En contra de la extendida creencia que vincula la reducción de los productos de origen ganadero en nuestra dieta con una gran disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, consumir menos carne y lácteos no tendría un gran impacto en la lucha contra el calentamiento global, ha explicado hoy en San Francisco el especialista en ganadería y calidad del aire Frank Mitloehner durante el 239 Encuentro Anual de la Sociedad Americana de Química (ACS). “Podemos reducir nuestra producción de gases de efecto invernadero, pero no mediante un menor consumo de carne y leche. Producir menos carne y leche sólo significará más hambre en los países pobres”.

El investigador de la Universidad de California cree que culpar al ganado del calentamiento global no sólo es científicamente inexacto, sino que también retrasa que la sociedad adopte medidas efectivas contra el cambio climático. A su juicio, iniciativas como el Lunes sin carne y la campaña europea Menos carne = Menos calor, promovidas por Paul McCartney -uno de los vegetarianos más famosos-, se basan en el desconocimiento científico. “Sus promotores parecen bienintencionados, pero ignoran las complejas relaciones entre la actividad humana, la digestión animal, la producción de alimentos y la química atmosférica”, sentencia Mitloehner.

Este experto considera que, en lo que al sector primario se refiere, la lucha contra el cambio climático debe centrarse en ir hacia una ganadería más avanzada y no en menos ganadería. “El mundo desarrollado debe centrarse en aumentar la eficiencia de la producción de carne en los países en desarrollo, donde las poblaciones en crecimiento necesitan alimentos más nutritivos. En esos países, debemos adoptar prácticas agrícolas del estilo occidental más eficientes para obtener más alimentos con menos emisiones de gases de efecto invernadero”.

Mitloehner asegura que lo que urge, en la lucha contra el cambio climático, es que los países desarrollados reduzcan el consumo de combustibles fósiles para electricidad, calefacción y transporte. Y destaca que, según un reciente informe de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), en Estados Unidos el transporte origina el 26% de los gases de efecto invernadero, frente a sólo un 3% la producción ganadera.

Informe erróneo de la FAO

La idea popular que achaca al sector agropecuario gran parte del calentamiento global tiene su origen, según él, en dos frases del sumario de un informe de 2006 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) titulado La larga sombra del ganado, que dicen: “El sector ganadero reviste una importancia fundamental ya que es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidos en equivalentes de CO2. Es un porcentaje mayor que el correspondiente a los medios de transporte”.

El experto no duda de que el ganado es uno de los grandes productores de metano, un gas de efecto invernadero, pero considera que la conclusión del informe se debe a un fallo metodológico evidente: los autores calcularon de un modo diferente el peso de las emisiones de origen agropecuario y el de las debidas al transporte. En el caso de las primeras, contabilizaronn los gases producidos desde el campo hasta la mesa: durante la crianza del animal, sus emisiones digestivas, y el procesamiento de la carne y la leche para el consumo humano. Sin embargo, en el del transporte, sólo tuvieron en cuenta el combustible quemado en cada traslado y no los gases generados durante todo el ciclo, desde la extracción y el procesamiento de metales y combustibles fósiles para la fabricación de vehículos hasta el desguace de éstos. A esa comparación de churras con merinas se debe, en última instancia, que la FAO atribuya a la ganadería más emisiones de gases de efecto invernadero que al transporte.

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