Hay que reconocerlo: esto del “día de” es un gran invento. Lo de dedicar un día a conmemorar algo permite que uno lleve su frikismo con orgullo, que pueda dedicar un día del año a hablar como los piratas (el resto de los días se puede hablar como un carretero, claro), o celebrar la destrucción del Anillo Único. De hecho, la profusión de “días de” hace que algunos no encuentren la mejor fecha para acomodarse; el “Día sin Carne”, por ejemplo, se celebró el sábado pasado, perdiendo la magnífica oportunidad que hubiera supuesto colocarlo un día antes y engordar las cifras de participación con la abstinencia de un viernes de cuaresma. Y también se celebró el día 20 el “Día del Sueño“, cuando en realidad el día del sueño debería ser el último domingo de marzo, en el que el cambio al horario de verano nos garantiza que, habiendo dormido una hora menos, todos tengamos precisamente eso, sueño.
Sea como sea, el caso es que ayer 22 de marzo celebramos el Día Mundial del Agua, así que parece natural que hoy celebremos otro día del agua, en este caso milagrosamente dinamizada: el Día Europeo de la Homeopatía.
El chiste (de lo del agua) lo cuenta Sonicando con más detalle, y con un tono de indignado cachondeo que, reconozco, es difícil de evitar. Sobre todo porque la noticia ha venido acompañada por esta nota de prensa (difundida, como no podía ser menos, por Europa Press, siempre tan dispuesta a colaborar con la propaganda pseudocientífica), en la que los animosos miembros de la Asociación para el Estudio de la Medicina Biorreguladora nos cuentan las cuatro cosas de siempre: que si la practican tantos y cuántos médicos, que si sirve para curarse desde la alergia al mal de ojo, que si tal y que si cual. La única diferencia con lo habitual es que tras “medicamentos homeopáticos” ellos añaden “y biorreguladores” (no van a molestarse en copypegar una nota sin aprovechar para arrimar el ascua a su sardina, claro), y que esas traiciones que tiene a veces el subconsciente les han hecho soltar esta maravillosa perla:
En la homeopatía convencional “se utilizan dosis infinitesimales de compuestos de origen vegetal y mineral”. En la medicina biorreguladora las dosis están “en torno a 20 microgramos, lo que permite obtener un efecto demostrable (…)”
La noticia, en fin, ha sido recogida por diversos medios, y hasta PlataformaSinc se olvida por una vez de que es un “Servicio de Información y Noticias Científicas” y se hace eco de ella con el nada discreto titular de “Cien millones de europeos utilizan la homeopatía“. (Y, decididamente, algún día tendremos que hablar de todas esas cifras con más detalle).
Seguro que a lo largo del día la noticia resuena con más intensidad mediática que la que podamos tener los que intentamos mostrar la cara racional de la homeopatía. Y entonces es cuando me he acordado del viejo dicho:
Si no puedes con ellos, únete a ellos.
Así que eso mismito es lo que les propongo: que nos unamos a la celebración.
Lo de celebrar un “día de” se supone que tiene por objeto no solo conmemorar algo, sino sobre todo hacerlo público, difundirlo lo más posible. Y un “Día Europeo de la Homeopatía” celebrado en el Parlamento Europeo tiene sin duda como objetivo último el de informar a los Parlamentarios acerca de lo que es la homeopatía, ¿verdad? Pues venga, hagámoslo.
A través de esta dirección se puede acceder al listado de Parlamentarios Europeos de cada país. Los españoles, concretamente, están listados aquí, y pulsando sobre el nombre de cada uno de ellos puede obtenerse su correo electrónico. Yo ya lo he hecho, naturalmente (así que si alguien quiere ahorrarse la faena no tiene más que mandarme un email o pedírmelo por twitter).
De modo que se les puede mandar un mensajito informativo tal que así:
El 23 de marzo de 2010 se celebra el llamado “Día Europeo de la Homeopatía”, por iniciativa de diversas asociaciones vinculadas con esta práctica. Según los organizadores, su objetivo fundamental es solicitar a los políticos europeos que adopten medidas en favor de la homeopatía, para beneficio de los pacientes y ciudadanos europeos.

Creemos que la iniciativa resulta totalmente errónea. La homeopatía carece de base científica alguna, y numerosos estudios han demostrado una y otra vez que eficacia es similar a la de cualquier otro placebo.

Difícilmente puede suponer ninguna ventaja real para los pacientes el fomento de una terapia ficticia, cuyos resultados reales son nulos. De hecho, la homeopatía puede resultar incluso peligrosa: al creer que están recibiendo un tratamiento médico, muchos enfermos pueden retrasar la administración de un tratamiento real o incluso sustituirlo por los ineficaces “remedios homeopáticos”, a veces con consecuencias fatales. También es habitual que los homeópatas recomienden a sus clientes que rechacen las vacunas, ingiriendo en su lugar supuestas “vacunas homeopáticas” que proporcionan una falsa y peligrosa sensación de seguridad. La homeopatía suele fomentar una actitud de rechazo hacia la medicina científica, a la que tacha despectivamente de “alopática” y frente a la que se presenta como una alternativa más “natural” y, por tanto, más sana.

Los principios sobre los que se basa la homeopatía contradicen abiertamente conocimientos sólidamente establecidos por la física, la química o la biología. De hecho, la mayoría de los remedios homeopáticos se elaboran diluyendo las sustancias activas hasta el punto de hacerlas desaparecer por completo. En una dilución a 30C, la más habitual en homeopatía, hay una sola molécula de sustancia activa por cada 7.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000 de gránulos.

Por otro lado, el principio de que “lo similar cura a los similar”, básico en la homeopatía, no solo no tiene ninguna base científica, sino que lleva a extremos realmente absurdos. Existen en el mercado remedios elaborados a base de hormigón del Muro de Berlín (indicado para “el sentimiento de ser incapaz de escapar de algo”, según sus vendedores), la luz del planeta Venus captada por un telescopio (para diversas dolencias típicamente femeninas) o el agua del Mar Rojo (que ayuda a superar las dificultades caminando a través de ellas, según dice el fabricante). Y uno de los remedios más populares, el “oscillococcinum” o “anas barbarie”, se elabora a base de un microorganismo -el oscilococo- que sencillamente no existe.

Es cierto que la homeopatía “funciona” en apariencia para muchas personas, igual que parece “funcionar” cualquier otro placebo. La respuesta condicionada a una terapia aparente, la evolución natural de las enfermedades o incluso el simple mecanismo de la regresión a la media explican este fenómeno. Pero la administración de placebos como si fueran tratamientos reales no deja de ser un engaño a los pacientes, y el Parlamento Europeo no puede hacerse cómplice de ello.

Recientemente el Comité de Ciencia y Tecnología del Parlamento Británico, tras evaluar exhaustivamente las evidencias científicas existentes acerca de la homeopatía, ha recomendado dejar de financiarla con cargo al Sistema Público de Salud, dedicando sus recursos económicos a la financiación de terapias con efectividad real. El Comité ha llegado incluso a recomendar que se incluya en el etiquetado de los remedios homeopáticos la advertencia de que en ensayos clínicos controlados no han demostrado más eficacia que un placebo, con el fin de evitar que los consumidores crean que están adquiriendo medicamentos reales y de efectividad contrastada. Creemos que esa debería ser también la actitud del Parlamento Europeo, poniendo los intereses de los ciudadanos por encima de los de los fabricantes de productos homeopáticos y de quienes los administran y recomiendan.
No cuesta nada enviarlo, este (que también ha sido remitido por Círculo Escéptico) o el mensaje de su elección, ¿verdad? Al fin y al cabo, se supone que estos señores son nuestros representantes, y tendrían que escucharnos. Digo yo…

Seguir leyendo en la página del autor original