Este Bajas Vibraciones, que toma prestado el título del “Manifiesto del 75º aniversario de la proclamación de la II República Española”, está enteramente dedicado a mostrar mi agradecimiento personal a esos hombres y mujeres excepcionales que tuvieron el coraje de hacer realidad sus sueños de libertad, justicia y progreso.

Me refiero, por supuesto, a esa generación de españoles que lo dieron todo, y mantuvieron hasta el final su fidelidad a II República. Pero,… ¿qué decir de aquellos 60.000 valientes, verdaderos creyentes en la fraternidad humana, que vinieron de tierras lejanas y, sin pedir nada a cambio, pusieron a nuestra disposición sus vidas, para la defensa de nuestros sueños? ¡Y sólo porque también eran los suyos! 

No encuentro palabras que hagan justicia a semejante acto de coherencia y altruismo; por eso, recurro a las de Dolores Ibárruri y, como segunda parte de esta entrega, reproduzco su “Mensaje de despedida a los voluntarios de la Brigadas Internacionales”. 
 

LAS AUTORIDADES ESPIRITUALES ADVIERTEN (y también Jaume Perich) QUE, NO SÓLO ES MÁS FÁCIL QUE UN POBRE ENTRE EN EL REINO DE LOS CIELOS, SINO QUE TAMBIÉN TIENE MUCHAS MÁS POSIBILIDADES DE HACERLO ANTES. 
 

Muchos pueblos del mundo mostraron su inequívoca solidaridad con el orden legal, constitucional y democráticamente establecido en España. Sin embargo, no todos los gobiernos mostraron el mismo entusiasmo.  

Repasemos algunos casos: 

La URSS cobró cada bala y cada suministro, unas veces a precios irrisorios y otras a precios abusivos. Los partidarios de las teorías conspiranóicas sobre los diabólicos planes del comunismo internacional, se olvidan siempre de que en esa época, la política exterior de la Unión Soviética consistía en buscar pactos con las democracias europeas para salvaguardarse de la amenaza nazi, y que la toma de partido a favor de la República Española, en principio, perjudicaba esta paciente política mantenida desde finales de los años veinte. Tanto es así, que sólo la petición urgente de ayuda del PCE, y tras largas reflexiones, llevó a Stalin a prestar ayuda. Y de paso, bien es cierto, a mangonear a la República y a, en lo posible, deshacerse de los enemigos (declarados o supuestos) del comunismo heterodoxo. La Unión Soviética, no dio nada gratis, se cobró su precio monetario y político. 

Francia vendió a la República aviones y alquiló los servicios de sus pilotos, por lo que cobró unos 150 millones de dólares. Cabe mencionar que, al igual que Inglaterra, desalentó jóvenes simpatizantes con la causa republicana para que no se unieran a la Brigadas Internacionales. No obstante, muchos franceses e ingleses, como Malraux y Orwell, participaron individualmente como voluntarios. Además, Francia, dispensó un trato inhumano a miles a los refugiados republicanos; los rodeó con alambres de espino en una playa y los dejó morir de hambre, frío y enfermedad sin los cuidados médicos más elementales. 

EEUU vendió aviones a la República, y gasolina a Franco. 

Alemania ayudó a Franco enviando a España la Legión Cóndor
Aprovechó la guerra para probar sus nuevos modelos de armas y tácticas. Se probaron los cazas
Messerschmitt Bf 109 y los bombarderos Junkers Ju 52 y Heinkel He 111. Estrenó en España sus tácticas de bombardeo sobre ciudades. Aunque no fue el único, el más famoso fue el bombardeo de Guernica representado por Picasso en su cuadro Guernica. 

La Italia fascista envió a España al Corpo Truppe Voluntarie
Ayudó al bloqueo del armamento enviado desde la URSS a España con acciones puntuales de su propia Armada. Aportó cuatro “submarinos legionarios” a la flota de Franco y le vendió cuatro destructores y dos submarinos.
 

Irlanda apoyó a los sublevados con la brigada del general Eoin O’Duffy, y Portugal con tropas de voluntarios y permitiendo el paso de suministros alemanes por sus puertos. 

México fue, al parecer, la única nación que apoyó la causa republicana de una forma completamente desinteresada, proveyendo de rifles y comida al legítimo gobierno de una nación amenazada de muerte por una rebelión militar. Además, junto a Yugoslavia, reconoció hasta 1.977 a las diversas instituciones republicanas en el exilio, como legítimas representantes del pueblo español. Por ello, expreso mi sincera admiración y agradecimiento hacia los mexicanos con los que siempre me sentiré en fraternal deuda. 

España está regada por la sangre de los mejores, y ese sacrificio debe ser honrado por todos, ahora y siempre. Hagámonos dignos de él trabajando con determinación y coraje por un mundo mejor. 
 

CON ORGULLO, MODESTIA Y GRATITUD

MANIFIESTO DEL 75º ANIVERSARIO DE LA II REPÚBLICA 

El 14 de abril de 1931, España tuvo una oportunidad. La proclamación de la II República Española encarnó el sueño de un país capaz de ser mejor que sí mismo, y reunió en un solo esfuerzo a todos los españoles que aspiraban a un porvenir de democracia y de modernidad, de libertad y de justicia, de educación y de progreso, de igualdad y de derechos universales para todos sus conciudadanos. 

Hoy, setenta y cinco años después, los firmantes de este manifiesto evocamos aquel espíritu con orgullo, con modestia y con gratitud, y reivindicamos como propios los valores del republicanismo español, que siguen vigentes como símbolos de un país mejor, más libre y más justo.  

Frente al colosal impulso modernizador y democratizador que acometieron las instituciones republicanas –siempre con la desleal oposición de quienes creían, y siguen creyendo, que este país es de su exclusiva propiedad–, todavía se nos sigue intentando convencer de que la II República fue un bello propósito condenado al fracaso desde antes de nacer por sus propios errores y carencias. 

Los firmantes de este manifiesto rechazamos radicalmente esta interpretación, que sólo pretende absolver al general Franco de la responsabilidad del golpe de estado que interrumpió la legalidad constitucional y democrática de una república sostenida por la voluntad mayoritaria del pueblo español, con las trágicas consecuencias que todos conocemos. Y exigimos que las instituciones de la actual democracia española rompan de manera definitiva los lazos que la siguen uniendo –desde los callejeros de los municipios hasta los contenidos de los libros de texto– con un estado ilegítimo, que surgió de una agresión feroz contra sus propios ciudadanos y se sostuvo en el poder durante treinta y siete años mediante el abuso sistemático e indiscriminado de los siniestros recursos que caracterizan la pervivencia de los regímenes totalitarios. 

Después de treinta años de democracia, resulta vergonzoso tener que recordar aún donde estaba la ley y donde estuvo el delito. A estas alturas, es intolerable, y muy peligroso para la salud moral y política de nuestro país, que todavía se pretenda equiparar al gobierno legítimo de una nación democrática con la facción militar que se sublevó contra el estado al que, por su honor, había jurado defender, y cuya victoria sólo fue posible gracias a la ayuda de los regímenes fascista y nazi que preparaban una invasión de Europa que acabaría provocando una guerra mundial y, aún más decisivamente, gracias a la culpable indiferencia de las democracias occidentales, que, antes de convertirse en víctimas de las mismas potencias en cuyas manos habían abandonado a España, eligieron parapetarse tras el hipócrita simulacro de neutralidad que representó el comité de No Intervención de Londres. 

El 14 de abril de 1931, España tuvo una oportunidad, y los españoles la aprovecharon. Pese a la brevedad de su vida, la II República desarrolló en múltiples campos de la vida pública una labor ingente, que asombró al mundo y situó a nuestro país en la vanguardia social y cultural. Entre sus logros, bastaría citar la reforma agraria, el sufragio femenino, los avances en materia legislativa de toda índole, la separación efectiva de poderes, las constantes y modernísimas iniciativas destinadas a difundir la cultura hasta en las comarcas más remotas, el decidido impulso de la investigación científica o el florecimiento ejemplar no sólo de la educación, sino también de la asistencia sanitaria pública, para demostrar que aquel bello propósito generó bellísimas realidades, que habrían sido capaces de cambiar la vida de un pueblo condenado a la pobreza, la sumisión y la ignorancia por los mismos poderes –los grandes propietarios, la facción más reaccionaria del Ejército y la jerarquía de la Iglesia Católica– que se apresuraron a mutilarlo de toda esperanza. 

La República dotó a los sectores más débiles y desprotegidos de la sociedad de entonces, las mujeres y los niños, de un estatuto jurídico privilegiado en su época. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen supuso para ellas, para ellos, la pérdida de todo derecho y su consagración como subciudadanos dependientes de la buena voluntad de los cabezas de sus respectivas familias. 

La República apostó por la defensa de los espacios públicos como escenario fundamental de la vida española, asumiendo la necesidad de equiparar las condiciones de vida de las poblaciones rurales y urbanas, y desarrollando políticas de igualdad no sólo entre los individuos, sino también entre las regiones más y menos prósperas. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen consolidó las desigualdades históricas tanto individuales como colectivas, y abandonó la promoción de los servicios públicos para crear un déficit que en algunos sectores, como la educación primaria y secundaria, seguimos padeciendo todavía. 

La República fomentó el auge de la cultura española en todos los terrenos de la creación artística y de la investigación científica, el debate intelectual y la vida universitaria, hasta el punto de que su nombre y su destino estarán unidos para siempre a la memoria del máximo esplendor cultural del que ha gozado nuestro país en la era moderna. El retroceso fue tan brutal, que el cambio de régimen supuso la pérdida más trágica que, a su vez, ha soportado nunca la cultura española, el exilio masivo de los mejores, que dejaron las aulas y los laboratorios, los talleres y las redacciones, las editoriales y los museos, la autoridad y el prestigio intelectual de nuestro país, en manos de una improvisada cosecha de oportunistas y segundones, que redujeron la vida cultural española a una lamentable manifestación de mediocres oscuridades. 

Hoy, setenta y cinco años después, los firmantes de este manifiesto no queremos seguir lamentando la triste brutalidad de aquel retroceso, sino celebrar la emocionante calidad de los logros que le precedieron, y agradecer la ambición, el coraje, el talento y la entrega de una generación de españoles que creyó en nosotros al creer en el futuro de su país. Reivindicar su memoria es creer en nuestro propio futuro, que será proporcionalmente mejor, más libre, más justo, más feliz, en la medida en que seamos capaces de estar a la altura de la tradición republicana que hemos heredado. 

Por una España verdaderamente moderna, laica, culta, igualitaria, por su definitiva normalización democrática, y por el progreso armónico del bienestar de todos sus ciudadanos, hoy, setenta y cinco años después, queremos celebrar el 14 de abril de 1931, y proponer que esta fecha se celebre en lo sucesivo como un reconocimiento oficial a todos los ciudadanos españoles que lucharon activamente por la libertad, la justicia y la igualdad, valores comunes que tienen que seguir orientando la construcción democrática de la sociedad española. 

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MENSAJE DE DESPEDIDA A LOS VOLUNTARIOS DE LAS BRIGADAS INTERNACIONALES 

Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan. Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas…Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos…Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón, aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud. 

De todos los pueblos y de todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República Española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio. Y Jarama, y Guadalajara, y Brunete, y Belchite, y Levante, y el Ebro, cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales. 

Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales, para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España. 

Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros, incondicionalmente. 

Nos lo daban todo, su juventud o su madurez; su ciencia o su experiencia; su sangre y su vida; sus esperanzas y sus anhelos…Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros. 

¡Banderas de España! ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires! 

¡Madres! ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfumen en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales. 

Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigilados por perros rabiosos que ansiaban clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariño, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: !Aquí estamos!, vuestra causa, la causa de España, es nuestra misma causa, es la causa común de toda la humanidad avanzada y progresiva. 

Hoy se van muchos; millares se quedan, teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles. 

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites, os hacen volver a vuestra patria a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marchar orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticio de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales, o hacia las acciones industriales, que quieren salvar de todo riesgo. 

No os olvidaremos; y cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República Española, ¡volved! 

Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: 

¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales! 
 

Dolores Ibárruri, La Pasionaria

Barcelona, 1 Noviembre, 1938 
 

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