Tercera entrega de la serie basada en el folleto divulgativo Science, Evolution and Creationism, editado por la Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU.
Fuente: Astroseti

Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU.
Instituto de Medicina

No hay lugar para el creacionismo en la clase de ciencias

Fotografía de un microorganismo flagelado.

Algunas personas sostienen que las diversas formas de vida no evolucionaron siguiendo un proceso natural. Abogan por que la enseñanza de la creación se incorpore al currículo científico escolar al mismo nivel que la evolución biológica. Pero el creacionismo no es ciencia. Los argumentos creacionistas se basan en creencias acerca de una entidad externa al mundo natural; sin embargo, la ciencia sólo puede investigar los fenómenos que ocurren dentro de la naturaleza. Y de hecho, numerosas cuestiones planteadas por los creacionistas han sido ya respondidas por los científicos gracias al creciente número de pruebas disponibles; veamos tres ejemplos.

Los huecos del registro fósil

Los creacionistas sostienen que la Teoría de la Evolución falla debido a los huecos existentes en el registro fósil. Los creacionistas denominan hueco a aquella situación en la cual aún no se ha descubierto una forma fósil intermedia entre dos especies relacionadas. Sin embargo, un creciente número de formas intermedias han sido y continúan siendo halladas. Incluso sin tener aún los fósiles en sus manos, los científicos pueden usar las modernas técnicas de biología molecular y genética, junto con los principios de la evolución, para inferir qué formas de vida existieron en un momento dado del pasado y predecir con gran exactitud dónde aparecerán sus restos fósiles y qué aspecto tendrán.

La complejidad irreductible como prueba de creación

Algunos creacionistas afirman que ciertos rasgos de los seres vivos son demasiado complejos para haber evolucionado a través de procesos naturales. Alegan que estructuras como el ojo humano, el sistema inmunológico, o los flagelos, esos orgánulos con aspecto de pelos que dan movimiento a las bacterias, son irreductiblemente complejos y deben haber sido creados intactos por un diseñador inteligente. Sin embargo, los biólogos han descubierto que cada uno de los componentes del flagelo tiene sus propias funciones individuales, habiéndose descrito además numerosas formas intermedias de flagelos de mayor o menor complejidad. Ambos hallazgos respaldan la idea de que el flagelo ha evolucionado a lo largo del tiempo partiendo de estructuras previamente existentes. Así mismo, el argumento creacionista de que tales rasgos deben haber sido diseñados está basado en su idea preconcebida de un Creador, mientras que la postura de los científicos se basa en hechos observables y explicaciones falsables.

La edad de la Tierra

Algunos creacionistas argumentan, basándose en las Sagradas Escrituras, que la Tierra no es lo suficientemente antigua como para que la vida haya emergido en toda su diversidad a través de la evolución. Sin embargo, mediciones geológicas, astronómicas y de otros campos han confirmado repetidamente la edad de la Tierra en aproximadamente cuatro mil quinientos millones de años, tiempo durante el cual la vida surgió y se diversificó en nuestro planeta.

Como acabamos de ver, los científicos son capaces de contestar a las numerosas objeciones planteadas por los creacionistas gracias al conocimiento acumulado a lo largo de años de observación y experimentación. Sin embargo, cuando nos movemos en el terreno de las creencias, la ciencia no tiene forma de aceptar o refutar las aseveraciones de los creacionistas. Por lo tanto, pensamos que las creencias creacionistas no deberían presentarse en las clases de ciencias al mismo nivel que las enseñanzas sobre la evolución. La enseñanza de conceptos no científicos en las clases de ciencias sólo confundiría a los estudiantes acerca de la naturaleza, los límites y los procedimientos utilizados por la ciencia.

La ciencia y la religión ofrecen distintas maneras de entender el mundo

La ciencia y la religión se ocupan de aspectos distintos de la experiencia humana. Muchos científicos han escrito elocuentemente sobre cómo sus estudios científicos en el campo de la biología evolutiva han reforzado su fe religiosa, en vez de debilitarla. Y muchas personas profundamente religiosas y de diversas confesiones aceptan la evidencia científica a favor de la evolución. Serviremos mejor a nuestro sistema educativo y a nuestra sociedad en general si enseñamos únicamente ciencia, y no fe religiosa, en las clases de ciencias.


Este texto está basado en el contenido del folleto informativo Science, Evolution and Creationism (2008), editado por el Instituto de Medicina y la Academia Nacional de las Ciencias de los EE.UU.