ROMA, Italia, jul. 27, 2009.- Se dice que la buena suerte es ciega, mientras que la mala suerte tiene muy buenos ojos.
En otras palabras, los que ven la vida color de rosa tienen más probabilidades de atrapar lo bueno que la suerte les tiene reservado, mientras que los que tienen una actitud negativa y se sienten víctimas de la mala suerte, es decir, salados, influyen negativamente en los acontecimientos.

De aquí la decisión del Comité Italiano para el Control de las Afirmaciones sobre lo Paranormal (CICAP) de lanzar el eslogan: Ser supersticiosos, trae mala suerte.

Italia es uno de los países más supersticiosos del mundo: aquí por nada en el mundo los italianos pasan debajo de una escalera, siguen avanzando después de cruzar un gato negro o se sientan en una mesa donde haya 13 personas.

Los italianos se mueren de miedo si se les rompe un espejo, si se cae la sal en la mesa o se derrama el aceite.

El CICAP está intentando acabar con la superstición con toda una serie de iniciativas, como por ejemplo, las que organiza cuando el día 17 cae en viernes.

Según la tradición, el 17 trae mala suerte porque en caracteres romanos se escribe XVII.

Se trataría de un anagrama de la palabra VIXI, que en latín significa he vivido. El uso del tiempo pasado indica que el sujeto ha muerto, en otras palabras, lo máximo de la mala suerte.

En muchos países es de mala suerte el número 13 porque en la última cena, antes de que Judas traicionara a Jesús, estaban sentadas en la mesa 13 personas.

La convicción de que el gato negro trae mala suerte se remonta a la edad media cuando se creía que estos felinos fueran la reincarnación de las brujas y los espíritus malignos.

No por nada en Europa, desde el año 1000 hasta el 1700, fueron exterminados millones de gatos, sobre todo negros.

Otra superstición contra la que el comité intenta luchar es la relativa al color morado, rechazado por todos los actores en un espectáculo. El morado era el color de los parámentos litúrgicos en los momentos de luto o penitencia, cuando se prohibían los espectáculos.

Los artistas no podían actuar y, por lo tanto, no tenían ni para comer, lo que no es precisamente sinónimo de buena suerte.

En su batalla contra la superstición, el comité italiano trata de explicar de dónde vienen las creencias para demostrar que no tienen fundamento.

Pero a los italianos no les cambia mucho saber que derramar sal traería mala suerte porque en la antigüedad la sal representaba riqueza y, según parece, una vez que Roma conquistó Cártago, los soldados romanos vertieron sal sobre los restos de la ciudad para que no volviera a crecer ninguna planta.

Los italianos siguen echándose la sal detrás del hombro para aplacar los malos espíritus que están detrás de las personas, al igual siguen tocando madera al oir algo que se considera de mal agüero y voltean la mirada en caso de ver tres o cuatro monjas juntas…lo que en Roma puede suceder muy seguido, porque traerían, juntas, mala suerte.

Los italianos además siguen haciendo cuernos a toda hora con el dedo índice y el meñique. Por eso de que no cuesta nada alejar el mal de ojo con un simple gesto o con un cuerno rojo que cuelga en el coche o en el cuello o en la puerta de la casa.

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