¿Por qué ya no hay avistamientos ovnis? La pregunta es pertinente, entre otras cosas, porque la ausencia de presencias alienígenas contemporáneas ha provocado, entre la decadencia de la ufología, el cierre de una de los grandes clásicos del asunto: la revista Magonia.

Atentos a la explicación de John Rimmer, su director: ciertamente harto ante el continuo reciclaje de las mismas viejas apariciones, anécdotas que se reescriben en revistas y programas esotéricos desde hace décadas. O sea: el nulo avance de la ufología.

“Resulta deprimente echar una mirada a las webs y blogs sobre ovnis y ver que asuntos que uno creía cerrados hace años- Roswell, Rendlesham, Área 51, Socorro, Berwyn- se discuten todavía como si los investigadores se aproximaran a ellos por primera vez”, escribe John Rimmer, director de la revista Magonia, en el último número de Fortean Times.

Ufología
“Magonia era una de esas pocas publicaciones ufológicas con sentido común, con una visión más próxima al escepticismo que a ese mundo invadido por extraterrestres de todos los orígenes tan del gusto de las revistas de quiosco”, explica el investigador Luis Alfonso Gámez, quien no deja de darle la razón a Rimmer.

Y le cita: “Mucha gente estudia la ufología seriamente y mucha gente seria estudia la ufología -no son necesariamente la misma cosa-, pero esto no significa que la ufología sea un asunto serio”, sentencia Rimmer, quien lamenta que la disciplina no ha sido capaz de crear en 60 años un núcleo de principios y que cada ufólogo se aproxima al tema desde cero.

“Es como si cada zoólogo tuviera que redescubrir la Teoría de la Evolución y cada físico tuviera que formular la Primera Ley de la Termodinámica”. Rimmer rebautizó su revista como Magonia como un guiño a Pasaporte a Magonia, la novela de Jacques Vallée, cuyo último número es el 99 desde que se llama Magonia y el 144 desde su nacimiento en 1965 como el Merseyside Ufo Bulletin.

Último Ovni
Así, por lo que parece, ya no hay ovnis a la vista. O sí: veamos. La última alarma ocurrió hace unos pocos días en Lincolnshire (Gran Bretaña): objeto volador no identificado destruyó las aspas de un molino eólico; no hay más explicación, según, por ejemplo, Lina Arden y Robert Palmer, dos vecinos que, siguiendo viejos guiones, vieron luces moviéndose rápidamente en el cielo.

No hay pruebas. Otras opiniones acuden a otra vieja definición: objeto militar no identificado. Es lo más probable. El silencio, la duda, los secretos seguirán alimentando mitos ufólogos. Que le pregunten a Obama.

Obama

Sí, a Obama, que tiene sobre la mesa una carta del denominado Comité de Acción Política sobre el Fenómeno Extraterrestre, exigiéndole que desclasifique la información del Ejército sobre ovnis. Internet hierve, por cierto, con especulaciones sobre el material que Obama puede hacer público si la crisis económica, las dos guerras y las otras minucias que tiene entre manos en estos momentos, como el destino de Guantánamo, se lo permiten.

Si necesita hablar con expertos, Robert M. Stanley, autor del libro ‘Encuentros en la tercera fase en el Capitolio’, ya se ha ofrecido en su web.

Stanley, ufff. El mismo que ha dedicado 30 años a buscar la verdad que está ahí fuera, Obama no necesita ir muy lejos para creer en ovnis: solo tiene que asomarse al balcón de la Casa Blanca en una de esas claras noches de invierno de Washington. Stanley sostiene que la capital de EEUU tiene la mayor proporción de avistamientos de ovnis por metro cuadrado del mundo, tal vez porque los alienígenas saben muy bien quién manda en la Tierra.

Según sus datos, el primer ovni se vio en la ciudad en 1850; la primera foto se tomó en 1942; desde 1948 hay 240 casos registrados de avistamientos; y solo en el 2002 se fotografiaron 12 ovnis encima del Capitolio o la Casa Blanca. Las visitas se repitieron durante el 2008, tal vez a causa del interés por la elección de Obama, lo que habría convertido este proceso electoral no solo en las primeras elecciones globales, sino intergalácticas.

“Su campaña se basó en una simple pero profunda promesa: cambio. Hay una parte de la actual burocracia en Washington que necesita desesperadamente un cambio: el secretismo sobre los ovnis”, escribe Stanley en su carta abierta a Obama. Realmente va a ser difícil que Obama satisfaga todas la expectativas que hay depositadas en él…

La CIA
Con apoyos, al menos, como los de Stanley y Bob Lazar, que mantiene que la desclasificación sigue siendo una prioridad. Lazar recordó hace poco que es un cien por cien probable que el Ejército de EE UU y la CIA sigan estudiando a los marcianos todavía. Todavía, porque Lazar se hizo famoso en 1989 a raíz de uno de los temas míticos que Rimmer lamenta que se haya convertido en un tema sin fin: Área 51 y el isótopo 151.

Lazar, que participó según confesó en televisión en Las Vegas en dichos experimentos sobre la existencia de la antimateria en al menos nueve platillos volantes, mantiene todavía hoy que hay vídeos, pero que no salen a la luz, porque quienes lo conservan están amenazados. Lo peor es que el combustible nuclear que usan los ovnis, según Lazar, ha sido producida por científicos rusos y norteamericanos.

Veneno radioactivo
El mismo Lazar a quien Los Angeles Times rastreo su biografía para demostrar que nada de lo que decía sobre su vida, como su titulación en el MIT, era cierto; el mismo Lazar que vendió el Polonium-210, ese veneno radioactivo que terminó con la vida del ex espía ruso Alexander Litvinenko. Lo hizo a través de internet y su empresa United Nuclear Scientific Supplies, según la Agencia Británica Healt Protection y la Agencia Federal.

Lo peor del caso es que el comercio es absolutamente legal. Lazar. Sí, el mismo que hace veinte años ya explicó cómo asistió a reuniones informativas en el Área 51 en la que conoció la participación histórica de seres extraterrestres con este planeta desde hace 10.000 años, procedentes del sistema binario de estrellas Zeta Reticuli.

Otro de los grandes defensores de Área 51 y de la famosa entrevista a uno de los alienígenas presuntamente encerrados en el fortín militar fue Michael Hesemann, el mismo que defiende aún la veracidad del ‘caso Roswell’, pese a que los autores del vídeo con la falsa autopsia ya hayan declarado el engaño. “Tenemos que aprender a tratar con esta situación y prepararnos para el contacto”, insiste. Rimmer, los casos de siempre.

El Ejército del Aire desclasificó en España entre 1992 y 1997 un total de 75 expedientes sobre avistamientos de fenómenos extraños, registrados desde 1962 y que ocupan 1.900 páginas, en las que se recogían 97 sucesos. En los últimos diez años apenas ha dado a conocer nuevos expedientes. ¿Dónde se esconden los ovnis?

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