LAS mutilaciones de ganado por extraterrestres son un clásico de la ufología estadounidense desde que el 9 de septiembre de 1967 una joven de Colorado (EE UU) encontró su caballo muerto en el campo, cerca de Alamosa. El animal se llamaba Lady y era una yegua de tres años; pero los periodistas la bautizaron como Snippy, un macho del mismo rancho, y con ese nombre ha pasado a la historia.

La yegua vivía en el valle de San Luis. La última vez que la habían visto con vida fue dos días antes. Estaba aparentemente sana. Junto al cuerpo no se encontraron rastros de sangre, aunque había sido despellejada y descarnada de cuello para arriba, con un corte limpio. La necropsia reveló, además, que le faltaban las vísceras. Como se habían visto platillos volantes por la zona, su dueña, Nellie Lewis, asoció la muerte del animal a los visitantes de otros mundos. «Ellos están aquí. No hay duda. Mucha gente piensa que estoy chiflada. Pero, si estoy chiflada, no es por los platillos volantes. Estoy segura de que están aquí. Yo los he visto», sostuvo hasta su muerte.

Nadie se acordaba de la pobre Snippy hasta que Frank Duran, un especialista en ‘marketing’, sacó el pasado 1 de diciembre sus huesos a subasta en eBay, a un precio de salida de 50.000 dólares. Decía representar al propietario de los restos. El esqueleto del caballo estuvo a principios de los años 70 en las oficinas de la Cámara de Comercio de Alamosa, con una leyenda al pie que decía: ‘En memoria de Snippy’. Después, la familia Lewis lo donó a un museo universitario, que lo expuso hasta los años 80. Cuando la universidad se deshizo de la osamenta, ésta acabó en manos de Carl Helfin, un coleccionista local. Helfin murió en 2003 y el esqueleto fue heredado por uno de sus sobrinos, el cliente de Duran. Pero, tras su puesta en venta en Internet, tanto la Cámara de Comercio como los descendientes de Nellie Lewis han reclamado la propiedad legal de la osamenta, por lo que la puja se ha suspendido de momento.

Primero de un lista

Snippy fue el primero de una larga lista de animales cuyas mutilaciones se atribuyeron en EE UU a experimentos alienígenas. Poco importa que el veterinario Wallace Leary reconstruyera su esqueleto en 1968, encontrara dos orificios de bala en la pelvis y una pata trasera, y achacara la falta de vísceras a los carroñeros. «Creo que unos chicos le pegaron un par de tiros del calibre 22. Entonces, el caballo, aterrorizado, empezó a correr y a brincar por el cercado. Ya he visto otras veces cómo los alambres hacen cortes en un animal como un cuchillo en el queso», decía Leary. Luego llegarían las aves y los coyotes.

Una buena leyenda nunca muere, y granjeros y fanáticos de lo paranormal siguen hoy viendo un bisturí alienígena en las mutilaciones de ganado. El FBI abrió en 1979 un ‘expediente X’ cuya conclusión fue que la mayoría de las muertes se deben a alimañas. «¿Quién sabe! Mucha gente cree la historia de los ovnis», dice Duran, consciente de que Snippy vale más si hay marcianos en el ajo.

Fuente:

http://www.ideal.es/granada/prensa/20061217/vivir/trofeo-caza_20061217.html