Después de casi medio siglo de estudio, se ha logrado reconstruir de manera satisfactoria el funcionamiento de la que parece ser la máquina más antigua de la humanidad (es decir, el mecanismo complejo más antiguo). Se trata de la llamada “máquina de Antiquitera”.

Se trata de un modelo, puesto que los arqueólogos no han sido capaces de localizar todas las piezas de la máquina, cosa nada sorprendente porque los restos se encontraron bajo el mar, en mal estado de conservación después de casi dos milenios de inmersión. Sin embargo, el modelo realizado funciona satisfactoriamente, lo que, sin dejar de ser una hipótesis de trabajo, le da gran robustez a dicha hipótesis. Gracias a ello se ha podido concluir que la máquina de Antiquitera es un calculador astronómico de gran complejidad, capaz de predecir la posición del Sol y de la Luna, así como la de otros planetas del Sistema Solar. Esta complejidad indica que no se trata propiamente de un objeto diseñado para la navegación o el cálculo de rumbos (que era una de las hipótesis lanzadas en su día), sino que se trata de un calendario universal.

El corazón de la máquina, tal como se ha reconstruido, lo constituyen 37 ruedas de engranajes. 30 de ellas se han reconstruido a partir del análisis de las 80 piezas fragmentarias recuperadas, y las otras 7 se han añadido al mecanismo para que éste funcione. Se trata, por tanto, de piezas hipotéticas, pero sin cuya existencia las otras 30 carecen de sentido en el mecanismo. Estas ruedas, al funcionar, son capaces de indicar la posición de los planetas, el Sol y la Luna respecto a una referencia establecida, que en este caso son las constelaciones zodiacales. El engranaje estaba metido en un armazón de madera que presentaba dos “displays” en cada una de sus caras mayores. Por delante se encontraban los puntos de referencia (las constelaciones), así como dos punteros que permitían situar la posición del Sol y la Luna (y quizá de algún otro planeta) en relación a éstas. Al ajustarse los mecanismos internos una vez situados los punteros, por la parte trasera otros dos punteros marcaban (predecían) los eclipses de ambos astros. Se supone también que al ajustarse los mecanismos, otros punteros menores podían señalar los ortos y otras efemérides astronómicas de los demás planetas. Además, cuenta con un mecanismo lateral para “ponerlo en hora”, esto es, para corregir la desviación en la posición de los astros como consecuencia de los años bisiestos (es decir, por la precesión de los equinoccios causada por la desviación del eje de la Tierra).

Todo ello servía, de ser correcta esta explicación, como calendario astronómico universal. Permitía, por tanto, predecir los días de los solsticios y equinoccios (de vital importancia para las cosechas), los eclipses, comparar las fechas de los calendarios solares (como el egipcio) con los calendarios lunares (como el que los romanos aún usaban en aquella época), y como uso secundario, el marcar la posición de un punto de la superficie terrestre usando hitos astronómicos, lo que puede ser usado para trazar rumbos. Sin embargo, al no haberse encontrado mas que un ejemplar, y vista la complejidad (y por ende, su precio hipotético en aquella época) del mismo, no parece probable que se usara preferentemente con ese fin.

Desde que en 1959 se comenzó el estudio de la máquina de Antiquitera han surgido varias voces que han dicho que la tecnología de esta máquina es demasiado avanzada para la época, y que por tanto, o bien se trataba de una impostura o bien (si se va cargado de alcohol) hay una explicación sobrenatural para la máquina. Se aducía, entre otras cosas, que las órbitas aparentes (vistas desde la Tierra) de los planetas, especialmente Marte, son irregulares, y por ello, difíciles de calcular (de hecho, hasta el siglo XVII no pudo Kepler, el mejor matemático de su época, establecer matemáticamente la órbita de Marte). Mucho más, por tanto, de reproducir mediante un mecanismo.

Pero el hecho es que antes de que la máquina se construyera (allá por el siglo II a.C.) tanto egipcios como babilonios llevaban casi tres mil años de registros astronómicos continuados, que incluían modelos astronómicos funcionales. Los egipcios, en particular, tenían un buen registro de las posiciones relativas de Marte y sabían que “viajaba hacia atrás” respecto a las posiciones de las estrellas en determinadas épocas del año. Asimismo conocían el fenómeno de la precesión de los equinoccios y podían, además, calcular el período de dicho movimiento.

Hiparco de Rodas, que vivió hacia el 195-125 a.C. realizó un monumental catálogo de estrellas (cuyas coordenadas tabularía Ptolomeo de Alejandría medio siglo después) e introdujo en las matemáticas el sistema sexagesimal de los babilonios. Además Hiparco estableció la primera red de meridianos y paralelos basada en referencias astronómicas, corrigiendo la anterior hipótesis de Eratóstenes. La hipótesis de Hiparco fue usada por Ptolomeo para su propio sistemas de coordenadas. Estos avances en la cartografía tuvieron su reflejo en las matemáticas, ya que la exactitud de la representación de la superficie depende de la proyección de la misma, y ésta, a su vez, depende de las ecuaciones matemáticas usadas para la proyección. Si bien en aquella época no se conocía aún el cálculo diferencial e integral, por todo lo anteriormente dicho sus conocimientos de trigonometría aplicada eran grandes.

Y un tercer factor a tener en cuenta es que ya desde Arquímedes se conocía el uso de mecanismos complejos que incluían engranajes y elementos móviles, si bien eran elementos caros y delicados, que requerían una calibración y un mantenimiento complejo.

Todo ello indica que la máquina de Antiquitera sí es hija de su tiempo (si bien era tecnología punta), y sugiere, además, que debió ser construida a mano con constantes ajustes según se iban tallando los engranajes, y una calibración final muy exacta a cargo de astrónomos bien cualificados. En la época en que se construyó la máquina esta exactitud en la calibración sólo era posible en la cuenca oriental del Mediterráneo y en concreto, en Alejandría. No lejos de la isla griega de Antiquitera, donde se encontró la máquina en 1900. También en esto las piezas encajan.

El modelo que simula la máquina se ha hecho público hoy mismo en Atenas. El equipo de investigación de Antiquitera cuenta con reconstruir físicamente un modelo funcional de la máquina como paso siguiente de su investigación.

Fuente:

http://www.hispalibertas.com/noticias/2006/11/30/la-maquina-mas-antigua.html