Julio Verne. Visionario o profetizador?

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Moderadores: ASIMOV22, Moravec

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Adu
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Mensaje por Adu »

Aprecio tu comentario en este foro, es verdad hubiera sido como contar el final... y si Cantinflas es el rey de la película y se da tiempo de torear entre otras cosas(jajaja)(el fué torero), realmente lo considero un artista extraordinario.Me ha hecho pasar momentos muy agradables y cada vez que pasan una película de él, si el tiempo me lo permite es mi elección, no importa cuantas veces haya visto la película aún me siguen haciendo reir como la primera vez.

Te envio también mis respetuosos saludos.
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Roberto
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Mensaje por Roberto »

Perdón por decir el final, pero ya a estas alturas es vox populi, y la razón de Moravec es la correcta no tendría chiste decir en el titulo el final.

Saludos.
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Adu
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Mensaje por Adu »

Por supuesto,amigo Roberto.No se si recuerda Roberto que vez pasada comentábamos como las nuevas generaciones han perdido el hábito de la lectura. hace unos días hablando con un chico de 16 años, me dijo que el único libro que había leido en su vida era uno de los libros de Harry Potter y me lo comentó con orgullo.La verdad que no puedo creer que desistan de la lectura y hablen de ella como algo fastidioso, por eso trato de recomendar cada vez que puedo un libro que les resulte grato y los entusiasme a seguir con la lectura. Le recomendé este sitio y me dijo que el nunca iba a poder escribir o participar en nada de nada, y yo le dije, nunca es tarde, no hay mejor comienzo que comenzar a leer y le presté un libro. " Los hijos del capitán Grant" de verne, ya que le ofrecía un relato dinámico y entretenido, supongo que seguiré con el clásico de Mark Twain " La aventuras de tom Sawyer" veré que pasa.

le mando saludos respetuosos
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Roberto
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Mensaje por Roberto »

En este caso no se si este en lo correcto, pero, dada la televisión y el Internet y toda la parafernalia de la publicidad los jóvenes de estos tiempos son muy complejos y, perdón por blasfemar, pero, no sería más entendible para ellos leer toda la secuencia de los libros de Harry Potter yo ya los leí y no se me hicieron malos, supongo que no te va a gustar mi sugerencia, a mi me encanta Verne, pero no se si los chavos de ahora lo vean muy ingenuo ¿Qué opinas?
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Adu
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Mensaje por Adu »

No tengo nada contra los libros de Harry potter, pero apunto a que un chico de 16 años que a leido un libro en toda su vida(recientemente), me parece lamentable. Le ofrecí algo de otro género,(esos los leí en mi niñez) tengo Kafka, Niesche y no creo que le guste, quizas si optara por leer la comunidad de los anillos o algo así..., No me ofendo por tu sugerencia, creo que es un poco infantil para un jóven de su edad, pero era lo único que encontré para él. Quería un libro con pocas páginas y letras grandes. soy consciente de como los avances tecnológicos y los medios de comunicación, entre otros pueden nublar la visión de las nuevas generaciones pero que le vamos a hacer. hay una novela que se llama el tatuado de la danza macabra que tuve la oportunidad de leer hace poco, no está mal, es policial, quizás algoa sí sea lo indicado.Como siempre Roberto, gracias por tu participación y le envío mis respetuosos saludos
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Adu
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Mensaje por Adu »

Estimados amigos los invito a leer un fragmento de una página extraido de un artículo de Daniel Viglione, adjunto la dirección para que la lean atentamentey el comentario de los principales escritos de Verne. Los saludo respetuosamente.
Fuente: Clarin.com
BS: Abril 2005

http://www.buenasiembra.com.ar/literatu ... /verne.htm


El gran escritor francés, de cuya muerte se acaban de cumplir cien años, se adelantó a su tiempo a través de la fantasía: narró los viajes espaciales, las travesías en submarino y hasta recreó una videoconferencia, cuando la ciencia apenas soñaba con estos avances. Su legado perdura en más de 80 novelas y en la imaginación de varias generaciones. Estas páginas repasan su vida y su obra, que incluye un viaje por Verne en diez novelas. Además, el filósofo Pablo Capanna analiza el costado científico de sus narraciones y el crítico Diego Brodersen explica cómo el cine abordó sus libros.

Una obra gigantesca, pero efímera. No durará". Un siglo más tarde, el afán profético de esta frase publicada en la necrológica que el diario Le Matin le dedicó a Julio Verne el 25 de marzo de 1905, tropezó con una realidad muy diferente. El día anterior, en una casa ubicada en el número 44 de Boulevard Longueville, en la ciudad de Amiens, Verne moría a los 77 años de edad, enfermo de diabetes.

Con su desaparición dejaba a la literatura huérfana de maravillas por descubrir, de folletines en tela de juicio, de hallazgos científicos y tecnológicos perdurables. Hace exactamente cien años, Verne dejaba de darle al mundo un bosquejo de cómo podía ser el futuro. ¿Habría imaginado el escritor francés un presente como el de hoy? En una de sus últimas cartas, sentía que todo aquello que lo rodeaba era pobre y pequeño: "Cada vez veo peor y he perdido también un oído; gracias a esto sólo corro el peligro de oír la mitad de las tonterías y de las mezquindades que corren por el mundo. Es un gran consuelo".

A cien años de su muerte, la obra del creador del capitán Nemo —admirada por escritores como Tolstoi o Saint-Exupéry y estudiada por críticos como Foucault y Roland Barthes— se transformó en una de las más importantes de la literatura universal: la labor de un hombre del siglo XXI. La narrativa de un clásico de siempre.


Una isla como patria

El 8 de febrero de 1828, en la isla Feydeau, en la ciudad francesa de Nantes, Sophie Allote de la Füye dio a luz al primero de sus cinco hijos: Julio Gabriel Verne. Criado en el seno de una típica familia burguesa parisina, a los seis años comenzó a recibir clases especiales y a los diez ingresó en el colegio Saint-Stanislas; las materias en las que se destacó notoriamente fueron geografía, griego y latín, y hasta era capaz de traducir al francés algunos textos escritos en estas lenguas. Sus estudios de bachiller, a partir de los trece años, los hizo en el liceo Real de Nantes. Eran años en los que ya se insinuaban sus deseos por viajar y escribir, aunque el Verne adolescente era consciente del destino que su familia tenía preparado para él. Su padre, Pierre Verne, un prestigioso abogado de la ciudad de Nantes —hijo también de un reconocido juez de Francia—, había decidido, en el mismo momento en que su primer hijo nació, que el primogénito se acomodara a la vocación de sus mayores.

En cierta forma, su padre favoreció el hecho de que tomara contacto con una realidad que Nantes no vivía: cuando cumplió los 19 años, lo obligó a trasladarse a la capital para seguir la carrera de leyes. Este hecho marcaría para siempre la vida de Verne: mientras Nantes estaba vacía de encantos, en París encontraría la magia, las luces y el encanto de una ciudad bulliciosa y en pleno recambio; y no sólo eso, también disfrutó caminar por las mismas calles donde transitaban Balzac, Dumas o el propio Baudelaire.


Bajo el influjo de París

Verne fue testigo de una Francia que vivía un momento muy relevante de su historia, y París era el epicentro de todo lo que sucedía en el país: tras la Revolución de febrero de 1848, se proclamó la Segunda República y el príncipe Luis Napoleón asumió la presidencia; se establece el sufragio universal y la abolición de la esclavitud llega a las colonias francesas. En sus primeros años en París, Verne escribe dos obras estrechamente relacionadas con estos episodios: una tragedia en verso para marionetas y lo que más tarde sería su primera obra de teatro: Alejandro VI.

¿Qué se sabe de ese Verne de 20 años, estudiante de leyes en una ciudad desmesurada y ajena? El único dinero que posee es el que le envía su padre, y para poder ahorrar come únicamente pan y leche; también se muda de la pensión de sus primeros meses a una buhardilla compartida. Sin embargo, asiste a veladas y salones literarios de la mano de su tío y es en esa época cuando conoce personalmente a Alejandro Dumas. Su amistad con el autor de El Conde de Montecristo lo lleva a sentarse en el palco de honor el día en que Los tres mosqueteros se estrenó en su adaptación para el teatro.

Ya graduado como abogado, Julio Verne insiste en quedarse en París aunque su padre lo intime a volver a Nantes y lo amenace con no enviarle más dinero, cosa que efectivamente deja de hacer. Bajo esas circunstancias, Verne comienza a trabajar como secretario del Teatro Lírico y se instala a diario en la Biblioteca Nacional para estudiar materias como matemática, física, química, oceanografía, geología y astronomía. se sumerge con avidez en los temas que luego serían el motor de su narrativa. También aprovecha cada segundo libre para escribir piezas de teatro, poemas, cuentos, canciones, operetas y sainetes, incluso llega a comprarse un piano para preparar sus obras. Alguno de esos títulos fueron publicados en la revista parisina Musee des familles y más tarde, cuando era ya un escritor consagrado, reaparecieron en los volúmenes de Viajes Extraordinarios. Entre 1852 —año en el que logra publicar y poner en escena su comedia Las pajas rotas— y 1855, publica varios cuentos (entre otros, Un drama en México, Una invernada entre los hielos y MaÃtre Zacarías) y obras de teatro como Castillos en California y Colin-Maillard, ambas escritas en colaboración.

Mientras tanto, aquejado por intensos dolores de cabeza, problemas en los oídos, un permanente insomnio y una parálisis facial que se repetirá de manera intermitente a lo largo de toda su vida, Verne se refugia en un exceso de trabajo y, en lo personal, en un tobogán difícil de domesticar que casi lo lleva a aceptar una boda por conveniencia arreglada por sus padres. Aquellos años en los que su situación económica era muy dura y en la que sus sentimientos no eran correspondidos, cambiaron repentinamente en mayo de 1856, en un viaje que realiza a Amiens. Allí conoce a Honorine de Viane, una joven viuda madre de dos niñas.

El 10 de enero de 1857, a poco menos de un año de estar juntos, Verne contrae matrimonio y se traslada a vivir a París nuevamente. Entonces conoce a su cuñado, quien lo incita a convertirse en un agente de la Bolsa, trabajo en el que le irá muy bien y en el que se mantuvo hasta 1863. Luego del cuarto año de matrimonio, en agosto de 1861, nacerá su único hijo, Michel.

El encuentro con Hetzel

En enero de 1863, a los 35 años y con más de veinticuatro obras de teatro escritas, Julio Verne publica su primera novela: Cinco semanas en globo. El encuentro con uno de los editores más reconocidos de su época, Jules Hetzel, le ayudó en su sueño de convertirse en un escritor famoso. La relación de amistad y trabajo que ambos tuvieron perduró hasta 1887, año en el que Hetzel murió.

Este personaje marcaría una bisagra fundamental en la vida del escritor. Jules Hetzel era un hombre que amaba su época, siempre atento a las nuevas ideas y a los nuevos talentos. Entre otros nombres, había publicado las obras de Víctor Hugo y Jules Michelet, convirtiéndose en uno de los editores más importantes del siglo XIX. Un año antes de que fuera publicada su novela, Verne había visitado casi todas las editoriales parisinas sin éxito: a nadie le interesaba publicarla. Fue Hetzel quien intuyó el talento del joven Verne: "Tiene usted madera de escritor —le dijo—, pero necesita convertir esta novela en algo más sólido y ordenado, en una auténtica novela de aventuras". Luego de indicarle qué tipo de correcciones tenía que hacerle a su texto para que pudiera ser publicado (por ejemplo, el título original era Un viaje en los aires), Hetzel aguardó a que saliera a la venta para ver cuáles serían los resultados: Cinco semanas en globo tuvo un notable éxito y Hetzel no tardó en hacerle firmar a Verne un contrato por sus próximas obras. Cinco semanas en globo se inscribía en la historia de la narrativa como la primera novela que incluía temas científicos en la literatura, una novela adelantada a su tiempo. La novela de un hombre de otro siglo.

Un viajante visionario

La historia que se narra en Cinco semanas en globo es el relato de un viaje hecho por el doctor Fergusson y sus acompañantes sobre el continente africano. El globo —llamado Victoria—, estaba inspirado en las muchas experiencias que ya se habían tenido en los viajes aerostáticos, aunque por aquellos tiempos nunca hacían un recorrido muy largo, a lo sumo de Turín a Marsella.

De esta manera, Julio Verne inicia una serie de proyecciones o invenciones que lo muestran como un escritor avanzado en el campo de la ciencia. Mucho se discute acerca de esta particularidad, pero basta nombrar el uso de algunas máquinas o invenciones que aparecen en sus libros para pensar que era un hombre que navegaba más allá que sus contemporáneos.

En Cinco semanas en globo habla de los viajes en globo de largo aliento y del descubrimiento de las fuentes del Nilo; en De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna (1869) escribe acerca del uso de cañones a larga distancia, de viajes espaciales y de los primeros hombres en pisar la Luna; en Veinte mil leguas de viaje submarino (1869) narra la búsqueda de tesoros sumergidos en el fondo del mar, el uso de la escafandra y de la corriente eléctrica como fuerza de propulsión, así como del descubrimiento del Polo Sur; en Los quinientos millones de la Begún (1878) menciona el uso de satélites artificiales; en Robur el conquistador (1885) describe un helicóptero y en su novela En el siglo XXIX (1890), habla acerca de una videoconferencia.

Pero no sólo en la ciencia o en su propia imaginación encontraba Verne un motivo que lo impulsara a escribir una historia; él fue un hombre que viajó incansablemente durante toda su vida y de cada viaje extraía anécdotas y aventuras que luego transformaba en literatura: en 1859 viajó por Bordeaux, Liverpool, Edinburgh, Escocia y Londres, y de estas impresiones surgió el libro Viaje con rodeos a Inglaterra y Escocia. En 1861 visitó Escandinavia (mientras estaba fuera del país, Honorine trajo al mundo a su hijo Michel). En 1867, Verne se embarcó en el transatlántico Great Eastern rumbo a los Estados Unidos, allí visitó Nueva York y las cataratas del Niágara (experiencia que aparece en Una ciudad flotante). Invitado por su editor, entre 1871 y 1873 estuvo en Jersey, Londres y Woolwich. En 1876 hizo una expedición por el litoral inglés. En 1878, un largo viaje a bordo de su yate, el Saint-Michel III, lo llevó a Lisboa, Tánger, Gibraltar y Argel. Nuevamente en su yate, Verne viaja en 1879 por las costas de Inglaterra y Escocia. En 1880 visitó Irlanda y Noruega. En 1881 viajó a los Países Bajos, Alemania y Dinamarca (a bordo del Saint-Michel III, Verne escribió De Rotterdam a Copenhague). Durante los años siguientes viajará a través del Mediterráneo: su brújula lo lleva a Argel, Malta, Italia y otros países. Pero a partir de 1886 un retiro forzoso le puso freno a su espíritu viajero: un sobrino suyo, enfurecido porque Verne no le prestó un dinero que le pedía, le disparó dos tiros en una pierna que lo dejaron cojo por el resto de su vida.

La novela consagratoria

Luego del primer éxito que tuvo Cinco semanas en globo, Verne escribió varias obras importantes (entre las que pueden citarse el ensayo literario Edgar Poe y sus obras, París en el siglo XX, Aventuras del capitán Hatteras, Viaje al centro de la Tierra, De la Tierra a la Luna, San Carlos, Los forzadores de bloqueos: de Glasgow a Charleston, Los hijos del capitán Grant y la ya mencionada Una ciudad flotante), pero no fue hasta 1869, con la aparición de Veinte mil leguas de viaje submarino, que su fama llegó al punto más alto.

La novela muestra cómo el capitán Nemo, a bordo del Nautilus, rechaza a los seres humanos y al mundo que éstos habitan; Nemo decide viajar en su submarino y alejarse definitivamente de su país, elige no ser nadie en el mundo: "He roto con toda la sociedad por razones que sólo yo tengo el derecho de apreciar. No estoy sometido por lo tanto a ninguna de sus leyes". Veinte mil leguas de viaje submarino será la consagración definitiva de Julio Verne: la fama y el dinero habían llegado a su vida.

Durante varios años sólo se dedica a viajar en su yate y a concebir otra de sus grandes novelas consagratorias: La vuelta al mundo en ochenta días, publicada en 1873. Luego vendrán La isla misteriosa, Miguel Strogoff, Las indias negras, Los quinientos millones de la Begún, La casa de vapor, El rayo verde y otro medio centenar de títulos. Uno de sus últimos libros es Dueño del mundo, escrito en 1903.

Póstumamente aparecieron muchas novelas, dadas a conocer por su hijo Michel, que aún permanecían inéditas y de las cuales todavía se discute su autenticidad: El faro del fin del mundo (que transcurre en Tierra del Fuego), El volcán de oro, La agencia Thompson y Cía, La caza del meteoro y El piloto del Danubio, entre otros títulos.

Un Verne oculto

Al consultar muchos de los artículos de varios especialistas en la obra verniana, se llega a la conclusión de que el autor francés cargaba muchos de sus textos de mensajes y palabras ocultas. Una de las hipótesis que se maneja es que Verne pertenecía a algún tipo de sociedad secreta o que estaba vinculado con la masonería francesa; otra teoría asegura que le daba mucha importancia a los nombres de sus personajes y por esto los reforzaba de algún sentido especial.

Podrían citarse, por ejemplo, las especulaciones que se han realizado acerca de los anagramas o las escrituras en clave —en las que los signos gráficos de la lengua francesa se veían alterados— que Julio Verne utilizó para nombrar a algunos de sus personajes: en Veinte mil leguas de viaje submarino, el protagonista es el capitán Nemo, cuyo significado en latín es "nadie" y que condice con la personalidad con que dotó a su célebre marino. En esa misma obra aparece la frase "Nautron respoc lorni virch"; los estudiosos dicen que el significado de esa frase es "Crespo no está a la vista del Nautilus" (compuesto por palabras con raíces de latín, por anagramas, por alusiones a palabras francesas y por deformaciones de algunos términos alemanes).

Otros ejemplos que citan los especialistas en su obra son el apellido del protagonista de la novela El secreto de Matson —Pierdeux—, o el de la novela Héctor Servadac, o bien el de los dos personajes del cuento El doctor Ox —Ox y su auxiliar Ygene—: en el primer caso estiman que Pierdeux es la fórmula del cálculo del área de la circunferencia (pi-r-2); Servadac, escrito de derecha a izquierda, es cadáveres en francés, y Ox y Ygene forman la palabra oxígeno, tema central del cuento.

¿Existió un Verne oculto? Estas especulaciones sobre anagramas y mensajes cifrados no han logrado desentrañar el significado de la inscripción aparecida en Viaje al centro de la Tierra: "Et quacumque viam dederit fortuna sequamur". Hace cien años, Verne se llevó ese secreto
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