Hace poco tuve la oportunidad de asistir a una de las conferencias del coloquio titulado Americanización de la Modernidad donde de una manera bastante interesante el filósofo gachupín Eduardo Subirats defendía a capa y espada algunas de sus tesis más conocidas. Terminada la charla, Jorge Juanes, otro filósofo, iniciaba una discusión que culminó con los gritos y calificativos de este último. Aunque algunos de mis profesores de Filosofía de la ciencia mencionaron que ya existía una rivalidad previa entre estos especialistas, ese no fue motivo para que el doctor Juanes se portara sumamente grosero.
   Este suceso nos enseña que hay veces en que si existe una persona que está en contra de nuestras ideas, por más que alguien quiera discutir, puede que en ocasiones uno se prenda y abandone los terrenos de la razón para cambiar a una reacción más irracional y visceral. Algo por el estilo pasa con el escepticismo. En Sobrenatural.net he tenido en ocasiones la oportunidad de presenciar (o mejor dicho, de leer) discusiones que empiezan bien y terminan con ofensas, adjetivos calificativos y todo tipo de dimes y diretes que empobrecen la discusión y muestran que alguno de los participantes ha perdido los estribos al grado de dejar de argumentar para pasar a las groserías de mercado.
   Siempre he creído que una discusión debe de basarse en el respeto mutuo. Cuando se debate con algún oponente, es necesario argumentar y ganar el debate con argumentos sin la necesidad de dudar de la inteligencia del contrincante. Asimismo, hay que analizar cuidadosamente los argumentos contrarios ya que quizás se podría encontrar algún tópico nuevo que nos permitiría nutrir nuestras propias ideas. Esto no sucede a veces con algunos escépticos.
   Una vez leí por ahí en un libro la cerrazón total de algunos de los miembros de la revista Skeptical Inquirer hacia las interesantes ideas de Thomas H. Kuhn en su libro La Estructura de la Revoluciones Científicas. En otras ocasiones, he visto a algunos escépticos norteamericanos argumentar categóricamente que no existen los fenómenos paranormales basados sencillamente en la falta de pruebas.

  
   Hay varios personajes dentro de la corriente escéptica que me gustaría mencionarles como ejemplo de lo anterior. Los primeros dos serían Penn & Teller. Estos dos magos profesionales desenmascaran con una acidez y gracia bastante interesante todo tipo de fraudes pseudocientíficos. Posiblemente uno de los más graves problemas que tienen es que a veces critican por criticar y argumentan que si algún personaje tal como Lady Di tiene alguna mancha algo oscura en su pasado, eso inmediatamente la convierte en un personaje perverso. Hay varios ejemplos más al respecto. Uno de éstos nos dirige al Dalai Lama. Debido a que algunas de sus ideas políticas son algo extrañas, el dúo de magos ha concluido que el budismo y todos sus practicantes son unos verdaderos idiotas. Lo mismo sucede con la Madre Teresa de Calcuta. Aunque esta mujer ayudó a muchas personas, sus ideas religiosas hicieron daño a muchas otras. Desde esta perspectiva, nuestros magos escépticos han concluido que esta mujer es un ángel del infierno cuando el tema tiene un tono un tanto gris. Esta es una muestra del extremismo que algunos escépticos pueden mostrar en ocasiones.
  James Randi es el activista anti-fraudes más reconocido en todo el mundo. Muchas de sus acciones para educar y advertir a la población sobre los peligros del misticismo y la pseudociencia son de una estimación invaluable. Algo que no me cuadra es que en ocasiones el señor Randi ha mostrado un extremismo tal al grado de acusar a las personas como las culpables imbéciles e ignorantes que permiten que cientos de embaucadores sobresalgan en los Estados Unidos. Yo estoy convencido que el asunto realmente se ubica en la necesidad de educar a la población y no de señalar a esta como el único núcleo del problema.
Richard Dawkins
   Nuestro último personaje que tiende al extremismo es el biólogo ultradarwinista Richard Dawkins. En su libro El Espejismo de Dios, se ha encargado de armar (me parece) una especie de cruzada en contra de la fe y la credulidad que en algunos casos ha funcionado. Si necesitamos una educación atea, el señor Dawkins me parece la persona menos adecuada. Muchas de sus ideas (sospecho) se van al extremo de tachar de imbéciles a todos los creyentes. Asimismo, su libro tiene un formato que difícilmente se diferencia de aquellos cuestionables libros de superación personal.
   Si muchos escépticos buscan erradicar la credulidad y el pensamiento mágico, no me parece sensato contrarrestar el dogmatismo con un ateísmo y escepticismo radical. Es necesario mostrar más neutralidad a la hora de enfrentar estos problemas, aunque mencionando por qué los fenómenos paranormales y todo lo relacionado con éstos aún no tienen evidencias sólidas que lleven a la comunidad científica a estudiarlos y aceptarlos como verdaderos. Me parece que como escépticos tenemos dos misiones: Educar a la población sobre qué es ciencia y qué no lo es y asimismo, contrarrestar ese escepticismo extremo que puede ser contraproducente.
   Y para finalizar, aquí les dejo los últimos Chismes Sobrenaturales que me he encontrado estos últimos días:
   1.-Álvaro Cueva nos dice algo bastante interesante en su programa Alta Definición. En una de sus últimas emisiones, uno como televidente pudo disfrutar de escenas de programas como Mithbusters y Penn & Teller Bullshit!. Según Cueva, la educación científica y el escepticismo no tienen necesariamente que estar peleados con el buen entretenimiento. Enhorabuena por ese comentario.
   2.-Parece ser que Lolita de la Vega, en su programa Frente a frente, ha olvidado por completo el hecho de hacer programas de crítica política y social. Esta vez se la ha pasado haciendo especiales sobre temas sobrenaturales. Uno de los últimos fue acerca del exorcismo. Si esta señora dice tener un papel para con la sociedad, ¿por qué no invitar a los sacerdotes a hacer un programa sobre la pederastia y la corrupción en la jerarquía eclesiástica? ¿Por qué no dedicar un espacio a asuntos más urgentes y preocupantes? Hay que recordar que una gran cantidad de sacerdotes confiesa que desde hace más de doscientos años no se ha presentado un caso de exorcismo debido al avance de la psicología y la psiquiatría.
   3.-En una serie de conferencias en el Colego Nacional sobre la vida dictadas por los doctores Antonio Lazcano-Araujo y Luis Felipe Rodríguez, una señora del público hizo la siguiente pregunta: ¿Qué podemos hacer para contrarrestar toda esa información sobre platillos voladores que tanto atraen a los jóvenes y los aleja de la verdadera ciencia? (Risas y menciones entre el público sobre Jaime Maussán). Una respuesta rápida vino de Rodríguez: Dar conferencias como éstas y tratar de contrarrestar las ideas pseudocientíficas. Este es el punto. El problema no es mandar matar a Maussán, sino educar a la población y mostrar cómo funciona la ciencia.
   4.-Siempre es lo mismo con todas las personas que afirman que la telepatía es un hecho. Esta vez en mi clase de inglés mi maestra dividió al grupo en mini grupos y nos dio a leer y a debatir artículos escépticos sobre todo tipo de temas paranormales y pseudocientíficos. Justo al final de la clase, mi profesora contó que ella conocía a gente con poderes telepáticos que habían pasado todas las pruebas escépticas. Cuando le pedí que trajera a esas personas a la clase para retarlas, me dijo que había perdido ya contacto con éstas. Mi pregunta es: ¿Perdió contacto físico y telepático?
   5.- Parece ser que a la jerarquía eclesiástica no le gusta que le saquen sus trapitos al sol. En esta ocasión quiero recomendarles el libro México Ante Dios escrito por Francisco Martín Moreno. Este libro ha causado una gran cantidad de declaraciones por parte de la iglesia que me parecen bastante infundadas. Aquí les dejo algunas palabras acerca de este texto expresadas en su página web: La actuación del clero católico en el trágico y dolorido siglo XIX mexicano esconde un sinnúmero de respuestas para explicar la coyuntura que hoy padece nuestro país. 
   La jerarquía eclesiástica acaparó la riqueza durante más de tres siglos, y se coludió con militares para derrocar gobiernos como el de Juárez e instaurar tronos como los de Iturbide y Maximiliano. También se opuso al arribo de las ideas renovadoras de la revolución francesa, rechazó con las armas el progreso y se prostituyó al utilizar el púlpito y los confesionarios a favor de sus intereses terrenales. Por si fuera poco, impidió la alfabetización de las masas y concentró la educación en los privilegiados, impidió la importación de libros con ideas contrarias a sus intereses y ejercitó la censura periodística recurriendo al secuestro y la tortura. La institución clerical esquilmó a la sociedad, excomulgó a quien jurara la Constitución de 1857 y defendió con cañones sus fueros; detentaba más del cincuenta por ciento de la propiedad inmobiliaria del país y tenía bancos, hipotecarias, policía secreta y cárceles clandestinas. Gozaba de exenciones fiscales, cobraba diezmos apoyándose en la fuerza pública y financió guerras, como la de Reforma, invitando a los feligreses a matar con indulgencia plenaria.
   Se trata de incursionar  en el siglo XIX para arrancarle secretos politicos, religiosos y militares celosamente guardados a traves de una novela impetuosa en la que el amor tambien es protagonista.