Por Sami Rozenbaum / samirozenbaum@yahoo.com

Cuando alguien quiere enfatizar la "verdad" de una afirmación, asegura que "eso está demostrado científicamente". Al mismo tiempo, la palabra "ciencia" evoca el temor reverencial a un poder indefinido pero enorme, grandes laboratorios, instalaciones ominosas y armas secretas. Sin embargo, pocos entienden hasta dónde llegan los límites de lo genuinamente científico, y hoy en día hay mucha gente interesada en que siga siendo así.¿Son científicas la homeopatía, la astrología, las "regresiones"? ¿Quiénes son más científicos: los que "aplican las manos" para la "sanación", quienes pronostican los valores de la bolsa, quienes escriben libros de autoayuda, aquellos que predicen que este año hará más calor o habrá más huracanes? ¿Qué significa que algo está "demostrado científicamente"? ¿Que apareció en una revista con fotos llamativas? ¿Que lo presentó alguien usando bata blanca y un estetoscopio alrededor del cuello? ¿Es cierto porque llegó por correo electrónico, porque "todo el mundo lo dice", o porque se repite una y otra vez en la televisión?

La información científica siempre llega al público -cuando llega- demasiado simplificada y, con demasiada frecuencia, ajustada a los prejuicios prevalecientes. En aquellos asuntos en que una opinión pública informada resulta vital, esto representa riesgos para la sociedad.

Tal es el caso de los temas ambientales, la llamada medicina alternativa o complementaria, los alimentos genéticamente modificados, la terapia genética, o el consumo de ciertos productos.

En ello radica la visión de la presente columna: no se trata sólo de divulgar el conocimiento de la ciencia, sino de tratar de esclarecer las fronteras de este conocimiento; plantear que podemos confundirnos, que podemos ser engañados, que la ciencia no es tan poderosa como creemos, pero a la vez es más potente de lo que pudiera pensarse; que los investigadores de la ciencia son personas como las demás que, por ende, viven, sufren, se equivocan y a veces hasta hacen trampa. Que la ciencia es una epopeya que libera al ser humano y una fuente de bienestar, pero también una herramienta que puede usarse para construir o para destruir, y es influida fuertemente por la política.

Esta columna pretende trasmitir algunas de las maravillas que la ciencia ha revelado durante las últimas décadas. Por ejemplo, que se han descubierto planetas sorprendentes en torno a otras estrellas; que ya tenemos un mapa de nuestros genes, y eso pone en nuestras manos la cura de enfermedades hereditarias; que los continentes se separan, pero algún día volverán a unirse; que hay agua en la Luna y en Marte. Pero también insistirá en aquello que la ciencia no dice: no hay evidencia de que los extraterrestres nos hayan visitado; no acumulamos electricidad estática durante el día; no podemos trasmitir el pensamiento; no hay tal cosa como mensajes subliminales; nadie puede predecir el futuro; ninguna máquina puede saber si estamos mintiendo…

La ciencia es asombro por lo que somos capaces de comprender, pasión por saber más, reverencia por el Cosmos. La ciencia no es, definitivamente, creer sólo lo que nos conviene, o distorsionar la realidad con fines de manipulación.

Esta columna pretende difundir la idea de que la ciencia, al fin y al cabo, somos nosotros: el ser humano en uno de sus mejores y más inspiradores aspectos, un primate sofisticado que ha descubierto la manera de robarle sus secretos al Universo.

Fuente:

http://www.el-nacional.com/canales/ciencia/Noticias.asp?ID=2113