Europa, uno de los satélites de Júpiter / EfeEFE | SAN SEBASTIÁN Actualizado Lunes, 04-05-09 a las 20:15
El geólogo francés y especialista en vulcanismo submarino y en tectónica de placas Thierry Juteau ve factible la posibilidad de que Europa, la luna helada del planeta Júpiter, albergue alguna forma de vida extraterrestre en el océano que existe bajo su superficie congelada, donde nunca llega la luz solar.
En una entrevista concedida a Efe, el profesor emérito de la Universidad de Bretaña Occidental, en Brest, ha explicado que, a pesar del intenso frío que se da en este punto del sistema solar, el núcleo de Europa genera un calor que podría dar lugar a unos “campos hidrotermales”, en los que sería factible encontrar algún tipo de bacteria como las que viven en condiciones extremas (extremófilos) en algunos lugares de la tierra.
Ha recordado, en este sentido, el descubrimiento que él mismo hizo en el año 1979, cuando, formando parte de una misión franco-estadounidense, halló unos afloramientos de agua caliente en el fondo marino, a unos 3.000 metros de profundidad. En ellos proliferaban comunidades de animales en unas condiciones en las que nunca antes se habría pensado que podría prosperar la vida, pues hasta allí no llega la luz del Sol, con lo que no hay posibilidad de que las plantas y las algas realicen la fotosíntesis, el frío es muy intenso y la presión enorme.
Vida a 117 grados
Juteau, una de las mayores autoridades mundiales en geología, ha precisado que en el fondo marino el calor del Sol es sustituido por la actividad geotérmica de estos afloramientos, denominados “fumarolas negras”, que precipitan sobre el fondo toneladas de metales como sulfuro, níquel, plomo y cobalto, entre otros minerales, que al decantarse crean unas chimeneas de color negro. Las fumarolas también expulsan enormes cantidades de gases, aprovechados de forma imprevisible como alimento por un grupo de bacterias extremófilas, capaces de vivir en temperaturas de hasta 117 grados, y que son la base de una cadena trófica en la que, a su vez, sirven de comida a una nutrida comunidad de nuevas especies de gusanos, mejillones, cangrejos, gambas y pulpos.«Es una hipótesis que está muy considerada actualmente»El experto francés ha indicado que de esta forma, en un perímetro de unos cien metros en torno a cada chimenea, se crean unos pequeños hábitats, unos “oasis de vida”, que serían capaces de funcionar de forma autónoma del resto de seres del planeta, incluso en el caso de que el Sol llegara a extinguirse.
El científico opina que, al igual que ocurre en la Tierra, en el océano existente bajo el hielo del satélite Europa el núcleo caliente podría dar lugar a unos “campos hidrotermales” con condiciones para la vida. “Es una hipótesis que está muy considerada actualmente” ha recalcado el geólogo, antes de recordar que la NASA ya tiene previsto “organizar expediciones” a esta luna con la intención de hacer unos “sondeos” que permitan “llegar al fondo de su mar y comprobar si puede haber vida”.
El vulcanólogo ha destacado además la importancia de la fauna que vive junto a estas fumarolas, ya que las bacterias están siendo estudiadas por las industrias como elementos que ayudan a activar determinadas reacciones químicas, mientras que los animales, en cuyos organismos se han detectado elevadas concentraciones de minerales, permiten investigar la resistencia de la vida a elevados niveles de contaminación, entre otros aspectos.
Éste es sólo el principio, porque hasta el momento sólo se ha explorado el 10% de la “Dorsal Oceánica”, la enorme cadena submarina de volcanes en la que se ubican las fumarolas y que aún pueden deparar “numerosas sorpresas”.

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