Una de las pocas cosas admirables que encuentro a los políticos, o al menos a algunos de ellos, es su dominio del lenguaje. Con una cuidada selección de las palabras son capaces de aparentar que dicen algo cuando en realidad no lo dicen. O ni lo dicen ni lo dejan de decir, sino que lo dejan a la interpretación del receptor tras haberse dejado el margen suficiente para demostrar luego, si hace falta, que en realidad no han dicho nada de eso.

Pongamos por caso la carta de Cristina Avendaño, Directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios respecto a la frasecita que el reportaje (¿o publirreportaje?) La homeopatía, ¿quimera o ciencia? puso en boca de algún representante de la AEMPS, y publicada hoy en el mismo diario.

Dice la Sra. Avendaño:

En el reportaje La homeopatía, ¿quimera o ciencia?, publicado el pasado 6 de marzo, se atribuía a fuentes de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) la siguiente frase en referencia al estatus de los medicamentos homeopáticos: “Efectivamente, estamos hablando de medicamentos con eficacia demostrada con estudios científicos y ensayos, al igual que sucede con los medicamentos convencionales, los alopáticos”.

Observen la cuidada elección del verbo: “se atribuía“. Atribuir, dice la RAE, es “Aplicar, a veces sin conocimiento seguro, hechos o cualidades a alguien o algo”. Vamos, que El País dice que lo dijo alguien de la AGEMED, pero quizá sin conocimiento seguro de ello. Lo malo es que, con lo que dice la señora Avendaño, también nosotros nos quedamos sin conocimiento seguro, porque lo más importante de lo que dice es lo que falta: un adverbio. “Se atribuía falsamente“, “se atribuía erróneamente” o “se atribuía equivocadamente” hubieran zanjado la cuestión. Y también la hubieran zanjado un “certeramente” o un “correctamente“, claro, aunque entonces todo este asunto aún resultaría más preocupante. En cambio, el “se atribuía” a secas permite dar la apariencia de un desmentido sin que realmente lo sea, al menos de forma rotunda. Esther Samper, por ejemplo, considera que sí, aunque se basa también en otros indicios, como el uso por el supuesto portavoz de la Agencia del término “alopáticos”, inventado por Hahnemann para denigrar a las concepciones médicas distintas a la suya. Yo, en cambio, me quedo con las dudas.

Pasa luego a contarnos la Sra. Avendaño que

Al respecto, la AEMPS quiere aclarar que los medicamentos homeopáticos pueden acceder al mercado a través de un procedimiento simplificado especial cuando garantizan debidamente la calidad y seguridad de su composición y de su proceso de fabricación.

En este caso, la AEMPS autoriza la comercialización del medicamento homeopático pero no le reconoce indicación terapéutica alguna, puesto que no la acredita de acuerdo con los estándares científicos que exige la AEMPS para demostrar la eficacia terapéutica.

Lo cual está muy bien, aunque en cierto modo es dar la vuelta a la tortilla. Realmente lo que ocurre en el procedimiento de registro simplificado no es que la AEMPS no reconozca indicación terapéutica a los remedios por no haberla acreditado el fabricante, sino lo contrario: que el fabricante puede optar por este sistema para ahorrarse el tener que demostrar una eficacia que lamentablemente se queda más en el terreno de la fe que en el de la dura realidad. Y tampoco es cierto que la Agencia no le reconozca ninguna indicación terapéutica, sino que el producto no la tiene aprobada y por tanto no puede incluirla en su etiquetado o prospecto.

Pero hay otra cuestión, en este caso de tiempo verbal. La Sra. Avendaño dice que la AMPS, en estos casos, autoriza la comercialización, pero nuestro idioma permite emplear ese presente de indicativo tanto para describir un hecho real, algo que está ocurriendo (es decir, que la AMPS está realmente despachando esas autorizaciones) como una hipótesis posible pero no necesariamente materializada: si alguien dice “vendo una moto” lo mismo nos está indicando que realmente está realizando la compraventa en ese momento, como que la ofrece a la venta en espera de que llegue algún comprador.

Todo esto puede parecer una duda puramente retórica, claro. A lo mejor realmente la Agencia está aprobando esas autorizaciones. Pero en ese caso no me explico por qué ningún laboratorio lo confirma (más bien cuentan lo contrario), por qué la AEMPS no lo refleja en su base de datos, o por qué, ya puestos, parece ser incapaz de contestar a esa simple pregunta en respuesta a los varios correos electrónicos que muchas personas les hemos enviado.

En este sentido es algo más claro el siguiente párrafo, que dice que

La AEMPS sólo podría aceptar un medicamento homeopático con indicación terapéutica, en el caso de que acreditara, además de su calidad y seguridad, su eficacia, tal como sucede en el resto de medicamentos.

Y que parece indicar que, en efecto, esto aún no hay ocurrido y que es solo una posibilidad. Y con “posibilidad” me refiero a que la ley lo permite, no a que realmente me parezca posible que un remedio homeopático, en condiciones rigurosas, acredite efectividad alguna. Si en doscientos años de disciplina ninguno lo ha logrado, parece difícil que ahora lo consiga.

Pero lo realmente interesante de la carta viene ahora, en el último párrafo que dice que

En el momento actual, los productos homeopáticos presentes en el mercado y comercializados desde antes de la entrada en vigor de la normativa que les exige su autorización como medicamentos, van a ser objeto de un proceso definitivo de evaluación y revisión por parte de la AEMPS.

Con los párrafos anteriores, la Sra. Avendaño se limitaba a contestar (y de una forma poco comprometida, como hemos visto) la frasecita que el reportaje atribuía a “fuentes de la AEMPS”. Sin embargo, este último no se refiere a ningún dato que aparezca ni en la frase ni en el reportaje. Donde aparece es en este humilde blog de ustedes (de lo que se hico eco también Magonia) y en los correos electrónicos que hemos enviado a la Agencia preguntando, entre otras cosas, por esta cuestión.

En otras circunstancias probablemente el reportaje, con la supuesta frase de algún también supuesto representante de la Agencia, hubiesen pasado sin pena ni gloria. Sin embargo, las cartas y protestas de los blogs y de asociaciones como Círculo Escéptico o ARP-Sociedad para el Avance del Pensamiento Crítico probablemente hayan forzado a la Directora de la Agencia a hacer pública una aclaración. Y el hecho de que añada este último párrafo creo que me permite suponer que también he aportado algo a la hora de “robarle” esa carta.

Lo cual nos permite dar un sorbito de cava, pero nada más. Falta ver si realmente se concreta o no ese calendario, cuál va ser el resultado de ese “procedimiento definitivo” (que a mí me parece extemporáneo y de legalidad como mínimo dudosa), y si conseguimos averiguar si alguno de esos preparados de lactosa y humo que nos venden como medicamentos ha obtenido de verdad su licencia o, como parece, se venden todos en la más abierta y visible clandestinidad. Y no estaría de más, por supuesto, que también intentásemos que en ese proceso se tuviesen menos en cuenta los intereses de la industria homeopática y más los de los pacientes.

Porque lo que ha ocurrido demuestra que, después de todo, algo podemos hacer. Así que vamos a seguir con ello.

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