Por: Juliana Fregoso
08/06/2007

La camioneta de reparto tiene un mensaje en su costado: "Cuidamos el producto desde el origen" y para que el consumidor reciba más clara la intención el mensaje, se acompaña de una fotografía en la que una estilista hace la pedicura a la vaca que produce la leche.

Se trata de la nueva campaña de Alpura, empresa de productos lácteos que ejemplifica con este tipo de publicidad las nuevas exigencias de los compradores.

La demanda por lo sano y de calidad ya no se concreta al producto final, ahora los consumidores se interesan más en los procesos que involucran al producto o alimento que finalmente llegará a sus manos.

Es la era de los bioconsumidores, la nueva rebanada del pastel comercial que está dispuesta a pagar lo que sea por productos de calidad, en su mayoría orgánicos, sin pesticidas, hormonas ni procesos que puedan redundar en un perjuicio a su salud.

Este nuevo segmento, de acuerdo con Emilio Betech, mercadólogo de la Universidad Iberoamericana, tiende a dividirse en dos grupos: los jóvenes de 18 a 35 años, especialmente las mujeres, con altos niveles educativos, y el segundo, adultos de 50 años en adelante, con una cultura diversa y estilos de vida poco ortodoxos. "Eso sí, casi siempre el bioconsumidor se va a identificar con las corrientes políticas de izquierda".

Otro de los objetivos que persiguen es buscar que los envases y el empaque no contaminen. Se busca un ahorro de energía y aprovechar al máximo los recursos naturales.

"El poder del consumidor empieza a exigirnos que todas las etapas produzcan un mínimo de contaminación", afirma Jesús Brambila Paz, investigador del Colegio de Posgraduados.

Al bioconsumidor también le interesa el bienestar y progreso de quienes aportan la mano de obra.

Una investigación del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), señala que la creciente preocupación de los consumidores de los países desarrollados por la protección del medio ambiente y el cuidado de la salud, sumada a la creciente identificación de enfermedades por alimentos, ha incrementado la demanda de productos ecológicos en 20 por ciento anual, a escala global.

El valor de este mercado, de acuerdo con la organización, rebasa ya los 31 mil millones de dólares. Las frutas y hortalizas son el producto más demandado por los bioconsumidores con una participación mayor a 20 por ciento. Los precios pagados por los alimentos orgánicos tienen un sobrecosto que oscila entre 20 y 40 por ciento con respecto a productos cultivados de la manera tradicional.

"Yo compró productos orgánicos porque son más naturales, entre menos químicos le eches al organismo, puedes tener una mejor calidad de vida, te deterioras menos y te ves mejor", dice Cristina, una bioconsumidora de aproximadamente 25 años mientras revisa en un supermercado de la Ciudad de México, la etiqueta de un café producido de manera orgánica.

Desde las últimas dos décadas, los temas de preservación ecológica se han vuelto muy relevantes entre un grupo importante de la sociedad. La idea de salvar al mundo y de una convivencia armoniosa entre los humanos y los ecosistemas ha fijado la atención en todo aquello que hacemos que afecta de una manera u otra al medio ambiente.

"Los productos que consumimos son parte de esto, ya que toman materia prima de la tierra, y los procesos productivos afectan las fuentes de energía y los recursos naturales. De aquí surge el interés en fomentar prácticas productivas eco-amistosas, y en consumir productos resultantes de estos procesos", observa Betech.

Entre el ego y el amor a lo verde

Pero en este renglón no sólo se agrupan los alimentos, desde hace años la industria cosmética encontró que incluir en sus productos la leyenda "no probado en animales", era un arma para vender y reconciliarse con los grupos que durante años rechazaron sus prácticas.

"Finalmente, la búsqueda por alternativas espirituales en las filosofías y religiones orientales nos presenta con estilos de vida que suelen ser vegetarianos o mucho más integrados con la tierra", añade el mercadólogo.

El surgimiento de los bioconsumidores ha obligado a grandes cadenas como Wal Mart, no sólo a tener grandes exigencias en cuanto a la calidad y cuidados del producto, sino que también a que los empaques sean reciclables "y no está lejano que en las etiquetas se incluya también la leyenda de que el producto fue regado con aguas tratadas", advierte Brambila.

Uno de los principios de este segmento, a juicio de Betech, es que existe el creciente interés por aminorar las diferencias económicas entre sectores de la población. Al adquirir productos orgánicos, principalmente alimentos buscan apoyar a los pequeños campesinos, ganaderos, artesanos y comerciantes; el ansiado desarrollo sustentable de los ecosistemas o negocios con tendencia social.

Para Felipe Gaytán Alcalá, sociólogo e investigador de la Universidad La Salle, el bioconsumo también ha dado lugar a la aparición de una nueva personalidad: los
egoholics, ya que, a su juicio, el objetivo no es el bien común, sino prolongar su calidad de vida .

"Los bioconsumidores son algo más que consumidores de alimentos llamados orgánicos. Es una forma de vida centrada en recuperar la idea de consumir como antes sin dejar de disfrutar lo de ahora. Se puede comer y creer como las antiguas comunidades, sin dejar de lado las comodidades cotidianas y la interconexión informática. Es lo que llamaríamos egoholic: la sociedad debe proveer al individuo y garantizar su calidad de vida y su juventud, no viceversa", apunta Gaytán.

Apunta que el principio del bioconsumidor, es mantenerse sano él, lo que realmente busca no es cuidar el entorno ni el progreso económico de las comunidades que producen los alimentos y productos naturales, pues lo que busca es por un lado la comodidad y por otro, estar seguro de que lo que se consumirá no le va a causar algún efecto secundario ya sean alimentos, medicinas o cosméticos.

En tercer lugar, con este tipo de productos pretende mantenerse joven, pues es un mundo en el que se alarga el periodo de edad, pero cada vez cobra más importancia la apariencia física, lo que busca es verse bien por fuera y detener el deterioro de su organismo.

Al hacer un recuento de todo lo que llevó a la aparición de este nuevo segmento, recuerda que la sociedad del siglo XX se fincó en una perspectiva del progreso ascendente, en el que la premisa era que la tecnología haría más cómoda la vida cotidiana y la ciencia permitiría aprovechar de forma intensiva el mundo.

"Los últimos treinta años parecían ser el corolario de la idea de progreso: las telecomunicaciones hicieron pequeño al mundo y el desarrollo científico condujo a una extensión del tiempo de vida; ahora se vive quince años más que hace 50 años y la idea de juventud es un término laxo que bien se aplica a la edad de personas que rebasan los 40 años", detalla Gaytán.

Sin embargo, algunos movimientos sociales señalaron el peligro que representaba para la sociedad la idea del progreso sostenida en el siglo pasado: uso intensivo de los recursos (producción de alimentos a una escala inimaginable), la apuesta tecnológica y energética (petróleo, informática y telecomunicaciones) y, sobre todo, los desarrollos científicos orientados a mejorar la vida (esquema de medicamentos para aliviar los males humanos y prolongar el tiempo de vida de las personas).

Movimientos como las comunas hippies en Estados Unidos y expresiones que voltearon a las tradiciones orientales y de las comunidades étnicas, fueron vistas como retrogradas y parte del folclor social.

"Treinta años después algunas ideas vuelven a escena ¿Por qué? la ciencia y tecnología fueron demostrando que los adelantos obtenidos representaban un riesgo: los medicamentos sanaban una dolencia pero derivaban en otras enfermedades, la cantidad de alimentos producidos en cantidades industriales eran atractivos a la vista, pero engordaban o daban lugar a enfermedades como diabetes o hipertensión", ejemplifica.

Por otro lado, la tecnología, antes que integrar a todos en la interconexión, aislaban cada día más; el sedentarismo en el manejo de la tecnología hacía que los problemas de salud antes aislados fueran ahora un problema social.

"La ciencia y la tecnología fueron vistas como fuentes de riesgo y un segmento de la población, sobre todo con un cierto margen de ingreso y educación, comenzaron a
preocuparse por su calidad de vida, tomando en cuenta que su línea de vida se extendería en 20 o 25 años más y les aterra afrontar la vejez y la enfermedad de la edad acelerada o provocada por una vida cotidiana dirigida por la tecnociencia".

Considera que los bioconsumidores creen que recuperar lo natural y los saberes ancestrales son una forma de afrontar el dilema, no de la sociedad en su conjunto como lo pensaron los movimientos sociales anteriores, sino de su propia vida sin renunciar a ninguna de las comodidades actuales.

Buscan recuperar los saberes tradicionales: herbolaria y homeopatía sobre la medicina alópata y creencias en fuerzas cósmicas mezcladas con las tradiciones religiosas.

"El consumo de alimentos cosechados en su propio ambiente sin ningún químico. A esto le llaman alimentos orgánicos. Sólo que hay un problema semántico pues todo alimento —transgénico o no— es orgánico. No imaginó que de elementos inorgánicos sean generados alimentos", cuestiona.

Aunque no comulga con la idea del sociólogo, Betech, afirma que algunas empresas sólo están haciendo lo fácil y lo superficial para poder presumir lo orgánico en su empaque o etiqueta. "No hay que olvidar que el bioconsumidor es un nicho de mercado en crecimiento y con características muy específicas. Y a las empresas les interesa captar este nicho… y para eso tiene que hablarles en su idioma".

Estima que si el bioconsumo fuera una cuestión de ego, ya habría pasado de moda. "Es cierto que muchas personas adoptan este estilo de vida por moda, pero el movimiento ecológico vino para quedarse. Es social y político, transformará por completo nuestras vidas en el siglo que comienza", dice Gaytán.

Fuente:

http://www.nuevoexcelsior.com.mx/main.aspx?pid=55&idioma=27&parent=99999999.5.&noticia=35412&categoria=13&ruta=Dinero%20:::%20En%20la%20era%20del%20bioconsumidor