El juzgado que instruye el caso de Celedonio Lucas Torres, el capellán de la cárcel salmantina de Topas detenido por tráfico de droga, ha decretado el levantamiento del secreto de sumario. El acceso a los más de 2.000 folios de los que constan las investigaciones ha permitido poner de manifiesto que el sacerdote introducía droga en la prisión a cambio de dinero y favores sexuales, según publica en su edición de ayer el diario Tribuna de Salamanca.

La Guardia Civil ha concluido que el sacerdote, párroco de las localidades salmantinas de Forfoleda, Palencia de Negrilla y Negrilla de Palencia, era el «cabecilla» de una red de narcotráfico que habría introducido en varias ocasiones importantes cantidades de droga en el interior de la cárcel de Topas.

Según los datos de la operación facilitados por la Benemérita y la Policía Nacional, la detención de tres de los miembros de la red, que operaban desde el interior de la cárcel, se produjo cuando estos reclusos habían recogido ya a otros presos el dinero pactado a cambio de la entrega de hachís una vez que éste fuera introducido en prisión, labor de la que se encargaba el sacerdote.

Sin embargo, según el sumario del caso, el capellán no siempre actuaría a cambio de dinero, sino que en otras ocasiones también realizaría la entrega de la droga a cambio de favores sexuales de algunos de los reclusos de la cárcel de Topas.

Así se desprende de las escuchas telefónicas realizadas en los últimos meses por la Guardia Civil al sacerdote. En una de las conversaciones, los agentes habrían captado cómo uno de los reclusos solicitaba “algo que necesito” y le ofrecía a cambio “lo que quieras” a Celedonio Lucas. Ante esta oferta, el sacerdote señalaba que se verían en privado cuando el preso disfrutara de algún permiso.

Igualmente, la Guardia Civil sospecha que Celedonio Lucas Torres mantenía una relación íntima con C.E.V.R., detenido en la misma operación por tráfico de drogas y con quien el capellán compartía piso en la localidad salmantina de Santa Marta de Tormes, al parecer de espaldas a la Diócesis de Salamanca, donde constaba que su domicilio oficial se encontraba en la localidad de Forfoleda en la provincia de Salamanca.

Según las investigaciones, C.E.V.R. sería uno de los encargados de adquirir la droga que posteriormente el capellán introducía en la prisión salmantina, en una red coordinada desde el interior por varios reclusos que se encargaban de recoger el dinero y distribuir el hachís.

C.E.V.R., que negó ante el juez mantener una relación homosexual con el párroco y aseguró que simplemente mantenían “una buena amistad”, se encuentra desde el momento de su detención, interno en la prisión salmantina de Topas. A pesar de que su abogado ha solicitado su traslado a otra cárcel por motivos de “seguridad” , pero el juez no ha atendido esta petición.

El juzgado tampoco ha admitido la petición del capellán para que se reforme el auto que decretaba su ingreso sin fianza en la prisión vallisoletana de Villanubla. El juez ha considerado la “alarma social” suscitada por este caso y ha incluido como agravante el hecho de que el párroco fuera un trabajador social en la cárcel de Topas.

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