Sería uno de los mayores fraudes ambientales de la historia, advierten auditores.

Biocombustibles empeoran el cambio climático, concluye estudio científico

Steve Connor (The Independent)

La expansión de cultivos para producir biocombustibles conduce al envío de enormes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera y en nada contribuye a detener el cambio climático o el calentamiento global, según la primera auditoría integral de un presupuesto para ese rubro.

Los científicos han producido evidencia condenatoria, la cual sugiere que los biocombustibles podrían ser uno de los mayores fraudes ambientales, porque en realidad empeoran el calentamiento global al contribuir a las emisiones de dióxido de carbono producido por humanos que supuestamente deben reducirse.

Dos estudios separados, publicados en la revista Science, muestran que los cultivos que hoy se desarrollan para producir alternativas “verdes” a los combustibles basados en el petróleo emiten mucho más dióxido de carbono a la atmósfera del que puede ser absorbido por las plantas.

Los científicos descubrieron que en el caso de algunos cultivos se requerirían varios siglos para pagar la “deuda de carbono” que se genera. Estos costos ambientales no toman en cuenta la destrucción adicional del medio ambiente, por ejemplo la pérdida de biodiversidad causada al desmontar áreas de selva.

“Todos los biocombustibles que usamos hoy destruyen los hábitat, ya sea en forma directa o indirecta. La agricultura global ya produce alimentos para 6 mil millones de personas; producir biocombustible basado en plantas también implicará convertir más tierra a uso agrícola”, advierte Joe Fargione, de la organización privada estadunidense The Nature Conservancy, quien encabezó uno de los estudios.

Los científicos llevaron a cabo un análisis que se había omitido ante la precipitación por cultivar biocombustibles, estimulada por las políticas de Estados Unidos y la Unión Europea, cuyos proponentes han estado ansiosos por exaltar las virtudes de los biocombustibles como alternativa verde a los combustibles fósiles para el transporte.

Ambos estudios observaron la cantidad de dióxido de carbono que se libera cuando una porción de tierra se convierte al cultivo de biocombustibles. Descubrieron que cuando las tierras de turba de Indonesia se convierten en plantaciones de palmera para producir aceite de coco, por ejemplo, se requieren 423 años para pagar la deuda de carbono.

Otro caso nocivo es cuando la selva amazónica se desmonta para convertirla en parcelas para soya. Los científicos descubrieron que se requerirían 319 años de producción de biodiesel a partir de la soya para pagar la deuda de carbono causada por el derribamiento de los árboles.

Tales conversiones de tierra para cultivar maíz y caña de azúcar para biodiesel, o aceite de coco y soya para bioetanol, emiten entre 17 y 420 veces más carbono que el que se ahorra al año por el remplazo de combustibles fósiles, calculan los científicos.

“La pregunta es: ¿vale la pena? El carbono que se pierde al convertir bosques, pastizales y turba, ¿supera al que se ‘ahorra’ al usar biocombustibles en vez de combustibles fósiles?”, expresa el doctor Fargione. “La respuesta es no. Estas áreas naturales almacenan gran cantidad de carbono, así que convertirlas en tierras de cultivo conduce a que se emitan toneladas de carbón a la atmósfera”.

“Al encontrar soluciones al cambio climático, debemos asegurarnos de que el remedio no resulte peor que la enfermedad”, señala Jimmie Powell, integrante del equipo científico de The Nature Conservancy. “No podemos darnos el lujo de desdeñar las consecuencias de convertir tierra para biocombustibles. Hacerlo significa que sin proponérnoslo podríamos promover alternativas peores que los combustibles fósiles. Los hallazgos de estos estudios deben incorporarse en las políticas de emisión de carbono de aquí en adelante”, consideró.

© The Independent

http://www.jornada.unam.mx/2008/02/08/index.php?section=ciencias&article=a03n1cie

Traducción: Jorge Anaya