Fred Hoyle es uno de esos astrónomos que intentaron (como decimos aquí en la capital mexicana) “entrarle a todo”. Su trabajos sobre la nucleosíntesis de elementos pesados en las estrellas y su famosa teoría cosmológica del “estado fijo o estacionario” nos dan cuenta de un científico ingenioso que supo encontrar la manera de resolver algunas interrogantes en cuanto al origen y la estructura del Universo (recuerde el lector que el estado fijo o estacionario funcionó bastante bien hasta el desarrollo de la teoría del Big-Bang –eso de Big-Bang fue una frase sarcástica de este astrónomo en contra de esta teoría cuyo nombre se impuso sobre cualquier otro-). Pese a lo anterior, Hoyle también es un ejemplo claro del científico que se introdujo en otras áreas proponiendo las ideas más descabelladas posibles sin el sustento ni la preparación necesaria.
   La primera de ellas es su versión de la teoría de la Panspermia propuesta en colaboración con Chandra Wickramasinghe. Parafraseando a estos científicos, nos mencionan que las formas de vida microscópicas, afirman, han surgido gracias al paso muy cercano a la Tierra de meteoritos y asteroides. Muchas de las grandes epidemias que han azotado Europa durante siglos pasados han sido transportadas directamente por estas rocas extraterrestres que tienen un papel central en el origen de la vida en nuestro planeta.
   Cuando esto puede sonar extraño para el lector, Hoyle y Wickramasinghe rematan de la siguiente manera (también parafraseo aquí): cada mota de polvo y nebulosa que existe en el espacio exterior, es en realidad un sinfín de bacterias que sin necesidad de protección pululan por doquier. Inclusive virus como el del SIDA fueron transportados hacia nuestro mundo después de vagar en las cavernas meteoríticas durante miles y miles de años.
   Estos argumentos tienen un toque de fantasía que atrajo a mucha gente en la década de los 80’s. Mientras que varios investigadores a lo largo y ancho del planeta aconsejaban a la revista inglesa Nature terminar de una vez por todas con el debate, las declaraciones e ideas de Hoyle siguieron propagándose durante un buen rato en esta publicación especializada.
   Algo que tiene la ciencia como virtud fundamental es su control de calidad y la necesidad de que cada propuesta y cada experimento sean reproducibles. Si esto no sucede, alguna variable del experimento puede no haber sido considerada o de plano el estudio puede tener un leve aroma a fraude. Esto mismo sucedió con el caso que discutimos. Las gráficas y datos proporcionados fueron imposibles de confirmar por los críticos a la tesis de Hoyle.
   Hoy en día, la idea de la Panspermia tal y como la entendió este astrónomo no tiene sustento y día a día aparecen nuevas evidencias en contra (si el lector desea profundizar más sobre este tema, le recomiendo acceder a http://www.ciencia-ficcion.com/opinion/op01118.htm).
   Pero hay también otros casos en los que Hoyle únicamente critica por deporte sin verificar por sí mismo las evidencias. Uno de ellos es su negativa a  las teorías del origen de la vida. En una muestra de inexistente objetividad, este autor y también reconocido divulgador de la ciencia antepone para ciertas ideas sus propias creencias y prejuicios (tópicos de los que está llena la ciencia a través de muchos de sus trabajadores: los científicos). Nótese en la siguiente cita cómo rechaza tácitamente las ideas de Oparin, Miller y demás especialistas en origen de la vida solamente porque sus postulados no cuadran con sus ideas preconcebidas: No sé cuánto tiempo pasará antes de que los astrónomos en general reconozcan que no puede haber llegado a existir vida sobre la Tierra por procesos naturales al arreglo combinatorio de ni siquiera uno de entre los muchos miles de