Gustavo Berganza /elPeriódico

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¿Usted cree en los rumores? ¿Es usted de los que reciben correos electrónicos con nombres de periodistas o políticos de renombre hablando pestes de los candidatos u ofreciendo revelaciones escandalosas, y en vez de borrarlos los lee con fruición y se sorprende de no haberse enterado antes de lo que ahí se dice? Y de perdida, ¿los reenvía usted a sus contactos?

Si usted lee, cree y reenvía estos emplastos donde se mezclan pequeñas verdades con inmensas falsedades, de plano es usted un tonto o tonta de capirote y ha desperdiciado miserablemente su tiempo en lectura de diarios, en escuchar y ver programas noticiosos y en atender las discusiones y debates que se producen en la televisión. Se supone que quien lee una columna como esta, en la que usted ha detenido sus pecadores pero ingenuos ojos, tiene una audiencia conformada por personas con un nivel de escolaridad que va del medio al universitario, con ingresos que sobrepasan ampliamente el salario mínimo y con hábitos de consumo de información en los que los temas políticos se constituyen en el plato fuerte de su dieta noticiosa.

Una persona como usted, que tiene la paciencia de dedicar tiempo a descifrar las páginas editoriales de este diario, no debiera caer tan fácilmente presa de la desinformación y del rumor no confirmado. Eso por lo menos dice la teoría.

En general, la desinformación y los rumores afectan más a las personas que no tienen acceso a fuentes confiables de información. Las increíbles patrañas en las que se atribuyen citas o argumentos a periodistas y/o políticos presuponen que quienes van a leerlas, verlas o escucharlas no conocen el pensamiento de las personas a quienes falsamente se les atribuye y carecen de los recursos materiales, la iniciativa y la curiosidad intelectual para verificarlas. Este tipo de campañas afecta más a quienes todavía creen que a los niños se les asesina para robarles sus órganos internos, ven al Sagrado Corazón en cualquier mancha de ketchup y se han tragado a pie juntillas la leyenda del Chupacabras.

Me imagino que a usted, fiel seguidor de la mejor sección editorial de Guatemala, se le hace difícil creer en la mitología que abunda en noticieros y diarios sensacionalistas, porque es usted una persona con un mediano nivel de inteligencia y alguna capacidad para discriminar la calidad informativa. Entonces, hágame el favor de utilizar ese raciocinio y todo ese acervo que ha recolectado para evaluar la veracidad de esos volantes, correos electrónicos, chismes y rumores que circulan de manera tan intensa en estos días. ¡Y por favor no los reenvíe ni los recircule! Darles credibilidad es aceptar que usted ha fracasado en procesar la información que ha consumido a lo largo de los años y por la que ha hecho una inversión, ahora se ve, totalmente inútil.

Haga crecer sus capacidades ciudadanas: ciérrele la puerta a la desinformación y a los rumores infundados.

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