Tengo pendiente al menos una entrega más sobre las grandes cuestiones de la humanidad. Pero como soy un auténtico ventoleras, este Bajas Vibraciones no tiene nada que ver con lo anterior, e inaugura una serie de un número indeterminado de escritos (no necesariamente consecutivos) que dedicaré a los PRODUCTOS ENGAÑOSOS. 

Desde los hombrecillos verdes que nos abducen para implantarnos vaya usted a saber qué y por dónde, hasta los listillos que van por ahí fardando de poderes telepáticos; todos habrán de enfrentarse a la cólera de Réficul; y, sin más contemplaciones, serán condenados a mí infierno particular.  

Una vez allí, les daré a elegir su castigo para toda la eternidad. Les mostraré la primera sala con la típica barbacoa infernal repleta de humanos en espetones, pasaremos al moderno Caca-Park (un complejo con toboganes, piscinas llenas de excrementos y con olas artificiales), de ahí al Putada-Wordl (con las entrañables torturas clásicas de toda la vida) y, por último, visitaremos una sala con cómodos divanes, donde verán, en uno de ellos, a Osama Bin Laden atado, con Mónica Lewinsky sobre él, haciendo lo que ella sabe hacer mejor. Obviamente elegirán este castigo. Entonces yo, disimulando la risa como pueda, diré: ¡Mónica, ya llegó tu relevo! 

En “MUCHAS MENTIRAS MOJADAS” vamos a ocuparnos del agua. Conoceremos a ese genio de la “zienzia” que es Masaru Emoto y sus magníficas “imbestigaciones”, mediante las cuales ha descubierto que el agua alberga sentimientos; vamos, que es un mar de lágrimas. 

Y por último, que levanten la mano aquellos que no hayan oído hablar de las propiedades curativas, equilibrantes, energetizantes, holográficas y repanpinflantes del agua imantada o magnetizada. 

¡Cómo suponía! ¡Ninguna mano levantada! 
 

LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES (y Georg C. Lichtenberg) ADVIERTEN QUE, ES CASI IMPOSIBLE LLEVAR LA ANTORCHA DE LA VERDAD A TRAVÉS DE UNA MULTITUD SIN CHAMUSCARLE LA BARBA A ALGUIEN. 
 

Nadie ignora la importancia del agua. Seguro que todos hemos escuchado más de una vez que nuestro cuerpo está formado en un 70% por este líquido, y que, aunque podemos ayunar durante semanas, moriremos en cuestión de días si no bebemos. 

La vida surgió en el agua y, de hecho, las células, unidad básica de toda vida, no son otra cosa que moléculas disueltas en agua. La molécula de H2O tiene una débil carga eléctrica repartida irregularmente: el oxígeno tiene carga negativa y los átomos de hidrógeno cargas positivas. Esto explica que las moléculas de agua se atraigan entre si y, también, a otras moléculas con cargas positivas o negativas, de ahí el poder disolvente y las demás propiedades de este elemento. 

Si analizamos con detenimiento los conocimientos disponibles sobre el tema, veremos que es fácil maravillarse con las propiedades del agua. La comprensión de la realidad nos llena de gozo en tanto que sacia nuestra sed de saber, y nos sitúa en el camino de la realización individual y del progreso colectivo. 

No hay ninguna necesidad de recurrir a la fantasía, y mucho menos en un tema que está tan claro como el agua. Nuestra fascinación por ella debe ceñirse a lo tangible, y no hay explicación o disculpa alguna para que, seres civilizados del siglo XXI, involucionen hacia una adoración de tipo animista o cualquier otra forma de barbarie. 

Con todo esto vengo a referirme a la creciente sarta de sandeces que se dedican a divulgar insensatos que juegan a los médicos (alternativos) y que se disfrazan de investigadores sólo para vivir a costa del crédulo. Esta superchería ya ha llegado a degenerar en culto organizado. 

Uno de los máximos exponentes de esta absurda moda es, sin duda, Masaru Emoto, Auto-Presidente del “Proyecto de Amor y Gracias al Agua”. Este señor, que acostumbra a presentarse como un reputado investigador, no es otra cosa que un charlatán más, con una esmerada propaganda a sus espaldas. Sus únicos estudios académicos acreditados son los de Relaciones Internacionales, cursados en la Universidad de Yokohama. Como comprenderán, no vamos a tomar en serio su licenciatura de “la señorita Pepi” en Medicina Alternativa, expedida por una de esas pseudo-universidades para magufos. 

Carente de una mínima base científica, Emoto acostumbra a hacer públicos todo tipo de disparates relacionados con el agua. Afirmaciones como que el agua tiene memoria y que su estructura molecular puede verse alterada por los pensamientos, sonidos, emociones, etc., no tienen nada que ver con la ciencia, y sí con las más primitivas e infantiles creencias. 

De hecho, sostiene que los humanos no somos de este planeta; en consonancia con la mitología de su cultura y, más concretamente, con la idea de que los japoneses provienen de las Pléyades. Por lo visto, ignora que el resto de los humanos somos descendientes de una pareja que fabricó en barro un señor con barba blanca, zapatillas a cuadros, y que llevaba sobre la cabeza un triángulo con un ojo dentro. 

En esta misma línea, no tiene reparos en hablar de un Dragón (dios del agua) que, al parecer, está muy cabreado con los humanos y que sería responsable, entre otros desastres acuáticos, del tsunami que asoló Indonesia aquel fatídico 26 de diciembre. 

Es un magnífico ejemplo de neo-flagelante a la japonesa, ya que propone que, para evitar que ocurra algo “terriblemente atroz”, “enviemos nuestras energías hacia el agua local o de las cercanías y a toda el agua del mundo. Si todos nos unimos y enviamos esa energía positiva al universo, la furia del dragón se atemperará durante un tiempo”.

 
“Agua, te amamos”

“Agua, te agradecemos.”

“Agua, te respetamos.” 

Los delirios de Emoto se apoyan, además de en su verborrea incoherente, en una serie fotografías que jamás podrán ser contrastadas científicamente; ya que, como él mismo se apresura a advertir, los resultados dependen de algo tan subjetivo como el estado anímico-espiritual del investigador. Es decir, la típica coartada de los magufos, según la cual, las “bajas vibraciones” de un científico de verdad arruinarían el experimento. 

Creo que los orientales son gente inteligente, aunque admito que esa idea puede ser un estereotipo totalmente infundado. Claro, como tienen esa mirada que parece una sospecha… Pero puede ser que, de tanto sospechar y tirar fotos (como los espías), se hayan dado cuenta de lo crédulos e irracionales que podemos llegar a ser los occidentales. Esto explicaría el auge de los “TODO A CIEN”. Porque, si has comprado una bolsita con 20 bolígrafos, por sólo 100 de las prehistóricas pesetas, ¿qué esperabas? ¿qué pintasen? ¡Joder, además de rácano, eres muy exigente! 

Podríamos analizar pormenorizadamente cada una de las estúpidas elucubraciones del Sr. Emoto, pero créanme; sería una lamentable pérdida de tiempo y un aburrimiento, tan sólo comparable con el más largo de los discursos del camarada Fidel. 

Simplemente razonemos un poco: Una molécula de agua no puede tener memoria, ni albergar sentimientos; primero, porque no es un ser vivo y; en segundo lugar, porque carece de cerebro. Si el término “memoria” es una licencia poética y, en realidad, se refiere a algún tipo de reacción ante estímulos externos, habría que decir que el agua es de lo más desmemoriado que pueda existir, ya que por su propia naturaleza, cualquier efecto desaparece de forma inmediata cuando cesa el estímulo. Por no retener, no retiene ni tan siquiera la forma del recipiente como no sea en estado sólido; es decir, congelada.  

Por lo tanto, todas esas afirmaciones, según las cuales el agua se puede activar, energetizar, dinamizar, magnetizar, polarizar, solarizar, sonorizar, etc., no son más que una infumable sarta de tonterías que podrían suscitar hilaridad, de no ser, por sus repercusiones sobre la salud de los creyentes en imaginarias cualidades terapéuticas. 

El irresponsable Sr. Emoto asegura que sus hallazgos "pueden hacer factible el descubrimiento temprano de enfermedades, incluso con anterioridad a que se manifiesten de manera física; o a que, ya en su estado avanzado, se hagan visibles en un análisis de sangre". 

Me parece muy mal que se gane la vida estafando a hipocondríacos sanos con el cuento de enfermedades supuestas que ningún médico de verdad podrá detectar, pero se me ponen los pelos de punta sólo de pensar que un auténtico enfermo pueda llegar a ponerse  en manos de un curandero chiflado como éste. 

Un vaso de agua expuesto a música Heavy Metal es tan sano como otro expuesto a cantos gregorianos. Sus moléculas son exactamente iguales y, si se congelan en las mismas condiciones, darán lugar a cristales idénticos. Las variaciones en la formación de los cristales sólo pueden provenir de las impurezas y de las condiciones de congelación. Todo esto está más claro que el agua. 

Ya se ha dicho que el agua no se puede magnetizar, pero, dado que se ha organizado un considerable negocio en base a esa creencia, merece la pena tratar el asunto más a fondo y dar explicaciones precisas al respecto. 

El agua es diamagnético. Por lo tanto, ante la presencia de un campo magnético, genera una repulsión que no es del todo proporcional al campo que ejerce la acción (este es muy leve). El hidrógeno tiene una estructura atómica en la cual solo hay un sólo electrón orbitando el núcleo; de ahí, la imposibilidad de que combinar y generar dominios magnéticos. 

Sólo el oxígeno, con 8 electrones, realiza alguna formación temporal de dominios; los cuales DESAPARECEN instantáneamente al dejar de estar actuando sobre él. La fuerza del campo magnético terrestre no es capaz de organizar dominios en el oxígeno de forma natural. Por lo tanto, no puede haber agua magnetizada; pues basta que la alejes del imán para que regrese a su estado original. 

Sólo mantienen imanación los cuerpos que son capaces de mantener retención magnética; es decir, donde la curva de histéresis tiene una marcada definición. 

O como nos explica la Wikipedia de forma más sencilla: 

“El agua magnética sería el agua sometida a un proceso por el cual quedaría "magnetizada", lo que según algunos haría crecer mejor a las plantas, la potabilizaría, etcétera. 

El agua magnética se conseguiría haciendo pasar el agua por un serpentín donde se han adosado un par de imanes con los polos enfrentados. 

Estas afirmaciones carecen de toda base científica, y son, por tanto, pura pseudociencia. En cuanto el agua sale del "aparato magnetizador", vuelve a ser exactamente igual en todos los aspectos a la que entró, sin adquirir propiedad alguna, ni experimentar ningún cambio físico. 

Históricamente, pueden encontrarse "milagros" semejantes a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se vendían "cinturones eléctricos" y otros dispositivos similares que pretendían reducir dolores crónicos, mejorar la salud, y otros efectos similares. 

Algunas personas sin escrúpulos venden artilugios similares para los depósitos de gasolina asegurando un mejor rendimiento del motor con fines claramente lucrativos. 

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En resumen: 

a) El agua no se puede magnetizar. 

b) El porcentaje de minerales metálicos que se podrían magnetizar en el agua es irrisorio y carece de cualquier efecto sobre la salud. 

c) El lucrativo  negocio que algunos listillos se han montado con eso del agua magnetizada y sus hipotéticas virtudes curativas infringe la normativa sobre productos medicinales y constituye una estafa sobre la que debería actuar la Justicia con toda rotundidad.