Arquitectura de la Maldad.
- Roberto
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Arquitectura de la Maldad.
Un tema para reflexionar de Jorge Zepeda Patterson, a mi me impresionó. Conforme lo voy leyendo me convence cada día más este articulista.
OTROS AMBITOS.
Arquitectura de la maldad.
Por: Jorge Zepeda Patterson.
No es casual que esta novela (“Las Benévolas” de Jonathan Littel) se haya convertido en el libro del año en Europa y recibido el premio Goncourt, máximo galardón literario francés. Relata las memorias de Maximiliam Aue, un funcionario de la SS a quien “le tocó” exterminar y torturar a enemigos políticos del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no se trata de una obra más sobre el Holocausto. Se trata más bien, y de allí la conmoción que este libro ha causado, de la manera en que el ser humano puede cometer las mayores atrocidades en nombre de la fe, el bien común o simplemente por la legítima necesidad de hacer su trabajo de manera correcta y eficiente.
O como el propio autor lo señala en una entrevista al diario “El País”: “ ocurre que muchos chicos y chicas de cualquier Estado americano eligen marcharse a Irak a torturar gente. Éticamente están muy confundidos, está claro. Pero se puede entender esta confusión cuando existen juristas que en ese país legitiman la tortura ¿qué puedes esperar? Cuando se les da una formación militar con arreglo a eso, ¿qué esperas? No puedes esperar que alguien no te torture porque sea un buen tipo y se apiade, debes exigir que nadie torture a nadie, sencillamente porque existen leyes que lo prohíben y que eso se castigue ”.
La verdadera maldad no se encuentra en el comportamiento de los sicópatas, sino, en la aceptación activa del hombre común y corriente que se convierte en una maquina trituradora de otros hombres. Así lo explica el propio torturador:” en el programa de exterminio de los enfermos, seleccionados mediante disposiciones legales, los recibían en un edificio unas enfermeras profesionales que registraban la entrada y los desnudaban; unos médicos los examinaban y los llevaban a un cuarto cerrado; un operario abría el gas; otros, limpiaban; un policía extendía el certificado de defunción. Cuando después de la guerra, interrogaron a esas personas, todas dijeron: ¿Culpable yo?.La enfermera no mató a nadie, se limitó a desnudar y a tranquilizar a unos enfermos, gestos habituales en su profesión. El médico tampoco mató a nadie; sencillamente confirmó un diagnóstico, ateniéndose a criterios fijados por otras instancias. El peón que habré la llave del gas, esa persona que es, pues, la que se halla más próxima en el tiempo y en el espacio al asesinato, realiza una operación técnica bajo la supervisión de su superiores y de los médicos.¿Quién es culpable, pues?¿Todos o nadie?¿Por qué iba a ser más culpable el operario encargado de las calderas, el jardín o los vehículos? ”.
Esto es valido incluso para el soldado que dispara en la sien de otro hombre. El condenado fue puesto ahí por otros hombres. El que aprieta el gatillo no es más que el último eslabón de la cadena de quien se espera no se haga más preguntas.” Como la mayor parte de la gente, no pedí convertirme en asesino. Si hubiera estado en mi mano, me habría dedicado a la literatura”, concluye el oficial nazi.
Ciertamente hay sicópatas en la guerra que se solazan con la crueldad. Pero las atrocidades masivas son cometidas por hombres y mujeres que siguen haciendo en la guerra lo mismo que hacían en tiempos de paz: obedecer órdenes.” Los hombres corrientes que forman el Estado son el auténtico peligro. El auténtico peligro para el hombre soy yo, y sois vosotros”, dice el personaje.
Él no escogió estar allí de la misma forma que la víctima tampoco lo hizo, argumenta el torturador. ¿De veras?¿No hay elección?¿Lo único que nos separa de convertirnos en un asesino –peor aún en un torturador- son las circunstancias? Creer eso y aceptarlo es la verdadera maldad, y esa es en el fondo, la tesis de este libro terrible y desesperanzador.
Cientos de miles de iraquíes inocentes han muerto “por culpa de nadie”. Ellos no participaron en el ataque de las torres de Nueva York y la mayoría no habían tenido alguna relación con norteamericanos como los que oprimieron el gatillo que cegó sus vidas. No es el “culpable” el académico neoconservador que en calidad de asesor impulsó la tesis del “castigo preventivo contra los enemigos de Norteamérica”, ni el presidente reconvertido al evangelio urgido en dar un golpe por razones de Estado, ni el general eficiente que optimiza el número de víctimas. Y desde luego tampoco es culpable el soldado que dispara a un turbante amenazador. Ni el oficial que “interroga” prisioneros, convencido que la información que arranque salvará vidas de compatriotas. Todos “hacen” su deber. Sólo son personas cumpliendo con su trabajo, es decir, desencadenando el mal, de manera sistemática, atroz y devastadora.
Es exactamente el mismo mecanismo que permite la reproducción de la corrupción o la injusticia en México. Eso es lo que lleva a muchas personas a dormir con tranquilidad a pesar de trabajar en juzgados y prisiones en Chiapas que han condenado a chivos expiatorios por la matanza de Acteal; o lo que conduce a ministras de la Suprema Corte como Olga Sánchez Cordero a votar a favor del “góber precioso” y su procuradora, a pesar de que eso abrirá la impunidad de otros gobernadores para torturar y victimizar. La verdadera maldad no reside en el pederasta que atormenta a menores, el funcionario que urde corruptelas o el judicial que secuestra a personas en sus ratos libres. El corazón del mal consiste en creer que eso no tiene que ver con nosotros, y que, cuando lo tiene, creer que el hecho de obedecer órdenes nos exime de toda responsabilidad. El verdadero mal consiste en vivir de rodillas. www.jorgezepeda.net.
Está es precisamente la tesis que sostengo en las discusiones con mis queridos amigos a los que he ofendido en demasía por no saberme explicar. La maldad puede tener muchos motivos, causas, razones o excusas; pero su origen es la naturaleza humana, y de ahí lo peligroso de las tesis de cualquier fundamentalista dogmático como Richard Dawkins, y la importancia de lo inalienable que son los derechos humanos. Hasta que se comprenda que los derechos individuales y colectivos del hombre están por encima de la fe, el bien común, la patria, el estado, la religión, la política izquierda, la política de derecha, la economía, el dinero y las miles y miles de ideas, costumbres, tradiciones y prácticas culturales. Entonces y sólo entonces; el hombre podrá decir que es civilizado y no porque alguna o todas de esas ideas desaparezcan, ya que entre esos derechos está el uso disfrutable o sufrible de todo lo anterior, pero mientras no entendamos que los derechos humanos son sagrados y que ninguna idea esta por encima de ellos, seguiremos siendo peones de la maldad.
OTROS AMBITOS.
Arquitectura de la maldad.
Por: Jorge Zepeda Patterson.
No es casual que esta novela (“Las Benévolas” de Jonathan Littel) se haya convertido en el libro del año en Europa y recibido el premio Goncourt, máximo galardón literario francés. Relata las memorias de Maximiliam Aue, un funcionario de la SS a quien “le tocó” exterminar y torturar a enemigos políticos del régimen nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Pero no se trata de una obra más sobre el Holocausto. Se trata más bien, y de allí la conmoción que este libro ha causado, de la manera en que el ser humano puede cometer las mayores atrocidades en nombre de la fe, el bien común o simplemente por la legítima necesidad de hacer su trabajo de manera correcta y eficiente.
O como el propio autor lo señala en una entrevista al diario “El País”: “ ocurre que muchos chicos y chicas de cualquier Estado americano eligen marcharse a Irak a torturar gente. Éticamente están muy confundidos, está claro. Pero se puede entender esta confusión cuando existen juristas que en ese país legitiman la tortura ¿qué puedes esperar? Cuando se les da una formación militar con arreglo a eso, ¿qué esperas? No puedes esperar que alguien no te torture porque sea un buen tipo y se apiade, debes exigir que nadie torture a nadie, sencillamente porque existen leyes que lo prohíben y que eso se castigue ”.
La verdadera maldad no se encuentra en el comportamiento de los sicópatas, sino, en la aceptación activa del hombre común y corriente que se convierte en una maquina trituradora de otros hombres. Así lo explica el propio torturador:” en el programa de exterminio de los enfermos, seleccionados mediante disposiciones legales, los recibían en un edificio unas enfermeras profesionales que registraban la entrada y los desnudaban; unos médicos los examinaban y los llevaban a un cuarto cerrado; un operario abría el gas; otros, limpiaban; un policía extendía el certificado de defunción. Cuando después de la guerra, interrogaron a esas personas, todas dijeron: ¿Culpable yo?.La enfermera no mató a nadie, se limitó a desnudar y a tranquilizar a unos enfermos, gestos habituales en su profesión. El médico tampoco mató a nadie; sencillamente confirmó un diagnóstico, ateniéndose a criterios fijados por otras instancias. El peón que habré la llave del gas, esa persona que es, pues, la que se halla más próxima en el tiempo y en el espacio al asesinato, realiza una operación técnica bajo la supervisión de su superiores y de los médicos.¿Quién es culpable, pues?¿Todos o nadie?¿Por qué iba a ser más culpable el operario encargado de las calderas, el jardín o los vehículos? ”.
Esto es valido incluso para el soldado que dispara en la sien de otro hombre. El condenado fue puesto ahí por otros hombres. El que aprieta el gatillo no es más que el último eslabón de la cadena de quien se espera no se haga más preguntas.” Como la mayor parte de la gente, no pedí convertirme en asesino. Si hubiera estado en mi mano, me habría dedicado a la literatura”, concluye el oficial nazi.
Ciertamente hay sicópatas en la guerra que se solazan con la crueldad. Pero las atrocidades masivas son cometidas por hombres y mujeres que siguen haciendo en la guerra lo mismo que hacían en tiempos de paz: obedecer órdenes.” Los hombres corrientes que forman el Estado son el auténtico peligro. El auténtico peligro para el hombre soy yo, y sois vosotros”, dice el personaje.
Él no escogió estar allí de la misma forma que la víctima tampoco lo hizo, argumenta el torturador. ¿De veras?¿No hay elección?¿Lo único que nos separa de convertirnos en un asesino –peor aún en un torturador- son las circunstancias? Creer eso y aceptarlo es la verdadera maldad, y esa es en el fondo, la tesis de este libro terrible y desesperanzador.
Cientos de miles de iraquíes inocentes han muerto “por culpa de nadie”. Ellos no participaron en el ataque de las torres de Nueva York y la mayoría no habían tenido alguna relación con norteamericanos como los que oprimieron el gatillo que cegó sus vidas. No es el “culpable” el académico neoconservador que en calidad de asesor impulsó la tesis del “castigo preventivo contra los enemigos de Norteamérica”, ni el presidente reconvertido al evangelio urgido en dar un golpe por razones de Estado, ni el general eficiente que optimiza el número de víctimas. Y desde luego tampoco es culpable el soldado que dispara a un turbante amenazador. Ni el oficial que “interroga” prisioneros, convencido que la información que arranque salvará vidas de compatriotas. Todos “hacen” su deber. Sólo son personas cumpliendo con su trabajo, es decir, desencadenando el mal, de manera sistemática, atroz y devastadora.
Es exactamente el mismo mecanismo que permite la reproducción de la corrupción o la injusticia en México. Eso es lo que lleva a muchas personas a dormir con tranquilidad a pesar de trabajar en juzgados y prisiones en Chiapas que han condenado a chivos expiatorios por la matanza de Acteal; o lo que conduce a ministras de la Suprema Corte como Olga Sánchez Cordero a votar a favor del “góber precioso” y su procuradora, a pesar de que eso abrirá la impunidad de otros gobernadores para torturar y victimizar. La verdadera maldad no reside en el pederasta que atormenta a menores, el funcionario que urde corruptelas o el judicial que secuestra a personas en sus ratos libres. El corazón del mal consiste en creer que eso no tiene que ver con nosotros, y que, cuando lo tiene, creer que el hecho de obedecer órdenes nos exime de toda responsabilidad. El verdadero mal consiste en vivir de rodillas. www.jorgezepeda.net.
Está es precisamente la tesis que sostengo en las discusiones con mis queridos amigos a los que he ofendido en demasía por no saberme explicar. La maldad puede tener muchos motivos, causas, razones o excusas; pero su origen es la naturaleza humana, y de ahí lo peligroso de las tesis de cualquier fundamentalista dogmático como Richard Dawkins, y la importancia de lo inalienable que son los derechos humanos. Hasta que se comprenda que los derechos individuales y colectivos del hombre están por encima de la fe, el bien común, la patria, el estado, la religión, la política izquierda, la política de derecha, la economía, el dinero y las miles y miles de ideas, costumbres, tradiciones y prácticas culturales. Entonces y sólo entonces; el hombre podrá decir que es civilizado y no porque alguna o todas de esas ideas desaparezcan, ya que entre esos derechos está el uso disfrutable o sufrible de todo lo anterior, pero mientras no entendamos que los derechos humanos son sagrados y que ninguna idea esta por encima de ellos, seguiremos siendo peones de la maldad.
"Todo aquel que crea en la telequinesis, que por favor levante mi mano.– James Randi."
- Requiem
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Para pensar...
Nadie tiene la culpa, todos nos pasamos la bolita, sobre todo cuando somos muchos los involucrados, la responsabilidad se diluye...No es el “culpable” el académico neoconservador que en calidad de asesor impulsó la tesis del “castigo preventivo contra los enemigos de Norteamérica”, ni el presidente reconvertido al evangelio urgido en dar un golpe por razones de Estado, ni el general eficiente que optimiza el número de víctimas. Y desde luego tampoco es culpable el soldado que dispara a un turbante amenazador. Ni el oficial que “interroga” prisioneros, convencido que la información que arranque salvará vidas de compatriotas. Todos “hacen” su deber. Sólo son personas cumpliendo con su trabajo, es decir, desencadenando el mal, de manera sistemática, atroz y devastadora.
Ni en los expresidentes que al terminar su cargo se robaron hasta las grapas de su oficina, ni en los gobernadores que aprovechan su cargo para favorecer a su familia, ni en la maestra que amarra a una niña a su pupitre por que se porto mal, ni en las exprimeras damas que compran hojas de papel para su oficina a 24 pesos cada una, etc, etc, etc...Es exactamente el mismo mecanismo que permite la reproducción de la corrupción o la injusticia en México. Eso es lo que lleva a muchas personas a dormir con tranquilidad a pesar de trabajar en juzgados y prisiones en Chiapas que han condenado a chivos expiatorios por la matanza de Acteal; o lo que conduce a ministras de la Suprema Corte como Olga Sánchez Cordero a votar a favor del “góber precioso” y su procuradora, a pesar de que eso abrirá la impunidad de otros gobernadores para torturar y victimizar. La verdadera maldad no reside en el pederasta que atormenta a menores, el funcionario que urde corruptelas o el judicial que secuestra a personas en sus ratos libres.
Veran, estos ultimos dias los malandros llegaron al taller de mi papá, se robaron unas latas de pintura, pero ya antes habian robado los cables de la máquina de soldar, los recuperamos en un negocio de compra-venta de chatarra, ya sin la cubierta de hule, ese mismo ladrón robó en el remolque donde vive mi compañero de trabajo, se robo su ropa, y como no encontró mas por que ya le habian robado antes, arranco todo el aluminio que pudo encontrarle al remolque, pues bien, ayer la policía lo llevó al taller, mi papá y mi compañero lo reconocieron y ya esta en el bote, pero el fulano no tenia ni un quinto en la bolsa, y estaba drogado con cristal(metanfetaminas o crack), bien, todo esto que les cuento viene en relacion al articulo que nos trae Don Roberto, les hablo del malandro este por que cuando lo llevaron al taller los policias ya le habian dado una golpiza al fulano, por que se "resistió al arresto", y a raiz de esa golpi.. digo, de la labor detectivezca de los policias, atraparon a otros tres fulanos que vivian con el y recuperaron la pintura de mi papá, algunas pertenencias de mi compañero y de otras personas y un carro robado, entonces, muchos podriamos pensar "que bueno que lo madrearon, se lo merece", o "ojalá le den mas golpizas en el bote(eso es seguro)", pero lo que preocupa es que estamos llegando a un grado tal de indiferencia por todas estas cosas, que nos parece "justo" que la policia golpee a los sospechosos, que en la carcel en vez de rehabilitarlos se les maltrate peor que a animales, provocandoles mas odio hacia la sociedad a la que volverán, llegamos al grado de creer que los politicos son todos ladrones, y que con suerte, el actual no robará mucho, creer que solo teniendo dinero y sobornando a medio mundo podremos obtener justicia, creer que si tenemos dinero suficiente, podemos hacer lo que se nos pegue la gana, creer que para ser exitosos, el fin justifica los medios, llegamos al grado de querer que las leyes se apliquen a todos menos a nosotros mismos, pero al mismo tiempo, muchas veces nos quedamos callados cuando nos pasan por encima, nos da flojera levantar una denuncia, nos da flojera leer lo que esta pasando, pensamos que lo que pasa en una ciudad que no es en la que vivimos es como si pasara en otro planeta, en fin, muchos no quedamos con el clasico "al cabo yo no soy el unico al que le ha pasado", como dicen en mi rancho "MAL DE MUCHOS, EL CONSUELO DEL PENDEJO".El corazón del mal consiste en creer que eso no tiene que ver con nosotros, y que, cuando lo tiene, creer que el hecho de obedecer órdenes nos exime de toda responsabilidad. El verdadero mal consiste en vivir de rodillas.
"Encontramos un gran número de libros... y ya que no contenían nada sino supersticiones y falsedades del Demonio, los quemamos a todos."—Diego de Landa, obispo católico, en 1562, después de quemar invaluables libros de historia y ciencia maya
- Elik_Norante
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Excelente, digno de reflexión, me parece muy osada la comparación con la corrupción en México (y en cualquier parte del mundo, creo).
Osado porque hiere, lastima. Impacta saber lo que somos capaces de racionalizar para defender nuestras acciones.
No soy partidario del psicoanálisis, lo considero una pseudociencia, pero parto de una de sus bases: el alivio de la angustia a través de mecanismos de defensa. Me parece que lo anterior aplica perfectamente a esto, el ser humano no podría vivir con la angustia de saberse autor o cómplice de un asesinato, crimen o corrupción, por eso utilizamos pretextos o justificantes, para aliviar esta angustia y autoconvencernos de que no actuamos "mal" de que no es nuestra culpa.
No hay nada mas insoportable que vivir con culpa, por eso es que aquellos que dicen no sentirla se les considera psicópatas.
Muy bien Roberto, hay mucho por reflexionar del artículo, gracias por la aportación, voy a ver si logro encontrar este libro y regalármelo de "Reyes".
Osado porque hiere, lastima. Impacta saber lo que somos capaces de racionalizar para defender nuestras acciones.
No soy partidario del psicoanálisis, lo considero una pseudociencia, pero parto de una de sus bases: el alivio de la angustia a través de mecanismos de defensa. Me parece que lo anterior aplica perfectamente a esto, el ser humano no podría vivir con la angustia de saberse autor o cómplice de un asesinato, crimen o corrupción, por eso utilizamos pretextos o justificantes, para aliviar esta angustia y autoconvencernos de que no actuamos "mal" de que no es nuestra culpa.
No hay nada mas insoportable que vivir con culpa, por eso es que aquellos que dicen no sentirla se les considera psicópatas.
Muy bien Roberto, hay mucho por reflexionar del artículo, gracias por la aportación, voy a ver si logro encontrar este libro y regalármelo de "Reyes".
Seamos realistas, hagamos lo imposible...
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Una de las cosas que no soporto es cuando alguien dice en relación a la compra de piratería por ejemplo: "es que te orillan a hacerlo" , "con esos precios quien puede comprar originales"
"Existen dos maneras de asombrarse, descubriendo cómo funcionan las cosas, o....
aceptarlas como un misterio. ¿tú cual eliges?"
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- Roberto
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Pues los invito a leer el último artículo de Jorge Zepeda, al parecer a los novios de Aristegui, que aquí somos tres, nos terminará de deprimir.
Réquiem por Carmen Aristegui
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Como de costumbre, estoy de acuerdo con el sentir general de lo que dices, Roberto. Ahora bien, yo matizaría un par de puntos.Roberto escribió:La maldad puede tener muchos motivos, causas, razones o excusas; pero su origen es la naturaleza humana, y de ahí lo peligroso de las tesis de cualquier fundamentalista dogmático como Richard Dawkins, y la importancia de lo inalienable que son los derechos humanos. Hasta que se comprenda que los derechos individuales y colectivos del hombre están por encima de la fe, el bien común, la patria, el estado, la religión, la política izquierda, la política de derecha, la economía, el dinero y las miles y miles de ideas, costumbres, tradiciones y prácticas culturales. Entonces y sólo entonces; el hombre podrá decir que es civilizado y no porque alguna o todas de esas ideas desaparezcan, ya que entre esos derechos está el uso disfrutable o sufrible de todo lo anterior, pero mientras no entendamos que los derechos humanos son sagrados y que ninguna idea esta por encima de ellos, seguiremos siendo peones de la maldad.
El primero es una cuestión de orden. Los derechos individuales y colectivos son el fruto de una confrontación de ideas, casi siempre con el correspondiente enfrentamiento físico de sus partidarios. La abolición de la esclavitud, el voto de la mujer, las mejoras derivadas de la lucha del movimiento obrero,… son conquistas que hacen posible el actual estado de cosas. Lamentablemente, esos derechos no son sagrados, sino que dependen de que existan personas y organizaciones dispuestas a defenderlos, extenderlos y desarrollarlos.
En segundo lugar, creo que el origen del mal está en la ignorancia. Así como creo que el conocimiento inclina al bien con más fuerza y seguridad que la promesa de un premio o castigo en otra vida. Me sigo resistiendo a aceptar que pueda darse la maldad en una mente sana e instruida, aunque admito que hay personas cultas que obran mal empujadas por las circunstancias, por la información sesgada o por la necesidad de salvar sus vidas. Generalmente son muy pocas las personas que actúan con verdadera maldad. Sin embargo, son las masas ignorantes, fácilmente manipulables, el combustible necesario para que el mal funcione. De ahí que, Albert Einstein dijera: “La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que sientan a ver lo que pasa.”
"La realidad es aquello que, cuando dejas de creer en ella, no desaparece".
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Roberto escribió:Pues los invito a leer el último artículo de Jorge Zepeda, al parecer a los novios de Aristegui, que aquí somos tres, nos terminará de deprimir.
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Sólo esperemos que no nos la quiten de CNN en español, un canal de cable.
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- Roberto
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También matizando Reficul, es cierto que “son las masas ignorantes, fácilmente manipulables, el combustible necesario para que el mal funcione”, pero también es cierto que no siempre es así, en tiempos de la Alemania nazi, no eran gente no instruida la que Hitler arrastro a la guerra, y no sólo diría eso, también diría que en cierto sentido es peligroso pensar que somos inmunes a la maldad porque somos “personas cultas”; un ejemplo reciente lo puedes ver en los extremistas de PETA y ATF la mayoría de sus integrantes son jóvenes universitarios que son manipulados y orillados a cometer actos terroristas de bajo perfil, pero, no tardaran en caer en asesinatos como ellos mismos han declarado “si con la muerte de un hombre salvo la vida de miles de ratones de laboratorio; lo haría”. Ese es el verdadero problema, no solo las masas ignorantes, mientras le creas a los que se creen dueños de la razón, serás un peón de la maldad, y no solo por ignorancia.
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La bola de nieve que empezó a rodar ladera abajo se formó con la injustas condiciones que se impusieron a Alemania trás la 1ª Guerra Mundial. Cuando esa bola creció (la pobreza estaba muy extendida y había 6.000.000 de desocupados), la fuerza de su inercia era imparable. La buergesía se sumó a la fiesta después de que Hitler fuera nombrado Canciller, ante las expectativas de hacer grandes fortunas con el rearme.
Gracias a la ignorancia triunfó el discurso que señalaba a los judíos, marxistas, liberales e intelectuales como los causantes de las desgracias de Alemania. En realidad el componente racista no era exclusivo de los nazis; los propios ingleses habían esgrimido la superioridad racial como justificación para someter a países con menor desarrollo tecnológico.
Y sobre lo otro:
Además, los sistemas educativos al uso se centran demasiado en la acumulación de datos, y esto no tiene nada que ver con la sensatez y los valores que sólo pueden transmitir los auténticos maestros, los familiares y la sociedad en general. Hoy día el tener un título universitario no garantiza que sea una persona culta en un sentido integral. Y, por el contrario, podemos entrar personas ejemplares con pocos o ningún estudio.
Gracias a la ignorancia triunfó el discurso que señalaba a los judíos, marxistas, liberales e intelectuales como los causantes de las desgracias de Alemania. En realidad el componente racista no era exclusivo de los nazis; los propios ingleses habían esgrimido la superioridad racial como justificación para someter a países con menor desarrollo tecnológico.
Y sobre lo otro:
Yo voy más lejos: Es peligroso pensar que somos personas cultas. Mejor seamos sabios como Sócrates y admitamos que nuestro desconocimiento es grande. Que no sea consuelo el saber que otros están en peor situación.es peligroso pensar que somos inmunes a la maldad porque somos “personas cultas”;
Además, los sistemas educativos al uso se centran demasiado en la acumulación de datos, y esto no tiene nada que ver con la sensatez y los valores que sólo pueden transmitir los auténticos maestros, los familiares y la sociedad en general. Hoy día el tener un título universitario no garantiza que sea una persona culta en un sentido integral. Y, por el contrario, podemos entrar personas ejemplares con pocos o ningún estudio.
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Bueno en primera, más en bien tocando el segundo punto, si estoy entendiéndote bien, es relativo ser culto o sabio, preparado, etc, y por ende, como se dice comúnmente, no dejamos de ser criaturas de nuestro tiempo con las posibilidades que nuestras fobias, miedos, creencias, sean manejadas por políticos, lideres religiosos, o cualquier persona con poder de convencimiento para manipularnos y hacernos peones del mal, y personalmente creo, que no hay “vacuna” contra ello, solo que los derechos humanos sean llevados a rango constitucional o fundamental de la sociedad y sean inviolables.
Con respecto a Alemania, te comentare una teoría con la que estoy de acuerdo, si Hitler hubiese muerto en el pináculo de su poder y no hubiese arrastrado a la guerra a Alemania, actualmente sería recordado como un gran héroe, y hubiera estatuas de él por toda Alemania. Recuerda que Hitler estuvo en el poder por 10 años y en esos años los alemanes pasaron de la pobreza a la prosperidad y una educación generalizada.
Con respecto a Alemania, te comentare una teoría con la que estoy de acuerdo, si Hitler hubiese muerto en el pináculo de su poder y no hubiese arrastrado a la guerra a Alemania, actualmente sería recordado como un gran héroe, y hubiera estatuas de él por toda Alemania. Recuerda que Hitler estuvo en el poder por 10 años y en esos años los alemanes pasaron de la pobreza a la prosperidad y una educación generalizada.
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- REFICUL
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Cierto que no hay vacuna. Lo más parecido a eso es una democracia fortalecida en su base; esto es, votantes políticamente maduros e instruidos que no se dejen engañar por el primer salvapatrias que se les presente....no dejamos de ser criaturas de nuestro tiempo con las posibilidades que nuestras fobias, miedos, creencias, sean manejadas por políticos, lideres religiosos, o cualquier persona con poder de convencimiento para manipularnos y hacernos peones del mal, y personalmente creo, que no hay “vacuna” contra ello, solo que los derechos humanos sean llevados a rango constitucional o fundamental de la sociedad y sean inviolables.
Permíteme una broma: Si mi abuela tiene pedales y dos ruedas, no es mi abuela; es mi bicicleta.si Hitler hubiese muerto en el pináculo de su poder y no hubiese arrastrado a la guerra a Alemania, actualmente sería recordado como un gran héroe, y hubiera estatuas de él por toda Alemania.
Creo que Hitler y la guerra son inseparables. La intención de recurrir a la fuerza para "salvar" Alemania quedó publicada años antes en su libros, cuando aun no era canciller. Todo el crecimiento económico estaba orientado al esfuerzo bélico. Sin guerra, la situación habría estallado como un globo que se infla demasiado. Un gobernante normal, en condiciones normales, no juega las cartas que jugó Hitler: Eliminación física de cualquier discrepancia, aplastar a los sindicatos, exterminio de millones de personas, incorporar a los desocupados a la milicia, un fabuloso aparato de propaganda y un férreo control de los medios de comunicación. Claro, así cualquiera.
Si Hitler no hubiera cometido el error de romper el pacto de no agresión que tenía con Rusia, con toda probabilidad hoy sus estatuas sí "adornarían" las calles de toda Europa. Bueno, en España las estatuas representarían a Franco y Hitler dándose a mano.
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Eso sería lo deseable, pero sigo pensando que es un termino demasiado abstracto, ahí está el ejemplo de Los Paises Bajos, son personas cultas, pero tienen unas de las legislaciones más severas en contra de la inmigración...que les vendió un salvapatrias.REFICUL escribió: Cierto que no hay vacuna. Lo más parecido a eso es una democracia fortalecida en su base; esto es, votantes políticamente maduros e instruidos que no se dejen engañar por el primer salvapatrias que se les presente.
No no va por ahí, me refiero que sería como Pinochet, al que muchísimos chilenos "con educación" lo catalogan de "INMORTAL" por sus logros económicos.REFICUL escribió:Permíteme una broma: Si mi abuela tiene pedales y dos ruedas, no es mi abuela; es mi bicicleta.
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