En nuestro tiempo definimos a los iconoclastas como las personas que están en contra o tienen la habilidad de romper  los “ídolos”, “símbolos”, “esquemas”  o ideas populares de la sociedad. Sin embargo, es poco difundido en nuestro moderno mundo occidental, que los iconoclastas fueron unos serios funcionarios imperiales a cargo de una extraña misión encomendada por un estado que se declaraba católico; la destrucción de cualquier imagen que representara a una deidad o símbolo  religioso cristiano, y no eran cristianos luteranos del siglo XVI, sino, funcionarios gubernamentales de diez siglos antes de la reforma protestante.

Como debería ser relativamente conocido por los occidentales, sabemos que existió el  imperio romano de oriente, de lo que no estamos muy familiarizados es que esa porción fue  la parte sobreviviente, por mil años, del imperio romano, que al contrario de lo que se cree, no acabo con el saqueo de roma, sino que, continuo en la parte oriental. Por su propio desarrollo y ubicación geográfica lo hemos considerado como un imperio aparte, incluso es conocido como el imperio bizantino, no obstante que ellos mismos se consideraron romanos hasta el fin de sus tiempos, y a Constantinopla, siempre se consideró como la nueva Capital del Imperio Romano,  incluso el nombre de Constantinopla, antiguamente Bizancio hoy Estambul, fue primero el de la Nueva Roma de Constantino,  pero bueno, esa es otra larga historia, en el siglo VI este imperio, después de los embates de “otro” imperio o cultura: la árabe musulmana, se vio afectado por una considerable reducción territorial. Los ataques de estos formidables nuevos guerreros, que no acabaron con el imperio, pero si le arrebataron la mayoría de su territorio asiático, infligiéndoles  humillantes derrotas,  llevaron a un curioso evento histórico conocido como la época de la controversia  iconoclasta (726-787).   Como es natural en el ser humano, los abrumados bizantinos, asombrados por las conquistas árabes; buscaron una explicación sobrenatural  este hecho  de la perdida territorial, sobre todo de provincias ricas en recursos, como Siria y Egipto, a manos de estos enemigos de la cristiandad, y se la  encontró en  que los musulmanes no adoraban imágenes, tal como lo dice la Biblia, para que vean que no es nada nuevo ese cíclico reclamo teológico cristiano de no adorar imágenes, desde principio el cristianismo primitivo hizo propio este recurrente dogma bíblico, pero, la evolución del cristianismo con bases judías a un cristianismo con influencia de la cultura griega degenero o genero esa proliferación de representar a Cristo, la virgen y todos los santos en la más variadas figuras de dos o tres dimensiones. Pues bien, algunos bizantinos observaron que la ortodoxia musulmana respecto a las imágenes era muy estricta;  y pensaron que  Dios los estaba castigando por adorar imágenes, así que el emperador bizantino León III el isaúrico  ordeno la destrucción de las imágenes que representaran a Cristo, la virgen  o cualquier representación religiosa, e incluso designo a unos funcionarios gubernamentales llamados iconoclastas, palabra que proviene de griego y significa destructor de imágenes,  encargados de tal fin. Como todo en esta vida, también existió una motivación política que era la de restar poder económico-político a los monjes, los principales comerciantes de imágenes religiosas. 

Durante más de 50 años se libro una batalla entre los iconoclastas y los iconódulas (adoradores de imágenes) donde emperadores sucesores estuvieron  a favor y en contra de la política iconoclasta, pero al final, los iconódulas ganaron la batalla, al restaurarse  por parte de la  viuda del último emperador iconoclasta  la adoración de las imágenes en el concilio de Nicea en el 787. Supongo que la razón principal de esta victoria de los adoradores de imágenes, se deba a que los bizantinos eran en realidad griegos, y el espíritu del  helenismo creador de las más bellas esculturas no permitió que la herejía iconoclasta triunfara. Sin embargo, la iconoclastia de su huella o mejor dicho dejo su “no huella”, dado que, aunque se permitió la adoración a las imágenes, se prescribió que ya no se podrían elaborar  esculturas y solo se permitió la elaboración de bajorrelieves, esa característica cultural se la heredaron a los rusos, cuya iglesia cristina ortodoxa, es hija de la iglesia ortodoxa bizantina, y cuyo arte en el bajorrelieve llegó a su máxima expresión en los famosos trípticos rusos.

Triptico Ruso