Escándalo y operaciones de prensa

La mañana del martes 17 de marzo de 2009, Benedicto XVI ofreció una breve conferencia de prensa a los reporteros que lo acompañaban a bordo del avión de Alitalia que lo llevaba a Yaundé, Camerún, la primera escala de su gira africana. Interrogado en italiano por el periodista de France 2, Philippe Visseyrias, sobre si la posición de la Iglesiarespecto de la lucha contra el SIDA no era, como se considera a menudo, irreal e ineficaz, respondió (rehusando contestar en francés como se le pidió expresamente y después de ponderar la acción asistencial de la Iglesia): “Diría que no se puede superar este problema del SIDA solo con dineros. Son necesarios, pero si no hay alma que sepa aplicarlos, no ayudan: no se puede superar con la distribución de preservativos, al revés, aumentan el problema”. Frente al error de repartir condones, Benedicto XVI afirmaría que la solución para la pandemia estaría tanto enuna humanización de la sexualidad”, como en la caridad, es decir en la “disponibilidad, también con sacrificios, con renuncias personales, para estar con los dolientes”.

Apoyándose, tácitamente, en el falso tópico del argumentario eclesiástico, según el cual el preservativo sería inútil para la prevención del SIDA, de otras las enfermedades de transmisión sexual y del embarazo no deseado (debido a supuestas porosidades del látex, escasa resistencia, deslizamientos, complejidad relativa de uso, resistencia y desafecciónmasculina, etc.) Ratzinger venía a exhortar a los políticos, las organizaciones internacionales, las ONG, los científicos y al personal sanitario que asumieran el “fracaso” de la promoción del preservativo. Fracaso que permitiría contemplar, sin prejuicios, las bondades sanitarias y morales del modelo alternativo bendecido por la Iglesia, expresado en la “fórmula” AF (AB, en inglés), remedo confesional y mutilado de la tripartita y original AFC (en inglés ABC, abstinence, be faithful & condom) contemplada como una combinatoria prometedora por la comunidad científica [1].

Por lo general las diatribas católicas contra el preservativo son prolijamente refutadas por comunicados de prensa o artículos de las ONG sumándose, solo cuando el asunto alcanza cierto relieve, las organizaciones sanitarias internacionales e instituciones o publicaciones del ámbito médico o científico. Normalmente, la polémica no sobrevive demasiado tiempo ni tampoco llega demasiado lejos. Sin embargo, en esta ocasión se desató una auténtica y perdurable tormenta, que dio lugar a lapidarias refutaciones como la de ONUSIDA-UNFPA-OMS [2]; a severas censuras y exigencias de rectificación como las del Fondo Mundial de la Lucha contra el Sida [3]; la Internacional AIDS Society (IAS)[4]ActionAid [5]CESIDA [6] y la de la revista médica The Lancet [7].

Más allá de lo chocante y escandaloso que pueda resultar el escuchar al pontífice ocultar el verdadero cuestionamiento de la Iglesia al preservativo (de índole moral-religioso) tras el velo de unos datos manipulados y de unos argumentos falaces acerca de su rendimiento; debe admitirse que, en rigor, Ratzinger no dijo nada acerca del condón que no hubiera sido sostenido anteriormente y hasta la saciedad por representantes de todos los estamentos de la jerarquía eclesiástica. Sin embargo, es evidente que la magnitud del escándalo fue proporcional, al inmenso daño causado por Ratzinger con sus declaraciones, las cuales reafirmaron la autoexclusión de la Iglesia del consenso trabajosamente definido por la comunidad científica, los responsables estatales del área sanitaria, las organizaciones internacionales y la amplia mayoría de las ONG, acerca de las políticas e instrumentos adecuados para prevenir la extensión el SIDA en África y en el resto del mundo.

Tal fue la virulencia de los ataques al Papa que no extraña que el 18 de marzo la Oficina de Prensa de la Santa Sede (VIS), dirigida por Federico Lombardi (en ese momento junto al Papa), intentara apagar el fuego jugando con el tópico de la “tergiversación” mediática y ofreciendo a la opinión pública una nueva “versión textual” de las palabras de Ratzinger en el della Santa Sede, que pronto se convertirían en el baturrillo de seis versiones (dos más del mismo Bollettino, una de Radio Vaticano, una de L’Osservatore Romano y una del Bollettino Ufficiale della Santa Sede[8]. Cotejando la trascripción ofrecida por Corriere della Sera y especialmente la del video disponible en la Red que recoge la mayor parte de la respuesta de Benedicto XVI, puede verse que la declaración auténtica solo coincide con la versión extraoficial emitida por Radio Vaticano.

Al comparar la primera versión oficial/apócrifa del Bolletino della Sala Stampa… y la versión original [véase aquí un CUADRO comparativo], se pueden apreciar, claramente, tres grandes alteraciones (resaltadas en rojo) del contenido primigenio:

  1. se ha reemplazado la expresión “no se puede superar este problema del SIDA solo con dineros“, por la ficticia “no se puede superar este problema del SIDA solo con slogan publicitarios”. La reescritura de esta frase, hizo que fuera necesario adulterar la siguiente: [los dineros] “son necesarios, pero sin alma que sepa aplicarlos no ayudan”, por la ficticia “si los africanos no se ayudan”. Esta segunda alteración, rompe el sentido del corolario del Papa, mientras que en sus dichos originales, la distribución de preservativos ejemplificaría esa inversión de fondos sin alma que sepa aplicarlos; en la versión apócrifa la “distribución de profilácticos” aparece yuxtapuesta a la ausencia de alma y a la necesidad de que los africanos se ayuden, casi como si el Papa hubiera procedido a una enumeración caótica y no hubiera expuesto con toda claridad y coherencia un argumento;
  2. se ha reemplazado la palabra “preservativo” por la palabra “profiláctico”, para enmendar el “desliz” del Papa al apartarse del vocabulario syllabus eclesiástico, en el que se niega que el condón “preserve” a las personas de ETS o de embarazos no deseados;
  3. se ha reemplazado la expresión “al contrario, aumentan el problema” por la más matizada “al contrario, el riesgo es el de aumentar el problema”

La alteración “b” fue advertida por varios medios y la “c”, que a la postre alimentó el escándalo, fue detectada por el propio Philippe Visseyrias en France 2 y denunciada porThe Lancet, como un intento de retorcer las palabras del Papa para no asumir una necesaria rectificación.

Si somos honestos, debemos admitir que las alteraciones “b” y “c”, con ser muy significativas y reprochables, no son sustanciales, ya que deforman a través reemplazos o inserciones que matizan y modulan lo dicho, pero que no apuntan a modificar radicalmente el sentido original. Sin embargo, sólo Corriere Della Sera en su artículo “LA UE replica al Papa sui preservativi…” parece haberse percatado de la alteración “a” y casi nadie parece haber reparado, desde entonces, en la profundidad y gravedad de esta adulteración, donde la deformación de los dichos originales había sido total y donde se vía el empeño por reescribir de raíz el mensaje papal.

Esto, a priori, podría parecer absurdo, en tanto no son estas las frases específicas donde se habla del preservativo, que fueron las que causaron el gran escándalo público y las que, siempre a priori, deberían haber despertado la tentación de adulterarlas sustancialmente. Sin embargo, pensando en el refinado sentido de la retórica que tiene la Iglesia y su milenaria experiencia en la alteración argumentativa de textos, tal vez sea oportuno sospechar que esto no se trata de ningún error, sino que, tal vez, fueran esos supuestos prolegómenos a su condena por inútil y contraproducente al preservativo, lo que realmente resultaba problemático sostener a la Santa Sede.

En efecto, contra lo que pueda suponerse, el principal objetivo de esta falsificación vaticana de las palabras de Benedicto XVI, no era tanto ajustar el texto a la doctrina limando, a la vez, las aristas más irritantes del mensaje papal respecto del condón; sino, más bien, romper el hilo del verdadero razonamiento de Ratzinger, que no arremetía esta vez contra el preservativo en sí, sino contra los programas y campañas de combate contra el VIH. Iniciativas éstas que son competencia pública o de cooperación internacional y que, como tales, constituyen auténticos “asuntos de Estado”, en los que el Vaticano no puede pretender interferir, sin que se produzcan repercusiones políticas y consecuencias diplomáticas.

La clave del asunto es que, en esta ocasión, paralelamente a la tormenta científica y mediática, se produjo otra política. Lo verdaderamente impactante de este caso fue, sin duda, la enérgica y completamente inusual intervención crítica de altos cargos de los Gobiernos europeos.

El Gobierno francés, que meses atrás había recibido con todos los honores al Papa, fue su más duro crítico. El 18 de marzo, el Ministerio de Asuntos Exteriores, entregó a los medios un comunicado oficial en el que, antes de pasar orgullosa revista de los cuantiosos aportes de Francia al combate contra el VIH/SIDA a escala global, se afirmaba:

“Francia expresa su profunda inquietud frente a las consecuencias de estas palabras de Benito XVI. Si bien no nos corresponde hacer ningún juicio respecto a la doctrina de la Iglesia, sí podemos considera que tales palabras ponen en peligro las políticas de salud pública y los imperativos de protección de la vida humana. Francia está comprometida resueltamente en el acceso universal a la prevención, a los tratamientos, a los cuidados médicos y a la responsabilidad para con los enfermos así como a favor del respeto de los derechos de las personas que viven con el VIH/sida. Con información, educación y detección, el preservativo es un elemento fundamental de las acciones de prevención de la transmisión del virus del sida.” (Ministère des Affaires Étrangères et Européennes, “VIH/sida: profunda inquietud frente a las palabras de Benito XVI”, París, 18-III-2009).

Ese mismo día, el vocero de Quai d’Orsay, Eric Chevallier, atendió a los medios de prensa y televisivos y tras reiterar la preocupación del Estado francés, reafirmó que este tipo de discursos van contra los intereses de la salud pública (France Diplo-TV, “Vive inquiétude après les propos du pape”, Paris, 19-III-2009). La Secretaria de Estado encargada de Derechos Humanos, Rama Yade, declaró a la cadena de radio Europe 1haberse quedado pasmada ante las declaraciones regresivas del Papa y dijo que “el verdadero debate sobre el SIDA, es un debate de Sanidad Pública, no una cuestión de doctrina teológica” (AFP, “Préservatif: Rama Yade ahurie par les propos régressifs du pape”, París, 18-III-2009).

Al día siguiente, los periódicos recogían otras opiniones del Gobierno y de líderes políticos oficialistas y de la oposición las que, con una sola execepción, eran muy críticas con Benedicto XVI. La ministra de Salud, Roselyne Bachelot, afirmó haberse quedado sin aliento ante las palabras del Papa, las cuales constituirían “una absoluta mentira científica”. Según Bachelot, el mensaje del Papa “es catastrófico en términos de salud pública” y, en el contexto africano, “las declaraciones del Papa son tanto más irresponsables” ya que allí las mujeres tienen “problemas para convencer a sus compañeros para que usen preservativos”. Teniendo en cuenta que Benedicto XVI es casi venerado en África, Bachelot dijo temer el efecto “devastador” de sus palabras, las cuales constituyen “un duro golpe propinado a la sanidad pública y a las mujeres” (Continental News, “Sida/Préservatif: Roselyne Bachelot se dit catastrophée”, París, 19-III-2009). Por su parte, el director de la Agencie Nationale de Recherches sur le Sida, Jean-François Delfraissy, dijo que el mensaje del Benedicto XVI es “extremadamente contraproducente en el momento en que el Papa llega al continente africano, el más tocado por la epidemia” (Flore Galaud, “Sida: les propos du pape créent l’indignation en France”, en : Le Figaro, París, 19-III-2009).

En Alemania, las ministras de Salud, Ulla Schmidt, y de Cooperación económica y desarrollo, Heidemarie Wieczorek-Zeul, reiteraron el rol decisivo de los preservativos en la lucha contra el SIDA y afirmaron que “los preservativos salvan vidas, tanto en Europa como en otros continentes”. En Holanda, el Ministro de Desarrollo, Bert Koenders dijo:“pienso que es sumamente perjudicial y serio que este Papa prohíba a la gente protegerse”, agregando que las palabras del Papa están fuera de la realidad.

En Bélgica, Laurette Onkelinx, ministra de Salud, expresó “consternación” ante las afirmaciones del Papa, “realizadas en el siglo XXI y en contra de las recomendaciones unánimes del mundo científico en la materia, reflejo de una visión doctrinaria peligrosa”, llegando a creer que “estas declaraciones podrían perjudicar años de prevención y de sensibilización, y poner en riesgo muchas vidas humanas”. El ministro de Cooperación y desarrollo, Charles Michel, se declaró escandalizado y agregó: “Son declaraciones irresponsables que ponen en peligro los esfuerzos de quienes luchan contra esta plaga. El preservativo sigue siendo, en estas condiciones, un medio determinante de prevención contra la difusión de esta enfermedad”, agregando que “tales discursos ponen en peligro a las poblaciones vulnerables”. (RTBF, “Déclarations de Benoît XVI: L. Onkelinx et C. Michel indignés”, Bruselas, 17-III-2009).

En España, el secretario del Ministerio de Sanidad y Consumo, José Martínez Olmos, aseguró que “el Papa está muy mal aconsejado y creo que debería entonar el mea culpa porque al hablar de esta forma está dando un mensaje contrario a la evidencia científica, por lo que convendría una rectificación”. Para el secretario, el “ir contra la ciencia siempre es un problema porque al final, y la historia está poblada de ejemplos, tendrán que rectificar”, considerando que la sociedad “va por otro camino” distinto al dela Iglesia porque tiene claro que el preservativo es “un instrumento que debe estar incluso más accesible” para disminuir la prevalencia de determinadas enfermedades y para la prevención de embarazos no deseados. Dicho Ministerio, dirigido entonces por el científico Bernat Soria dispuso, en medio de la polémica, la donación de un millón de preservativos a África “para contribuir a frenar la expansión del VIH-sida y fomentar la prevención de esta infección”. El Ministro Soria también declaró que: “el preservativo ha demostrado ser un instrumento eficaz para impedir la propagación de la infección del VIH-sida. No se entiende, por tanto, que aún haya voces que condenen su uso. Esto sólo provoca confusión en una población que necesita protección frente al virus.” (Emilio de Benito, “El condón detiene el VIH”, El País, Madrid, 29-III-2009).

También debe tenerse en cuenta que, durante aquellos días, se presentaron mociones de censura a las palabras del Papa en los parlamentos de estos dos últimos países y también en el Parlamento Europeo, que suscitaron bastante debate y dieron lugar a enérgicas reacciones por parte de obispos, medios católicos y del propio Vaticano.

Si el Papa no hubiera cruzado una frontera, avanzando, en primer lugar, en una maliciosa negación de la creciente eficacia de los campañas que promueven, unánimemente y entre otras cuestiones, la educación sexual y el uso del condón; y, en segundo lugar, atacando la gestión de los cuantiosos recursos reunidos y movilizados por los Estados, las sociedades civiles y organismos multilaterales, para sostener estrategias sanitarias supuestamente deshumanizadas y contraproducentes, estos ataques políticos no se hubieran producido. Si Benedicto XVI no hubiera incurrido en una flagrante invasión de jurisdicciones temporales para debilitar frívolamente los programas preventivos, que son la única esperanza que poseen millones de personas para escapar del VIH, todo esto se habría limitado a una reedición del rifirrafe habitual acerca del condón, entre científicos, cooperantes y religiosos en el cual difícilmente se hubieran involucrado tan altos cargos gubernamentales europeos y de Naciones Unidas, habitualmente moderados en sus declaraciones, elípticos en sus críticas y que tienen muy poco interés en confrontar abiertamente con la Iglesia.

Dado el cariz que estaba tomando el asunto, a partir de unas “declaraciones incidentales” de Ratzinger, no es casual que la diplomacia y el aparato mediático de la Iglesia obliteraran la imprudente referencia del Papa a los “dineros” y su inadecuada inversión, reemplazándola impúdicamente por la referencia a los “slogan publicitarios”. El objetivo de la falsificación no era otro, pues, que tratar de aplacar las “alarmantes” reacciones de los gobiernos europeos y prevenir el efecto dominó que podría propagarse entre los gobiernos americanos y africanos. Como se comprenderá, éstas eran las cuestiones que preocupaban verdaderamente al Vaticano y no tanto el correctivo que pudiera aplicarle The Lancet, Médecins du Monde [9]The New York TimesLe Monde oEl País.

Lo curioso es que, al quedar la cuestión “política” desplazada del centro de interés por el desarrollo de la falsa polémica acerca de la eficacia preventiva del preservativo (que a esta altura solo es alimentada por la Iglesia con obvios propósitos desinformativos); y al enervarse la discusión por los matices y condicionales introducidos desde el Vaticano a las palabras del Papa, la primera de las alteraciones mencionada, pese a ser la más importante, no fue debidamente ponderada por las publicaciones científicas y los mass media.

Así pues, con la opinión pública mirando hacia otro lado, la operación de prensa del Vaticano montada para difuminar la crítica del Papa a los estados y organizaciones internacionales a través de la falsificación y la puesta en circulación en menos de 48 horas de seis versiones diferentes de las palabras de Benedicto XVI (en un aparente ejercicio de saturación contrainformativa que seguramente tendrá muy pocos precedentes históricos) tuvo considerable éxito. Su función fue contribuir a que se centrara la atención en la archiconocida crítica de la Iglesia al preservativo y se olvidara su temeraria injerencia política. No en vano, en los días siguientes, después de este “gesto” (a veces, en diplomacia, falsificar equivale a rectificar), los gobiernos europeos tuvieron la oportunidad de suspender sus diatribas y pasar esta molesta página de su relación con el Vaticano y la Iglesia. Esto permitió aliviar la insoportable presión política que sufría el Papa, a la vez que aislar a los críticos más radicales del arco político, quienes siguieron sosteniendo, pese a todo, las propuestas de censura parlamentarias sobre el Papa tanto en Bélgica, como en España y en el Parlamento Europeo y que, antes o después, terminaron por fracasar.

En este contexto, la opinión pública volvió a prestar más atención a la habitual injerencia religiosa en el campo médico y científico, que la interferencia infinitamente más peligrosa que se produjo, esta vez, en el campo político-sanitario. Es por ello que, un par de días después, todo el mundo terminó debatiendo, otra vez, acerca de los sofismas católicos sobre el preservativo; o, incluso, acerca de los derechos de libre expresión de Benedicto XVI; antes que sobre lo que resulta impostergable discutir: las consecuencias sociales, humanitarias y sobre la salud pública que tiene el boycott activo y pasivo que mantiene la jerarquía eclesiástica sobre cualquier iniciativa estatal o multilateral en materia de salud sexual o reproductiva, que no se avenga a obedecer los dictados de su código moral.

Notas:

[1] Se engañaría quien creyera que “AF” significa, para la Iglesia, lo mismo que para la comunidad científica. Ambos términos son estrictamente interpretados por la Iglesia de acuerdo con su doctrina y con su propio código de moral, por lo que por abstinencia se entiende virginidad o castidad y por fidelidad, un atributo exclusivo de la unión marital. Para las organizaciones sanitarias internacionales ambos conceptos aparecen, por el contrario, desprovistos de contenido moral-religioso y no tienen por objetivo la condena o erradicación de prácticas sexuales alejadas del horizonte matrimonial-reproductivo; sino a la disminución del número de parejas/encuentros sexuales en un contexto en el que perviven prácticas de alto riesgo y que es el que hace que el condón sea un instrumento imprescindible y protagónico en el combate del SIDA.

[2] El responsable de políticas sobre SIDA de la OMS, Kevin de Cock, afirmó que el preservativo “si se usa de una manera continua y correcta previene la transmisión del VIH” y que “no está demostrado que promover su uso implique alterar el comportamiento sexual o aumentar las conductas de riesgo”. Michel Sidibè, director de ONUSIDA remitió a El País una nota que decía “Con 7000 personas que se infectan al día, necesitamos de todas las estrategias disponibles que hayan demostrado científicamente su eficacia y los preservativos son la mejor tecnología disponible para reducir la transmisión sexual del VIH” (Emilio de Benito, “El condón detiene el VIH”, El País, 29-III-2009).

[3] El 18 de marzo, el Director del Fondo Mundial de la Lucha contra el Sida, Michel Kazatchkine, en declaraciones a RTL, dijo que las del Papa “son palabras inaceptables” y que pronunciarlas “en un continente que es el más golpeado por la enfermedad es absolutamente increíble”, pidiendo que “sean retiradas, y de forma clara”.

[4] El 20 de marzo, la Internacional AIDS Society (IAS) —asociación que reúne a 13.000 científicos, médicos, sanitaristas y voluntarios especializados en VIH, de 188 países—, tachó de “peligrosas e irresponsables” las palabras del Papa. Su director ejecutivo, Craig McClure, calificó de “cometarios vergozosos” a las declaraciones de Benedicto XVI, diciendo que estas: “contribuyen a alimentar la infección de VIH y sus consecuencias: la enfermedad y la muerte”. Por su parte, el presidente de IAS, Julio Montaner, dijo que, “en vez de propagar la ignorancia” y realizar “comentarios insultantes” para los profesionales que intentan “proteger a los más pobres de los pobres de la infección del VIH”, el Papa debería usar su liderazgo para animar a los jóvenes a protegerse usando “todos los instrumentos que tenemos a nuestra disposición, incluyendo los condones” (IAS, “IAS: Pope’s remarks on condoms dangerous and irresponsable”, Ginebra, 20-III-2009).

[5] “Las palabras del Papa son tan desafortunadas como ciegas a la evidencia de cómo la gente vulnerable, en particular mujeres y muchachas, pueden protegerse de la infección de VIH. Veinticinco años de investigación social y científica han mostrado que los condones salvan vidas. El Papa debería reconocer este hecho y no socavar la capacidad de la gente para vivir dignamente ante el VIH/SIDA” (APO, “Marta Monteso, HIV&AIDS Policy Coordinator at ActionAid has reacted to the Pope’s statement on condoms”, Bruselas, 18-III-2009).

[6] Días más tarde, el presidente de la Coordinadora Estatal de VIH/sida, Santiago Pérez Avilés, expresó su “profundo rechazo” por las palabras del arzobispo de Granada, Javier Martínez, quien apoyando las palabras de Benedicto XVI afirmó que “el uso masivo de los preservativos no ha detenido el sida en África, sino que lo ha propagado”. Pérez Avilés reiteró “la necesidad de promover el uso del preservativo y fomentar la educación sexual” y señaló que “es necesario actuar ante el rechazo del uso del preservativo por parte de la jerarquía de la Iglesia, con unos argumentos que faltan a la verdad y atentan contra la salud pública” (CESIDA, “Decir que el preservativo propaga el sida es faltar a la verdad y atentar contra la salud pública”).

[7] El día 28 de marzo, el editorial de la revista médica The Lancet denunció que “al decir que los condones exacerban el problema del VIH/SIDA, el Papa ha distorsionado públicamente las pruebas científicas para promover la doctrina católica sobre este tema” […] Cuando cualquier persona influyente, sea un líder religioso o político, realiza una declaración científicamente falsa que puede ser devastadora para la salud de millones de personas, esta debería retractarse o corregir lo publicado.”(The Lancet, “Redemption for the Pope?”, en: The Lancet, Vol. 373, p. 1054, 28-III-2009).

[8] En poco tiempo salieron del Vaticano al menos seis versiones diferentes, cuatro oficiales y dos extraoficiales. Tres de las versiones oficiales fueron publicadas electrónicamente de forma sucesiva por el Bollettino della Sala Stampa della Santa Sede:la primera, “Intervista concessa dal Santo Padre Benedetto XVI ai giornalisti durante il volo verso L’Africa, Volo papale, Martelli, 17 de marzo 2009” — incluida en la primer entrega de la crónica “Viaggio apostolico del Santo Padre Benedetto XVI in Camerún e Angola (17-23 Marzo 2009) y desaparecida de las WEBs vaticanas— fue recogida y distribuida parcialmente a todo el mundo por el reporte de la Agencia GiornalisticaItaliana (AGI), “Papa: Vaticano diffonde risposta completa su AIDS e condom” y más tarde recuperada en modo texto en Papa Ratzinger Blog [2] y en Corriere Della Sera; y como captura de pantalla en Gorka Larrabeiti, “El misterio del Papa y los condones en África”; la otras dos versiones del Bolletino fueron la cuarta y la quinta, el fruto de dos intervenciones que alteraron y corrigieron el texto base de la primera, cuando las contradicciones entre versiones ya habían sido advertidas. La sexta versión, también oficial, fue publicada en el Bollettino Ufficiale della Santa Sede y se halla disponible enPapa Ratzinger Blog [2]. Las dos restantes versiones, las extraoficiales, fueron la segunda, difundida originalmente por Radio Vaticano y reproducida en Il Magisterio di Benedetto XVI; y la tercera, publicada por L’Osservatore Romano. No conformes consaturar a los medios con estas seis versiones, Federico Lombardi emitió el 18 de marzo desde Yaundé un “comunicado en respuesta a las interpretaciones de medios de comunicación e incluso representantes gubernamentales”, en el que se “comentaban” las palabras de Ratzinger y se pasaba en limpio la postura de la Iglesia. En este escrito, Lombardi explicaba que la acción de la Iglesia en la lucha contra el SIDA, se desglosaba en tres áreas: “la educación en la responsabilidad de las personas en el uso de la sexualidad y con la reafirmación del papel esencial del matrimonio y la familia”; “la investigación y la aplicación de tratamientos eficaces para el sida y al ponerlos a disposición al mayor número de enfermos a través de muchas iniciativas e instituciones sanitarias”; y “la asistencia humana y espiritual de los enfermos de sida, así como de todos los que sufren, que desde siempre están en el corazón de la Iglesia”. Lombardi concluía afirmando: “Estas son las direcciones en las que la Iglesia concentra su compromiso, considerando que buscar esencialmente en una más amplia difusión de preservativos no constituye en realidad el mejor camino, el de más amplias miras, ni el más eficaz para afrontar el flagelo del sida y tutelar la vida humana” (AGENCIA ZENIT,“La Santa Sede ilustra las palabras del Papa sobre el preservativo”, 18-III-2009).

[9] Para Médicos del Mundo, se trata de “palabras gravísimas cuando se ve el impacto que este tipo de mensaje puede tener en África”. “Son millones de personas las que van a ser contaminadas a causa de estas declaraciones. (Le Monde, “Nombreuses condamnations après les propos du pape sur le préservatif ”, Paris, 18-III-2009 — Puede consultarse gratuitamente en Web Europe Solidaire sans frontières).

Fuente Original:
http://www.laicografias.com/2010/11/la-iglesia-catolica-y-el-preservativo-2.html