Vida extraterrestre Ciencia y ficción

Aveces creo que hay vida en otros planetas, y a veces pienso que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa.» Este comentario de Carl Sagan, uno de los grandes divulgadores del estudio del cosmos, ilustra con sutileza la perplejidad y el estremecimiento del ser humano ante uno de los mayores emigmas del universo. El tema de la vida fuera de la Tierra ha apasionado desde siempre tanto a profanos como a científicos. Entre los primeros han calado más hondo desde mediados del pasado siglo las teorías calenturientas sobre platillos volantes y extraterrestres verdes y con antenas. Los astrónomos, como es lógico, siguen sendas bien diferentes, aunque no han faltado en su filas casos como el de Percival Lowell (1855-1916), quien además de realizar importantes estudios sobre los planetas del Sistema Solar es conocido por propugnar la existencia de canales artificiales en la superficie de Marte. Eso sí, a partir de unas concienzudas observaciones con los medios de su época. Muchos años antes, en la Grecia Clásica, pensadores como Tales de Mileto o Anaximandro ya se habían atrevido a argumentar acerca de la existencia de un cosmos repleto de mundos habitados.
Los científicos siguen buscando vida fuera de nuestro planeta por tres vías prioritarias: la escucha de señales artificiales —a la espera de hallar emisiones de radiación electromagnética que pudieran provenir de una civilización extraterrestre—; por el estudio de la vida microbiana (o de cualquier tipo) en los cuerpos celestes que se visitan —o que llegan a nuestro planeta en forma de meteoritos—; y por la detección de características o marcadores distintivos de la vida en los cuerpos celestes mediante la utilización de telescopios. Los recientes descubrimientos en Marte de minerales relacionados con el agua y el hallazgo de algún planeta de parecidas características a las de la Tierra fuera del Sistema Solar han abierto de nuevo la puerta de los sueños. De hecho, en los próximos años, las misiones «Darwin» de la ESA y TPF de la NASA tendrán la tarea de rastrear de un modo exhaustivo distintos «exoplanetas» buscando agua. ozono, metano… en sus atmósferas. Pero, ¿qué condiciones ha de tener un planeta para que alberguemos esperanzas de que exista vida en él?
Ladrillos constructores
«En primer lugar, me parece que habría que llegar a un consenso sobre la definición de “vida” y los “ladrillos constructores”, y la evolución de la misma —comenta María Rosa Zapatero Osorio, del Instituto de Astrofísica de Canarias—. Son los biólogos los que mejor pueden elaborar y desarrollar este punto. Ahora, de manera natural estamos sesgados por lo que conocemos en la Tierra. Por ello, pensamos que en la inmensa mayoría de los casi 200 “exoplanetas” descubiertos [el último número de «Nature» da cuenta de un nuevo e interesante hallazgo] la vida tal y como la conocemos no es viable. Estos “exoplanetas” son gaseosos, están muy cercanos a su estrella central y sometidos a temperaturas más altas que la de la Tierra. Los astrofísicos tenemos primero el objetivo de buscar planetas con masas “como la Tierra” alrededor de estrellas de tipo solar para decir “este planeta posiblemente albergue vida”. La idea es identificar un sistema Tierra-Sol “gemelo”. No obstante, encontrar un “exoplaneta” terrestre a 1 Unidad Astronómica de su estrella (la distancia Tierra-Sol) no es garantía de que dicho planeta “tenga vida”. La Tierra presenta unas propiedades muy particulares dentro de nuestro sistema solar.»
Pero lo que sí ha demostrado la la vida en ella es una tenacidad incuestionable. Un buen síntoma para que podamos llevarnos sorpresas en mundos a priori inhabitables. «Durante los últimos años hemos comprobado que la vida es mucho más robusta de lo que se podría pensar en un principio —señala el profesor Jesús Martínez-Frías, del Centro de Astrobiología del CSIC/INTA—. En nuestro propio planeta existen condiciones y ambientes extremos donde encontrar vida, desde los hielos polares a las zonas volcánicas o los fondos de mares y océanos. Microorganismos capaces de soportar intensas dosis de radiación, vivir sin oxígeno, o bajo tierra en zonas profundas. Creo que hay todo un abanico de posibilidades aún por explorar en cuanto a las condiciones necesarias para la vida fuera de la Tierra.»
«A medida que conocemos más sobre la química de la vida nos parece más probable que la misma se pueda reproducir, al menos, en entornos similares al nuestro —asegura Ana Inés Gómez de Castro, profesora de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora de la Red Europea de Astronomía Ultravioleta—. En los próximos 20 años, la astronomía nos permitirá identificar algunos de estos entornos en otros sistemas planetarios.»
Dentro del nuestro, Marte sigue siendo la gran esperanza. «Creo que ha habido un salto cualitativo extraordinario desde el punto de vista científico y también tecnológico en el conocimiento de Marte y su evolución —asegura Martínez-Frías, uno de los grandes estudiosos del planeta rojo—. Los recientes hallazgos de minerales relacionados con el agua se están complementando con nuevos datos sobre geomorfología marciana. Existen ya evidencias que indican que Marte puede aún estar “geológicamente vivo”, aunque su ciclo vital sea mucho más lento o distinto simplemente al terrestre, y la vitalidad geológica de un planeta es fundamental para la existencia de vida.»
La imaginación vuela, aunque es imposible predecir cuándo y dónde puede hallarse —si es que existe— algún otro soplo de vida. Pero, ¿hay posibilidades de que nos encuentre otra civilización del universo?
«Yo creo —dice Martínez-Frías— que por el momento solo se puede hablar de lo que la Humanidad puede o no puede hacer. Aunque sí considero que nosotros seremos capaces de colonizar otros mundos. La vida desde que surgió no ha dejado de explorar su entorno y los límites del nuestro se van ampliando cada vez más.»
Zapatero Osorio, sin embargo, reconoce cierto escepticismo sobre este asunto. «Aún “no hemos colonizado” en masa los otros planetas rocosos de nuestro sistema solar. Además, encontrar un planeta habitable fuera de las fronteras de nuestrosistema planetario no es garantía de que podamos “llegar a él” en un viaje espacial en la actualidad. El espacio exterior no es un lugar apto donde podamos sobrevivir largos períodos de tiempo.»
«Yo creo que sí colonizaremos otros mundos —dice Gómez de Castro—. Sin lugar a dudas. Y con respecto a que nos encuentre otra civilización lo cierto es que, probabilísticamente hablando, existen las mismas posibilidades de que la hallemos nosotros a ella, siempre y cuando los grados de desarrollo tecnológico sean similares y el interés en efectuar la búsqueda también. Entrar en el campo de las hipótesis es siempre un atractivo aspecto de la ciencia-ficción.» Soñar es gratis, pero se necesitan grandes pruebas para desterrar de la Humanidad aquella soledad cósmica que cantaran los poetas.

La historia de la astronomía en los últimos cincuenta años está plagada de hitos en la búsqueda de un contacto con la vida extraterrestre. En noviembre de 1974 se transmitía desde el observatorio de Arecibo, en Puerto Rico, la señal de radio más potente dirigida hacia el firmamento. Su intención última era que alguna forma de vida inteligente pudiera captar un mensaje que contenía una serie de datos sobre nuestro planeta y la Humanidad. En aquel mensaje se recogía información acerca de los átomos de los elementos de los que estamos básicamente constituidos, imágenes esquemáticas de la doble hélice del ADN de un ser humano, otras del Sistema Solar… También en los años setenta, y con unas intenciones similares, se incluyeron unos discos con distintos datos sobre nuestra civilización a bordo de las sondas «Pioneer» y «Voyager».

Fuente:

http://www.abc.es/20070715/domingos-domingos/vida-extraterrestre-ciencia-ficcion_200707150916.html