Nadie imaginó a mediados de julio que el programa espacial norteamericano dependería de la cooperación con Rusia, cuando la Secretaria de Estado, Condolezza Rice, y la dirección de la NASA pidieron al Congreso modificar una ley que la obstruye. Pero hoy la desventura más reciente del trasbordador espacial Discovery pone sobre el tapete la necesidad de la colaboración internacional en éste y otros procesos tecnológicos de impacto global.

El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, desastres como el de Chernobil, el sueño de producir energía en un reactor termonuclear de fusión (un sol en la tierra) o cualquiera de las muchas amenazas ambientales obligan a ponerse de acuerdo.

La humanidad está en peligro. Pero puede salvarse si predomina la sensatez.

El desprendimiento de un simple pedazo de escombro del aislante del tanque externo del trasbordador espacial Discovery y el posible daño de su casco mantiene hoy en la cuerda floja al multimillonario programa Space Shuttle.

Las más recientes imágenes enviadas desde la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) no revelan golpes en el vientre y el morro de la nave, y esto genera cierto optimismo en la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio.

En estos datos y en simulaciones computarizadas del desprendimiento del aislante en el momento del lanzamiento se basó Michael Griffin, director de la NASA, para expresar que tenían mucha suerte.

Sin embargo, la agonía no ha terminado. Los televidentes norteamericanos “incluidos los políticos y los directivos de influyentes medios de comunicación- recuerdan con angustia la tragedia del Columbia hace dos años y medio.

Por lo pronto, ya se aplazó el vuelo del trasbordador Atlantis, previsto para septiembre próximo, y la tripulación del Discovery permanece a buen recaudo en la Estación Espacial Internacional (ISS) a la espera del regreso en no menos de dos meses.

Ahora el aprovisionamiento y el transporte de tripulantes a la Estación Espacial Internacional dependerán solo de las naves rusas de transporte Progress y de las tripuladas Soyuz.

Pero en diciembre expira el contrato mediante el cual Rusia se compromete a transportar a los astronautas norteamericanos hacia la ISS, según informa RIA Novosti.

Esto significa que a partir de enero Estados Unidos tendrá que pagar por cada plaza en las Soyuz, para no retrasarse en la carrera cósmica.

El problema se agudiza, según Griffin, porque la ley estadounidense sobre la No Proliferación de las Tecnologías Coheteriles “adoptada en 2000 en relación con Irán- prohíbe a la NASA pagar a la agencia espacial Roscomos, así como intercambiar productos o servicios con ésta.

Esas transacciones podrán realizarse solo después que el Ejecutivo pruebe ante el Congreso que no existen fugas de tecnologías misilísticas de Rusia hacia Irán.

Consciente de las deficiencias de los trasbordadores estadounidenses, Griffin defiende el programa ISS, y con el apoyo de Condolezza Rice pidió a los legisladores enmiendas a dicha ley.

La comunidad científica norteamericana se sumó a esta demanda y criticó el inconveniente que representan normativas como las leyes Helms Burton, la Torricelli y otras medidas de Washington que obstruyen la cooperación con investigadores cubanos.

Eso obligó en años recientes a encontrar vías legales para introducir en Estados Unidos vacunas únicas en el mundo producidas en Cuba.

Una corrección similar ahora podría abrir el camino para que la cooperación ruso-norteamericana continúe desarrollándose sobre bases comerciales dentro del programa ISS.

Solo de esta forma, la humanidad continuaría su avance hacia los ilimitados horizontes del cosmos.

Fuente: www.lademajagua.co.cu