Esta vez me tocó muy de cerca observar durante varias semanas a un cuantioso número de personas pedir un milagro a su deidad, para posteriormente tratar de racionalizar el resultado al no recibir la respuesta esperada.

Una sobrina muy querida mía fue víctima de un padecimiento muy agresivo a su muy corta edad y su caso se hizo viral tanto localmente en su ciudad, como en las redes sociales y diarios noticiosos. Su vida pendió de un angustioso hilo durante casi un mes hasta su trágico desenlace. Alrededor de 13 mil personas siguieron de cerca su caso en Facebook y alrededor de 150 mil personas se enteraban por la misma red del estado de salud de la niña. Cientos de miles de personas se enteraron por otros medios noticiosos, impresos y electrónicos.

Fui testigo de como decenas de miles y miles de personas se unieron en oración diariamente, seguramente en las promesas de versículos bíblicos como Marcos 11:24, Juan 14:12-14, Mateo 7:7, Mateo 17:20, Mateo 18:19 y Mateo 21:21, para pedir por la recuperación de mi sobrina. Las personas decían “para Dios no hay imposibles”, “el verdadero médico es Jesucristo”, “estamos seguros y confiados en la misericordia de Dios”.

Sin embargo, las plegarias cayeron en oídos sordos, o mejor dicho, en oídos inexistentes. Para mantenerla con vida, los médicos decidieron amputar ambas manos y ambos pies. Las personas arreciaron sus oraciones. Se hicieron cadenas y cadenas de oración. En un sólo grupo de Facebook se reunían diariamente cerca de 4 mil personas a pedir ya no por su recuperación, sino por su vida. Los comentarios eran en el tono de “Dios no te manda una cruz que no puedas cargar” y “Dios mío, haz el milagro y regresa a esta niña a su casa con sus papás”.

Así pasaron más días de miles de peticiones elevadas al Cielo, y finalmente mi sobrina falleció. El milagro que centenas de miles de oraciones pidieron, no fue concedido.

Ahora las peticiones fueron para los papás y para el alma de la niña. La gente comenzó a racionalizar comentando cosas como “ahora hay un angelito en el Cielo”, “los caminos de Dios son inescrutables”, “ella estará cuidando a sus padres desde el Cielo”, “el milagro se logró porque Dios necesitaba una bailarina como ella en el cielo”, “Dios no se equivoca e hizo su voluntad como se lo pedimos”, “el milagro más grande es volver a ser uno con Él”, “el milagro fue concederle la vida eterna”, “ahora ella estará más feliz” y otras frases similares que a todas luces tratan de darle algún sentido al creyente para ayudarlo a enfrentar la paradoja.

Diariamente hay miles de testimonios de personas que afirman que Dios ha curado cánceres, infecciones, y todo tipo de enfermedades. Lo que los testimonios no suelen contar son los millones de casos diarios que Dios no cura, los casos cuyas plegarias al parecer Dios decidió ignorar. Algunos creyentes entonces prefieren creer que Dios finalmente hace su voluntad y por eso no accedió a las súplicas. Millones de creyentes creen en ese dios creador del Universo, omnipotente y omnisciente ya tiene decidido qué hacer, no va a cambiar su plan maestro que inventó hace millones de años por unas cuantas miles de personas rezando porque así sea ¿acaso los creyentes no comprenden que el plan de Dios debe ser perfecto porque viene precisamente de Dios? Bueno ¿entonces para qué pedir por algo que ya está decidido? Si realmente existiera esta supuesta deidad, su manera de conceder deseos parece ser a veces sí concedo y a veces no concedo, a lo mucho 50:50, como el azar. Si los milagros sólo ocurren en un porcentaje idéntico a la suerte ¿por que las personas siguen creyendo que son milagros?

No importa qué tan inteligente sea una persona, cuando está atrapada en una creencia tan arraigada como su fe en la existencia de una deidad, siempre tenderá a crear racionalizaciones para no perder su fe. Algunas racionalizaciones incluyen:

Dios no concedió mi petición porque no era parte de su plan. Si su Dios tiene un plan divino que es inamovible ¿entonces para que pedir que lo cambie? Sin embargo, los pasajes bíblicos que mencioné al principio claramente dicen al creyente que nada es imposible para Dios y que él concederá lo que le pidas si lo haces con fe. Esto contradice esta racionalización.

Dios necesita permanecer oculto, conceder un milagro así sería demasiado obvio. Esto no pareciera ser el caso si recordamos todos los testimonios Bíblicos que cuentan que Dios partió las aguas del Mar Rojo, que creó los idiomas en un instante, que hizo que una mujer se embarazada sin un espermatozoide, que Jesús hizo milagros reviviendo muertos, sanando enfermos, y que al final murió y a los tres días resucitó. O que tal los miles de millones de testimonios de personas que han afirmado y siguen afirmando que Dios les concedió milagros de lo más increíbles. Todo esto parece anular esta racionalización.

Dice la Biblia que no hay que poner a prueba a Dios. Esta racionalización se anula a sí misma ya que con cada plegaria se pone a prueba a Dios.

logica-de-la-oracionEntonces tenemos la paradoja de que, por un lado, existen millones de personas que creen en un dios que, de acuerdo a su libro sagrado, concede las peticiones de sus fieles, y por otro lado tenemos evidencia de que dicha deidad sólo parece conceder un minúsculo porcentaje de peticiones, equivalente como dije antes, a lo esperado por el azar.

Muchos creyentes creen que la respuesta a esta paradoja es que Dios ignora la mayoría de las plegarias por una razón divina que es desconocida para los seres humanos. Prefieren creer que existe un misterio.

Pero otras personas, las menos, creemos que Dios es imaginario y por lo tanto no puede responder a las plegarias. Esta postura ilumina y descubre el misterio, y soluciona de manera sencilla, natural y elegante el problema y la paradoja.

Hay personas que quizá sin quererlo se colocan en un pedestal de grandeza sobre los demás afirmando que su dios les concedió el milagro pedido, y con esto haciendo al resto de los creyentes no merecedores de tan magna distinción de su dios ¿qué tiene esa persona que no tengan los demás? ¿por qué esa persona merece que su dios le conceda un milagro que a los demás no les concede? Son preguntas que no tienen ningún sentido si optamos por la solución más sencilla: Dios no existe.

Dicen que rezar es hacer nada y pensar que estás ayudando. Don Baker va más allá y dice que rezar es como la masturbación: hace sentir bien a la persona que la practica, pero no hace nada por la persona en que se está pensando.

Mucha gente cree que de alguna manera tiene un poder sobrenatural a su disposición. Te santiguan, te bendicen, te echan la buena suerte. Creen que de alguna manera pueden proteger, aliviar y cambiar el curso de la naturaleza con un movimiento de manos y algunas palabras. El creer tener el don de hacer esos encantamientos los hacen sentirse bien. Los hace sentirse en control en situaciones inciertas. A unos pocos tal vez los haga sentirse poderosos, merecedores y portadores de un poder sobrenatural a la rápida disposición de sus encantamientos. “Pide y te será concedido”. Quizá algunos receptores se sientan incluso confiados y optimistas por haber recibido tales bendiciones, y esa confianza y ese optimismo les puedan servir para enfrentar sus problemas. Eso podría ayudar. Sería como cuando Dumbo voló creyendo que su pluma mágica era la que le daba esa habilidad. Un placebo. Pero al final del día, lo que logremos será únicamente gracias a esa confianza y optimismo, y no gracias a un milagro concedido por un mago inexistente.

Se han hecho estudios para validar las plegarias. Una publicación en la revista The Lancet de un estudio doble-ciego mostró que las plegarias no tuvieron ningún efecto en pacientes que fueron sometidos a intervenciones coronarias y cateterización electiva.  Otro estudio, patrocinado por la Fundación Templeton y publicado en el American Heart Journal, mostró incluso un efecto negativo que se ha especulado que podría ser el resultado de “ansiedad por desempeño” por parte de las personas por las que se está rezando.

Al final del día, todo se resuelve bajo una sola palabra: Fe. Y la fe es ciega. Se trata de creer ciegamente en lo que no tiene evidencia. Se trata de inventar nuestra propia evidencia y tratar de racionalizar para poder sobrellevar nuestras dos realidades, la verdadera y la imaginaria. Si funciona, Dios es grande. Si no funciona, Dios sabe por qué hace las cosas. Se trata de tener una falsa sensación de control, de creer tener el poder de manipular el futuro incierto.

Igual que las bendiciones, las oraciones son para hacer sentir bien a la persona que reza. Y nada más.