EXTRATERRESTRES Y CIENCIA

Si observamos el cielo una noche despejada, podremos admirar miles de estrellas que titilan una y otra vez al compás de la atmósfera. Inmediatamente, surge la pregunta del millón de dólares: ¿esas estrellas tendrán sistemas planetarios similares al nuestro? ¿Y esos planetas albergarán a seres vivos e inteligentes parecidos al ser humano? La respuesta lógica sería que sí, si hay cientos de miles de planetas que viajan alrededor de la galaxia adheridos a sus respetivos soles que albergan seres vivos, e inclusive, seres inteligentes.

 

   Ya desde la antigüedad, algunas personas como Giordano Bruno, señalaban que ante tanto espacio, era obvio suponer que los astros estaban habitados por un número inimaginable de seres vivos similares a los que existen aquí. No obstante, rechazar la versión judeo-cristina que consistía en que la Tierra era el centro de todo (mensaje oculto: los seres humanos somos la verdadera maravilla de la creación y no hay más… ¡Somos el centro de todo lo que existe!), inevitablemente condujo a este gran pensador a ser quemado en la hoguera. 

GIORDANO BRUNO

   Hoy en día, los tiempos no son como en antaño. Cualquiera puede preguntarse si existe vida extraterrestre en el Cosmos y no será obligado a callar bajo amenaza de muerte ni mucho menos. El único problema es que la ciencia aún no tiene una prueba que confirme si el Universo alberga otras especies inteligentes. Ante tanto espacio, el planteamiento de la pluralidad de vida por doquier suena completamente coherente, mas es tan difícil demostrarlo por la sencilla razón de que no tenemos ni una mínima muestra de una forma de vida proveniente de otros rincones estelares (ni siquiera tenemos esta prueba en nuestro propio sistema planetario). Aún así, no hay que desanimarse. La investigación científica continúa buscando indicios de señales inteligentes del espacio exterior. Los astrobiólogos siguen trabajando en sus proyectos que consisten en buscar por lo menos vida microbiana en Marte. La ciencia promete que la humanidad no se quedará de brazos cruzados y seguirá buscando a sus verdaderos hermanos cósmicos. Para muestra basta un botón.

   Durante un tiempo, se creyó que en Venus existía una gran cantidad de formas de vida. Tengo la sospecha de que se tomó aquella deducción equivocada que consistía en ver que si este planeta tiene nubes, posiblemente llueva, y si llueve, lo más seguro es que el agua alimentará una enorme selva que alberga las formas de vida más exóticas. Gracias a las astronaves que se han enviado a aquel planeta, se descubrió que no hay registro alguno de que la vida pueda sobrevivir. El planeta mantiene un efecto de invernadero muy intenso con unas temperaturas superiores a los cuatrocientos ochenta grados centígrados. Ante tal cantidad de calor, la vida no tiene la menor posibilidad de existir. No obstante, los científicos mantienen la sospecha de que las condiciones actuales no han sido siempre las mismas y que hace unos cientos de millones de años, posiblemente pudo haber existido cierta actividad microbiana. Incluso hoy en día, se ha observado que la atmósfera presenta ciertos indicios de elementos y compuestos químicos que podrían ser un ambiente idóneo para que se formen ciertas formas de vida o se lleven a cabo procesos orgánicos.

   ¿Y qué onda con Marte? Tenemos un planeta muy parecido a un desierto, hay cierta cantidad de agua en los polos, posee una atmósfera muy tenue y carece por completo de un campo magnético planetario; condiciones perfectas para que la vida no pueda sobrevivir ni desarrollarse. Cuando las primeras sondas Viking descendieron a la superficie marciana, no encontraron ni la menor evidencia de que hubiera existido alguna bacteria; con lo cual, podemos pensar que el planeta está completamente muerto. No obstante, la ciencia piensa de una manera distinta. Se cree que las condiciones actuales del planeta son muestra de una era glacial en sus últimas etapas. También cabe la sospecha de que en la sub-superficie, existan fósiles de bacterias, o al contrario, haya una gran cantidad de microorganismos en constante actividad. Si se les encontrara, tendríamos la primera muestra de vida extraterrestre. La noticia le daría la vuelta al mundo. ¡Nuestra concepción de la vida tendría que…! ¡Ups! ¡Lo siento! No debo dejar que mi entusiasmo supere al científico que llevo dentro. Bien, ¿en qué íbamos? ¡Ah, sí! Decía entonces que se sospechan muchas cosas en torno a Marte. Parece que la respuesta final será que se continúen enviando misiones de exploración e investigación para conocer la verdad (Por cierto, el proyecto de terraformación del planeta rojo sigue en pie, aunque si se encontrara vida microscópica, este se dejaría en el olvido ya que no sería justo eliminar o contaminar un planeta con resquicios de vida).

   Algunas lunas pueden dar mucho de que hablar. Titán, luna de Saturno, posee condiciones similares a las que tenía la Tierra primitiva. Gracias a la misión Cassini-Huygens, hemos obtenido un conocimiento más completo sobre las condiciones que permitieron que se originara la vida en nuestro planeta. No obstante, falta mucha camino por recorrer. Se sospecha que en Europa, luna de Júpiter, podría haber debajo de una enorme capa de hielo que tiene de grosor unos 20 km de diámetro un océano que posiblemente estaría atestado de vida. Y por supuesto que no hay que dejar de lado a Calixto, otra luna de Júpiter, la cual podría albergar un pequeño océano con recovecos de materia orgánica y por qué no, de vida. El asunto estriba en enviar a su tiempo nuevas misiones de exploración.

TITÁN, LUNA DE SATURNO

   Hagamos una pausa antes de irnos más lejos en el espacio. El agua, como todos lo sabemos, es la sustancia vital para que la vida tenga lugar. Todos los organismos vivos la necesitamos de una u otra forma. ¿Porqué un planeta distinto a la Tierra debe tener este líquido para que se origine la vida? Muy sencillo. Este compuesto químico, es un medio perfecto para que se lleven a cabo reacciones químicas a favor de la vida. Sin él, es poco probable que esta surja. Y aunque el metano ha mostrado ciertas propiedades que podrían ayudar a estos procesos, parece ser que el agua es insustituible. Ya con estos datos, puede que quede claro que en todos los rincones del Universo, si no hay agua, será poco probable que haya vida (Tómese en cuenta que se forme vida tal y como la conocemos, bajo las leyes físicas que nosotros hemos concebido).

   Ahora bien, sigamos alejándonos de nuestro planeta. Vayamos a los confines del Universo… ¡Oh, perdón! Eso no se dice. ¡Ya parezco ufólogo! Mejor repito: Ahora bien, sigamos alejándonos de nuestro planeta. Vayamos fuera de nuestro sistema solar. ¡Ahora si me gustó cómo quedó la frase!

   En 1995, se encontró el primer planeta extrasolar (un planeta que gira alrededor de otra estrella). Con el paso del tiempo, hemos detectado más de un centenar de estos astros. El único problema para la búsqueda de vida, es que estos planetas son similares a Júpiter (gigantes gaseosos). Y oh, oh, existe un problema todavía mayor: son tan cercanos a su estrella que las temperaturas que albergan son elevadísimas. Mmmm. Esto no me gusta nada. ¡Están igual de cercanos a su estrella como los planetas rocosos de nuestro sistema solar! Obviamente, no hay ni pizca de vida por estos lares. Pero esperen, a mediados de enero, se detectó un planeta similar a la Tierra en tamaño, aunque también está muy cercano a su estrella y su temperatura ronda cerca de los doscientos grados centígrados. Aunque no todo es desilusión. La ventaja de este descubrimiento es que ya se pueden detectar planetas pequeños sin mayor problema, situación contraria en el pasado cuando solamente se detectaban planetas del tamaño de Júpiter. Es un gran avance. Algún día, podría ser que se encontrara un planeta a una distancia adecuada y con tamaño y temperatura adecuadas para que se desarrolle la vida. Y quién sabe. Podríamos enviar un mensaje con la esperanza de que hubiera alguien que respondiera.

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   Muchos recordarán aquella ecuación Drake. Sí, la ecuación propuesta por Frank Drake para calcular el número de civilizaciones existentes en la galaxia. El propósito es bueno, aunque el problema estriba en que solamente se conoce una variable certera: número de estrellas en la galaxia. El resto son variables que se pueden especular. Lamentablemente, esto no queda más que como una curiosidad científica y cultural. Sin embargo, se puede hacer una aproximación tomando en cuenta que en la galaxia existen unos cien mil millones de estrellas. Un 20% de esas estrellas tendrían características similares al sol. Un 5% poseería planetas girando alrededor de las mismas. 0.05% tendrían planetas con las condiciones adecuadas para que se forme la vida. Y de esas, un 0.001% albergarían planetas con seres inteligentes y posiblemente una civilización. ¿Qué de donde saco las variables? Pues es una cuestión «al ahí se va», o para que me entiendan, muy especulativa. Y le seguimos. De este cálculo, más o menos nos sale el número de un millón de planetas con una civilización haciendo de las suyas. Y es solamente un cálculo, no hay la manera de contar el número exacto de planetas habitados por seres inteligentes. Aunque lo lógico es suponer que hay muchos de éstos debido al gran espacio y a la gran cantidad de estrellas que hay en nuestra Vía Láctea.

FRANK DRAKE

¿Cuánta vida habrá en el Universo? Con cien mil millones de galaxias, el Cosmos está saturado de formas de vida con un número infinito de variaciones. ¿Y los Universos paralelos? Calculando que haya un número infinito de éstos, no hay manera de calcular el número de seres que… ¡Un momento! Ya me fui demasiado lejos. En teoría, el Multiverso es posible, pero en la realidad, no hay la menor prueba. También hay que apuntar que en cada galaxia, los planetas con seres vivos tendrían que estar alejados del núcleo galáctico. También hay que tomar en cuenta que los agujeros negros, las supernovas, los quasares y cosas inimaginables, podrían obstaculizar el desarrollo de la vida. Entonces, el número de planetas con seres vivos disminuiría escandalosamente. ¡Ya vieron que especulativo! No hay manera de saber estos datos. Pero se vale soñar, ¿no?

   Regresemos a la Tierra. Muchos han oído hablar de SETI, un organismo no lucrativo que busca mediante muchos radiotelescopios señales de vida inteligente en el Universo. El proyecto es padrísimo, solamente hay un problema: no hemos detectado ni una sola señal. Los años pasan, apuntamos a diversas regiones del espacio y… ¡nada! Muchos creen que como están las cosas, en verdad no hay vida inteligente ni nadie que nos escuche. Nuestras señales de televisión escapan hacia las estrellas. Sería lógico suponer que alguien o algo ya nos haya detectado. En este caso, ¿sabrían de donde vienen las señales? ¿Y qué tal si el contenido de éstas es incomprensible para ellos?

   A mediados de la década de los setenta del siglo pasado, se envío una señal hacia una estrella que dista de nosotros unos 22,000 años-luz. si alguien lo descifra, se enterará de que hubo –en el caso que dentro de ese tiempo nuestra especie haya desaparecido– una especie inteligente que buscó en la galaxia otros seres similares a ella.

   Entonces surge la gran pregunta: ¿estamos solos en el Universo? Tampoco hay manera de saberlo, pero creo que si continuamos la investigación, tal vez podríamos llevarnos una grata sorpresa. 

   ¿Podría darse esta sorpresa? Veamos. Las distancias en el Universo son tan, tan, pero tan grandes, que si enviáramos una nave a una velocidad de 11 km/seg tardaríamos cientos de miles de años en llegar a la estrella vecina más próxima. Asimismo, si viajáramos a la velocidad de la luz tardaríamos una eternidad en recorrer nuestra galaxia; sin olvidar el problema de que cuando regresáramos a nuestro planeta, la dilatación temporal nos sorprendería totalmente cuando nos enteráramos de que han pasado millones de años y ya no hay nadie que nos reciba. Ante este panorama, tal vez la galaxia si alberga algunas civilizaciones, aunque éstas posiblemente estarán aisladas en su sistema planetario. 

   ¿Hay alguna manera de superar las enormes distancias sin que ocurra algún efecto secundario? Hasta ahora, no sabemos de nada que se le parezca. Muchos tienen la esperanza de que los agujeros de gusano pueden existir y que fácilmente se podría llegar a cualquier región del Universo en cuestión de segundos y sin dilatación temporal. El único problema es que estos objetos son hipotéticos; no sabemos si existen y no hay la más mínima prueba de que sean reales. Al final, nos quedamos con un panorama sin opciones.

   En el caso de que nos visitaran seres extraterrestres, podríamos comprender que sí hay forma de vencer las distancias; aunque creo que en primer lugar, veríamos cómo son y cuales son sus diferencias con nosotros. En el caso de que llegaran, inmediatamente tendríamos que tener en cuenta que son más avanzados tecnológicamente hablando, y quien sabe, más inteligentes o más viejos que nosotros. ¿Tendrían religión? ¿Cuál sería su concepción de la política? ¿Cuáles serían sus teorías acerca del Origen de la vida y el Universo? ¿Cómo nos llevaríamos con ellos? ¿Vendrían en son de paz o a invadirnos? ¿Qué nos dirían y enseñarían? ¿Qué les enseñaríamos a ellos? Siendo nosotros mismos seres inteligentes, si encontráramos una civilización más atrasada que la nuestra, ¿no se nos antojaría conquistarlos? Asimismo, si vinieran a visitarnos, ¿se aprovecharían de nosotros? Ante la pluralidad de visiones e ideologías en el mundo, ¿cuál sería el impacto de la visita y el contacto en cada uno de nosotros? ¿Los fanáticos religiosos los considerarían algo divino o maligno? Son tantas preguntas sin respuesta.

Carl Sagan

   ¿Qué forma tendrían? Carl Sagan criticaba las formas extraterrestres profundamente basadas en el antropocentrismo. Para él, la vida tendría que ser muy distinta a la nuestra, y para ello, especulaba acerca de una forma de vida parecida a globos de gas que pudieran habitar Júpiter. Éstos tendrían sus depredadores y se alimentarían de diversos gases que para nosotros son venenosos. Y sí, Sagan podría tener razón: los seres vivos de origen extraterrestre posiblemente tendrían formas muy distintas a las nuestras, aunque desde el punto de vista químico, serían muy parecidos a nosotros. La ciencia tiene en cuenta que un ser extraterrestre, para desarrollarse, tendría que tener un sistema nervioso o su similar; asimismo, tendría distintos sentidos que le permitirían acceder a su entorno; y uno de los factores más importantes: algo para manipular su entorno (manos, tentáculos, o su equivalente). 

CARL SAGAN

   Si uno de estos seres nos visitara o si nosotros visitáramos a algunos de ellos en otro planeta, habría que tener en cuenta muchas cosas para sobrevivir. Cada planeta es distinto, por lo que si hay alguno que tiene vida aparte del nuestro, aún así sería inhabitable para nosotros. Veamos un ejemplo. Supongamos que ET nos llegara a visitar. Si saliera de su nave, tardaría pocos segundos en morir. Para que esto no ocurriera, tendría que llevar una especie de traje que lo protegiera de la presión atmosférica. Dicho traje, tendría que proveerle oxígeno o el gas que respirara en la cantidad adecuada. También tendría que tener algún mecanismo que permitiera contrarrestar los efectos de la fuerza gravitatoria. La radiación solar podría ser distinta a la que produce la estrella del planeta de origen por lo que debería existir una protección adecuada para esto. ¿Y los peligros biológicos? El noble extraterrestre pronto moriría ante un ataque microbiano en masa, ya que poseería un cuerpo con un sistema inmune que no podría defenderlo contra un ataque de microorganismos desconocidos. Igualmente, este ser traería peligros biológicos inimaginables para nuestro planeta y para nosotros mismos. Como puede verse, no hay garantía en el hecho de llegar y posarse en un planeta como si nada. Ante este panorama, todos los extraterrestres que han protagonizado las más variadas historias de ciencia-ficción hubieran muerto apenas salieran de la nave sin tomar las medidas necesarias.

   ¿Podría una civilización generar en un planeta foráneo las condiciones del planeta de origen? En la última versión de LA GUERRA DE LOS MUNDOS, así como en la novela, se nos muestra algo parecido. Asimismo, la ciencia planea generar una terraformación en Marte que duraría más de mil años. El problema es que la teoría dice mucho, más la práctica no es tan alentadora.

   Se necesita que el planeta Marte obtenga grandes cantidades de oxígeno. Para esto, bacterias modificadas genéticamente al igual que ciertas especies de plantas, serían enviadas a aquel astro para comenzar su trabajo. Sin embargo, ¿hay garantía de que ciertos organismos, modificados para adaptarse a un nuevo entorno, generen las condiciones necesarias para que Marte se transforme en una nueva Tierra? Un gran sector de astrobiólogos es muy escéptico al respecto. El debilitado campo magnético, los compuestos ferrosos y un sinfín de factores tal vez no permitirán que los organismos terrestres hagan lo suyo. Y si fuera al contrario, ¿se generarían las mismas condiciones que en la Tierra? ¿y por qué no otras distintas? Tal vez contaminaríamos ese planeta con nuevas formas de vida que se adaptarían y variarían con el tiempo. Solamente el transcurso de los años nos revelará lo que sucederá en realidad.

(Publicado originalmente por un servidor de manera íntegra en el número 2 de la Segunda Época de la revista Alfa Eridiani correspondiente a los meses de Mayo-Junio de 2006 con el título de Los Extraterrestres. Esta es solamente la primera de las tres partes que conforman este texto. La segunda parte viene bajo el título de Extraterrestres y Pseudociencia para la siguiente entrega).