Eran dos personas opuestas,  uno era judío, el otro cristiano, uno era bajo y musculoso, el otro era alto y pasado de peso, uno era autodidacta el otro un graduado universitario, uno vivía de sus extraordinarias habilidades corporales, el otro vivía de su intelecto, uno era un feroz escéptico y el otro un ridículo creyente, uno creo a su personaje y se convirtió en él, el personaje le sirvió y él amaba a su personaje, el otro creo a su personaje y este lo eclipso, llego a odiarlo, incluso lo asesino, pero era ya tan famoso que lo tuvo que resucitar y con el tiempo se volvió autónomo. Uno vivía de realizar portentosos trucos engañando a la gente para vivir, pero desenmascaraba fraudes, el otro alentaba a las personas, por medio de sus novelas, a confiar en el pensamiento racional como la clave para desentrañar el misterio más recóndito, sin embargo caía inocentemente en engaños y no obstante  que le mostraban que era un fraude prefería seguir creyendo que eran auténticos que en la verdad evidente.

 Su relación empezó con una amistad surgida de una admiración mutua pero termino en un férreo antagonismo. A los dos les fascinaba el mundo del espiritismo, surgido a finales del siglo XIX  al igual que su debacle por la confesión de una de las famosas médiums fundadoras, lo cual no mermo  para su resurgimiento en los fabulosos 20’s del siglo pasado. Solo que a uno le atraía para descubrir los  fraudes que los médium realizaban  y el otro para profesar esa practica. Dice la leyenda o las diferentes versiones que se han dicho y publicado del hecho conocido como la séanse, palabra francesa usada para describir la sesión espiritista; que uno de ellos invito al otro para contactar a su difunta madre,  recién fallecida. En dicha sesión, la esposa del creyente se puso en trance y escribió en perfecto ingles varias hojas que comenzaban con el signo cristiano de la cruz, algo verdaderamente inaudito y no por el supuesto hecho de que se contactara con un ser del más allá, sino, que  dicha alma en vida había sido  una mujer judía casada con un rabino que  vivió 50 años en EE UU, pero, nunca aprendió a hablar ingles y mucho menos a escribirlo, aparte de que los mensajes que envió a su hijo no revelaban nada que demostrara que era ella. Para el esperanzado hijo era una completa desconocida. Sin embargo guardo silencio y no expreso su decepción..  Poco después este hijo publico en un periódico que nada de lo que había visto le indicaban que los contactos con personas fallecidas existiera, al leer o enterarse de este articulo el esposo de la supuesta médium  lo tomo como una ofensa que nunca perdono al antiguo amigo.

Lo irónico es que, aunque opuestos, el legado de ambos tiene mucho que ver con la racionalidad y el escepticismo, ya que uno de ellos evidencio los trucos de los supuestos mediums y dejo una imborrable huella de como deben ser denunciados y demostrados los fraudes de estos impostores. Al grado que actualmente grandes escépticos que trabajan en el mismo campo que el se desenvolvía,  han seguido sus pasos. El otro, con su obra literaria mostró que un pensamiento racional y lógico podría esclarecer el más oscuro de los  crímenes.  Las inferencias que hacía su personaje de las personas y situaciones que se veía envuelto para resolver un crimen misterioso llevaron a la racionalidad a un estatus de fuerza magna, incluso, en una de sus obras más famosas, la deducción, la investigación y la lógica esclarecen un crimen misterioso que es intentado perpetrar como un acto sobrenatural, mayor ironía ya que el autor de esta obra que ensalza el racionalismo; era citado como autoridad entre los mercaderes de los misterios sobrenaturales  de su época y la actual.

Los dos son personas que crearon a dos personajes carismáticos de principios del siglo pasado,  aunque más que antagonistas eran opuestos, eran antipodas del mundo de las ideas.

¿Quienes eran?