MILIO MARIÑO A estas alturas del verano, que yo sepa, los monstruos, los extraterrestres, las almas en pena y los santos, que solían elegir estas fechas para, en unos casos, aparecerse y, en otros, hacer milagros, aún no se han aparecido ni han dado señales de vida. Así que no sabemos nada del monstruo del lago Ness, ni de esos objetos brillantes que decían ver algunas personas cuando regresaban a su casa, a las cinco de la mañana, después de divertirse y beber diez botellas de sidra. No sabemos de ningún ciudadano que haya llamado a la Guardia Civil para denunciar, por ejemplo, que cuando estaba en lo alto de un monte, dentro del coche, intentando resolver un sudoku en compañía de su pareja, de pronto, y como a diez metros de distancia, vio una extraña luz cegadora que se movía dando vueltas en círculo, al tiempo que una especie de voz metálica gritaba con insistencia: «¡CabronesÉ degeneradosÉ sinvergüenzasÉ!» Testimonios así, o muy parecidos, solían darse todos los veranos por estas fechas: sucesos paranormales, avistamientos, apariciones y pequeños milagros que salpicaban las páginas de los periódicos, mezclándose con la crónica de los atascos y los traspasos de jugadores de fútbol. Pero se conoce que esas criaturas extrañas cuya cabeza se parece a un antiguo aparato de radio, con antena y dos pilas en lugar de dientes, veranean en otros planetas. Y es una pena porque yo de veras que los echo en falta. A mí me gustaba que, al menos por el verano, los monstruos, los extraterrestres, los santos y las ánimas del purgatorio volvieran por estos pagos para hacernos una visita. Me gustaba que alguien, aparte de mi familia y la Delegación provincial de Hacienda, me tuviera en cuenta. Por eso les pongo al tanto de que este verano está resultando raro. Piensen que desde la época de la Biblia, o incluso antes, se han sucedido las apariciones, los milagros y todo un cúmulo de sucesos que venían a demostrar que no estamos solos en el Universo, que hay alguien más que vive lejos y se preocupa de nosotros, aunque sólo sea para darnos algunos sustos.

Me preocupa este cambio y aún me preocupa más que el único suceso paranormal del verano sea, por el momento, el de ese gato que predice la muerte de los residentes en un centro de la tercera edad. Me preocupa porque no hace más que confirmar un cierto desbarajuste y desequilibrio mundial, ya que mientras los gatos se dedican a la adivinación, no sé yo si por el tarot, los posos del café o la bola de Aramis Fuster, los topos y los ratones campan a sus anchas y se están zampando las comunidades autónomas de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

Insisto en que es preocupante que no vengan a visitarnos, pues, aunque se haya demostrado que no todos los ovnis son de origen extraterrestre, lo que sí parece lógico es que si vemos un objeto brillante, parecido a una paellera o a una olla exprés, desplazándose por el cielo como Fernando Alonso por el circuito de Silverstone, sospechemos que tiene que provenir de otro planeta. De algún planeta lejano habitado por una civilización superior que sabe mucho más que nosotros, no ya en cuanto a la mecánica de los motores, la suspensión, las pastillas de freno y el gasto de carburante, que eso se da por supuesto, sino a otras cuestiones que deben tener ya superadas como las operaciones de cirugía estética, el tamaño de las tetas o gastarse la paga extra en el timo de las rebajas.

Tómenlo a broma si quieren, pero eso de que ni los santos, ni los extraterrestres, ni los monstruos, ni las almas en pena hicieran acto de presencia en lo que va del verano es para preocuparse. Y más teniendo en cuenta que el motivo de su ausencia no parece que sea lo caro que está tomarse una cerveza en un chiringuito o una terraza. No, yo lo que creo que debe ser es que están hartos de que no les tomemos en serio.

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http://www.lne.es/secciones/noticia.jsp?pRef=1728_52_547876__Opinion-verano-sustos-asuntos-milagros