El golpe se dio y el 13 de abril todo se derrumbó y revirtió. Esto último no estaba en el tarot ni en las bolas de cristal. Sin embargo, se le encargó a los ocultistas y esotéricos pronosticar otro tanganazo.Por Earle Herrera

Los brujos, astrólogos y afines tuvieron su año cumbre en 2002. La masiva campaña mediática contra Hugo Chávez y el incesante bombardeo a la psiquis de la población los colocó en la primera línea de las primeras páginas y horarios estelares. No se recuperaba el pasivo ciudadano de unos terríficos pronósticos, cuando ya se le venía encima otra ola de anuncios apocalípticos. No se ganaba para susto.

En la pretensión de derrocar al Presidente, combinaban las ciencias ocultas con las estadísticas (encuestas), la astrología con la historia predictiva (vendrá una guerra civil), la santería con la sociología catastrofista (inminente estallido), la magia con la gimnasia y la hechicería con la magnesia. Profecías para predecir el golpe que se tramaba con previsión de muertos incluidos.

El golpe se dio y el 13 de abril todo se derrumbó y revirtió. Esto último no estaba en el tarot ni en las bolas de cristal. Sin embargo, se le encargó a los ocultistas y esotéricos pronosticar otro tanganazo. Los analistas de prensa los reforzarían –y no al revés- con sus sesudas deducciones. Chávez se iría en junio, luego en julio, o mejor en el septiembre negro o el octubre rojo. Una secta militar se atrincheró en Plaza Altamira. En diciembre estalló el sabotaje petrolero y, a las dos semanas, el mismo ya estaba popularmente reventado.

Nunca a la línea esotérica de brujos y astrólogos les habían impuesto y superpuesto la línea editorial de los medios. Los hicieron fumar el tabaco para dentro y lanzaron cuanto disparate se les ocurría. Era una explosiva mezcla del mago Merlín con el doctor Goebbels. Con todo, los días y los meses pasaban sin que se cumplieran los pronósticos de los analistas ni las profecías de astrólogos y afines. Palabras inciertas.

Este año están de capa caída. Los encuestadores entraron en un mutismo sospechoso. Los brujos divagan sin atinar a decir nada claro. Los astrólogos no bajan de las galaxias y Saturno les resulta esquivo con un Júpiter demasiado burlón. Desde su autoexilio, una de las otrora más cotizadas leedoras de cartas, tabaco y borra, se queja de que han perdido credibilidad, el negocio está malo y no se están vendiendo piedras, talismanes, libros y otras mercaderías espeluznantes. La gente no cree en nada, ni siquiera en cuentos chinos.

Un aquelarre de medios y brujos no es nada recomendable. Los resultados están a la vista. Un reafirmazo que se anunciaba con siete millones de firmas, no alcanzó ni siquiera lo mínimo requerido. Todo lo demás es brebaje para incautos. Quienes le ponen algo de seriedad a las profesiones ocultas piensan en aprobar un código de ética que norme el ejercicio de la brujería. El exceso de piratería los está dejando sin clientes. Es insólito que brujos tenidos por serios hoy estén tan desprestigiados como los analistas sabatinos y dominicales de los medios. Ya eso es bastante decir.

En el gremio esotérico se ha instalado el síndrome de la coordinadora, caracterizado por la contradicción. En una misma página, cada adivino anuncia desenlaces opuestos. Eso sí, coinciden en que la impaciente oposición debe mentalizarse y esperar el 2006. Una vidente antichavista va más allá y afirma que el proceso durará 30 años. Esto desvirtúa la meta del 2021cuando ni los mismos bolivarianos piden tanto. Los indicadores de las encuestadoras, los que no publican, resultan más desoladores. Extraviado en su confusión golpista, hay más de un analista cuántico fumando tabaco al revés. Vea usted.

http://www.rnv.gov.ve/noticias/index.php?act=ST&f=15&t=2633