No es oro todo lo que reluce y en el espacio, además, cualquier brillo puede tener las explicaciones más inesperadas. El pasado miércoles, para asombro de muchos astrónomos aficionados, una misteriosa estela luminosa apareció en el cielo de repente. Recordaba, en cierto modo, a la vaporosa cola de un cometa, aunque más pequeña y apenas a un par de centenares de km de altura. Numerosos comentarios e imágenes del evento empezaron a circular por la red, preguntándose a qué se debería el extraño fenómeno. Muchos enviaron sus fotos y comentarios a la propia NASA, alertando del inexplicable suceso. Nadie imaginó ni por un solo instante que lo que estaban viendo no era otra cosa que la orina de los astronautas del Discovery, lanzada al espacio poco antes de su regreso a la Tierra…

orina ufo

La maniobra de expulsión de aguas residuales del transbordador espacial era, en efecto, una de las tareas que tenía programadas el piloto del transbordador, Kevin Ford. Una tarea que cumplió a rajatabla precisamente el miércoles, lanzando al espacio toda la orina y y las aguas fecales acumuladas durante los largos días de misión. Su tarea formaba parte de la preparación del (frustrado) intento de aterrizaje del jueves. El mal tiempo, como se sabe, impidió sin embargo que el regreso de los astronautas se llevara a cabo ese día.
El inusual espectáculo luminoso debió su esplendor a la gran cantidad, algo poco corriente en misiones anteriores, de las aguas residuales acumuladas a bordo. En efecto, Ford expulsó la bonita cantidad de 68 kg de orina y agua sucia de un solo golpe. Es decir, toda la que se había acumulado durante los diez días de permanencia de la nave en la Estación Espacial Internacional.

«Mucha cantidad»

«Debía de haber mucha cantidad -explica Kylie Clem, portavoz de la NASA- ya que ahora ya no se permiten expulsiones de residuos mientras el transbordador está amarrado a la estación. Se trata de una nueva norma que se impuso hace un par de vuelos y que tiene la finalidad de evitar una eventual contaminación del módulo Kibo» (el nuevo laboratorio japonés de investigación que incluye una plataforma exterior para realizar experimentos y exponer muestras directamente al medio espacial).
Así que, para no ensuciar el Kibo, toda la orina y las aguas fecales de la tripulación se fueron almacenando diligentemente a bordo del Discovery para ser liberadas durante el viaje de regreso a la Tierra. Al ser expulsada, la orina se congeló y se transformó casi al instante en una nube de pequeñas gotitas de hielo que, al ser alcanzadas por los rayos solares, se sublimaron en vapor de agua y se dispersaron por el espacio. De ahí la brillante «cola» que muchos observaron desde tierra.
La agencia espacial norteamericana tuvo que dar todas estas explicaciones tras haber recibido, desde el miércoles, toda clase de mensajes, llamadas y fotografías señalando el «extraño fenómeno». Sólo uno de ellos, enviado desde Wisconsin por un tal Abe Megahed, casi acierta: «Estaba observando el paso de la Estación Espacial y del transbordador cuando vi con sorpresa que del Discovery salía un gran chorro curvado. ¿Qué puede ser? ¿Una rejilla de ventilación? ¿Un encendido de motores? ¿O una cantidad récord de orina?».
La cara que se le debió quedar al bueno de Abe cuando supo que en realidad se trataba exactamente de eso…

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