Jueves 02 de noviembre de 2006

En la Hostería de Santo Domingo

El restaurante más antiguo de la ciudad de México conserva a un extraño inquilino. Salvador Orozco Camacho, dueño del lugar, dice que éste se ha aparecido en distintos sitios dentro del local. "En una ocasión, hizo que una reportera saliera corriendo del baño. Mi hijo lo ha escuchado por la noche tocando la madera de los muebles".

Sin embargo, este fantasma no es temido por el personal del lugar. "Todos lo han visto y es inofensivo, creemos que es un monje de los que vivió aquí antes de que existiera el restaurante. Están muy familiarizados con él; de hecho, la mesa 26 era su preferida y con frecuencia se sentaba ahí. Ahora ya la quitamos, no porque nos diera miedo, sino por cuestiones de remodelación, y como ya no tiene donde sentarse, pues el fantasma deambula por toda la hostería".

El feudo abrió sus puertas el 4 de agosto de 1860 en lo que fuera parte del Convento de Santo Domingo de Guzmán, en la hoy calle de Belisario Domínguez.

En el restaurante Ixchel

Acondicionado en una casa que está cumpliendo 100 años, en el establecimiento, ubicado en la calle de Medellín, colonia Roma, hace travesuras (como abrir las llaves del fregadero) el fantasma de Pablito, un niño de seis años que falleció allí hace mucho tiempo, al caer de la escalera de servicio al patio.

Los veladores del establecimiento renuncian cuando lo llegan a ver; los dueños del lugar, en cambio, hasta crearon el postre Pablito, en honor de su fantasma.

En el Hotel Camino Real

En el bar del lobby de este hotel, en la ciudad de México, también hay presencias de más allá.

Dos colegas periodistas cuentan que una noche, mientras tomaban una bebida refrescante en espera de una conferencia de prensa, sintieron una ráfaga de viento helado y vieron por el rabillo del ojo a una mujer vestida de blanco que pasaba detrás de ellos y luego se esfumó.

Testimonios del más allá

"Hace tiempo visité el rancho Salado, en Houston, Texas, y el lugar me inquietó muchísimo. Tenía la sensación de que ahí existía una energía fuera de lo común", cuenta Hilda García Moreno de Gabilondo.

En burla, alguien comentó que ese lugar había sido un panteón. Después, una señora del lugar me despejó el misterio: "Mi suegro nos pidió que cuando muriera, por ningún motivo lo dejáramos en Salado, pues era un lugar que él había odiado siempre".

Como el señor murió repentinamente, lo cremaron, y sus cenizas se conservaban en un cuarto de la casa, para más adelante, con calma, darle una digna sepultura.

Dos días después, las amigas de Hilda, dueñas del rancho, a sugerencia suya, mandaron decir una misa por el alma en pena y sepultaron sus cenizas en otro sitio. Al regresar al rancho hacía mucho aire, y a los ocho días, la propiedad, en decadencia, había florecido. "Hasta se escuchaban pajaritos trinando" .

"Cuando todo estuvo resuelto, sentí una gran paz. Sólo conocí en foto al señor, pero se me aparecía en sueños, como diciéndome que me tenía mucho agradecimiento", concluye García Moreno.

Una vidente

Por su parte, Carmen De Sayre nos cuenta que desde hace más de 20 años, escucha a los muertos. "Debido a ello, la gente me busca porque se le murió algún ser querido o porque sienten la presencia de alguien en su casa. Yo ayudo a las almas que están ´atoradas´ y que no logran ver la luz; las dirijo hacia a ella".

De Sayre afirma haber tenido muchas experiencias paranormales en su vida; han sido tantas, que las recopiló en un libro titulado Una puerta hacia la luz (Editorial Edaf).

En el texto, Carmen y Jocelyn Arellano recogen sus experiencias con personas fallecidas, que habían dejado atrás lo que se conoce como vida terrenal, y se encontraban "al otro lado de la frontera", desorientadas, perdidas, y muchas veces sin ser conscientes de su muerte.

¿Qué dice la Iglesia al respecto?

Sobre las apariciones y experiencias paranormales, el padre José de Jesús Aguilar explica que el concepto filosófico de la muerte implica también el deseo de los vivos por comunicarse con los difuntos.

Según el religioso, la Iglesia católica considera que un difunto ha dejado ya definitivamente la tierra y pasa a una esfera distinta.

¿Qué ocurre con la gente que ha tenido apariciones?

-Cuando una persona ha muerto, ya no tiene ningún contacto con los seres humanos, ya no necesita de ellos como tales. Además, Dios no permite que los muertos nos den información sobre lo que existe más allá. Nosotros aceptamos que hay determinadas manifestaciones privilegiadas (como las apariciones de la Virgen María o de algún santo) u otras extrañas.

"Las segundas se dan cuando de repente se ve una sombra o se escucha una voz. En estos casos, la Iglesia dice que estos no son difuntos, sino alguna forma de energía que soltó la persona antes de morir y que queda ahí; se le llama fantasma, pero no son muertos ni aparecidos.

"En la religión católica los difuntos no son enemigos del hombre, los veneramos, los respetamos y pedimos por ellos."

Por cierto, al padre Aguilar le han dicho que en Catedral deambula una sombra. ( Cristina Salmerón)

Fuente:

http://www.eluniversal.com.mx/estilos/50689.html