente compensada.
Noe y su familia bajaban en balsa por la cascada artificial en el preciso instante que reventó el embalse y la corriente los arrastró mucho, mucho, mucho. Si alguien los ve, hagan el favor de decirles que tenemos las fotos que les tomamos mientras hacían rafting (pendientes de pago, por cierto). Y, de paso, a ver si nos aclaran dónde dejaron la embarcación de la empresa.
Por lo visto, llegaron a no sé qué montaña, y como no había nadie por allí, se pensaron que eran los únicos supervivientes, cuando en realidad eran los únicos pendejos que no pudimos rescatar. Claro, de ahí, a creer que eres un elegido de dios y todo ese rollo, sólo hay un paso. Está visto que el que no se consuela es porque no quiere.
La historia del arca hoy sería impensable. Para empezar, necesitas el correspondiente Permiso de Construcción, que no se consigue si la Consejería de Urbanismo y la Dirección de Cultura no dan el visto bueno al proyecto de un ingeniero colegiado. Nada más poner el primer madero, comenzarían las protestas de los vecinos y las inspecciones del Ministerio de Trabajo, con sus correspondientes multas por no dar de alta a los trabajadores, por incumplir las normas de seguridad, etc. Más tarde, cuando empezasen a entrar animales en el arca, a las protestas de los vecinos, habría que añadir las de los ecologistas. Todo esto sólo puede acabar de dos formas: O bien somos linchados por una enfurecida muchedumbre ecológico-vecinal, o nos salva antes la Guardia Civil, deteniéndonos por tráfico de especies protegidas.
En mi versión todo es mucho más razonable. Además de Noe y su familia, el único animal que viajaba a bordo era el perro y, como mucho, las pulgas que éste llevara. Para colmo, el animal cayó al agua dentro de su caseta con los primeros zarandeos de la corriente. Rescaté al perro y me hice cargo de él pensando que sería cuestión de unos días,… y hasta la fecha. Después de tanto tiempo, he empezado a sospechar que no ataron bien la caseta a la balsa a propósito. Lo cierto es que el animalito se gana bien su ración como guarda en la puerta de mi paraíso. No tolera las zapatillas deportivas ni los calcetines blancos. Ahora bien, por cuestiones culturales, no tiene nada que objetar a las sandalias ni a los pies descalzos.
Es increíble que la patraña del Diluvio Universal haya sido creída por tantas personas. ¿Cómo se puede negar la evolución con tanta furia, para a continuación, tragarse que blancos, negros, amarillos y rojos (que es como se ponen los blancos cuando toman mucho el sol) evolucionaron a partir de Noe y su descendencia?
Claro que también está la versión preferida por los grupos racistas, según la cual, las demás razas se salvaron porque Dios no los considera humanos, sino animales; y, en consecuencia, enjaularon a una pareja de cada una de ellas en las bodegas del arca. Puestos a elegir, prefiero la estupidez al racismo, aunque me temo que el racista también es estúpido por definición.
Bueno, como ya me he enrollado demasiado, en otra ocasión os hablaré sobre la destilería clandestina que montó Noe y la cogorza salvaje que se pilló un día.