De J.J. Benítez a Iker Jiménez

La historia del ovni que Doña Sofía no vio en aquel histórico viaje a China, no sólo ha sido tratado numerosas veces y en profundidad por este columnista sino también por J.J. Benítez y por Iker Jiménez, quien le ha prestado amplia atención en su exitoso programa televisivo. La visión del fenómeno se produjo en la madrugada en la que, procedentes del Irán del Shah y Farah, el avión del séquito informativo sobrevolaba la frontera de China, esperando autorización para entrar en el misterioso país. Volábamos a más de 9.000 metros de altitud en una noche ancha, oscura e infinita, «la noche solitaria de los ojos de ciego», que dijo alguien, en la que sólo las estrellas nos veían. Era una de esas noches cuyas sombras transparentes parecían tener miedo a la propia noche. Todos o casi todos dormían.

De repente, en medio de aquella sobrecogedora oscuridad, una luz cegadora, procedente del exterior, de dos focos muy potentes que se acercaban a la misma velocidad que nosotros, a 1.000 km/h., iluminó el interior del avión, como si se hubiera hecho de día. Aunque el radar del DC8 no detectaba presencia alguna ni próxima ni lejana, el inquietante objeto, aquella cosa, seguía allí, cada vez más próximo, impidiendo, con su deslumbrante luz, divisar lo que había detrás. Era como si se hubiera parado la rueda de la noche.

«¡Es un ovni!», dijeron los más expertos. «¡Son extraterrestres!», apuntaron otros más expertos todavía.

Lo que se ha perdido la Reina

Quince minutos después comenzó a alejarse, marcha atrás, hasta perderse en la noche oscura e infinita sin que, en ningún momento, pudiéramos ver más que aquella luz que nos dejó una extraña sensación de impotencia y de vacío. «¡Lo que se ha perdido la Reina!», exclamó quien bien la conoce. Fue tal el impacto que a la Soberana le produjo la historia que, nada más descender del avión, en el aeropuerto de Pekín, se dirigió hacia los periodistas preguntando con gran nerviosismo: «¿Es verdad que han visto un ovni? ¡Qué suerte han tenido!». No le quise decepcionar, explicándole que tan sólo era lo que era, un objeto no identificado, de control remoto, posiblemente ruso.

La dejé con el convencimiento, imbuido por Juanjo Benítez, de que los extraterrestres, los ovnis y las nodrizas existen. Lo curioso de esta historia es que el Príncipe también lo cree. Tal vez por ello, Benítez es uno de sus autores preferidos.

Fuente:

http://www.elmundo.es/suplementos/cronica/2007/610/1183240816.html