Casi dos centenares de científicos han analizado las muestras del cometa Wild 2 que trajo en enero la nave Stardust de la NASA: el primer material extraterrestre obtenido desde las rocas lunares recuperadas por las misiones Apolo de los años setenta. Es la primera vez que los científicos pueden examinar con todo detalle un material originado cuando el Sistema Solar era poco más que un disco de polvo, hace 4.500 millones de años, y en sus mismos confines externos. Para su sorpresa, han encontrado allí minerales formados junto al protoSol y eyectados después hasta las fronteras exteriores.Wild 2 es miembro de una familia de cometas que se formaron hace más de 4.500 millones de años -cuando el Sistema Solar no era más que una nube de polvo- en lo que ahora es el cinturón de Kuiper, el lejanísimo anillo de objetos al que también pertenece Plutón, reclasificado desde agosto como planeta enano. El material traído a Tierra por la Stardust, que lo recogió mediante una especie de raqueta rellena de un material llamado aerogel, procede, por tanto, de las zonas más exteriores del Sistema Solar.

Ninguna nave hubiera podido traer material cometario desde semejante distancia, pero los ingenieros de la NASA han aprovechado un afortunado suceso -para nada insólito- ocurrido hace poco más de 30 años. En 1974, Wild 2 pasó demasiado cerca de Júpiter, y el gigante gaseoso extrajo al cometa de la órbita en la que llevaba girando 4.500 millones de años y lo colocó en su órbita actual, entre Marte y Júpiter, donde sí es accesible.

En esta nueva órbita, la mayor proximidad al Sol vaporiza el hielo del núcleo, y el cometa adquiere su característico coma, o cola. En el coma también hay granos de mineral, que estaban atrapados entre el hielo del núcleo y quedan liberados al vaporizarse éste. La Stardust atrapó un millar de esos granos, cada uno con un diámetro entre 5 y 300 micras (milésimas de milímetro).

Algunos de los instrumentos que los han analizado, sin embargo, tienen más de un kilómetro de radio. Tener estos materiales en la Tierra supone unas enormes ventajas técnicas respecto a los análisis que se habían hecho hasta ahora, con instrumentos automatizados incorporados en las naves espaciales. Las primeras investigaciones se presentan hoy en siete artículos de la revista Science, encabezados por el jefe de la misión Stardust de la NASA, el astrónomo de la Universidad de Washington Donald Brownlee.

Los granos recuperados del cometa son literalmente “pequeñas rocas”, como señala en Science Don Burnett (Caltech, Pasadena), y cada uno es una mezcla de varios minerales. Dado el origen ultraperiférico de Wild 2, la predicción más general era que esos minerales estuvieran constituidos por un tipo de silicato amorfo típico del material interestelar, pero los más abundantes han resultado ser unos silicatos cristalinos bien conocidos en la Tierra y en el resto de la zona interior del Sistema Solar: la olivina y el piroxeno.

Además, uno de los granos está compuesto de unos minerales que ya se habían encontrado en unas estructuras de los meteoritos (las inclusiones ricas en calcio y aluminio), y que son producto de un tipo de proceso que sólo es posible a las altas temperaturas típicas del interior del Sistema Solar, muy cerca del Sol.

“Parece ineludible”, dice Burnett, “que, durante el origen del Sistema Solar, los materiales formados cerca del Sol acabaron mezclándose tan lejos como el cinturón de Kuiper y allí se incorporaron en objetos que, finalmente, originaron los cometas”.

Brownlee, el jefe de la misión, afirma: “Mucha gente pensaba que los cometas se habían formado en completo aislamiento del resto del Sistema Solar, y acabamos de mostrar que no es verdad. Mientras el sistema se originaba, hace 4.600 millones de años, hubo material que se movió desde la zona más interior hasta la zona más exterior. Yo me imagino el fenómeno como si el Sistema Solar se hubiera dado la vuelta parcialmente sobre sí mismo”. Brownlee calcula que cerca del 10% del material de los cometas exteriores procede del interior del sistema.

Wild 2 parece diferente de otro cometa, Tempel 1, que fue examinado en la misión Deep Impact por un método muy distinto: estrellando una sonda contra él y estudiando las características del material que saltó por el impacto. Pero la investigación de estos testigos del pasado remoto no ha hecho más que empezar.

Fuente:

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/primer/material/traido/cometa/replantea/origen/Sistema/Solar/elpepusoc/20061215elpepisoc_4/Tes