EL PARAISO DE RÉFICUL - 3ª entrega del HR
Publicado: Sab Ago 11, 2007 5:09 pm
Aun no os he hablado del Paraíso de Réficul; mi principal oferta publicitaria para pescar devot@s (ya sabéis que los milagros no se me dan muy bien de momento). Pero antes de entrar en materia debo contestar la gran pregunta que tod@s se hacen, es: “¿Qué debo hacer para entrar en el Paraíso de Réficul? ¿Bastará con tener una fe inquebrantable en Él?”
Y la respuesta es:
“No, en absoluto. Tu fe me importa un carajo. ¿Has probado a pagar un desayuno con ella? Pues eso”.
Lo que cuenta es estar al corriente en el pago de diezmos y hacer buenas donaciones. Yo ofrezco todo tipo de comodidades y placeres; y eso hay que pagarlo. Ahora bien, si prefieres escuchar misa y música de arpa por toda la eternidad, ahí está la competencia; ve con Dios.
El segundo requisito para entrar en mi paraíso es el cumplimiento estricto de los 666 Mandamientos de Réficul (disponibles en fichero comprimido) o, en su defecto, la compra de mi perdón en forma de indulgencias. Pero, como estoy empezando, tengo una oferta de lanzamiento. Así, para los primeros 6.000 millones de devotos, todos los mandamientos se resumen en uno:
“NO PONDRÁS EL PAPEL HIGIÉNICO CON LA TIRA POR DENTRO”.
A vosotros, pobres e ignorantes mortales, os puede parecer una tontería el asunto del papel, pero de ello depende el futuro de la humanidad. Quizás os haga alguna revelación apocalíptica al respecto uno de estos días.
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, lo primero que veréis al llegar allí, será un portal cósmico interdimensional específico para cada sexo. Claro que, como no tenéis puta idea de lo que es eso, para que os resulte más fácil de localizar, al paraíso de los hombres le he dado la apariencia de moderno lupanar, mientras que las mujeres se encontrarán con la puerta de unos grandes almacenes en ÚLTIMAS REBAJAS.
Debéis saber que, para ingresar en mi Paraíso, no es necesario morirse. Todos aquellos que domináis el arte de los viajes astrales, podéis pasar allí los fines de semana o algunos días de vacaciones (precios según temporada).
Al llegar, os saldrá al paso mi fiel Bush (no le puse ese nombre porque sea un hijo de perra, sino porque mantiene una cruzada contra el mal) y las eficientes “Susan” y “Monse”, cuyos respectivos nombres son Mari Pili y Sandra. Lo otro es un diminutivo de los cargos que tienen en la jerarquía. Y me explico: En la iglesia reficuliana (para variar), son las mujeres quienes reparten hostias, por lo que hacen las veces de guardia personal y fuerzas de orden público.
El caso es que, una de estas noches tontas, a Mari Pili la nombré mi representante en la Tierra; es decir, Mama. De ahí, que reciba el título de “Susan”-tidad, la Mama (divinamente, por cierto). En cuanto a Sandra, … tiene méritos indiscutibles, por lo que acabó siendo “Monse”-ñora.
Una particularidad de mi paraíso es que no se le impide el paso a nadie, por muy cabrón que haya sido en su vida terrenal. Desde los presentadores de programas de misterio, hasta los que escuchan reggaeton a todo volumen, atormentando a sus vecinos, o a los inocentes transeúntes, si es que van paseando en sus autos recién tuneados; incluso la mismísima Margaret Thatcher, si se presentara; todos son bien recibidos en mi paraíso.
Otra cosa, de la que no me hago “oficialmente” responsable, es que estos cabronazos serán sistemáticamente violados por una manada de cabras salvajes, entre una y treinta veces diarias (en función de lo hijos de puta que hayan sido). En el fondo, esto es otro aliciente de mi paraíso. ¿Quién no pagaría por disfrutar de esas reconfortantes escenas por toda la eternidad?
Para que os hagáis una idea, os diré que el paraíso de los hombres tiene un terreno muy accidentado a base de atractivas curvas. En él crecen por doquier los “árboles nodriza” (una suerte de pechos-surtidores que suministran todo lo necesario: cerveza fresca, vino, güisqui, café con leche,…). Y en cuanto a la fauna, como podéis ver, … es tan acogedora y exuberante como la flora. En lugar de angelitos con arpas, he contratado a los mejores músicos de jazz y rock.
Y os aseguro que no he discriminado a ningún credo a la hora de diseñar mi paraíso. Hasta he tenido en cuenta el reclamo publicitario de las 72 vírgenes que oferta la “otra competencia”. Pero, sinceramente, eso me parece un castigo más que una recompensa. Sobre todo cuando las mejores “profesionales” del más allá han sido reclutadas para atender vuestras fantasías más íntimas.
Y la respuesta es:
“No, en absoluto. Tu fe me importa un carajo. ¿Has probado a pagar un desayuno con ella? Pues eso”.
Lo que cuenta es estar al corriente en el pago de diezmos y hacer buenas donaciones. Yo ofrezco todo tipo de comodidades y placeres; y eso hay que pagarlo. Ahora bien, si prefieres escuchar misa y música de arpa por toda la eternidad, ahí está la competencia; ve con Dios.
El segundo requisito para entrar en mi paraíso es el cumplimiento estricto de los 666 Mandamientos de Réficul (disponibles en fichero comprimido) o, en su defecto, la compra de mi perdón en forma de indulgencias. Pero, como estoy empezando, tengo una oferta de lanzamiento. Así, para los primeros 6.000 millones de devotos, todos los mandamientos se resumen en uno:
“NO PONDRÁS EL PAPEL HIGIÉNICO CON LA TIRA POR DENTRO”.
A vosotros, pobres e ignorantes mortales, os puede parecer una tontería el asunto del papel, pero de ello depende el futuro de la humanidad. Quizás os haga alguna revelación apocalíptica al respecto uno de estos días.
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, lo primero que veréis al llegar allí, será un portal cósmico interdimensional específico para cada sexo. Claro que, como no tenéis puta idea de lo que es eso, para que os resulte más fácil de localizar, al paraíso de los hombres le he dado la apariencia de moderno lupanar, mientras que las mujeres se encontrarán con la puerta de unos grandes almacenes en ÚLTIMAS REBAJAS.
Debéis saber que, para ingresar en mi Paraíso, no es necesario morirse. Todos aquellos que domináis el arte de los viajes astrales, podéis pasar allí los fines de semana o algunos días de vacaciones (precios según temporada).
Al llegar, os saldrá al paso mi fiel Bush (no le puse ese nombre porque sea un hijo de perra, sino porque mantiene una cruzada contra el mal) y las eficientes “Susan” y “Monse”, cuyos respectivos nombres son Mari Pili y Sandra. Lo otro es un diminutivo de los cargos que tienen en la jerarquía. Y me explico: En la iglesia reficuliana (para variar), son las mujeres quienes reparten hostias, por lo que hacen las veces de guardia personal y fuerzas de orden público.
El caso es que, una de estas noches tontas, a Mari Pili la nombré mi representante en la Tierra; es decir, Mama. De ahí, que reciba el título de “Susan”-tidad, la Mama (divinamente, por cierto). En cuanto a Sandra, … tiene méritos indiscutibles, por lo que acabó siendo “Monse”-ñora.
Una particularidad de mi paraíso es que no se le impide el paso a nadie, por muy cabrón que haya sido en su vida terrenal. Desde los presentadores de programas de misterio, hasta los que escuchan reggaeton a todo volumen, atormentando a sus vecinos, o a los inocentes transeúntes, si es que van paseando en sus autos recién tuneados; incluso la mismísima Margaret Thatcher, si se presentara; todos son bien recibidos en mi paraíso.
Otra cosa, de la que no me hago “oficialmente” responsable, es que estos cabronazos serán sistemáticamente violados por una manada de cabras salvajes, entre una y treinta veces diarias (en función de lo hijos de puta que hayan sido). En el fondo, esto es otro aliciente de mi paraíso. ¿Quién no pagaría por disfrutar de esas reconfortantes escenas por toda la eternidad?
Para que os hagáis una idea, os diré que el paraíso de los hombres tiene un terreno muy accidentado a base de atractivas curvas. En él crecen por doquier los “árboles nodriza” (una suerte de pechos-surtidores que suministran todo lo necesario: cerveza fresca, vino, güisqui, café con leche,…). Y en cuanto a la fauna, como podéis ver, … es tan acogedora y exuberante como la flora. En lugar de angelitos con arpas, he contratado a los mejores músicos de jazz y rock.
Y os aseguro que no he discriminado a ningún credo a la hora de diseñar mi paraíso. Hasta he tenido en cuenta el reclamo publicitario de las 72 vírgenes que oferta la “otra competencia”. Pero, sinceramente, eso me parece un castigo más que una recompensa. Sobre todo cuando las mejores “profesionales” del más allá han sido reclutadas para atender vuestras fantasías más íntimas.