Los lectores de Bajas Vibraciones ya saben de mi denodada lucha contra el engaño y de mi heroico esfuerzo para extender el pensamiento racional y crítico; así que no me hecho más flores y voy al grano.

A partir de mediados del siglo XX se extendió por el mundo la paranoia ovni. A pesar de que los fraudes descubiertos demuestran hasta la saciedad la falsedad del mito extraterrestre, éste está tan enraizado en nuestra sociedad que no he podido resistir la tentación de aguarles la fiesta a quienes creen en los hombrecillos verdes. 

Sí, ya lo se; soy malo malísimo, pero recuerden que fueron engañados por multitud de charlatanes con chalecos multi-bolsillos, revistas pseudocientíficas, malos programas de TV y, por supuesto, el cine. Yo sólo me limito desfacer el entuerto; a lanzar un salvavidas a quienes quieran regresar a tierra firme, en donde la imaginación, aunque deseable y necesaria, no debe conducirnos al delirio. 

LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN QUE LA MEJOR PRUEBA DE QUE HAY VIDA INTELIGENTE EN EL UNIVERSO, ES QUE JAMÁS NOS HAN VISITADO. 

Todo indica que el fenómeno ovni se ha desarrollado como un mito perfectamente adaptado a la segunda mitad del siglo XX. Antes aparecían las hadas, los gnomos…, ahora, cuando gozamos de una civilización tecnológica, aparecen unos ingenios en el cielo que dejan nuestros conocimientos en ridículo. 

Normalmente es casi imposible rastrear los orígenes de los mitos, pero el caso que nos ocupa, al ser un mito moderno, puede ser rastreado con más facilidad. Podríamos remontarnos a Schiaparelli, el astrónomo aficionado, que creyó ver canales en Marte; podríamos hablar de Sir Percival Lowell, que estaba convencido de que los canales descubiertos por Schiaparelli eran artificiales; podríamos mencionar a Madame Blavastky, la teosofía y sus atlantes; sin olvidarnos del pánico que causó la emisión, en 1938, de la obra de H. G. Wells titulada “La guerra de los mundos”; también están las obras de ciencia ficción de los años 30 y 40 en las que las naves extraterrestres eran argumentos cotidianos … Pero tratar todo ello daría lugar a un texto demasiado extenso y, probablemente, aburrido. Por ello, partiremos de la década de los 40 en la cuna del mito: Estados Unidos. 

La década de los 40 está marcada por la Segunda Guerra Mundial y el lanzamiento de las primeras bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. Tampoco debemos olvidar la creciente paranoia anticomunista que desembocaría en la caza de brujas del Senador McCarthy. Estos dos temas tienen una importancia capital a la hora de entender el nacimiento del mito ovni y la muy recurrente conspiración gubernamental para ocultar todas las evidencias. 

PRUEBAS ATÓMICAS Y SECRETISMO 

El 16 de julio de 1945, en el campo de tiro de la Fuerza Aérea en Alamogordo, Oppenheimer da la orden para detonar la primera bomba atómica de la historia. Es la culminación del “proyecto Manhattan”; el resultado de algo más de dos años de trabajo en el laboratorio de Los Álamos, en Nuevo México. 

A principios de 1943, Los Álamos no era nada más que una escuela de Exploradores. Unos meses después, tres mil personas del ejército empezaban la construcción de un laboratorio de investigación nuclear. Allí todo era secreto; el trabajo que realizaban, su localización e incluso su existencia. Oficialmente Los Álamos no existían, por tanto todos los trabajadores recibían su correspondencia en el apartado de correos 1663 de Santa Fe. Las cartas e incluso las llamadas telefónicas eran censuradas. 

En sus ratos libres, el personal de los Álamos podía bajar a Santa Fe a comprar, pero siempre bajo la estrecha vigilancia del G2, cuyos miembros eran fácilmente detectables, ya que todos ellos llevaban sombreros de ala ancha, de paja en verano, de fieltro en invierno. Los hombres del G2 cuidaban de que no se hablase con los lugareños más de lo estrictamente necesario, vigilaban que no se echara ninguna carta al correo, y hasta te seguían al interior de La Cantina (el bar de La Fonda). 

Por otra parte, la climatología era fundamental. La prueba debía realizarse en un día calmado para evitar que los vientos transportasen la radioactividad a las poblaciones vecinas. Por ello, durante los días anteriores a la detonación los meteorólogos se enviaban globos meteorológicos cada pocas horas, y una vez al día un avión lleno de instrumentos volaba hacia el nordeste para intentar predecir el tiempo. 

Había grupos de científicos esparcidos por todo el sur de Nuevo de México para medir la precipitación radioactiva. Con ellos había grupos de policías militares cuyo trabajo sería evacuar a la población si los niveles de radiactividad se hacían demasiado altos. Para practicar el lanzamiento de la bomba, todos los días despegaba un B-29 de la cercana base aérea de Roswell y efectuaba pruebas de tiro simulado. 

Al finalizar la guerra el laboratorio de los Álamos siguió construyendo bombas atómicas y las pruebas continuaron en Alamogordo. Roswell continuó siendo una Agrupación con armas atómicas. Se continuaron realizando pruebas de cohetes y de misiles dirigidos. En toda la zona  circulaban los rumores y se respiraba un cierto ambiente de secreto y confidencialidad. 

El gran temor de los americanos era el que los rusos fueran capaces de desarrollar la bomba. Había sospechas de que gran parte de la información secreta sobre la misma había sido filtrada a los soviéticos. Los americanos empezaron varios proyectos cuyo propósito era conocer rápidamente cualquier explosión atómica que pudieran realizar los soviéticos. Uno de ellos se basaba en la detección de las ondas de choque generadas por las posibles explosiones nucleares, el proyecto Mogul. En él se utilizaban grandes globos con detectores de ondas. Los globos eran de neopreno o de polietileno y, por tanto, transparentes para las señales de los radares. Por ello debían llevar una estructura revestida con una fina hoja metálica que reflejase los impulsos del radar. En el verano de 1947 se estuvieron haciendo muchas pruebas con estos dispositivos. 

EL AVISTAMIENTO DE ARNOLD 

El 24 de junio de 1947, Kenneth Arnold, un hombre de negocios de Boise (Idaho) volaba, como de costumbre, de Chehalis a Yakima (Washington) en un avión privado. Cuando estaba cerca del Monte Rainier, empezó a ver lo que parecía un grupo de aviones de apariencia poco familiar volando muy cerca de las montañas. 

“Podía ver su perfil muy claramente contra la nieve según de acercaban a la montaña. Volaban muy cerca de las cumbres, directamente en dirección sur sudeste hacia los cerros escarpados de la cordillera, volaban como gansos en una línea diagonal similar a una cadena.”… “Estaban a una distancia de unas 20 ó 25 millas, y no pude ver ninguna cola en ellos. Miré aproximadamente durante tres minutos una cadena de cosas de una longitud de cinco millas, virando bruscamente hacia los altos picos de las montañas o alejándose de ellos con la misma brusquedad. Eran planos como moldes para hacer tartas y tan brillantes que reflejaban el sol como un espejo. Nunca vi nada tan rápido”. 

Hay varias hipótesis que dan perfecta cuenta de lo que vio Arnold. Cuando el viento sopla en los picos escarpados cubiertos de nieve muchas veces ésta se levanta y revolotea; a cierta altura y bajo cierto ángulo de visión, la luz se refleja en ella como si fuera un espejo. El agua es transparente, sin embargo, cuando el sol está muy bajo en el horizonte, las diferentes densidades del agua y del aire hacen que la luz se refleje en esta última como en un espejo; la propia niebla o calima tiene un comportamiento similar. El fenómeno es el mismo cuando se trata de dos masas de aire con diferente densidad. El sol, el avión de Arnold y los picos estaban en la posición y altura correcta para percibir el reflejo de la luz que daba una apariencia sólida e incluso metálica al fenómeno. 

Si recordamos las palabras de Arnold, los "platillos" se movían al unísono muy cerca de las cumbres escarpadas. Esa es la característica del viento soplando contra la cordillera. En las puntas se formarían los remolinos de nieve que serían los que reflejarían la luz. En cada pico un "platillo". Como las cumbres de los alrededores del Monte Rainier forman una línea recta, lo que vería Arnold sería un conjunto de "platillos" moviéndose al unísono, como si formaran una cadena. Las embestidas del viento marcarían los saltos que los alejarían o acercarían a la cordillera. 

Arnold, informó de lo que había visto. En sus declaraciones a los periodistas dijo que “volaban como lo haría un plato si lo lanzas para que salte sobre el agua” (no que tuviesen forma de platos). En la mayor parte de los países de habla hispana se tradujo por "platillo volante" La historia del platillo captó el interés del público y, aunque los periódicos al principio tuvieron tendencia a mofarse del cuento, según se incrementaban otras informaciones de avistamientos, los platillos se convirtieron en noticias de primera página en todas partes. Con posterioridad, Kenneth Arnold publicó su historia en el número 1 de la revista Fate Magazine, dirigida por Ray Palmer. En ella, el relato es mucho más fantástico que el ofrecido en el informe oficial.

 
La noticia fue extendiéndose por todo el país, y con ella surgieron nuevos avistamientos que inundaron la nación. Semanas después empezaron a producirse en Inglaterra y en otros países. El hecho de que algunos de estos avistamientos ocurrieran en Finlandia y en Suecia, cerca del Telón de Acero, causó algunas preocupaciones a los paranoicos americanos que contemplaban la posibilidad de que estos fenómenos tuvieran algo que ver con acciones militares de los soviéticos. Algunos de estos avistamientos, como el de Peenemunde (antiguo centro alemán de investigación y fabricación de cohetes en manos rusas), recibieron tratamiento de alto secreto. 

EL TIMO DE CHRISMAN Y DAHL

 
En seguida aparecieron los bromistas y los falsificadores que querían sacar tajada del asunto. Quizá el caso más dramático por sus dolorosas consecuencias fue el ocurrido en julio, unos pocos días después del caso Arnold, Fred Chrisman y Harold A. Dahl, dijeron haber visto seis discos mientras patrullaban en una lancha cerca de la isla de Maury, en Washington. Dijeron que uno de los disco se inclinó y se desintegró y que sus restos cayeron al mar; habían logrado recoger algunas muestras. Dahl y Chrisman trataron de vender su historia a una revista de aventuras de Chicago. Dos oficiales de Inteligencia de la Armada se entrevistaron con ellos y recogieron los supuestos fragmentos del "platillo" para un análisis técnico. Al día siguiente, el avión que los traslada estalló en pleno vuelo. Los dos oficiales murieron, aunque los otros dos tripulantes saltaron en paracaídas y se salvaron.
 

Poco después, los periódicos de Tacoma empezaron a recibir llamadas anónimas donde se decía que el avión había sido disparado o saboteado para ocultar los fragmentos extraterrestes. Realmente el accidente se había producido por un incendio fortuito. Los análisis demostraron que los fragmentos del "platillo" no eran nada más que restos de unas formaciones rocosas muy inusuales que existen en la isla de Maury. En un interrogatorio posterior, al enfrentarles a las pruebas, Dahl confesó que sólo querían publicidad para vender su artículo. No obstante, a pesar de la confesión, este desgraciado incidente avivó la teoría de la conspiración gubernamental. 

EL CASO ROSWELL 

El 8 de julio de 1947 varios periódicos publicaban la noticia de que en Roswell un granjero había recogido un “disco volante”. En el Chronicle, de San Francisco, se reproduce la declaración emitida por el oficial de relaciones públicas de la base de Roswell, en la que se afirma que “El objeto volador aterrizó en un rancho cerca de Roswell en algún momento de la última semana”… “el Ejército, fue lo suficientemente afortunado de tomar posesión de un disco mediante la cooperación de uno de los rancheros locales y de la oficina del Sheriff del condado de Chaves”. 

Debemos tener en cuenta que, en 1947, “disco o platillo volador” aun no eran sinónimos de nave extraterrestre tripulada. Esto queda claro con la descripción de los restos que hace el propio granjero, W. W. ‘Mac’ Brazel , para la edición del día 9 del Roswell Daily Record: 

“…El globo que lo sostenía, si es que funcionaba así, debía tener alrededor de 12 pies [3,65 m.]”… “El caucho tenía un color gris ahumado y se había esparcido sobre un área de 200 yardas [182,9 m.] de diámetro. Cuando los restos fueron reunidos el papel de plata, el papel, la cinta adhesiva y los palitos hicieron un paquete de aproximadamente tres pies [0,91 m.] de largo y 7 u 8 pulgadas [entre 18 y 20 cm.] de grueso. En total, estimó, que todo el lote podría haber pesado unas cinco libras [2,27 Kg.]. En el área no había ningún signo de ningún metal que hubiera podido usarse para un motor ni propelente de ningún tipo”… “En su construcción se había usado abundantemente cinta adhesiva y algunas cintas con flores impresas sobre ellas”. 

Brazel dijo que él había encontrado globos meteorológicos en el rancheen otras ocasiones, pero que éste no se parecía a aquellos” (¿Proyecto Mogul?). Incluso se publicó la foto del mayor Marcel con los restos del “disco volador” y el ejército reconoció que se trataba de un globo. En muy poco tiempo el tema cayó en un olvido total. Por increíble que parezca, este irrelevante caso, adecuadamente inflado y manipulado, llegaría a ser uno de los pilares del mito OVNI y daría origen al cuento de los platillos estrellados. 

LA MARCIANITIS TOTAL 

La mera existencia de la psicosis "platillo" hizo que se publicaran nacionalmente sucesos que, de otro modo, se habrían quedado en los periódicos locales, como por ejemplo, observaciones de estrellas fugaces de brillo inusual, o de globos meteorológicos. Bajo circunstancias normales apenas serían noticia, pero bajo la tensión reinante cualquier fenómeno, se convertía automáticamente en "platillos" o "discos voladores". 

Hasta entonces, para la gran mayoría de la gente "platillo" no significaba nada en concreto; se trataba de algo extraño, no aclarado, que algunos relacionaban con la actividad militar de los rusos. Es a partir de la publicación del libro The Flying Saucers Are Real (1950), del mayor de infantería de marina Donald Keyhoe, cuando se populariza la idea de que los "platillos" son de origen marciano y que existe una conspiración del gobierno para ocultar las pruebas. 

También, en 1950, un escritor de variedades llamado Frank Scully escribe un libro fantasioso y lleno de errores titulado Behind the Flying Saucers. En esta obra se habla de un “platillo” estrellado en un pueblo de Nuevo México. Según el autor, los militares habrían encontrado tripulantes extraterrestres muertos que habrían sido llevados a alguna base secreta. En su libro mantenía que los militares, mediante una gigantesca labor de encubrimiento, se las habrían arreglado para que nadie se enterase de aquel hecho. La obra de Scully era tan mala, que fue crucificada por la crítica y cayó en el desprestigio. 

No obstante, en 1978, la muy sensacionalista revista National Inquirir, mezcla las historias de Scully y la del ‘platillo’ estrellado de Roswell, y da forma a la leyenda de la nave extraterrestre estrellada en aquella población. Lo que en 1950 había sido considerado un cuento de hadas, incluso por los investigadores de ovnis más crédulos, ahora 28 años después salta a las revistas de información general y es jaleado por el numeroso ejército de ufólogos asilvestrados que se había ido formando durante este tiempo. 

A partir de aquí se disparan especulaciones más fantasiosas: No sólo hubo un aterrizaje sino dos, y, además, en uno de ellos un tripulante todavía vivía, se lo llevaron a Alamogordo, o a White Sands, y allí estuvo viviendo durante varios años en una “casa segura”, hasta que murió. En unos casos se han recogido seis tripulantes, en otras catorce e incluso hay una versión que habla de 34 seres del espacio. El lugar del aterrizaje no está claro, es en Aztec, es en Roswell, es en Corona, es a 50 millas de Roswell,…. Se llegan a decir cosas tan peregrinas como que las pruebas de radar que se hacían en la zona perturbaron los sistemas de navegación del ovni y que por eso se estrelló, que el ovni chocó con el globo, que la cinta de papel con dibujos era “una escritura jeroglífica de otro planeta”… Con los años, pudimos disfrutar incluso de la hilarante filmación de la autopsia a un muñeco de goma relleno de casquería, que pretendía ser un alienígena. Y lo mejor, no era una producción de Barrio Sésamo. 

LAS ABDUCCIONES 

El fenómeno de las abducciones es otro de los pilares del mito ovni. El tema no se puede zanjar tachando sistemáticamente de locos, mentirosos o exhibicionistas a los 100 millones de personas que, según datos de los ufólogos, afirman haber sido secuestrados por los extraterrestres (aunque sus vecinos no notaron nada extraño). Entre ellas hay también personas honradas que proclaman su “verdad” a pesar de las burlas. Para analizar y comprender el fenómeno debemos ser conscientes de la fragilidad de la mente humana. 

El fenómeno de las abducciones comienza en septiembre de 1961, cuando el matrimonio Hill cree ser perseguidos por una extraña luz y deciden desviarse por carreteras secundarias para esquivarla. Inexplicablemente, llegaron a su casa dos horas más tarde. En los días siguientes, Betty Hill empieza a leer libros sobre ovnis y a sufrir pesadillas. Preocupados, acuden al psiquiatra y, bajo hipnosis, relatan una historia terrorífica: habían sido sometidos a un examen médico en un platillo volante y, tras borrarles la memoria, fueron liberados. 

Cinco años después un periodista se hizo eco del caso, y la aventura de los Hill se convirtió en la receta maestra para las abducciones: luces extrañas en el cielo nocturno, carreteras secundarias, extraterrestres jugando a médicos, borrado de memoria y tiempo inexplicablemente perdido. Hoy se sabe que la historia de los Hill, obtenida bajo hipnosis, está inspirada en la ciencia-ficción de la época. Por ejemplo, el aspecto de los extraterrestres es idéntico al de los que aparecían en la serie de televisión The outer limits. 

En general, los abducidos no representan una muestra clásica de la población desde el punto de vista del convencionalismo en el estilo de vida. La mayoría son muy inventivos, creativos y originales. Suelen ser personas más sensibles a “realidades no ordinarias” y tienen una mayor tendencia a la disociación. También existe una relación bastante estrecha entre ver ovnis y tener creencias esotéricas. 

Un detalle a tener en cuenta es que los abducidos suelen ser personas que han “recuperado” su memoria bajo hipnosis; y psiquiatras como Wilson y Barber encontraron que las personas que son fáciles de hipnotizar suelen pasar una gran parte de su tiempo fantaseando, tienen sueños muy vívidos, reciben mensajes de fuerzas desconocidas… Alrededor del 4% de la población muestran estos rasgos en su personalidad. Cuanto más intensas son las experiencias de contacto con ovnis, mayor es la tendencia a fantasear. 

Otro aspecto a considerar es que los “recuerdos” obtenidos bajo hipnosis podrían ser explicados por Elaboración Hipnótica o por simple sugestión. Los expertos han demostrado que lo que en realidad sucede es que se crean falsos recuerdos que, sin ninguna duda, aparecen como verdaderos para el sujeto. Bajo hipnosis puedes aceptar y responder a una realidad sugerida. Los terapeutas pueden ignorar que están creando las experiencias que van a tener que tratar. Cualquier “recuerdo”, sea cierto o no, es capaz de provocar un profundo impacto emocional. 

Quienes han “recobrado” el recuerdo de un abuso sexual en la niñez como aquellos que creen haber sido secuestrados –e incluso violados- por extraterrestres, presentan una mayor incidencia de la Parálisis del Sueño. Todo sucede durante la fase REM; cuando soñamos y nuestros cuerpos están paralizados, evitando de esta forma que podamos dañarnos. Pero puede ocurrir que la fase REM no se desarrolle correctamente y empecemos a despertarnos antes de que se pase la parálisis. El pánico que provoca esta situación se puede ver acrecentado por alucinaciones hipnopómpicas, que aparecen de manera natural en el despertar (cuando éstas tienen lugar mientras empezamos a dormir se llaman  hipnagógicas). 

La parálisis del sueño le sucede al 30% de la población, del cual el 5% la tiene acompañada de alucinaciones visuales, táctiles y auditivas. Su cerebro le proporcionará todos detalles necesarios, ya sea extrayéndolos de una película que vio, de un libro que haya leído o de un relato escuchado. La experiencia será absolutamente real para el sujeto. Que se trate de extraterrestres, vampiros, familiares muertos o simples ladrones, sólo depende de los gustos literarios y cinematográficos de cada cual, o de la última estupidez que los medios de comunicación sensacionalistas hayan puesto de moda. 

A pesar de todo, y aunque el fenómeno ovni está pasado de moda, son muchos los que están convencidos de que existe una agenda sexual alienígena, cuyos objetivos serían violar, extraer óvulos, succionar semen e introducir sondas rectales. Es curioso que unas civilizaciones con tanto desarrollo tecnológico sean tan torpes y agresivos en sus experimentos médicos. Parece como si no supieran nada de clonación o biotecnología. Pero más llamativo aun es ese interés de los alienígenas por el sexo y no por facultades puramente humanas no compartidas por el resto de las especies del planeta. 

De la moda de los hombrecillos verdes sólo han quedado unas cuantas ideas esperpénticas: como que estamos siendo visitados por doce razas distintas de extraterrestres; que algunas de ellas han llegado a un acuerdo con ciertos gobiernos, de modo que les permiten secuestrar a sus conciudadanos a cambio de tecnología; alienígenas que viven en bases secretas en el interior de la Tierra o en la cara oculta de la Luna y a los que les encanta el helado de fresa y la música tibetana. 

Los ovnis, lo mismo que sucedió con las brujas en el siglo XVIII y los espíritus en el XIX, han pasado a formar parte del imaginario colectivo. Fueron el mito de moda del siglo XX y, como todos los mitos, han acabado constituyendo un sistema de creencias, casi en una religión.