El experto peruano de la Sábana Santa de Turín, Rafael de la Piedra, explicó que esta reliquia sagrada que según la tradición envolvió a Cristo “sigue siendo un objeto único, irreproducible e inimitable” ante las afirmaciones de un grupo de investigadores italianos que alegan haberla “copiado con las mismas características”.

De la Piedra explicó a ACI Prensa que este experimento del profesor de química orgánica Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavia (Italia) no pone en duda la autenticidad de esta importante reliquia también conocida con el nombre de Síndone.

Garlaschelli, apoyado económicamente por el Comité para la Inspección de Afirmaciones de lo Paranormal con dos mil 500 euros, “ha conseguido realizar una reproducción muy parecida a la Sábana Santa utilizando materiales de la Edad Media (uso de ácidos, envejecimiento del lienzo por calor y lavado; pintura y ácido sulfúrico a 1,2 por ciento en agua junto con pigmentos de aluminio y cobalto)”.

Efectivamente, explica el experto peruano, “su trabajo es visualmente muy parecido al original. Digamos es mejor que la copia que en su tiempo hizo McCrone (basado en una pintura de óxido de hierro) o la horrorosa tentativa de Joe Nickell; o Picknett-Prince y su supuesta fotografía medieval de Leonardo Da Vinci; o la fantasiosa fotografía-experimental del sudafricano Nicholas Allen”.

Sin embargo, precisa el experto, “una muestra parecida como la que Garlaschelli ha presentado no resistirá a las conclusiones multidisciplinarias, que a lo largo de más de 100 años, científicos de todos los credos y especialidades” han realizado en la Sábana Santa.

Bastaría, por ejemplo, dice citando al experto estadounidense John Jackson del Turin Shroud Center of Colorado, que ha estudiado la Sábana Santa desde 1978, “tener en cuenta las propiedades tridimensionales de la imagen (…) la presencia de sangre humana con índices altísimos de bilirrubina, el polen de más de 77 plantas que nos van marcando el recorrido histórico de la Sábana hasta casi el siglo I de nuestra era y, entre otros, el mecanismo de transferencia de la imagen de un crucificado con todas las heridas descritas en los Evangelios a un lienzo”.

“La imagen del cuerpo se superpone a las heridas y es superficial ya que no traspasa el lienzo como sí lo hace la sangre”, agrega de la Piedra.

Por lo tanto, concluye, “podemos afirmar con un alto grado de certeza, que la Sábana Santa de Turín con todas las características antes mencionadas sigue siendo un objeto único, irreproducible e inimitable. Esa es la verdad interna de la Sábana Santa de Turín”.

Por su parte, y al ser consultado por ACI Prensa, John Jackson criticó la técnica mediante la cual el equipo de Garlaschelli añadió sangre a la tela que crearon para luego “añejarla” y explicó algunos detalles al respecto.

La sangre que está en la Sábana Santa original no es sangre completa, sino sangre que se ha separado del suero, sangre que “proviene de heridas verdaderas”. Además, la sangre que aparece en distintas partes de la misma es “de un flujo post mortem”.

Tras admitir que las imágenes que se ven en Internet se ven “reales”, Jackson precisó que cuando se ven en la perspectiva tridimensional “se ve bastante grotesco. Las manos están incrustadas en el cuerpo y las piernas se ven poco naturales”.

Seguidamente señala que él y sus colegas están abiertos a revisar el trabajo de Garlaschelli o cualquier “otra idea sobre este trabajo” para lo que necesitaría “mucho más información sobre lo que se ha hecho exactamente”.

Jackson también explicó que lo que Garlaschelli ha realizado debe ser revisado. Lo que los científicos tienen que hacer “es presentar su trabajo ante sus pares”. Al final, lo que cuenta, es lo que “la comunidad científica decide tras observar y revisar el trabajo”, añade.

Juan Pablo II y la Sábana Santa

Al arribar a Turín, en su primer viaje el 13 de abril de 1980, ante la puerta del santuario de la Consolata y ante las autoridades italianas, el Papa peregrino dijo que “cuando a principio de septiembre de 1978 vine a Turín, como peregrino, deseoso de venerar la Sábana Santa, insigne reliquia, ligada al misterio de nuestra redención, no podía, sin duda, prever, inmediatamente después de la elección de mi amado predecesor Juan Pablo I, que habría de volver, a menos de dos años de distancia con otras responsabilidades y en otro marco”.

Luego, en la homilía en la Misa solemne en el atrio de la Catedral de Turín, afirmó que “no podría ser de otra manera (refiriendo a los testigos de la resurrección) en la ciudad que custodia una reliquia única y misteriosa, como la Sábana Santa, testigo singularísimo –si aceptamos los argumentos de tantos científicos– de la Pascua: de la pasión, de la muerte y de la resurrección. ¡Testigo mudo pero a la vez sorprendentemente elocuente!” .

Una semana después, al rezar el Regina Coeli, dirigido en Roma el 20 de abril de 1980, dijo que “y también la catedral de Turín: lugar donde se encuentra, desde hace siglos, la Sábana Santa, la reliquia más espléndida de la pasión y de la resurrección” .

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