En la Argentina aún se vivía una convulsión social por los efectos de la caída de Fernando De la Rúa en diciembre de 2001 como presidente de la Nación. Transcurría mayo de 2002 cuando de pronto la prensa nacional empezó a dar amplios espacios a un fenómeno que se instaló en la agenda de discusión de los argentinos. El misterio de las vacas mutiladas se constituyó en la noticia del momento.

Entre vacas mutiladas y ahorristas presos de pánico por su dinero atrapado en el “corralito financiero”, empezaron a brotar como hongos en la humedad los “expertos” en esta cuestión de misterio. Pero, en esas opiniones había más imaginación para historietas que un análisis con rigor científico. La televisión capturó la atención de todos y hasta algunos programas volcaron su tiempo al tema.
No faltó uno que saliera a decir por los medios, que el caso de las vacas mutiladas era obra del gobierno para desviar la atención de los graves problemas que había en el país.

Los hechos empezaron a multiplicarse a lo largo de todo el territorio argentino.

Alguien tenía que salir a parar la vorágine de la información y fue el Servicio Nacional de Sanidad Animal (Senasa) que abrió una investigación y luego llamó a conferencia de prensa para emitir sus conclusiones.

Se creó una gran expectativa y todos esperaron ese momento frente a la pantalla del televisor o prendidos a una radio.
El coordinador del organismo en La Pampa, el médico veterinario Enrique Freixá informó que la mortandad registrada “es normal para la época del año” y que las lesiones “son explicables”. La gente no quedó conforme con esos argumentos y exigió mas precisiones.

Samuel Chiche Gelblung armó todo un show con el caso en su programa Memoria y Crónica TV a cada instante estaba con su “primicia” de las vacas mutiladas.

Los productores denunciaron que el ganado aparece muerto y con mutilaciones: les falta lengua, laringe, faringe y los genitales, y tienen algunos huesos pelados.

Para el coordinador del Senasa en La Pampa, el médico veterinario Enrique Freixá, “hay muchos elementos que son explicables y afirmaciones que no son ciertas”.

De los informes verbales que recibió Freixá, enumeró los siguientes puntos:

En los casos de La Pampa las vacas tenían sangre en bazo y corazón.
Los predadores pequeños no dejan rastros en pastizales. Incluso un gato montés no deja ningún rastro en el pasto.
Las aves y los predadores pequeños comen las partes blandas antes que la carne.

En la conferencia de prensa en la sede del Senasa, que se realizó el lunes 1 de julio de 2002, Bernardo Cané, titular del organismo, aclaró que “en el inicio de los estudios no descartamos la acción humana pero se ha probado que no la hubo porque no hay presencia de elementos narcotizantes; quedó demostrado, en animales muertos recientemente, que los cortes no son tan precisos sino aserrados y los estudios nos indican que los animales murieron por causas naturales y no en forma provocada”, al tiempo que aseguró: “Todos los organismos públicos concluyen en esta afirmación”.

El funcionario agregó que “se analizaron los casos de animales muertos y mutilados más recientes posibles, con la mayor rigurosidad. Esta es una prueba concreta. Esto es lo que se probó”.

En la zona de Corrientes y Chaco, también aparecieron vacas mutiladas. Las explicaciones que en su momento se dieron no colmaron las expectativas. Los ganaderos buscaban que alguien lo fundamente bien como un ratón en un campo del sur del país mutilaba una vaca y casi al mismo tiempo ocurrían hechos similares en el norte.

Desde Colombia llegó la versión que el responsable de todo este suceso se debía al chupacabras, una especie de monstruo que más se asemeja a la fantasía que a la realidad y que algunos lo describían como mitad humano y mitad animal.

Las mutilaciones no sólo llegaron a las vacas. También aparecieron ejemplares de la fauna silvestre, perros, chivos, ovejas, cerdos y caballos.

En la década del 70 en Estados Unidos aparecieron más de 10 mil casos de características muy similares a los que se vio en Argentina. Uno de los estados más castigados por el “fenómeno” fue Nuevo México.

Por tal motivo, en mayo de 1979 en Estados Unidos se encomendó al agente Kenneth Rommel para que encabezara una investigación. Rommel fue agente del FBI durante 28 años especializado en grandes crímenes de alta complejidad, y antes de retirarse de esa famosa repartición aceptó el caso de las mutilaciones.

La investigación tuvo un año de duración, de donde surgió un reporte con más de 200 páginas y 50 repulsivas imágenes, fuertemente documentado con el aporte de especialistas de diversas áreas y personas involucradas en estos casos.

En conferencia de prensa en la que se presentó el informe, Rommel afirmó que los casos de mutilaciones que analizó pueden ser atribuibles a causas naturales: animales atacados por otros animales.

“La evidencia indica claramente que los cadáveres fueron dañados por predadores o carroñeros (aves, mamíferos y reptiles que se alimentan de animales muertos). Y en la mayoría de los casos el animal había muerto primero por causas naturales”, dijo y agregó que no encontró ninguna fuente confiable o evidencia consistente que disintiera con esta conclusión.

Fuente: Semanario Región, La Pampa, y diario Nueva Provincia, Bahía Blanca; Alejandro Agostinelli, periodista especializado en falsas ciencias y ufología/Archivo La República.

La experiencia personal

Una tarde de julio de 2002, estando en la redacción del desaparecido matutino El Diario Chaqueño e Independiente, me enviaron a la zona de Selvas del Río de Oro, una localidad ubicada a unos 75 kilómetros de Resistencia. Me fui con el fotógrafo Abel Araujo. Apenas llegamos al pueblo y preguntamos dónde estaba la vaca mutilada, no sólo que indicaron el lugar, también ofrecieron un guía. Por un camino polvoriento nos alejamos unos 2 kilómetros. Dejamos el auto y seguimos a pie. El guía nos presentó al dueño del campo, que con gran predisposición nos acompañó. Sorteamos dos alambrados y nos abrimos paso entre la maleza hasta que arribamos al borde de una laguna que tiene conexión con el Río de Oro. Debajo de un árbol frondoso y bordeado de espesa vegetación estaba la vaca de pelaje negro. Un prolijo corte dejaba ver su mandíbula. No tenía el ojo derecho, le faltaba la lengua, el ano y las vísceras. La bosta fue acumulada como una pirámide en el espacio que quedó en su abdomen. No había rastros de lucha y sangre derramada. Daba la sensación que a la vaca la mataron en otro lugar y luego la llevaron ahí. Tampoco había una explicación razonable de cómo hizo el vacuno para llegar hasta ese lugar. El triángulo que forma el escenario del misterio está rodeado de dos alambrados. Del otro lado una laguna y en el otro sector una tupida vegetación. El campesino me contó que la noche anterior al hallazgo, sus seis perros tuvieron un extraño comportamiento. Siempre quedan afuera. Esa noche aullaban y querían estar adentro. A la madrugada su mujer lo levantó porque un destello de luces que entró por la ventana la despertó. Pensaron en cuatreros. Los perros se mantenían en silencio como asustados. Montó un caballo y se fue hacia el lugar de las luces. Al amanecer advirtió el pasto aplastado en un gran círculo, como si algo pesado se apoyó. Ese día apareció la vaca mutilada.
J.R.

El hombre tenia 53 años. El caso de Gurapiranga de Brasil

El 29 de septiembre de 1988 es encontrado el cuerpo de un hombre mutilado en las cercanías de la represa Gurapiranga, Brasil. Numerosas fueron las informaciones acerca de que se trataría de un caso de mutilación por parte de los tripulantes de los ovni. Y así fue informado por numerosos medios investigativos como la Revista UFO de Brasil, que en su edición Nº 25 de septiembre de 1993 publicó la nota bajo el título: “Caso Gurapiranga: ¿Será ésta la temida secuencia de las mutilaciones de animales?”

Años después de los hechos, los ufólogos Claudie Covo, Paola Lucherini Covo y Tania da Cunha reinvestigaron este incidente llegando a muy distintas conclusiones de las que teníamos conocimiento.

El suceso

El siguiente es un informe que elaboró el argentino Guillermo Jiménez, un especialista de estos casos.

El protagonista de este suceso fue Joaquim Sebastián Goncalvez que en esos momentos contaba con 53 años de edad.
La víctima sufría del mal de Chagas y de epilepsia. Para tal fin tomaba el medicamento Gardenal.
Goncalvez bebía mucho, de acuerdo con los numerosos testimonios obtenidos.
Como lo hacía siempre, concurría a pescar a uno de los brazos de la represa Billings, en el Jardín Recanto do Sol, Bairro Bororó.

La mezcla de alguna bebida con el medicamento Gardenal produjo un efecto contraproducente que le habría producido un desmayo o algún otro efecto, cayendo inconsciente en el medio de los matorrales. Allí estuvo a merced de cuanto roedor y ave de rapiña había en la zona.

Ya hacía tres días que estaba desaparecido. De pronto un chico que se encontraba en el lugar encontró el cuerpo cubierto de urubus.
Salió corriendo y avisó a algunos vecinos que luego comunicaron a la policía, que se ocupó del rescate del cuerpo.

Una de las delegaciones que participó fue la unidad de policía de la 25 DP de Santo Amaro y el cuerpo de bomberos, con el sargento Milton de Souza Guedes y Elifas Morais Alves y Urban.

También numerosas personas se encontraban en el lugar. La investigación anterior había informado que no había testigos.
El cadáver presentaba muchas mutilaciones. Le faltaban sus ojos, orejas, labios y saco escrotal, ano y vísceras. También tenía algunas perforaciones en hombros, pies y abdomen.

Después de largo tiempo de investigaciones se concluyó que la víctima había sido mutilada por los tripulantes de un ovni, y así fue informado por la Revista UFO.

La reinvestigación

Los investigadores llevaron a cabo una nueva investigación del suceso.
Determinaron que el caso ocurrió realmente en la represa Billings y no en Gurapiranga, como así también lo había informado el periodista Saulo Gomes en octubre de 1997.
Comprobaron que la prensa había distorsionado mucha información respecto del caso.
Se tuvo conocimiento que la 25 Delegación de Policía había concluído que la víctima fue mutilada por urubus y ratas.
Que era común ver a estos animales comiéndose a otros como lo describe Antonio Gomez Filho, de 83 años, quien testimonia que ha visto en más de una oportunidad a urubus atacando a perros heridos e inclusive vio cómo un caballo muerto, ubicado en los márgenes de la represa, era mutilado por varios de ellos.

Esta región está repleta de ratas y urubus, como lo afirma en su investigación el doctor Eduardo Alcántara del Campo. Mostró a Claudier y Paola Covo y a Tania da Cunha varias fotografías de casos semejantes.
El sargento Guedes confirmó también que al llegar a la zona para rescatar a la víctima observó a varios urubus comiéndose el cuerpo de Goncalves.

Para él y para el cabo Bruno comentaron que para esa época era común ver la desova de cadáveres en las represas Billings y Gurapiranga.

Los estudios pos mortem realizados comprobarían que la víctima tenía ya 24 horas de muerto antes de ser encontrado, y que habría sido mutilado en varias partes aún estando vivo.
Sin duda, las conclusiones ya estaban determinadas. La muerte era natural y las mutilaciones se debían a la acción de aves de rapiña y roedores.

El médico legista constató que Joaquim Sebastián Goncalvez murió por animales necrófagos. A iguales conclusiones llegarían los ufólogos que reinvestigaron el caso.
Lo importante de todo esto, es haber llevado a cabo una reinvestigación de los sucesos para determinar la veracidad de los hechos. Hay que destacar también el deber de informar correctamente, ya que sin estas nuevas investigaciones realizadas, las conclusiones se mantendrían hoy erróneas.

La Revista UFO, en su edición Nº 80 de julio de 2002, informó y actuó correctamente, divulgando su equivocación de 1993, cuando lo habían determinado como un caso ufológico.
Dijeron: “Un error gravísimo fue reparado y la Ufología salió victoriosa.
Gracias a la práctica correcta, imparcial y obstinada investigación científica”.
Lo que no está establecido o no se da difusión es si las mutilaciones aparecen por temporada o es un hecho que se descubre a diario. Además, no se dijo si el ratón hocicudo es una especie que se adapta a toda clase de clima y terrenos

Fuente:

http://www.diariolarepublica.com.ar/notix/noticia.php?i=115979