ROSARIO MANZANOS/ APRO

BUENOS AIRES

“Me paré sobre la arena del mar y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos: en sus cuernos tenía diez diademas, y sobre sus cabezas, nombres de blasfemia.” (San Juan. Apocalipsis 13:1)

Desde tiempos inmemoriales, pasando por las sirenas de la mitología griega, el Kraken de los escandinavos, la blanca ballena Moby Dick de Melville, el hombre ha recurrido a imágenes de monstruos marinos como símbolos del demonio, del terror o del mal.Es cosa sabida que las profecías bíblicas eran a menudo formuladas a través de parábolas y modernamente se ha interpretado que las siete cabezas de la bestia mencionada por San Juan aluden a las siete colinas de Roma, centro del poder imperial de entonces, y que el número de la bestia, 666, podría decodificarse como una referencia al emperador Nerón.

Pero, ¿acaso todas las representaciones de monstruos marinos son mero producto de la imaginación afiebrada o temerosa? Innumerables relatos de viajeros de antaño parecen desmentir esa posibilidad.

Por ejemplo, el fabuloso pulpo mencionado por Julio Verne fue probablemente inspirado por diarios de viaje medievales que mencionaban al Kraken, casi con seguridad un calamar gigante o una langosta gigantesca….

Ovidio hace lo mismo con Escila y Caribdis, monstruos que el propio Homero menciona en la Odisea y que geográficamente se corresponden a un remolino y una gigantesca roca.

EL BARCO PIRATA Y EL CALAMAR

Un calamar gigante de 8.62 metros pescado en Argentina hace cerca de un año se ha puesto en exhibición en el Museo de Historia Natural de Londres. El espécimen compartirá ahora el mismo espacio que muchos de los ejemplares capturados por Charles Darwin.

Bajo bandera inglesa y pescando ilegalmente en aguas argentinas, el barco a nombre de John Cheek fue detenido por las autoridades de este país a principio de este mes.

Definido como architeuthis dux, el ejemplar es uno de los habitantes más extraños del fondo del mar. Se trata de un molusco cefalópodo (grupo que incluye pulpos y calamares). Posee ocho brazos más dos tentáculos extras que utiliza para alimentarse, y que están provistos de anillos dentales. Sus ojos -los más grandes dentro del mundo de la zoología– alcanzan más de 25 centímetros.

Los calamares gigantes son encontrados raramente y sólo a profundidades entre los 200 y los mil metros. Pueden pesar cerca de mil kilogramos, y algunos de los ejemplares más grandes alcanzan los 20 metros.

El curador de la exposición de moluscos, y en especial de “Archi” -como se le llama cariñosamente en Inglaterra–, en el museo londinense, Jon Abeto, afirmó que “encontrar un animal de semejante tamaño es algo muy extraño, al mismo tiempo resaltó que tal vez le cambien el sobrenombre porque se trata de una hembra.

EL TERRORÍFICO MUNDO MARINO

El monstruo marino mas terrible de las leyendas nórdicas es el mítico Kraken, un animal indefinidido entre crustáceo (langosta) y molusco cefalópodo (pulpos y calamares), caracterizado por ser un “gigantesco animal con brazos que le salían de la cabeza gigantesca, capaz de atacar barcos, arrancar a los marineros de cubierta y devorarlos, o de envolver las embarcaciones con sus tentáculos y hundirlas.”

Homero, en la Odisea, nos cuenta (900 a. de C.) cómo Ulises se tiene que enfrentar a una criatura perversa llamada Escila, con doce piernas deformes que son como tentáculos, a quien nadie aunque fuera un dios, alegraría ver.

Perseo también hace su descripción de Medusa, como un monstruo femenino, que le salen muchas serpientes de la cabeza, con unos ojos de un poder terrible, que quien los mira se queda petrificado. (Tanto Homero como Perseo podían estar refiriéndose a relatos escuchados de monstruos con los brazos que salen de sus cabezas con enormes y mortales ojos. Siempre relacionados con el mar de una manera u otra, viven en islas lejanas y extrañas, en cuevas profundas, solitarios, etcétera).

Aristóteles también introdujo el término teuthos, para diferenciar el calamar gigante de la variedad normal de calamar, teuthis (con lo cual se hacía eco de los relatos de avistamientos de calamares gigantes).

Algo más tarde, Plineo el Viejo –en su Historia Natural– habla sobre un pulpo (o polypo) gigantesco pescado en la costa Atlántica española, aunque su descripción es más que exagerada, parece que se refería a un calamar gigante.

Después de esto pasaron muchos años sin ninguna documentación escrita (ya sea mitológica o histórica), con pocas o vanas referencias a algo parecido a calamares gigantes (aparte de las leyendas orales, sobre todo en la mitología noruega, aunque leyendas de monstruos marinos, serpientes marinas gigantescas, etcétera, las hubo siempre y en todas las zonas del mundo).

Hasta 1555, en que el arzobispo católico de Suecia, Olaus Magnus (1490-1557), en su Historia de la gente de las regiones nórdicas, describe algunos monstruos marinos: dando unas descripciones terroríficas y exageradas, pero se puede extrapolar de sus descripciones que algunas están basadas en relatos deformados por el folklore popular de auténticos animales marinos aun desconocidos en esa época.

El zoólogo renacentista Ulises Aldrovandi, de Bolonia, atribuyó a estos enormes pulpos instintos feroces. Un misionero noruego, Hans Egede, informó de la aparición de un monstruo marino en la costa de Groenlandia el 6 de julio de 1734. El misionero escribió que el cuerpo de la bestia era tan grueso como el de un barco, y tres o cuatro veces más largo, y que el monstruo surgía de las aguas con un salto ágil y volvía a sumergirse.

En 1752, el obispo Bishop Eric Pontoppidan, en su Historia natural de Noruega, describe al Kraken como un monstruo “grande como una isla, con el dorso cubierto de esponjas crecidas a lo largo de los siglos, y con múltiples brazos que apresaban a los barcos y los arrastraban a las profundidades. Fue el obispo el primero que utilizó el término Kraken (es una palabra noruega que significa “monstruo marino legendario), y fue para describir una historia que le contaron de una gran serpiente marina, que pasó cerca de un barco en las costas noruegas en 1746.

También Linneo se dejó influir por las leyendas, y en su Systema Naturae habla de monstruos acuáticos gigantes.

En 1856, el zoólogo danés Japetus Steenstrup da el primer testimonio científico fiable de la existencia de calamares gigantes en el mar, presentando como prueba un pico de uno de estos colosos. Desmitificando en parte la leyenda del Kraken como monstruo marino y sobrenatural.

Fuente:

http://www.noticias-oax.com.mx/articulos.php?id_sec=10&id_art=40637&id_ejemplar=1079