Una lectura obligada para los aficionados a la divulgación científica.

La semana pasada, platicando de los escépticos y el escepticismo, mencioné de pasada al ingeniero Mario Méndez Acosta, presidente fundador de la SOMIE, Sociedad Mexicana de la Investigación Escéptica y durante años, titular de la sección “La ciencia y sus rivales”, en la revista Ciencia y Desarrollo del CONACYT.

Es muy probable que algunos lectores lo identifiquen como el escritor y lector de la famosa “Nota Rosa” del programa ochentero “Desayunos con Saldaña”, obviamente con Jorge Saldaña. Si alguno lo recuerda de entonces, probablemente podrá imaginar que el análisis, la creatividad y el sarcasmo de don Mario, plasmado en el área científica, es sin duda un deleite para los que disfrutamos la divulgación científica.

Por otro lado, los lectores televisivos tal vez lo ubiquen como uno de los continuos invitados a los programas de Nino Canún, evidentemente luchador del bando de los técnicos, es decir de los científicos. Y donde muy probablemente recordarán aquellos agarrones entre los “investigadores” del fenómeno ovni, que claman el origen extraterrestre de ellos y el grupo de “escépticos”, aquellos que no creen en pruebas dudosas… o nulas.

Para saborear un poco de “La ciencia y sus rivales”, empezaré con “Escepticismo y Pseudociencia” para redondear el Sabías anterior donde abordé el tema del escepticismo:

El término “escéptico” posee vulgarmente una carga semántica negativa. Implica el rechazo, no siempre razonado, de alguna afirmación o a algún hecho fuera de lo común. Un “escéptico” puede ser así alguien desencantado de la vida, y quizá un tanto amargado. Sin embargo, este uso popular no se ajusta con el significado filosófico actual del vocablo. En este sentido, el escepticismo puede ser algo equivalente a la castidad del intelecto, pudiéndose definir como el rechazo a aceptar de entrada y sin ningún cuestionamiento cualquier tipo de afirmación o alegato presentados sin evidencia y cuyo único mérito sea que resulten atrayentes por motivos más bien de índole psicológica o social.

Ahora algunos ejemplos que se han hecho clásicos…

“Los Extraterrestres” (fragmentos seleccionados):

El mito contemporáneo insiste en describir al extraterrestre que supuestamente nos visita como un humanoide…
Tal similitud con el ser humano revelo lo ficticio de estas versiones y lo imaginario de los supuestos contactos. En realidad un extraterrestre inteligente, evolucionado en otro planeta, en medio de otro ambiente ecológico y con otra base química o genética difícilmente se asemejara a un humano, así lo pintemos de verde…

La verdad es que un extraterrestre inteligente puede tener cualquier aspecto posible, casi seguramente inimaginable para nosotros. Con que nos llevase 300 millones de años de ventaja evolutiva, en el mejor de los casos, se asemejaría tanto a nosotros como nosotros nos parecemos a una lamprea.

“El viaje interestelar” (fragmentos seleccionados):
Las explicaciones pseudocientíficas ofrecidas por quienes creen que los ovnis son de verdad naves extraterrestres –individuos que se hacen llamar “exotecnólogos”- se basan generalmente en interpretaciones sin sentido de la física de las partículas atómicas y, lejos de darle credibilidad a sus afirmaciones, sólo revelan su profunda insensatez e ignorancia.

“Desesperación y Pseudociencia” (fragmentos seleccionados):
Una de las reacciones más explicables del ser humano, cuando se ve amenazado por la enfermedad grave e incurable, es la de acudir sin titubeos a cualquier remedio que se le ofrezca, o bien intentar cualquier procedimiento o acción que le permita una mínima posibilidad de alivio.

Tal es la razón de la demanda tan notable de procedimientos terapéuticos llamados “alternativos”; sobre todo en el caso de padecimientos de desarrollo prolongado como el sida o el cáncer. Es curioso cómo otros males incurables y mortales, pero de acción fulminante, como son la hidrofobia, el tétanos o la septicemia, nunca son objeto de la atención de quienes proponen curas heterodoxas o alternas. En estos casos no hay lugar ni tiempo para la fugaz esperanza que ofrecen estos remedios, generalmente con gran lucro para los nuevos curanderos.

HECHO:
“La ciencia y sus rivales”, es una exitosa sección incluida en la revista del CONACYT “Ciencia y Desarrollo”.

Por Jorge Flores

Fuente: http://www.viviraqui.com.mx/noticias.php?nid=1035