Hace unos cuantos meses fui invitado junto con un compañero de la carrera a participar en el programa radiofónico Ciencia 3 x 7 que conducen Julieta Fierro y Luis Manuel Guerra. La experiencia (debo añadir) fue a la vez buena y mala. Buena en el sentido de que conocí en vivo y directo cómo se realiza un programa de radio. Mala porque desde un principio me habían invitado para hablar de ciencia y al final me hicieron una serie de preguntas que requerían muchísima más reflexión antes de contestar (¿Cómo mejorar la calidad de la enseñanza de las matemáticas en nuestro país?, es solamente un ejemplo). Por supuesto que contesté con gusto y di mi humilde opinión. El principal problema surgió cuando después de una pregunta que me hicieron sobre biología consideré pertinente explicar al público para qué sirve la ciencia. Justo cuando decía que la ciencia no estaba hecha para resolver problemas amorosos, los dos conductores mencionados protestaron al instante e inclusive Julieta me llamó chamaco inexperto. Un tercer invitado, un tipo apellidado Régulo, mostrando que confundió y no comprendió absolutamente nada de lo que dije, me mencionó los nombres de algunas canciones románticas por que según él, yo había dicho que el amor no existía (???).

   El caso anterior me genera mucha preocupación. El caso de que dos divulgadores de la ciencia y un maestro de ciencias que quizás no entienden por completo lo que divulgan muy posiblemente podría ser contraproducente a la hora explicar al público lo que es el trabajo científico.

   Regresando a la frase que causó tanto alboroto, yo explicaba que la ciencia es una actividad humana que permite la obtención de conocimiento: es una herramienta que nos permite explicar la naturaleza y nada más. Cuando yo mencioné que la ciencia no resuelve problemas amorosos, me refería a que yo no consulto un libro de física o la revista Science para encontrar la mejor manera de regresar con alguna novia, sino a que el conocimiento científico tiene un fin muy específico. En ese sentido, me parece que la confusión de mis interlocutores se relacionaba con el uso de la ciencia para entender los aspectos fisiológicos del amor.

Luis Manuel Guerra

La divulgación científica es una actividad necesaria en nuestro país y hay que estar capacitado para ejercerla. Ha habido divulgadores tan famosos como Richard Dawkins, Oliver Sacks o Carl Sagan que han nacido con el don de la divulgación (o por lo menos lo han desarrollado). Es necesario que alguien que desea ser divulgador entienda perfectamente alguna disciplina científica y que tenga habilidades para la comunicación en distintos medios (prensa escrita, por mencionar un caso). Otra cosa necesaria es leer diferentes formas de divulgación para entender hasta qué punto es adecuado compartir con el público la ciencia y hasta donde se cae en excesos. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se imparte un Diplomado de Divulgación de la Ciencia que ha tenido hasta ahora muy buenos resultados y donde se entrena a los futuros divulgadores en el quehacer rutinario de explicar a la población en palabras sencillas y accesibles, aunque sin caer en reduccionismos, cómo es que la actividad científica hace de las suyas para entender el mundo y el universo que habitamos.

Julieta Fierro

   Habría que recomendar el curso mencionado a los dos conductores del espacio radiofónico al que asistí. Y no lo digo por la anécdota que conté, sino porque pienso que la divulgación requiere de un buen entrenamiento y de ciertas habilidades. Por ejemplo, el señor Luis Manuel Guerra se ha destacado por su denuncia de los fuertes problemas ambientales que imperan en México y el mundo entero. Nunca he leído algún artículo suyo (no sé tan siquiera si escriba en algún medio), pero me parece que la divulgación que maneja expresa un tono de imposición, es decir, al escucharlo el público puede pensar que solamente él tiene derecho a divulgar y lo que dice es válido mientras que el resto de los mortales no tienen derecho a hablar ni a opinar (y tampoco entiendo cuál es su intención a la hora de aparecer de invitado con Jaime Maussán). Con respecto a Julieta Fierro, ella se ha convertido en la divulgadora de los medios más conocida aunque no necesariamente es la mejor en su área. Muchas veces sus métodos han atraído mucho público y han conseguido mantener la atención de las personas, mientras que en otros casos me parece que han sido contraproducentes al grado de alejar a los  investigadores y divulgadores científicos potenciales al generar la idea de que la ciencia puede ser una actividad tonta y ridícula a la que se dedican solamente las personas más extravagantes. No’mbre, si ser científico implica estar así de loco, prefiero estudiar Administración de empresas, decía por ahí un chico de secundaria al ver a Julieta en televisión. Creo que a pesar de que sus libros son buenos, muchas veces el estilo con el que están escritos deja mucho que desear y a su vez peca de simplista. Así pues, hay detalles importantes que corregir a la hora de divulgar.

   Antes de que usted se levante y me diga: Estás cayendo en lo que criticas, diré que conozco mis deficiencias. Así que cuando acabe la carrera y trabaje, iré corriendo a inscribirme al Diplomado de Divulgación de la Ciencia que tantos buenos resultados ha dado.