El biólogo español Francisco J. Ayala ha recibido hoy el premio Templeton, el reconocimiento académico mejor dotado del mundo -con 1,2 millones de euros-, “por su vigorosa defensa del conocimiento científico frente a la intromisión de la religión, junto a su demanda de un respeto mutuo entre ambas esferas”. La Fundación Templeton es una organización ultraconservadora que persigue congeniar ciencia y religión -un imposible, desde mi punto de vista-, y la elección de Ayala es, como acaba de decir P.Z. Myers, políticamente brillante en tanto que se trata de un científico de prestigio y, al mismo tiempo, de un defensor de los magisterios separados, algo que ha vuelto a reivindicar en el discurso de aceptación del premio. El galardonado, que ha anunciado que destinará el dinero a donaciones, es desde hace décadas uno de los más firmes opositores a cualquier forma de creacionismo. “No hay ningún agujero en la teoría de la evolución. Está más comprobada que la teoría heliocéntrica”, me contaba hace poco más de un año en una entrevista en la que hablamos largo y tendido de ciencia y religión.

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